Partida Rol por web

- Para serte sincero, no he conocido aún a mi Arcano. Intento vivir una vida normal, pero entre Mei y el resto parece que se hayan propuesto impedírmelo. ¡Si no es por ellos, ni sabría que tengo Arcano!

Comienza a colocar sus cosas en una bolsa.

- Aunque sé que lo hacen con buena intención. De alguna manera sé que tengo Arcano... aunque no lo haya visto. Puede parecer extraño, pero esas cosas se notan.

Termina de poner todo en la bolsa.

- Mucha suerte. - se gira para marcharse, pero a medio camino vuelve a girarse - Por cierto, no te pierdas el partido de mañana. - te guiña un ojo y se vuelve a girar para marcharse.

Le saludo mientras sale de la tienda, pensando en sobre si hay algo más en su recomendación del partido que un mero comentario amistoso.

Las horas pasan y aprovechando un momento en el que no hay clientes, entablo conversación con Agu.

-Agu, cuantos años dirías que tienes?

Agu da un leve impulso hacia arriba, queda flotando, y entonces gira 180º sobre sí mismo, quedando boca abajo.

Pone un gesto pensativo, y queda así durante casi 10 segundos. Finalmente dice:

- Creo que Agu debe tener casi 5 años. Pero hasta hace poco no llegué a la madurez. ¿Por qué te lo preguntas?

-Intento entender vuestra naturaleza, distingues pasado de futuro?

Te mira como extrañado y divertido a la vez.

- Claro, ¿por qué ser estúpido me tomas?

Vuelve a ponerse derecho y su cabeza queda arriba y sus pies abajo, como debe ser.

- ¿Y tú? ¿Distingues entre realidad y ficción? ¿Entre lo que ocurre y lo que no?

-Suelo distinguirlo por el criterio de lo que ocurre dentro de una pantalla y qué fuera, aunque contigo tengo dudas.

- ¡Voy a quitarte las dudas!

Agu se pone detrás tuyo y comienza a darte un masaje en los hombros.

- Soy real. Tanto como tú, te guste o no. Soy problema tuyo y solo tuyo además.

Mientras dice esto, oyes como se abre la caja registradora y ves a Agu como extiende la mano. Cuando ve que le miras. Cierra la caja de golpe y te mira con una sonrisa de oreja a oreja. Literalmente de oreja a oreja.

- Es broma, es broma. ¡Ríete hombre! Solo intento hacer que esto no sea tan aburrido. ¿Has pensado en venir día sí y día no?

-... (no puedo disimular mis pocas ganas de venir a trabajar)

Agu se pone en frente tuyo, y con ambas manos te estira de los mofletes. Llega un punto que casi duele, te los estira bastante.

- Ohhhh. Eres más maleable de lo que pensaba.

Afloja, estira, afloja, estira, hasta que te hartas y te suelta.

Él sonríe de esa forma que tanto miedo da.

-Pienso, no, PENSAMOS venir todos los días, queda claro? Ahora cállate un rato.

Agu pone morritos y dice, enfadado:

- Qué aburrido.

Durante el resto de la tarde, Agu se pasa el rato acechando a los clientes. Obviamente, ellos no lo ven, y realmente no les hace nada, pero pone muy nervioso a Dairiseki.

La hora de terminar su turno llega al final, y deja esa caja cerrada.

Cuando Dairiseki sale del súper, el ambiente estaba más oscuro de lo normal. Y es porque una enorme nube negra de tormenta estaba cubriendo toda la zona residencial, con su centro en el templo. En esa posición, el templo, estaban cayendo montones de relámpagos. ¿Qué narices estaba pasando? Quizá no sería buena idea ir...

Igualmente, el resto de gente que pasaba por la calle no parecía importarle esa tormenta... o no podían verla.

- Uyyy qué mal rollo. Yo de ti no iba hoy al templo. Y no solo por la tormenta, ¡recuerda cuántas escaleras hay!

-Hay que aprovechar un poco de lluvia con el calor que está haciendo, venga, vamos.

- ¿Qué? ¿Al templo? Ayy no, esto no puede salir bieeen...

Y se le oye murmurar más cosas por el estilo mientras camináis.

- ¿Y si le decimos a Kazuki que te acompañe?

-No me gustaría molestarle (me paro a pensar) bueno, vamos a ver si está libre.

Voy a buscar a Kazuki

Agu parece menos nervioso ahora.

Vais hasta tu casa, que no pilla muy lejos, y justo cuando vas a abrir, te abre la puerta Kazuki, que va cogido de la mano con Kichiro. Seguramente va a llevarlo a su casa.

- Anda, hola Dairi. ¿Nos quieres acompañar?

Kichiro hace un gesto con la mano para saludar. Lleva un oso de peluche agarrado entre el brazo y el torso.

-Sí, (miro a Kazuki) luego te apetece ir al templo?

- Vale, por qué no.

Camináis un poco, y cuando parecía que se había olvidado, Kazuki dice:

- Vas a ver a la sacerdotisa, ¿eh?

-...

-Estoy muy confuso con lo que está pasando, espero que ella pueda aclarar un poco las cosas