El despacho de Deidre estaba en el segundo piso, tras una puerta de madera con runas sobre ella. Más allá el pasillo se asemejaba al de la primera planta, con muchas puertas que se abrían a ambos lados. Tras llamar con los nudillos una voz masculina, presumiblemente la de Gareth, autorizó el paso.
Te encontraste entonces en lo que parecía ser un despacho, con una mesa en el centro y estanterías con algunos libros y carpetas al fondo. El hombre estaba sentado tras la mesa, examinando un libro que tenía sobre la mesa, en el que algunos nombres se mostraban a modo de esquema, como un árbol genealógico.
Al verte entrar levantó la mirada y te hizo un gesto para que te sentaras frente a él. Tamborileó con los dedos sobre la mesa antes de hablar con tono serio.
- No tengo claro si te crees que estás en un campamento mundano, Andrea. ¿Insultar a tus compañeros en otro idioma pretendiendo que no se enteren? ¿Espiar a una recién llegada en las duchas? ¿Reírte de otro nephilim e incitar a mi hija pequeña a burlarse contigo? No sé qué clase de educación recibís en Florencia, pero no voy a tolerar ese tipo de comportamientos en este Instituto. - Enunció, escrutando tu rostro con dureza. - Voy a hablar con el director del enclave de Florencia y lo más probable es que tú y Carlo os vayáis mañana. Esto no es un maldito patio de recreo para italianos aburridos.
A medida que entraba en el despacho fui percatándome más y más de la gravedad del asunto y de la poca gracia que le había hecho a mi tito. Con suavidad retiré la silla un poco y acabé sentado frente a él como me había ordenado. Tras acomodarme lo miré en silencio tratando de adoptar una expresión de arrepentimiento total.
Vale, era cierto que me había burlado de Emille, pero en mi defensa yo pensaba que nadie me iba a entender. Ojos que no ven corazón que no siente como quien dice la cosa.
Aun así cada palabra de mi tito era un duro golpe a mi orgullo, me dolía pensar que se hubiera llevado una tan mala impresión de los italianos por mi culpa.
Finalmente asentí a sus palabras, no iba a rechistar ni excusarme. No sabría cómo. — Aceptaré cualquier decisión que tomes. Lamento que mi actitud haya interferido en el instituto, toda la culpa es mia. Suspiré.
Los nervios me hacen actuar como un auténtico imbécil... —me habría gustado decirle, pero no me atreví.
- No creo que seas consciente de la gran decepción que has sido. Tanto para tu tía, como para mí. - Dijo el hombre, negando con la cabeza sin quitarte los ojos de encima. - Te has portado como un crío cuando ya tienes edad para participar de las reuniones del Consejo. ¿Cómo esperas que alguien confíe en ti con esa actitud? No estamos aquí para educar adolescentes malcriados e irresponsables.
Gareth suspiró con hastío. No era difícil ver por las arrugas de su rostro que estaba agotado y cargado de demasiadas preocupaciones. - Márchate y ten tus cosas preparadas para mañana. - Terminó, apartando entonces su mirada de ti, para posarla de nuevo sobre el libro que tenía encima de la mesa. - Y comunícaselo también a Carlo. Si él desea quedarse aunque tú te vayas, que venga a hablar conmigo.
Gran decepción... Soporté golpe tras golpe mientras cada vez me sentía más diminuto y avergonzado en aquel despacho. Gareth no se daba cuenta del horror que era para mi que alguien de la familia me dijese algo así. ¿Pero de mi tía? Si mi tía estaba ida, apenas la había visto un par de horas en todo el día y ya me había dado cuenta.
No dije nada, ¿para qué? Ya había tomado la decisión y no parecía haber posibilidad de marcha atrás en él. No lo conocía pero por desgracia habría dicho que era de esos tipos inamovibles en todo aquello que dicen.
Di un par de golpecitos sobre mi propia pierna y terminé levantándome con una expresión dura y fría. Después marché hacia la puerta para ir a comunicarle a Carlo la decisión de mi tito.
Gareth no levantó la mirada mientras te marchabas y una vez cerraste la puerta empezaste a caminar hacia tu habitación. Sin embargo, en cuanto entraste en el pasillo se abrió la puerta del cuarto contiguo y de él salió Carlo, mirándote preocupado.
- ¿Cómo ha ido, tío? - Preguntó, acercándose a ti y escrutando tu expresión. - ¿Estaba muy enfadado?
No tenía ánimos para conversar con nadie, ni siquiera con Carlo. Cuando me preguntó por el veredicto de Gareth fue como si se me cayese el mundo encima.
— Si... — susurré con gran pesar. Me pide que me marche mañana... Volví a suspirar mientras apartaba la vista de mi compañero. Pero tu puedes quedarte si se lo pides — le dije señalando con el pulgar hacia atrás. Por mi no te preocupes, adelante.
Carlo te miró con los ojos muy abiertos, como sorprendido de que realmente todo hubiera terminado tan mal. - Pero tío, ¿te has disculpado? ¿Le has dicho que no se repetirá? - Preguntó mientras se le hundían un poco los hombros, perdido por unos instantes su natural optimismo.
