Amber volvió a reírse con tu otra opción, al mismo tiempo que enarcabas las cejas. Y no te cupo duda de que te habría respondido en el mismo tono de no ser por lo que añadiste después. Pestañeó y casi pudiste ver cómo en su cabeza se adaptaba al cambio en la conversación. Finalmente, asintió despacio.
—Aunque tu tío se lo haya dicho seguramente ellos valorarían que se lo contaras tú —dijo con cuidado—. Al fin y al cabo va a ser un cambio muy importante en tu vida. Y en Idris vas a tener que verlos, no es tan grande como para que puedas evitarlo. —Hizo una pausa y ladeó un poco la cabeza. —Aunque ya sabes que si quieres te puedes quedar en mi casa.
Baje un poco la mirada al escuchar la respuesta de Amber. La verdad, yo mismo sabía que diría algo así. Quizá, sin pensarlo, era justamente lo que buscaba. Emití un suspiro cuando dijo que no podría evitarlo: tenía razón. Y al final, al ofrecerme su casa, la miré antes de ladear la sonrisa, intentando relajar el ambiente.
—Tu casa es una ruina —bromeé metiéndome con ella—. A lo mejor se lo digo a mis padres sólo para no tener que dormir allí.
Hice entonces una pausa, sin plantearme que quizá me hubiera pasado, pero sí consciente de que lo que había dicho era un detalle.
—Gracias por la invitación —enuncié—. Pero creo que no es lo que debo hacer.
—¡Eh! —protestó tu amiga, alzando las cejas en un claro intento por relajar el ambiente siguiendo tu broma—. ¡Que tenemos habitación de invitados y todo!
Y después asintió con la cabeza antes de estirar el brazo para darte un golpe amistoso en el hombro.
—Yo también lo creo. Pero que sepas que siempre tienes esa opción disponible.
Entonces ladeó un poco la cabeza, como si una idea estuviese naciendo en su mente.
—¿Y los mundanos? —preguntó, refiriéndose a los nephilim que habíais encontrado en las últimas semanas—. ¿Tendremos que repartírnoslos? ¿O dónde crees que se quedarán?
Sonreí un poco ante la protesta de mi amiga sin abandonar el tono de la conversación. Después asentí mientras ella hablaba, consciente de que las puertas de su casa estaban abiertas. No me hacía falta pensar en el paso que íbamos a dar para tenerlo claro.
Acto seguido, con su cambio de tema, la miré por un momento. La seriedad empezó a disiparse un poco mientras una respuesta nacía directamente desde mi diafragma.
—Que se queden en tu casa —le dije con malicia—. Seguro que están encantados de conocer tu enorme habitación de invitados.
—O... —comenzó Amber tras una breve risa, uniéndose de inmediato al tono de broma que habías adquirido de nuevo— que se queden en la tuya. A lo mejor se pierden en tu inconmensurable mansión y así no volvemos a verlos más. O te servirán para tener entretenidos a tus padres y que te dejen en paz.
Dejar de nuevo ese tema difícil era lo mejor. Esas cosas, cuanto menos se tocasen, mejor estaban. De modo que al ver que Amber también aparcaba aquello lo consideré zanjado. Llegado el momento ya le diría la decisión tomada, y listo.
Asentí a lo que dijo, recuperando de nuevo el espíritu de estar bromeando, y lo hice como si que se perdieran fuera una idea realmente buena. Y la siguiente, al menos tanto como la primera. Sin embargo había algo que se me hacía más divertido.
—O podemos mandarlos con sus familias y que se busquen la vida —propuse entonces—. Seguro que ni los Fairchild soportan a Ethan cuando se pone en plan quejica. Y la rara puede dormir en la calle, o suplicarle a la clave que le dejen meterse en la casa de los suyos.
Amber se rió de buen humor cuando imaginó a Ethan rodeado de Fairchilds, pero con lo siguiente que dijiste se quedó un poco pensativa.
—No estoy segura de qué pasará con ella si finalmente resulta ser una Morgenstern —dijo, tras darle algunas vueltas—. Supongo que podría intentar reclamar las propiedades de la familia... Pero puede que La Clave decida quedárselas como pago por los crímenes de Valentine. No sería la primera vez que confiscan una fortuna familiar y por mucho menos que eso.
