https://www.youtube.com/watch?v=mgYX0987g3k
Un día más.
El sonido de la alarma del móvil te despierta, y sin prestar demasiada atención te vistes para dirigirte al instituto.
El sol ha salido hace poco y aún no ilumina demasiado, cosa que evita que te despejes más rápido, pero la rutina es más poderosa y consigue que se hagan las cosas de forma correcta.
Antes de darte cuenta, estás desayunando. Mientras tanto, llega a la cocina tu padre, con una cara de sueño parecida a la tuya.
Describe un poco la escena con tu padre. No hace falta ser muy específica.
Saludo a mi padre con un movimiento de cabeza, para volver a concentrarme en los cereales. Los mastico lentamente mientras miro la hora en el reloj, todavía tengo tiempo de sobra para pasar por casa de Kyoya y que lleguemos a la estación.
Me termino los cereales y meto el bol en el lavaplatos.
- ¿Qué quieres que prepare para cenar esta noche? - le pregunto a mi padre mientras cojo un zumo para el descanso de media mañana y compruebo que llevo el dinero del almuerzo. No me importaría prepararme mis propios bentos, o incluso los de Kyoya también, pero mi padre considera que es una pérdida de tiempo cocinar más de lo necesario.
- Me da igual - la respuesta de siempre - lo que tú quieras.
En el fondo lo prefiero así, no sabe como se preparan casi ninguno de sus platos favoritos, así que nunca se queja cuando los preparo. Si supiera que algunos necesitan más de 3 horas probablemente se pondría furioso, como con tantas otras cosas.
Vuelvo a mi cuarto a por mi mochila, y compruebo que llevo las llaves y el móvil. Sigo teniendo tiempo de sobra pero no me queda nada más que hacer en casa, y mi padre siempre ha preferido leer el periódico en silencio.
Salgo al pasillo y asomo la cabeza por la puerta de la cocina para despedirme.
- Me marcho.
- Que tengas un buen día.
- Igualmente.
La misma conversación de siempre. Me pongo los auriculares y salgo de casa hacia la de Kyoya.
El camino a la casa de Kyoya es corto. Dos calles hacia abajo, y una vez te reúnes con él giráis a la derecha y vais todo recto hacia la estación de tren.
Al pasar la primera calle hacia abajo, Akito oye lo mismo de cada mañana. En la casa de la derecha se oyen una serie de golpes en la pared. Seguramente en una hora más activa de la población no se notaría, pero dado el silencio de la mañana Akito lo oye sin problemas. Golpes constantes, débiles y repetitivos. A veces se deja de oír durante unos segundos, pero en unos instantes vuelve a oírse.
Como no parece un problema, Akito lo ignora y sigue su camino. Parece que Kyoya le espera en la puerta de su casa.
- De nuevo llegas tarde, Shuujin - dice sonriendo -.
Akito sabe que faltan 5 minutos para la hora a la que quedan siempre, pero claramente le toma el pelo.
- ¿Empezaste a estudiar para el examen del viernes?
Estaban a Lunes, pero Kyoya ya le estaba hablando de ese examen. No es la mejor manera de empezar la semana, aunque sí un método para entablar conversación rápidamente.
Me quito los auriculares y paro la música mientras le pongo mala cara.
- Vaya preguntas, si los dos llevamos una semana ya repasando todo ese temario. ¿Estás gracioso hoy o qué te pasa? - Río ligeramente al decir la ultima frase. Siempre que hay examen Kyoya me hace las mismas bromas, como si de verdad bastara con estudiar la semana antes. Lo que me sorprende es que hay gente en mi clase que realmente lo hace, o incluso menos tiempo. Bueno, alguien tiene que quedar al final de la lista.
- ¡Hay que empezar al semana con buen humor hombre! - dice sonriendo mientras me da una palmada en el hombro. Juro que a veces parece que brille cuando hace eso... menos mal que esto no es un anime o sería un coñazo hablar con él, sonríe todo el tiempo
Giramos a la derecha y seguimos recto camino de la estación. Kyoya me va contando cosas del partido de baloncesto que dieron ayer por la tele. No se molesta en preguntarme si lo vi, sabe que no, pero también sabe que me gusta que me cuente esas cosas.
- Hoy en el descanso podemos probar a hacer la jugada esa con un mate, a ver si nos sale.
- Sí, y te saldrá mal el salto, te caerás al suelo, te lesionarás la muñeca y no podrás hacer el examen - le digo mientras trato de mantener la expresión más seria y borde posible.
