"¡Mierda! ¿A que está jugando esa zorra?"
Los golpes podrían llamar la atención de sus padres. Era evidente que iba a ser necesaria una estrategia más directa. Pero no podía bajar, no debía bajar, ni siquiera debía mirar por la ventana... Si lo hacía estaba perdida.
"Tsukihime, ¿Podrías...?"
¿Podría, que? ¿Pedirle a ella que le dijera a Mei lo que pensaba? Eso solo sería otro gesto de debilidad. ¿Pero que opciones tenía? Saki piensa en mandar un mensaje, pero eso también sería ridículo.
Saki se levanta de golpe de la cama, cabreada, y se acerca a la ventana. Mira abajo.
Abajo está Mei, que le hace un gesto a Saki para que baje.
Saki no muta su expresión, aunque esta aliviada debido a que uno de sus temores no se ha cumplido. Mei estaba sola. Niega con la cabeza hacía Mei, y se aparta de la ventana, para sentarse en el cama.
"Nada de lo que me vaya a decir servirá de nada. Deje de jugar su juego hace tiempo, si no le gustan las reglas del mio, más le vale olvidarme."
Con este pensamiento en mente vuelve a tumbarse. De forma sorprendente para ella misma, su cabeza ya no está llena de ideas como antes. Se siente más tranquila.
"Toc toc toc"
Tocaban a la... ventana.
Instintívamente, Saki se gira.
Como si de una película de terror se tratara, ahí estaba Mei. Al otro lado de la ventana. ¿Como narices habría subido?
Mei hace un gesto para que le abras la ventana.
Saki no tarda en levantarse y dirigirse a la ventana. Rápidamente, aunque sin dar un golpazo para no hacer ruido, la abre. Por uno segundos se le pasa por la cabeza el empujar a Mei, pero de ignorarla a lastimarla había un paso muy grande, y tampoco es que la odiara hasta ese extremo...
Una vez abierta la ventana, y sin dirigirle la mirada a Mei siquiera, Saki se encamina hacía su escritorio y coge su silla. La lleva hasta unos pasos de la ventana y se sienta con los brazos cruzados. Ahora si que mira a Mei fijamente.
- Espero que tengas una razón de peso para llegar a este extremo. - Su tono es frío, y tiene el ceño fruncido. Es evidente que no está de humor. A pesar de ello, mantiene un nivel de voz lo bastante bajo.
Mei se sacude el polvo de su traje y se termina sentando en el marco de la ventana.
- Supongo que puedes hacerte una idea de por qué estoy aquí. Han ocurrido muchas cosas hoy, según me han contado. Pero descuida, no vengo a echarte la bronca. Vengo a ofrecerte mi ayuda de nuevo. ¿Te parece lo suficientemente importante como para venir hasta aquí?
- Creo que en su momento dejé bastante claro que no iba a volver a necesitar tu ayuda. - Saki no cambia de tono ni de expresión. - Y la razón es bastante obvia, a estás alturas no vas a conseguir que me vuelva a fiar de ti. Quizás me arrepienta de lo que ha pasado esta noche, pero eso a ti no te concierne.
Mei levanta un dedo para puntualizar algo:
- Que no ibas a volver a pedir mi ayuda. Pero está claro que la necesitas. La mía, o la de quien sea, pero no pareces muy abierta a aceptar ayuda. Es mi obligación de ofrecértela de nuevo.
Mei podía ser realmente odiosa a veces. Además, su tono no era exactamente de conciliación. Hablaba como quien simplemente remarca un hecho.
- Tengo constancia de que ayudas a gente por tu cuenta con sus Arcanos, sin recibir nada a cambio. Pero luego no permites que te ayuden con el tuyo. Es una actitud súmamente egoísta.
- Creo recordar que no tengo nada que envidiarte respecto a eso. Con la diferencia de que yo al menos intento ayudar a la gente con todo lo que se.
Es lo único que responde Saki, tajante.
Mei mira muy seriamente a Saki antes de hablar:
- Si esa es tu última respuesta, me marcharé. Pero a este paso, terminarás sola. O mejor dicho, solamente tendrás a tu Arcano. No es por insultar a Tsukihime, pero es lo peor que podría ocurrirte. Buenas noches.
Tras terminar, Mei pone un pie en el marco de la ventana para salir.
Lylia llega a casa intentando hacer poco ruido, pero de nada sirve.
Su madre estaba en casa, en el comedor, esperándola con la luz encendida.
- ¿¡Tienes idea de la hora que es, niña malcriada!?
Dice unos pocos de insultos en ruso y agarra a Lylia por los pelos. Estaba gritando bastante fuerte.
- ¡Después de todo lo que hecho por ti, ¿osas a hacerme sufrir de esta manera?! ¡Maldita cría!
Entre la bronca y varios zarandeos, la madre de Lylia le da una bofetada a su hija que suena como un "plas!" en el aire.
Esta situación se prolonga durante unos 5 minutos más, hasta que la madre de Lylia se cansa y la manda a dormir a la cama.
Pero Lylia está bastante lejos de conciliar el sueño...
Saki se levanta con una sonrisa de lo más falsa en la cara.
- Me las arreglaré. - Comenta mientras que se acerca a Mei. Entonces la agarra del brazo y le acerca la cara su cara. - Si tu no me molestas yo no te molestaré pero... - Entonces Saki pone la mirada más intimidadora que había puesto en toda su vida. - Alejate de Hana si no quieres conocer las consecuencias de enfadarme.
Lo fuerte que apreta el brazo de Mei reconfirma su ira. Entonces la suelta y vuelve a dar unos pasos hacía atrás, vigilándola atentamente, como si esperara a que se marchase para poder cerrar la ventana.
- Quizá no me acerque a ella, ¿pero cómo evitarás que ella se acerque a mi?
Tras estas palabras, Mei baja a la calle de un salto, y bajo la luz de una farola, lanza una última mirada a Saki, que ya cerraba la ventana.
"Lo dices como si eso me importara" - Piensa Saki para sus adentros. - "Tu sufrirás igualmente las consecuencias."
Con esto en mente Saki se vuelve a tumbar, con la esperanza de no volverse a levantar al menos ese día. Mañana sería un día duro, pero después de ese ultimo encuentro todos sus otros problemas parecían agua pasada. Su mente ya no estaba tan revuelta y lo único que crecía en ella era odio hacía Mei.
-Um....
Dejo en el aire la frase, no quiero hablar del tema y volvemos en silencia a casa.
Y con ello, Kyoya y Akito se despiden frente a casa de Kyoya.
En casa, le esperaba a casa su cómoda cama, lejos de los problemas que suceden en el exterior.
Cuando Akito se desviste, nota que la carta que le dió su Arcano no estaba por ninguna parte.