Partida Rol por web

https://www.youtube.com/watch?v=4-PkAQcuZOw

Present day. Present time. Eres consciente de que existes y de que estás donde estás desde el momento en que despiertas. Estabas sumida en un sueño muy profundo, y has descansado más que lo habitual, hasta el punto de no escuchar la alarma. 

Te despierta un grito de tu madre. "¿Quieres apagar ya esa cosa?" - Oyes desde tu dormitorio. Apagas la alarma apresuradamente. Es lunes, y debes ir al instituto, como siempre. Otro día igual.

Te vistes y bajas a hacerte el desayuno. Tu madre parece que ha vuelto a dormirse, pero es algo normal. Ni se despedirá de ti.

Parece que será otro largo día.

Estoy vestida con el uniforme escolar delante de la encimera de la cocina. Observo medio dormida la nevera para encontrar algo que comer. 

Pese a no haber escuchar el despertador tengo tiempo de sobra para hacer el desayuno pero como siempre no tengo mucha hambre, simplemente frío un huevo y lo como un poco de arroz que ha sobrado de la cena. 

En toda la casa solo la luz de la cocina está encendida mientras como tranquilamente el desayuno, la televisión está apagada, la radio igual y el único sonido que hay es la música que ando escuchando con mi mp3. [ref 1]

Una vez he acabado de desayunar, limpio la cocina y la sala de estar. Ayer madre estuvo hasta tarde mirando algún programa de televisión. Cuando todo está ordenado me dispongo a irme al instituo. 

До свидания! - No escucho contestación alguna, da igual. 

Abro la puerta y me dirijo al instituto. 

Como cada mañana, te diriges a la estación de tren para ir hacia el instituto. Está a unos 15 minutos desde tu parada, y esta última a 5 minutos de tu casa, por lo que tienes tiempo cada mañana de escuchar algo de música antes de llegar al instituto. Es algo que, dadas las circunstancias, siempre aprecias.

El camino a la estación es un largo camino peatonal por el que casi nunca pasa nadie. A ambos lados de este camino peatonal hay casa, y a veces sale buen olor de alguna de ellas por la mañana. Alguna vez Lylia se dió cuenta de que no había desayunado gracias a ese olor - o por su culpa.

Aún sin haber escuchado el despertador a la primera, llegas con tiempo de sobras a la estación. Incluso tienes que esperar unos minutos al tren.

El tren está casi vacío y te sientas en el primer lugar que encuentras vacío.

Instantes después, un hombre se sienta justo delante tuyo. Tiene el pelo rubio medio-largo, y no parece muy mayor. No le echas más de 28 años. Pese a la diferencia de edad puedes determinar que es un hombre bastante guapo, aunque extremadamente serio.

Para acentuar esa seriedad, lleva un maletín encima de sus piernas, y posa las manos en el maletín.

Desde el momento en que termina de sentarse, se te queda mirando.

Pestañeo.

El hombre sigue mirando a Lylia sin hacer ningún tipo de gesto facial. Tampoco parece que la mire por ninguna razón, aunque resulta algo incómodo.

Pestañeo.

Un hombre me está mirando raro. Lo miro de reojo, me sonrojo un poco y camino un poco más rápido mientras sigo escuchando mi música. 

-¿Quien será?- Me pregunto mientras me alejo. 

Mientras te alejas de ese asiento buscando uno más alejado de la línea de visión del hombre, te das cuenta de que el tipo ese no ha dejado de mirar al frente. Ni siquiera apartó la mirada cuando te levantaste. Por ello, decides no alejarte demasiado de tu asiento inicial, y te das cuenta de que el hombre no deja de mirar al frente.

Fijándote bien, tiene aspecto de estar extremadamente cansado, por las ojeras que tiene. Aunque por alguna razón tiene los ojos totalmente abiertos, como si ese cansancio fuera solo una ilusión.

Pestañ... pero no vuelve a abrir los ojos. De repente, el tren da un traqueteo y el hombre vuelve a abrirlos, como si nada hubiera ocurrido, y mirando de nuevo al frente.

Intento seguir ignorando al hombre. Abro la mochila para sacar un libro [ref 1] y hundir la vista en él. 

En tres paradas, llega la avalancha.

Esa es siempre la parada en que más gente sube, y el día de hoy no es una excepción. Nada más parar el tren, se oye un escándalo fuera y entran decenas de alumnos del mismo instituto que Lylia. Entre ellos, y los primeros en conseguir un sitio vacío, están el presidente del consejo estudiantil - llamado Kyoya - y su inseparable amigo. Ambos son famosos por las buenas notas que tienen en el instituto.

Debido a la cantidad de gente, la gente termina por apretujarse mucho en los asientos y de nuevo Lylia termina justo en frente del tipo del maletín.

Pestañ...

Vuelve a cerrar los ojos. Aunque esta vez la expresión de su cara cambia. Parece molesto, supuestamente por la cantidad de gente y ruido a su alrededor.