Después negó firmemente con la cabeza. - No seas burro. ¿Qué voy a hacer yo aquí si tú te vas? Las ragazzas están bien, pero ragazzas hay en todas partes. Vinimos juntos y nos iremos juntos. Además, no tenemos que volver a Florencia si no queremos, podemos irnos a cualquier otro Instituto donde no tengan todos un palo metido por el culo. - Afirmó y su rostro volvía a ser el habitual, con una pequeña sonrisa brotando en la comisura de sus labios y la barbilla afirmándose en un gesto decidido.
Con la misma cara de arrepentimiento y cansancio asentí varias veces. — Algo así, de todas formas no creo que insistir vaya a cambiar nada. Dejé de mirarlo fijamente y empecé a morderme el labio mientras recordaba la conversación. No, no cambiaría nada. Supuse que lo más sensato era que guardase todo en el acto y me preparase para mi marcha mañana.
Las palabras de Carlo me reconfortaron un poco, era un consuelo saber que al menos contaba con su lealtad. Pocos amigos eran como él.
— Si... No sé... Jeremy querrá vernos antes supongo. — dije encogiéndome de hombros. Y seguro que no está de buen humor, aunque por otra parte es lógico.
Me apoyé contra la pared del pasillo y lo miré derrotado. Pero me sabe mal por ti tio, tu no tienes por que pagar por mis estupideces. Va quédate, en serio, es una buena oportunidad y no puedes despreciarla. Continué diciéndole con un tono más serio. Realmente quería que se quedara, parecía que encajaba bien en todo esto.
Carlo hizo una mueca cuando mencionaste a Jeremy, sin embargo, negó con firmeza ante tus siguientes palabras.
- Ni de coña, tío. ¿Qué voy a hacer yo aquí sin ti? Además, sólo vinimos a Londres porque tú tenías familia en este Instituto, pero no deja de llover. Si tú te marchas, yo también. - Se encogió de hombros. - Volvemos a Florencia, aguantamos la bronca de Jeremy y los "os lo dije" de Lauretta y empezamos a buscar un sitio mejor. Con sol y muchas rubias. Podríamos ir al Instituto de California. - Planeó, empezando a moverse por el pasillo mientras una sonrisa aparecía en sus labios. - Joder, en California seguro que hay un montón de tías buenas... Pero esta vez vamos con un Portal, eh. Paso de estar encerrado en un avión tanto rato.
Se quedó pensativo un instante y su sonrisa empezó a volverse maliciosa. - Entonces... ¿Sólo nos queda esta noche aquí? Tío, no puedo largarme sin haberlo intentado. - Soltó una carcajada y sus ojos se fijaron en la puerta de la habitación que Jo os había dicho que era la de Alice. - Probar es gratis, ¿no? - Dijo con un brillo en la mirada que te dejaba clarísimas sus intenciones de tratar de ligarse a tu prima a la desesperada.
Con cada frase que salía de la boca de Carlo mi ánimo fue aumentando. Era un buen amigo y se notaba que intentaba hacerme sentir mejor, aunque era complicado después de toda la bronca que me había dado Gareth.
— Eso es cierto, seguro que en California hay mejores vistas — dije siguiéndole el rollo para que dejase de sentir lástima por mi (si es que ese el caso). Yo no sé que tienes en contra de los aviones, si ha estado bien coger uno hasta aquí. Hay que conocer el mundo mundano...
Entonces, con sus siguientes palabras fruncí el ceño y abrí la boca. Cuando dijo que iba a intentar algo con mi prima Alice me quedé estupefacto, ¿de verdad iba a intentarlo? — Probar es gratis, pero en este caso te podría salir muy caro... — dije soltando una carcajada. Va, quiero ver como entras en esa habitación.
Esperaba que lo tomase como un reto, sería gracioso que lo consiguiese.
La expresión de Carlo ante tu desafío fue elocuente: no pensaba rechazarlo ni echarse atrás. Una sonrisa de medio lado se esbozó en sus labios y sus ojos brillaron decididos.
- Deséame suerte, tío. - Dijo, tomando aire. Cuadró la espalda y caminó hasta el final del pasillo. Al llegar delante de la puerta de Alice se detuvo y te miró, para hacer un gesto llevando dos dedos a su frente. - Allá voy.
Llamó un par de veces a la puerta y sin esperar respuesta la abrió y se metió dentro. Habrías esperado que saliera de inmediato entre gritos, pero los segundos empezaban a pasar y la puerta no volvía a abrirse.
Negué lentamente con la boca abierta después de ver como entraba y se quedaba dentro. Será cabrón... ¿Cómo lo hará? me pregunté a mi mismo. Durante un momento pensé en devolverle una por el insulto de la bolsa, pero tras pensarlo un poco me contuve y me metí en mi habitación.
Si nos tenemos que ir mañana al menos que uno de los dos se lo pase bien. Ya le haría pagar de otra forma.
Pasé los siguientes minutos tumbado sobre la cama, lamentando mi actuación. Si tan solo no me hubiera pillado Nora habría salido a pedir de boca. Repasé todos mis pasos, intentando dar en el momento en que pude haber hecho ruido ¿Quizá se vió mi sombra?
Ya da igual. Respiré profundamente y suspiré.
Era hora de acabar con aquel día, cerré los ojos y traté de no pensar demasiado en ello deseando que el mañana fuera mejor.