Se quedó callada un segundo en el que podías notar en sus ojos que su mente estaba trabajando y finalmente te hizo un gesto con la barbilla.
—¿Y tú qué crees que es toda esta movida de los nephilim perdidos? No sé, que aparezca ahora de repente alguien con ese anillo es muy fuerte, ¿no?
Al oír la respuesta de Amber sobre las propiedades de los Morgenstern fruncí un poco el ceño. La verdad, no me había parado nunca a pensar sobre eso. Aún así... Antes de que pudiera responder mi amiga siguió hablando, moviéndose a un tema que nos tocaba de cerca y era más complicado, pero decidí contestar primero a lo de antes.
—Bueno, por mí podrían quitarle todo —enuncié—. Tampoco es que se haya ganado nada de eso, ni nada. Y ni siquiera sabemos seguro que vaya a quedarse como nephilim o a sobrevivir más de un mes. Dárselo y que luego quisiera seguir con su vida de mundana sería más jodienda —opiné—. De todas formas, supongo que si la Clave quisiera quedarse esas propiedades tendría que haberlo hecho ya, ¿no? Quiero decir, que no pueden inventárselo ahora cuando ella vaya. Además, Gareth ya habrá informado de que tenemos una Morgenstern. A saber cómo estarán las cosas por ahí. —Esbocé entonces una sonrisa—. Verás cuando vean lo inútil que es.
Después pasé al otro tema casi de inmediato.
—Es muy fuerte —reconocí—. Yo lo he estado pensando, y creo que a lo mejor los nephilim han estado metiendo siempre la polla donde no debían y no lo sabíamos —expuse—. Mira el caso de Nora: su abuelo. De los otros poco sabemos, pero su tío era nephilim y estaba en el ajo. Probablemente ni siquiera fuera su tío, ya sabes. O a lo mejor tendríamos que preguntarle más por sus padres, porque ni siquiera sé si su tío era hermano de su padre o de su madre.
—Aunque en realidad lo mismo da. Seguro que quien fuera le dio ese anillo para librarse de él y que no le tomaran por familia de Valentine. Cobardes hay en todas partes.
—Lo que quiero decir es que a lo mejor no es tan raro, y sólo tenemos una época rara. Podría ser un megaplan de la leche, pero la porculera y la loca son extranjeras. Y bueno, la rarita más o menos. Como no sea que alguien los está trayendo... —dije sin creérmelo ni yo.
Amber se quedó pensativa con tus palabras y no te costó darte cuenta de que mientras una parte de su cerebro te escuchaba, otra ya se había puesto a funcionar, analizando datos, tomando notas o lo que fuese que sucedía dentro de su cabeza.
Y cuando terminaste, ella se dio un par de golpecitos en la mejilla con los ojos entrecerrados antes de hablar.
—Pues yo si creo que a lo mejor alguien los está trayendo. Reuniéndolos aquí para despertarlos, o algo así raro. No es normal que aparezcan de repente tres nephilim abandonados en Londres en cuestión de días. Ethan y Nora estaban juntos en la cafetería eas, ¿recuerdas? Es demasiada casualidad. No creo que eso haya pasado nunca antes... —Su mirada buscó la puerta y cambió el peso de una pierna a la otra—. ¿Estás ocupado ahora? Podríamos ir a la biblioteca para investigar.
En cuanto mi amiga empezó a hablar casi me eché a reír. En ese momento llegué a la conclusión de que daba igual lo que yo hubiera dicho: ella ya tenía su pensamiento en la cabeza, y mi opinión sólo le había servido para desarrollarlo. No me importaba, tenía muy claro quién de los dos era el listo.
Al escucharla la miré, valorando lo que decía. Creía que, evidentemente, todos alguna vez nos habíamos planteado eso, pero de ahí a creerlo, bueno... Había que ser un poco paranoico. Pero ella solía acertar más en esas cosas, y yo en las de caza, así que podía dar una oportunidad a su idea. Y si nos poníamos a trabajar en ella y encontrábamos algo... Eso sí iba a ser un punto de cara a Gareth.
