Normalmente Gareth te citaba en su despacho, o directamente en la sala de entrenamiento. Pero aquella mañana te había dicho que fueras al estudio, aunque no tenías todavía muy claro para qué.

Cuando entraste por la puerta te diste cuenta de que tu mentor había movido los muebles, apartando la mesa y dejando en el centro de la habitación dos de los sillones, enfrentados el uno al otro. Él estaba sentado en uno de ellos, ojeando un libro con aparente calma, pero al mismo tiempo iba vestido con su traje de entrenamiento. 

Alzó la mirada y te dedicó una sonrisa y un gesto de saludo mientras se levantaba para dejar el libro sobre la mesa, al fondo de la sala. 

-Ah, Émille -dijo, de buen humor-. ¿Estás listo para que hagamos algo diferente hoy?

Desde un primer momento di por hecho que si Gareth me citaba en el estudio era porque quería tratar algo importante. De modo que cuando llegué y vi la sala con esa disposición me sentí un poco extrañado. Iba vestido con el traje y llevaba la lanza a la espalda, y al pasar lo miré de medio lado, casi esperando que me atacase de alguna manera.

Sin embargo no llegó a hacerlo. En lugar de eso me saludó amistosamente, cosa que redujo un poco mi tensión pero no mi atención.

—Por supuesto —le dije mientras la curiosidad empezaba a crecer en mí. Me habría sentado en el sitio libre, pero ahora que él se había levantado parecía tener menos sentido.

—Espero que no sea barrer y volver a colocarlo todo —comenté, queriendo saber más pero sin preguntar directamente.

Los labios de tu mentor se curvaron en una sonrisa al escucharte y negó con la cabeza mientras regresaba hacia los dos sillones y te hacía un gesto hacia el que tenías más cerca. 

-Nada de limpiar -comenzó, aunque se detuvo para puntualizar-. Por ahora. -Hizo una pausa muy breve y tomó asiento en el mismo sillón en el que estaba cuando llegaste. -Ya los dos conocemos bien tus puntos fuertes y débiles. Sabemos lo que eres capaz de hacer y lo que no. Ya va siendo hora de que demos un paso más. Hoy quiero que entrenemos tu mente en algo nuevo. 

Al ver el gesto que me hacía Gareth tomé asiento. Mi curiosidad iba en aumento, y al escuchar sus palabras me planteé de qué estaba hablando. Al menos hasta que terminó. Lo de entrenar mi mente sonaba a mierda. Ivy hacía eso, y la gente que iba por ahí haciendo Percepción de poder o cosas de esas también. A mí me iba otro tipo de cosas. Aún así confiaba en Gareth, así que le observé expectante.

—¿Algo nuevo como qué? —pregunté directamente. Fuese lo que ese no iba a negarme, pero estaría bien saber de qué se trataba—. ¿Glamour? —el poder de los cobardes. Esperaba que no.

Gareth negó con la cabeza y llegaste a ver un brillo divertido en su mirada. Probablemente estaba disfrutando de verte intrigado mientras mantenía la expectación en alza. Aunque no podía tenerte en vilo para siempre y él mismo también debía saberlo ya que no tardó en empezar a explicarse mejor.

—No. Algo nuevo de verdad —dijo entonces—. Todo tiene un reverso, ¿no es así? Y al igual que el Aumento de habilidad es tu mejor baza y puede serlo para el equipo en el que estés, también tiene su contrario. —Hizo una pausa y se puso serio. —Quiero entrenarte en un poder que requerirá de ti una gran responsabilidad. Deterioro.

Entonces se calló y se te quedó mirando, probablemente esperando para comprobar si sabías de qué te estaba hablando.

Aunque traté de no mostrarlo me alegré cuando dijo que no sería glamour. Invertir horas de mi vida en eso sería, bueno... Útil, quizá, pero una mierda igualmente. Y ya cuando dijo lo de algo nuevo de verdad... Si antes tenía mi atención, ahora había captado mi interés de una forma que no era habitual.

Poco a poco fui escuchándole, deseando que se dejase de rodeo y fuese a lo importante. Blabla, bla. Poder, responsabilidad, parecía Jo. Pero cuando llegó al final tuve que contenerme para que no fuera totalmente evidente la sorpresa y la expectación que sentía. Fuese lo que fuese eso quería empezar ya. Vale, era mi mentor y probablemente me conocía lo suficiente para saber cómo me sentía aún cuando sólo intentaba mantenerme estoico, pero es que... Joder. Sólo el hecho de que me ofreciera entrenar un poder del que no había oído hablar ya era increíble.

—Deterioro —repetí mientras una media sonrisa se formaba en mi rostro. No sabía ni qué hacía, pero sonaba de puta madre. Y si lo del reverso era cierto... Me iba a hinchar a usarlo—. Suena bien —enuncié, y aunque intentaba no parecer ansioso di una palmada y me eché hacia adelante en la silla.

—¿Empezamos?