- Pfffffffffff, eres un puto aguafiestas. - Lo dice riéndose y bastante alto, así que algunos de los alumnos que también van de camino a la estación lo oyen. Un par de chicas parecen escandalizarse muchísimo y las oigo cuchichear "Ese es el presidente del consejo de estudiantes ¿no?" "sí, sí seguro que es él... que fuerte me parece". Les lanzo la mirada más asesina que puedo y ellas me miran escandalizadas y aceleran el paso. - Si sigues tratando tan mal a las chicas no vas a tener ningún chocolate este año... - Lo dice con tono serio pero se le curva la boca en una sonrisa.
- Uy sí ¡Los chocolates! ¿Qué haré sin ellos? - Y nos echamos los dos a reír. Noto las miradas asesinas de lo que supongo son alumnos menos "afortunados", pero me da igual.
Llegamos a la estación con tiempo de sobra y seguimos hablando de baloncesto mientras esperamos. Notamos las miradas extrañadas de algunos que deben de estar cogiendo el tren más pronto de lo habitual para ellos. Estarán pensando "¿Los mejores del curso no están todo el día hablando de exámenes? No me lo puedo creer" o alguna imbecilidad parecida. A Kyoya y a mí nos da igual, mientras su mediocridad no interfiera con nuestra vida no nos importan.
Entre las miradas de las estudiantes no todas son por estar extrañadas.
Algunas de ellas son miradas de respeto, y otras tantas son esas miradas de mujer que luego Kyoya y Akito comentarán con entusiasmo.
El tren llega, y antes de pararse Kyoya comenta:
- ¿Ves esa chica de ahí? - mira de reojo a una chica de segundo año - Estoy seguro que vendrá aquí para sentarse cerca nuestro.
La parada en que cogéis el tren es la más abarrotada siempre, y por ello la gente termina por apretujarse dentro. Es posible que quiera apretujarse con Kyoya y Akito...
- Rápido, o nos quedaremos sin sitio.
En cuanto el tren se para y se abren las puertas, una horda de alumnos se precipitan dentro. Los más rápidos, entre los que os encontráis, consiguen sitio, pues el tren llega casi vacío. Otros, como la chica mencionada anteriormente, no tienen tanta suerte.
Miro de soslayo a la chica que comenta Kyoya. Va bien peinada y lleva algo de maquillaje, seguramente se ha levantado antes para poder prepararse. ¿No tiene nada mejor que hacer? Se parece a una chica que le dio chocolates a Kyoya el año pasado, ¿es la misma? no sé, todas me parecen iguales, ¿cómo puedo gustarles si nunca han hablado conmigo? ¿Y las que le dan chocolates tanto a Kyoya como a mí? Y además iguales... No sé qué pretenden. Kyoya suele responder con una sonrisa y luego va apuntando en una lista para no olvidarse de nadie el día blanco. Yo compro más o menos el mismo número de chocolates que recuerdo haber recibido y los voy dando a las que me suenan. Creo que más de una vez me he equivocado, pero ninguna me lo ha dicho nunca ¿educación? ¿poder presumir de que les he dado algo? Al final son todas iguales. Y Akito es casi peor que yo.
Tanta adoración sin sentido al final solo consigue que te den todas igual. Más de una vez lo hemos hablado, las únicas chicas que nos llaman algo la atención son las que pasan por completo de nosotros "chicos populares"... Igualmente no es como si tuviera tiempo para tener novia. Casi no tengo tiempo ni para cascármela...
Akito me da un codazo, y me saca de mi ensimismamiento.
- Rápido, o nos quedaremos sin sitio.
Odia más que yo tener que ir de pie en el tren. Siempre hay alguna chica que se tropieza "accidentalmente" o alguna cosa así. También es verdad que no está mal notar como unas tetas se apretujan contra ti, pero no suele pasar. Logramos sentarnos, y la chica se ha quedado de pie como a unos 6 asientos de distancia. Le lanzo una última mirada, no tiene mal cuerpo, pero seguro que tiene una voz aguda de esas tan irritantes. Noto algo en mi hombro y me giro para encontrarme con la cabeza de Kyoya apoyada en mi hombro con cara de atontado.
- ¿Qué? ¿Te has enamorado? ¿Voy a perder a mi mejor amigo a manos de una clon? - Y me pone una cara estúpidamente triste.
Muevo el hombro para apartarle.
- Quita coño ¿eres idiota o qué te pasa?
Se aparta riéndose de haber podido tocarme las narices.
- Mi hermana estaba viendo ayer un anime y uno de los tíos se le puso así en el hombro al otro. Y me preguntó que si nosotros también lo hacíamos.