—Bueno, es difícil de saber —opiné sobre lo de la cafetería—. A saber cuántos mundanos pasan por allí cada día. Era cuestión de tiempo. A lo mejor fue su presencia la que precipitó las cosas, no al revés. Pero merece la pena que echemos un ojo, sólo por si acaso.
En ese momento miré el reloj. Podía ir a entrenar a alguno de los novatos... Pero sólo pensarlo me daba una pereza infinita. Más aún que ir a la biblioteca a ver cómo Amber investigaba.
—Venga, vamos.
Tu amiga sonrió, contenta de que aceptases ir con ella a aburrirte a la biblioteca, y se puso en marcha de inmediato, tal vez por temor a que pudieras echarte atrás.
Allí todo estaba en su lugar, salvo por una mesa en una de las salas colindantes a la principal. Sobre ella había varios libros, algunos de ellos abiertos en lo que parecía ser una investigación a medio hacer, seguramente de Scott.
—Vaaaya... Vamos a ver en qué andan. A lo mejor nos sirve a nosotros.
Amber se acercó con curiosidad y empezó a cotillear los papeles con notas que había junto a los gruesos tomos que, por lo que pudiste ver, eran en su mayor parte genealogías de las familias Herondale, Fairchild, Morgenstern y Carwright, aunque también había por allí amontonados a la espera de ser consultados algunos libros sobre fetiches y objetos mágicos.
Seguí a Amber con un suspiro. En realidad no esperaba pasarlo tan mal, pero una forma de que no me obligase a ir siempre era que no supiera que sólo era la mitad de horrible de lo que pensaba. Al menos cuando me limitaba a mirar.
Al entrar en la biblioteca y ver los libros que alguien estaba usando fui buscando un asiento en el que no fuese demasiado descarado que no hacía nada. Me dirigí también a esa mesa, y al ver de qué se trataba puse los ojos en blanco.
—Qué rollo —enuncié con sinceridad, sabiéndonos solos. Ni de coña habría dicho algo así delante de Gareth. Entonces, al recordar a mi mentor estudiando esas mismas genealogías, se me ocurrió algo.
—¿Sabes qué? Creo que estos no nos servirán de nada —expuse—. Gareth ya investiga los árboles familiares y no ha dado con nada raro. ¿Sabes qué podríamos hacer? Leer cosas de historia. Eventos raros. Con el tiempo que llevamos existiendo no creo que sea la primera vez que a alguien se le ocurre hacer algo así, sea quien sea.
Amber emitió una risita con la sinceridad de tu primer comentario al echar un vistazo a los libros. Y con lo siguiente que dijiste asintió con la cabeza, aunque aún tardó un par de segundos en separarse de la mesa, como si antes de hacerlo tuviera la necesidad de memorizar los títulos de todos los libros o algo así.
—Creo que tienes razón —sentenció, comenzando a caminar hacia una pequeña sección al fondo de la biblioteca hacia la izquierda—. Por aquí están los libros más raros, esos que nadie consulta nunca, ¿sabes? Muchos hablan de historia, pero tienen supuestos errores o hechos no comprobados, o están en lenguas que nadie entiende, o hablan de cosas que no están documentadas en ningún otro sitio.
Allí ladeó la cabeza para leer los títulos de los tomos de las estanterías y enseguida empezó a sacar algunos, tendiéndotelos después para que los pusieras sobre alguna mesa. «Compendio de los linajes perdidos», «Historia nephilim contada por un observador», «Los Hijos del Ángel a través del mundo» y «Nephilim: Los John Doe de la historia».
—Comencemos con estos, ¿te parece? —dijo totalmente animada, como si aquella actividad fuese de lo más emocionante.
Me sorprendió un poco que Amber dijese que tenía razón. O, más bien, que pareciera hacerlo de verdad y no sólo intentando que pareciera que valoraba mis ideas para que estuviese más a gusto echando una mano. Remolón, me puse en pie y la acompañé a la parte de la biblioteca de la que hablaba. Era increíble, pero me resultaba más cansado caminar hacia allí que correr cinco kilómetros para entrenar.