Tardaste unos segundos en notarlo. Y quizá fue la media sonrisa incipiente en el rostro de tu maestro la que te hizo pensar que había algo que notar. Era una sensación sutil, casi tan imperceptible como la que te embargaba cuando alguien con la destreza de Gareth te potenciaba. Sólo que ahora no era cálida, ni te sentías mejor: al contrario, era como si un líquido frío y espeso se deslizase por tus venas, extendiéndose bajo tu piel con una sensación de fragilidad que no estabas acostumbrado a sentir. De pronto, te sentías más débil, menos diestro, menos capaz.

Y, mientras tanto, la sonrisa de Gareth iba aumentando a medida que se estiraba su comisura derecha.

—Ah, Émille... Pero ya hemos empezado —dijo, con cierto tono divertido.

Al ver la expresión de Gareth, como si escondiese algo, traté de buscar qué. Ya estaba claro que no era que íbamos a ponernos a barrer. Y no hizo falta buscar demasiado. Era como esas veces en que un sudor frío te cubre la piel, sólo que esta vez por dentro. Y era horrible. Me revolví, incómodo, y aunque mi primer impulso fue tratar de compensarlo dándome un hype me pregunté si no quería Gareth que sufriera precisamente esto para conocerlo.

—Que cabrón —murmuré con una pequeña sonrisa antes de volver a moverme más incómodo. Y entonces decidí que ya era suficiente. Comencé por las formas más potentes y poderosas del Aumento a intentar usarlas sobre mí una a una para quitarme esa especie de cosa pegajosa de encima. Esperaba que fuera así de sencillo.

Trataste de usar el máximo de tu poder, potenciando tus habilidades, pero tan sólo el vacío fue respuesta, como si hubieras perdido esa capacidad o tal vez como si nunca la hubieras llegado a tener en tu poder. Esa sensación te hacía sentir desnudo, como si te hubieran arrebatado algo que te habías ganado con esfuerzo.

Y entonces, como si no fuese suficiente, un agujero empezó a formarse en tu pecho lentamente a medida que tu potencial empezaba a disminuir sin que hubieras hecho nada para gastarlo.

Miré a mi maestro, asombrado y aunque no lo habría reconocido en voz alta, un poco asustado. Eso sí daba mal rollo. Y por otro lado, eso sí que molaba. ¿Por qué no me había hablado de esto antes? ¿Por qué no lo había usado contra mí cuando entrenábamos? La respuesta era sencilla: porque aún no estaba a su altura. Tenía que entrenar más.

Al notar cómo mi poder empezaba a disminuir exhalé todo el aire de mis pulmones y cerré un instante los ojos, concentrándome. Si quería luchar contra ese... Deterioro, más me valía ponerme las pilas.

—Dime que funciona con Demonios —le pedí con una sonrisa, ya imaginando las posibilidades, aunque me callé la parte más importante, «y subterráneos».

Algo en tu interior pareció estabilizarse, como si tu potencial volviese a llenar el vacío de tu pecho. Sin embargo, seguía desgranándose de forma constante, todo lo que recuperabas volvía a irse.

Gareth sonrió, con sus ojos clavados en los tuyos.

—Claro —respondió—. No afecta a las runas del Libro Gris, pero sí a demonios, nephilim o subterráneos. No creo que funcione con ángeles, pero nunca lo he intentado.

Se detuvo un momento e hizo un gesto, señalándote con la cabeza.

—¿Cómo lo llevas?

Una media sonrisa apareció en mi rostro cuando Gareth respondió de manera afirmativa. Y esa media se convirtió en completa cuando dijo lo de los subterráneos. Ahora sí que se iban a cagar.

—Podemos invocar a uno y comprobarlo —bromeé tras su pregunta, ignorándola por un momento para no reconocer que me sentía en apuros. Entonces hice un gesto con la cabeza—. Listo para darte un paliza con los ojos cerrados —añadí animado. La perspectiva de contar con un poder que no sólo era nuevo, sino que hasta ahora desconocido... Buah. Cómo iba a usarlo para putear a los chicos durante los entrenamientos.

—¿Cómo funciona? ¿Igual que Aumento, pero al revés? —fruncí entonces el ceño—. ¿Aumento funciona con Subterráneos? —La verdad, ni se me habría ocurrido utilizarlo así jamás. Pero siempre estaba bien saberlo.

Gareth se rió con tus palabras, pero a pesar de que su garganta vibraba con su risa, sus ojos seguían atentos sobre ti, analizando tus gestos y seguramente viendo más en ellos de lo que querrías mostrarle.

Asintió a tus preguntas, condensando en ese gesto lo que después amplió con su voz.

—Exactamente. En lugar de concentrar tu potencial para aumentar, lo centras en disminuir. Y sí, claro, Aumento funciona con Subterráneos y supongo que con demonios también, aunque nunca me he molestado en intentarlo.

Hizo una pausa entonces y te sonrió con cierta diversión.

—Tal vez deberías concentrar tus fuerzas en intentar aplacarme en lugar de seguir intentando aumentarte. Estás poniendo diques cuando podrías intentar disminuir el oleaje.