Te das cuenta como rebusca en sus bolsillos durante unos instantes hasta sacar un ipod y unos cascos, que se coloca sin demora. Entonces apoya la cabeza totalmente en el asiento y esta vez si cierra los ojos, aunque no parece dormido.

Sigo con mi libro pero ahora que veo que el hombre parece que está distraído lo observo con atención para intentar entender por qué me estaba mirando fijamente. 

Estoy con mi música aislada de las conversaciones de los demás alumnos aunque si me dan los buenos días los saludo de vuelta y después de intercambiar unas pocas palabras vuelvo con mi música. 

Ya no te mira. No parece que tuviera especial interés en ti, y ahora ni mira a nadie, pero tiene pinta de ser nadie sospechoso. De hecho, si tuvieras que arriesgarte a decir algo, dirías que es un simple oficinista que empieza su jornada a esa hora.

Sin haberte dado cuenta de que el tren había parado, el hombre de enfrente se levanta, coge su maletín, y antes de marcharte formula unas palabras hacia ti que, aunque no escuchas, podrías jurar que eran "Buenos días", y después de una brevísima inclinación, se marcha del tren.

Cuando el tren llega a la parada propia del instituto - pues es un instituto grande - y los alumnos bajan en manada. Aún así, no son ni la mitad de ellos, pues el grueso del cuerpo estudiantil llega una hora más tarde. La horda actual se trata de la gente que tiene trabajo antes de clase, cómo aquellos que están en un club.

Cada grupo de alumnos se dirigen a lo suyo. El presidente del consejo estudiantil se dirige a hacer su faena, el club de atletismo a hacer las vueltas matutinas, y el club de robótica a ensamblar unas piezas que según escuchaste, llegaron ayer.

Lylia es de la opinión de que tiene mejores maneras de aprovechar el tiempo que dormir en casa, y siempre llega a esta hora.

-Quizás me conocía de algo... - Meditaba mientras llegaba al club de teatro. 

Por la mañana no hay mucha gente en el club, la mayoría están los días que hay ensayos. Estoy preparando una obra de teatro clásica. Como cada día llego antes para revisar el guión y ensayar algunas frases. 

Me recojo el pelo para que al moverme no me moleste y me pongo a ensayar sola partes del guión. Una por una repitiendo mientras miro a un espejo que he colocado previamente para ver como lo hago. 

No hay nadie más en la sala, cuanto hay más gente no ensayo. No creo que esté a la altura aún de poder participar en una obra de teatro.

Empecé en el club de teatro porque desde pequeña mi madre me enseñaba imágenes de un teatro ruso donde ella trabajaba, las obras que se hacían y las fotos de ella de joven. Me gustaría ser tan buena como fue ella y mostrárselo pero aún necesito mucho más entrenamiento. 

Cuando las clases están a punto de comenzar recojo mis cosas, me suelto el pelo y voy a clase. 

Ese día te marchas a clase algo decepcionada. Crees que tu madre merece algo mejor de lo que ahora mismo podrías ofrecerle. Pero por algo practicas, ¿no?

Ese día la clase es algo más entretenida. En la clase de biología habéis abierto un pulmón, y a los alumnos con menos asco les han dejado soplar con una pajita para observar como se infla. Claro que después de ello, habéis tenido que redactar un tedioso informe.

En clase de economía doméstica habéis hecho flanes. Parece que la profesora estaba de buen humor, cosa que no es habitual. Y han habido menos accidentes de los habituales. Ninguna quemadura, ningún corte en dedos... una clase de economía doméstica memorable.

Al terminar la clase, empieza a entrar el grupo del último año de preparatoria. Entre esas personas están el presidente del consejo estudiantil y el amigo que siempre va detrás suyo. En el momento en que entran, varias de las chicas de tu clase empiezan a ofrecerles los flanes que han hecho.

Un día típico.

Veo como todas las chicas están con los flanes para llamar la atención de los chicos.

- Que perdida de tiempo.- Murmurro para mi.

- El amor juvenil, creo que no hay insustancialidad mayor. Dentro de 2 años cuando estén en la universidad todas las chicas pasaran pagina de los líos del instituto y con ello de los chicos o novios.  Se  desprenderán de ellos  como si un móvil obsoleto se tratara. - Este pensamiento interior me hace sacar una pequeña sonrisa mientras miro a las pobres chicas peleandose para que se coman su flan. 

Aprovecho para probar el mio mientras observo la escena.

Cuando el espectáculo se ha acabado  decido irme a la biblioteca, el club de teatro ahora mismo será un hervidero por lo que prefiero la tranquilidad de la biblioteca. 

Voy a repasar los temas que hemos tratado hoy y prepararme para las clases del resto de la semana, ordenaré un poco los apuntes que tengo para la semana y buscaré material adicional para llevarlo mejor. 

De paso quiero hablar con [La bibliotecaria] porque encontré un articulo de una revista que habla de lo mismo que hablamos hace una semana cuando estaba tomándome un descanso del estudio.