Me quedé por allí, casi vagabundeando, mientras ella miraba las estanterías. Todavía no había empezado a aburrirme, pero a este paso faltaba poco. Acto seguido, al ver que empezaba a tenderme libros, me acerqué y los fui dejando sobre la mesa más cercana. Y luego, cuando dijo eso de que comenzásemos por aquellos puse los ojos en blanco. Pero no tardé en pensarlo mejor. Ella a veces venía a cazar, ¿no? Así que miré cuál era el más finito y me lo acerqué, pasando acto seguido a comprobar si tenía índice.
—Espera —dije entonces mientras una breve sonrisa aparecía en mi rostro. Saqué la estela y me dispuse a dibujar la runa de excelencia mental. Si era suficiente para afinar la intuición, como se suponía, a lo mejor acabábamos antes de lo previsto—. Mejor así.
Empezaste a leer con el poco interés que habías logrado reunir, pero a la segunda página ya tus ojos pasaban por las palabras sin retenerlas en tu cabeza. Aquel libro era aburridísimo, todo lleno de movidas históricas de gente muerta que a nadie le importaba ya. Tu atención no tardó en desviarse hacia cualquier otra cosa mientras a tu lado Amber leía sin parar, dejándose las pestañas en las páginas de esos tomos absurdos y soporíferos.
Al principio intentaste no molestarla, pero no tardaste en empezar a preguntarle cosas y hacerle bromas. No querías distraerla, pero te aburrías demasiado para permanecer callado tantísimo rato. Ella no parecía molesta por tus interrupciones, al contrario, incluso se reía en alguna de ellas, o apartaba el libro para charlar unos minutos antes de seguir leyendo. Y si tus paseos por la biblioteca cuando estar sentado fue demasiado duro para ti le molestaron, no se quejó. Aunque sí que notaste que en ocasiones levantaba la vista del papel para seguirte con la mirada.
Y mientras, el tiempo pasaba y pasaba. Todo aquello te parecía una pérdida de tiempo al pensar en la de cosas interesantes que podrías estar haciendo.
Tirada oculta
Motivo: Int+Inv Em
Dificultad: 8
Tirada (6 dados): 1, 1, 7, 4, 4, 5
Éxitos: -2 Pifia
Tirada oculta
Motivo: Int+Inv Amb (Especialidad)
Dificultad: 8
Tirada (9 dados): 10, 9, 6, 8, 2, 8, 1, 10, 1
Éxitos: 3
Tirada oculta
Motivo: Repetir 10 Amb (Especialidad)
Dificultad: 8
Tirada (2 dados): 10, 8
Dados repetidos: 9
Éxitos: 3
Sin embargo, a pesar de tus interrupciones, tras un par de horas de búsqueda, cuando creías que ibas a explotar si seguías en esa biblioteca, los ojos de Amber se iluminaron e hizo un gesto con la mano para llamar tu atención.
—Eh, mira. Creo que he encontrado algo.
Te acercó el libro escrito a mano con una caligrafía larga y fina y señaló un párrafo para que lo leyeras tú también.
[...] No es este el primer suceso de robo de un niño nephilim, por muy alarmante que resulte. A principios del siglo pasado una niña llamada Adele Starkweather falleció durante su ceremonia de la Primera Runa. Durante años nadie supo por qué había sucedido, hasta que alrededor de 1870 apareció en Londres una joven bruja llamada Theresa Gray. Increíblemente la muchacha no mostraba la marca de su sangre demoníaca, aparentando ser una mundana normal.
Se descubrió sin embargo que también tenía sangre nephilim, resultando en un híbrido imposible pues en su cuerpo convivían la sangre del ángel y la de un demonio mayor en aparente equilibrio.
Su madre, Elizabeth Gray, resultó ser la verdadera Adele Starkweather, secuestrada en la cuna por la Corte seelie para ser entregada a una trama urdida tiempo atrás y dar como resultado a la joven Theresa, hija de una nephilim sin marcar y Eidolon, fingiendo ser su padre.