Quise pensar cuando Gareth me lo dijo que lo de que Aumento funcionaba con Subterráneos lo había descubierto por casualidad, o investigando sobre el poder para conocer mejor sus opciones, pero no que hubiera colaborado hasta ese punto con esas alimañas. Si lo pensaba racionalmente, bueno... Seguro que había mil situaciones en las que podía ser, pero eso no significaba que me gustasen.

Acto seguido, cuando me insinuó que le detuviera, lo miré con escepticismo. Ni de coña iba a aprender un poder nuevo tan rápido. Aunque bueno, era un principio. Porque suponía que se refería a eso y no a que le diera hasta en la runa del ángel para que parase. De modo que tomé aliento y traté de potenciar mis propios poderes, decidido a que cualquier resquicio de Deterioro que pudiera poseer apareciera. Y sólo entonces miré fijamente a Gareth intentando hacer lo que había dicho.

Durante las siguientes dos horas el combate pareció desarrollarse en ti, como si tu propio cuerpo fuese el campo de batalla. En un tira y afloja continuo Gareth te robaba las capacidades que tú intentabas recuperar y aunque conseguiste hacer algún avance fue pequeño.

Para cuando tu mentor pareció decidir que había sido suficiente, los dos teníais la frente perlada de sudor y tu respiración estaba alterada. Sentías ese agujero oprimiendo tu pecho, desgranando tu poder, hasta que de repente terminó. Te costó un instante darte cuenta, pero estabas bien, completo de nuevo. Gareth te miraba desde su silla y podías notar cierto orgullo en sus ojos.

—Bien —dijo, cruzándose de brazos—. Cuéntame qué has aprendido hoy.

Aquellas dos horas fueron... Bueno, intensas. Normalmente en un entrenamiento acababa agotado, pero no hasta ese punto. Y menos en tan poco tiempo, salvo cuando Gareth iba en serio. Sin embargo en esa ocasión no sólo se cansó mi cuerpo, sino también mi cabeza. Quizá esta más, incluso.

Me sentía raro. No estaba acostumbrado a fijarme en como me sentía, pero este rato me había obligado a ello. Y descubrir que no siempre iba a poder contar con mis poderes... Bueno, tenía ganas de aprender a usar esta mierda ya para ponerla a prueba. Con los otros nephilim del Instituto por sorpresa, y con Demonios y Subterráneos.

La pregunta de Gareth me hizo dar por finalizada la sesión, y la verdad es que respiré aliviado. No lo iba a reconocer en voz alta, pero aquello había sido mucho. Dibujé una sonrisa antes de responder saliéndome un poco por la tangente.

—Que eres más hijoputa de lo que pareces —bromeé con familiaridad, sin que pareciera ni mucho menos una falta de respeto—. Y que hasta el Ángel sabe que puede venirnos bien un as bajo la manga. No sólo cosas que nos potencien o nos hagan más resistentes, sino también que mermen a nuestros enemigos —aseguré. Entonces me lo pensé por un instante, dispuesto a hacerlo todavía mejor por Gareth—. Que no podemos dar por sentadas ni nuestras propias capacidades, y y tenemos que estar preparados para adaptarnos a luchar con lo que tengamos —expuse antes de añadir algo más—. Seguro que algunos de ellos también saben mermarnos.

La boca de Gareth dibujó una sonrisa con cierta picardía con tu broma, pero no llegó a reírse, probablemente para no disolver el momento de entrenamiento todavía.

Asintió a tus siguientes palabras y para cuando terminaste, te miraba con un orgullo que no se molestaba en ocultar.

—Muy bien. Yo no podría haberlo dicho mejor —halagó tu respuesta y tu mentor no era de los que regalaban elogios gratuitos fácilmente—. Pues ya tienes algo nuevo con lo que trabajar. Más te vale practicarlo antes de nuestro siguiente entrenamiento —añadió con lo que parecía una especie de advertencia.

Las felicitaciones por parte de Gareth eran a veces mejores que el propio entrenamiento. Y mejor aún que eso era saber que iba a enseñarme un poder que no sólo era para putear a los demás, sino uno que apostaría a que Alice no conocía. Tenía que aprenderlo cuanto antes sólo para enseñárselo, ya podía verla roja de pura ira.

—Entendido —asentí en cuanto escuché sus palabras. No sabía muy bien cómo iba a entrenar esto, pero probaría. Y si no, pediría a Amber que buscara algo en la biblioteca. Aguardé entonces un instante por si él quería añadir algo más y acto seguido me puse en pie. La sensación de estar exhausto por dentro era verdaderamente extraña. Me acerqué entonces y le tendí la mano.

—Gracias —enuncié con seriedad y mirándole a los ojos. Después me dispuse a marcharme. Tenía ganas de ponerme con ello cuanto antes. Tal y como lo veía tenía dos opciones: practicar con otros, o conmigo mismo. La primera tenía su atractivo, claro, pero la segunda me haría saber exactamente cuándo estaba empezando a funcionar la cosa.

FIN