- Tu hermana a veces es tonta tío.
- Está en la edad, y además hacen unos animes muy raros últimamente, tíiiio - alarga el tío como saboreándolo, cuando lleguemos al instituto le tocará ser míster respetable, y en su casa tiene que hablar bien para que sus hermanos no cojan mal ejemplo. Supongo que los ratos que estamos juntos son también su rato de relajarse un poco. Aunque él sí que quiere ser médico.. Sacudo la cabeza y le miro
- Pues le pones algo menos gay, tíiiiiiiiiiiiiiiiio.
- Que vea lo que quiera, tíiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiio.
- Que no, tíiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiio.
Parecemos dos babuinos retrasados, es ligeramente reconfortante. En cuanto lleguemos al instituto me sobrecogerá la misma sensación de angustia que tengo siempre al llegar a casa. En el fondo la única razón por la vengo a esta hora es para poder estar con Kyoya en el despacho del consejo de estudiantes hasta que empiecen las clases. La otra opción es mirar a mi padre al otro lado de la mesa de la cocina, en silencio...
- Que te calles, tíiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiio - Kyoya me despierta de mis oscuros pensamientos.
- Cállate tú, tíiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiio
Seguimos así hasta que el tren para en la estación del instituto. Nos ponemos de pie y nos alisamos la ropa. Tenemos una especie de acuerdo, en el instituto Kyoya es encantadoramente respetable y yo soy el chico callado que le va detrás.
Lo decidimos así en el último año de secundaria. El mismo día que decidimos que iríamos a un instituto lejos de nuestra secundaría... Una semana después de un día en el que perdí los papeles por un mal resultado en un examen y lancé mi pupitre contra la pared de una patada. Sigo llevando muy mal los malos resultados en los exámenes, pero logro contenerme hasta que estoy solo en el baño o en el despacho con Kyoya.
En parte es por eso que Kyoya se metió en el consejo, no por tener una habitación donde yo pudiera perder los papeles, sino para poder tener un sitio donde estar sin que nos molestase la gente.
Se abren las puertas del tren y salimos caminando como si el suelo nos perteneciera. Varios alumnos saludan a Kyoya con la mano y algunas chicas le sonríen, él contesta con movimientos de cabeza y sonrisas encantadoras a todo el mundo. Subimos el camino que lleva al instituto hablando de un artículo de biología que se publicó la semana pasada. No es solo por la apariencia, es un tema que nos interesa de verdad. Cuando llegamos a los casilleros de los zapatos se oyen unos grititos de "Kyoya-sama~~~~" con esas voces irritantes que suenan todas igual. Esquivo la avalancha del club de fans (aún me cuesta creer que esas cosas existan y que mi mejor amigo tenga uno...) y voy a mi casillero. Para cuando he terminado Kyoya ya se ha zafado de ellas no sin antes recibir unos cuantos regalos y dulces.
- ¿Cuántos bentos te han preparado hoy?
- Creo que 3, parece que hoy nos ahorramos el dinero del almuerzo... - Hago una mueca, probablemente el arroz esté pasado y la carne un poco cruda. - No pongas esa cara, que uno es de las habituales, estará bueno. Aunque preferiría uno hecho por ti <3.
Le miro con cara de pocos amigos y me giro para ir tirando hacia el despacho.
- ¿Te han traído algo de picar por lo menos? - Sé que sí, pero quiero saber el qué.
- Unas papas con sabor a wasabi y otras con nori. - El asco de su voz es evidente.
Me giro para mirarle mientras le digo con sorna - Tus fans no saben lo que te gusta~~~~~ - Kyoya odia el picante, su comida favorita son las fresas, pero se supone que a los chicos listos les gustan los sabores "sofisticados", por suerte para mí, que me encantan las cosas amargas.
Llegamos al despacho y Kyoya se pone a ordenar papeles y cosas que tiene que hacer, yo me dedico a archivar cosas mientras picoteo de las papas con wasabi y hablamos de chorradas. Saboreo estos momentos antes de la campana que señala el inicio de las clases. Cuando suene será como cuando cierran la puerta de una celda en las películas. Suspiro mientras pienso en mi próximo momento de falsa tranquilidad a la hora del desayuno.
- Deberíamos ir yendo a clase, en cualquier momento sonará la campana - dice Kyoya.
Cogemos nuestras cosas y salimos al pasillo. Mientras Kyoya cierra la puerta con llave...
Clon es como se refieren Kyoya y Shuujin a las tías que les parecen todas iguales ( y yo tbm las llamo así xD)
Lo del tío es pq supongo que hablan en "japonés" y sería algo así como lenguaje muy informal, frente al correcto que deben usar normalmente.