Elizabeth murió sin llegar a saber nunca que era una nephilim. Y si un hombre que era un simple mundano pudo urdir un engaño como ese, ¿de qué no serían capaces los Subterráneos si lo deseasen? ¿Cuántos de los nephilim que fallecen antes de llegar a ser cazadores de sombras completos eran realmente nephilim? ¿Cuántos nephilim robados pueden estar viviendo entre mundanos sin saber nunca lo que son?
Este es un motivo más para que El Círculo abogue por el recrudecimiento de las penas para los Subterráneos que se atrevan a faltar a la Ley. Debemos garantizar la seguridad de nuestros niños. Idris debe ser fortalecida. Y si para ello es necesario derramar la sangre de Subterráneos, que así sea. [...]
El siguiente capítulo parecía continuar con la exposición de otros argumentos políticos en favor de los nephilim sobre los Subterráneos. Amber esperó con paciencia hasta que terminaste de leer y entonces te miró alzando un poco las cejas.
—Creo que no vamos a encontrar nada más aquí. ¿Qué te parece?
Aquello era un coñazo. Y mira que daba lo mejor de mí, y más después de hacerme runas y todo, pero aún así... Había cosas superiores a mis fuerzas, y esta era una. Casi prefería dejarme pegar por una panda de subterráneos que seguir aquí otro par de horas. Al menos de ellos podía vengarme luego, pero con los libros eso era más complicado.
De modo que cuando Amber dijo que había encontrado algo me acerqué, cansado. A ver si con un poco de suerte eso bastaba para marcharnos. Leí con atención sin entender demasiado, y una vez acabé lo repasé. Miré entonces a mi amiga.
—¿Qué me parece? —pregunté de manera retórica. No iba a decir que no entendía nada, porque había algo que sí—. Que todo puede ser culpa de las putas hadas. —Esa era mi verdadera conclusión—. Deberíamos enseñárselo a Gareth.
Amber se quedó pensativa y finalmente negó despacio con la cabeza.
—Creo que eso podría ser precipitado. Es evidente que esto lo escribió un miembro del Círculo... No es que tengan mucha credibilidad, ¿no? Además, informar de esto podría tensar las relaciones con los Subterráneos —añadió, frunciendo el ceño con esa idea—. Deja que investigue más cuando vayamos a Alacante y se lo contamos a la vuelta.
—¿Eh? —Fue lo primero que pregunté. ¿De verdad eso lo había escrito un miembro del Círculo? Porque sonaba totalmente coherente. Entonces lo repasé rápido con los ojos hasta que vi ese detalle que había pasado por alto ahí, justo delante—. Ah sí, eso... Es verdad.
Me quedé un instante callado y un poco decepcionado. Aunque el singular que usó en lo de que ELLA investigase no sonó del todo mal.
—Bueno... Supongo que en Alacante habrá más información, ahora que sabemos qué buscamos —valoré como si estuviera totalmente implicado en la investigación—. De todas formas, una cosa te voy a decir —dije, sentándome en la mesa directamente y empezando a levantar los dedos conforme hablaba.
—Ethan, con una medio hada. Nora, con una bruja. Melissa, yendo hacia la misma bruja. Sun-yun... Esa ni idea, pero podría tener un puto vampiro delante y no enterarse. Así que me parece que está claro que los Subterráneos están metidos. Tendremos que tensar las relaciones con ellos tarde o temprano. Pero sí, a lo mejor es mejor ir con algo sólido —pensé, intentando ir en la línea en que iría Gareth. Porque si por mí fuera esta información se conseguiría rápidamente abriendo un par de cabezas.
Amber aceptó como a regañadientes esa relación tan clara entre algunos Subterráneos y lo que acontecía alrededor de los nephilim que habían ido apareciendo por la ciudad. Y, unos minutos después, ya estabais saliendo de la biblioteca, ella con intención de ir al taller y tomar algunas notas escritas de lo que habíais estado investigando y tú directo hacia la sala de entrenamiento, con ganas de emplear tu tiempo en algo productivo después de perderlo tanto rato.