La primera clase del día es matemáticas. No es la clase más divertida, pero al menos os mantiene activos.
Como de costumbre, Kyoya y Akito tienen su tarea perfecta. Nadie se sorprende de ello. Akito sale a la pizarra para resolver un problema y resuelve rápida y eficientemente, a lo que nadie se sorprende tampoco. El profesor asiente satisfecho.
Al terminar esa clase, el profesor llama a Kyoya y Akito a su mesa para hablar con ellos un momento en privado.
- Tengo entendido que queréis estudiar medicina. ¿Sabéis ya en que facultad queréis estudiar?
El profesor, calvo, de unos 60 años y con unas gafas bastante anticuadas siempre se preocupa por todos los alumnos, aunque siempre muestra predilección por Kyoya y Akito.
Kyoya me mira, como pidiendo permiso para contestar por los dos. Asiento levemente.
- Pues, lo cierto es que en la Universidad de Tokyo. Sabemos que es algo difícil pero creemos que podemos lograrlo. Queremos ir juntos.
Sí, bueno, yo preferiría irme a estudiar cocina a Europa, pero tampoco está tan mal lo de seguir con Kyoya. Siempre me repito lo mismo, porque si no las palabras "estudiar" y "universidad" me asfixiarían de la angustia...
- Maravilloso. Todos los profesores están muy orgullosos de vosotros. Yo solo os pediré que cuando seáis unos doctores de renombre os acordéis de este viejo profesor y vengáis a visitar al instituto.
Entonces muestra una sonrisa amigable y continúa hablando.
- Bien, podéis marchar a la siguiente clase. ¡No os entretengo más!
Y él mismo coge sus apuntes y se marcha despidiéndose con la mano.
La siguiente clase que tenéis es biología. El ciclo de Krebs. Un tema aburrido pero extremadamente importante, y más para un futuro estudiante de medicina. Kyoya toma apuntes como loco. La clase resulta puramente teórica y sin interrupciones. En definitiva, una clase aburrida.
A tercera hora, antes del descanso, toca economía doméstica. Nada más entrar en el aula, os percatáis de que la anterior clase - los de primero de preparatoria - estaban aún dentro. Abrir la puerta fue un error. En el mismo instante en que la clase ve a Kyoya, se oyen multitud de grititos que dicen "Kyoya-samaaa<3" y una horda de chicas de primero se os acercan a ofreceros los flanes que han hecho en la anterior clase de economía doméstica, que Kyoya acepta con una sonrisa.
Cinco o seis flanes después, el profesor llega y da comienzo la clase. Esta resulta ser una clase interesante, pues es una receta algo más compleja que lo que soléis hacer y permite a Akito dar rienda suelta a su arte.
Después de la clase y el descanso las clases continúan sin mucha novedad, hasta que llega la hora de fin de clases.
La clase de economía, avalancha de flanes repulsivos aparte, ha sido maravillosa, lo cierto es que casi me ha costado contener la emoción. Obviamente el plato que hemos hecho Kyoya y yo era el mejor, lo que nos ha salvado de los bentos horrorosos que le habían preparado las fans.
Después de comer nos hemos ido a practicar las jugadas que vio Kyoya ayer en el partido. Siempre jugamos en una canasta apartada y que nadie usa. Al principio íbamos a la cancha principal, pero Kyoya atraía a su club de fans y era imposible jugar escuchando tantos "Kyaaaa KYOYA-SAMA GAMBATEEEEE" y "NO TE METAS EN EL CAMINO DE KYOYA-SAMA" y ya cuando se caía al suelo me entraban ganas de darles un pelotazo, estas tías a veces parecen de todo menos femeninas... Por suerte encontramos la canasta esta en un viejo plano del instituto, y en el año y medio que hace que venimos aquí nadie nos ha pillado (o por lo menos no hacen ruido).
Las clases de la tarde han sido repetitivas como siempre, Kyoya y yo ya hemos repasado todo esto, y los profesores van horriblemente despacio. Cuando suena la campana dejo salir un suspiro de tranquilidad y miro a Kyoya. El me asiente con la cabeza, confirmándome que sí, que podemos ir un rato al despacho.
Entramos y tiro la mochila sobre una de las mesas mientras me estiro sobre otra.
- Dame las nori~~~~~~~~~~~~ - No tengo ningunas ganas de estudiar y él lo sabe.
- Vale, pero en media hora nos ponemos a repasar.
- Ya lo sé.
Hablamos de la clase de cocina y de baloncesto hasta que pasa la media hora, entonces cambiamos el chip y nos ponemos a estudiar. Repasamos todo lo del día, de la semana pasada, hacemos los deberes y avanzamos lo que darán en las próximas tres clases. El examen del viernes es tan simple que hace siglos que lo tenemos todo clarísimo, pero igualmente lo volvemos a repasar. Sobre las cinco y algo recogemos y nos encaminamos hacia el tren.
Nos vamos a esta hora porque Kyoya tiene que cuidar de sus hermanos pequeños y yo tengo que hacer la compra, en realidad podríamos irnos un poco más tarde, pero coincidiríamos con los de los clubs y sería insoportable aguantar otra vez a tanta gente.
En el tren le hablo a Kyoya de recetas de cocina, no hay casi nadie en nuestro vagón y ninguno es estudiante, así que podemos ir tranquilos. Decido prepararle a mi padre un risotto y de postre unas magdalenas caseras (que camuflaré como compradas). Me ocupará unas 3 horas y aún faltará para que él llegue, podré repasar un poco más.
- Siempre me asombra que decidas tus platos en parte por el tiempo que te llevan..
- Si no me aburro... - hago una pausa, no sé qué decir, no quiero volver al tema de porque no veo televisión u otras cosas-... tíiiiiiiiiiiiiiio.
Seguimos hablando de chorradas hasta nuestra parada. El supermercado está en dirección contraria a nuestras casas, así que Kyoya y yo andamos un trecho juntos, hasta el cruce donde normalmente giramos a la derecha camino del instituto.
- Nos vemos mañana - Kyoya se despide agitando la mano - Tíiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiio.
- Hasta mañana ¡TIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIO!
- En serio, somos idiotas... Tiiiiiiiiiiiiiiiiiiio.
- Cállate y vete a hacer de niñera Mr. presidente del consejo de estudiantes
Me pone una fingida mala cara y se coloca los auriculares mientras se despide con la mano.
Yo hago lo mismo y me giro camino del super. Son unas pocas de calles y ya, no tardaré mucho en llegar.
Para llegar al super hay un camino de unos 10 minutos a lo largo de una calle. A mano izquierda están las escaleras que llevan al templo, y a mano derecha el parque más grande de la ciudad, repleto de árboles y fuentes.
Delante de las escaleras hay una chica joven, de alrededor de 17 años de edad, con el traje habitual de las personas que cuidan los templos, barriendo.
Tiene el pelo de un color violeta claro, y le llega hasta el trasero. Además es sorprendentemente alta - alrededor de 1.80m - para lo joven que parece. No es la primera que Akito la ve en esta misma situación.
La sacerdotisa deja de barrer un momento al ver que se acerca Akito para ir hacia el super, y saluda con una leve inclinación.
- Buenas tardes.
Cuando termina la inclinación te mira a los ojos por un leve instante antes de apartarlos. Puedes notar como la expresión de la cara le cambia levemente, y su sonrisa se desvanece por un instante antes de volver a mostrarla en todo su esplendor. Pese a este repentino cambio, no parece en absoluto una sonrisa falsa.
- Buenas tardes - Devuelvo la inclinación de cabeza y me dispongo a seguir mi camino, pero el cambio en su expresión me hace dudar por un instante y me quedo quieto en medio de la calle.
La miko parece que ha dejado de barrer, porque ya no se oye el sonido de la escoba contra el suelo. En el momento en que Akito se gira, es capaz de verla mirándole con los ojos entrecerrados, concentrada. Pero cuando se da cuenta de que la miran, pega un pequeño respingo y sigue barriendo unos segundos, hasta que dice:
- Lo siento, pero debo subir ya. Que pases una buena noche.
Se vuelve a inclinar y se marcha escaleras arriba con la escoba. En ese momento, Akito se da cuenta de que en unos minutos habrá caído la noche.
Las extrañas acciones de la Miko me intrigan, pero tampoco es el gran misterio de mi vida. Decido seguir mi camino antes de que se me haga demasiado tarde y se ponga oscuro.
Llego al supermercado y compro los ingredientes que necesito, las magdalenas que realmente no usaré (ya las esconderé en mi cuarto o algo) y pago con la tarjeta para gastos que me ha dado mi padre. Siempre tengo los recibos en regla y todo correcto, aunque nunca me ha pedido ver nada. No sé si es confianza o indiferencia...
Cojo las bolsas y me despido del cajero con un movimiento de cabeza, ya nos vamos conociendo. Me coloco los auriculares y salgo a la calle, de vuelta a casa.