Partida Rol por web

Antes de acabar mi conversación con Lengua Negra decido añadir algo más.

-Primo, será mejor que no utilice el caballo de mi padre, debe estar descansado para la batalla, puedo ir a pie. Así lo había hecho los días anteriores a llegar al Oasis. El ritmo del grupo, con la gente que iba a pie y el carro era bastante lento y yo podía moverme mucho más rápido cuando iba solo, no necesitaba montura para recorrer más distancia que el grupo en poco tiempo. Así no correríamos el riesgo de que le pasara algo al caballo, y a pie era más fácil ver rastros y huellas. Después hago una pausa pensando en nuestro prisionero. ¿Quieres que Guepardo se encargue de vigilar y atender a Mentiroso mientras siga prisionero? Eso le dará algo que hacer. Parecía que el ranger estaba de nuevo en horas bajas, quizá una tarea así le hiciera implicarse más con el grupo y sentirse útil, además nunca estaba mal que alguien se asegurara de que no volvía a escaparse.

- Poco antes del Alba, todo está dispuesto para la partida.

- El grupo comienza a moverse en las posiciones asignadas por Lengua Negra.

- Matagatos habla brevemente con su primo antes de dirigirse corriendo veloz a pie hacia el Este, en misión de exploración avanzada.

- El carro, como siempre, ocupará la posición central, seguido por aquellos que se encuentran todavía enfermos. - Rastrojo conduce el carro. Portaestandarte y Khadesa viajan en el interior del mismo.

- Pelagatos cabalgará tras el carro a lomos de su caballo Orgullo. Junto a él irá Mentiroso en su camello, aunque con las manos atadas. A su lado Caracabra sobre el camello de Mancillado y Guepardo sobre la mula Pantera.

- Sicofante tiene una posición libre, cabalgando con Recio, aunque es de suponer que permanecerá cerca del carro.

- Lengua Negra se irá moviendo a lomos de Dante según haga falta de un lado a otro.

- Ojopocho abre la marcha como explorador.

- Attar, Jabalí, Dedos, Loor, Uro y Peregrino deben repartirse entre la vanguardia y los flancos.

Ensanchar, logré ensancharla-dijo Rastrojo mostrando el resultado a Jabalí-pero no tengo materiales adecuados para cerrar los huecos.

La armadura había quedado inutilizable. La pericia de un hombre que hace sillas y riendas no se adapta bien a una armadura.

Tranquilo, los espíritus me dicen que saldrás de la batalla con vida. No necesitarás la armadura.

Un nuevo vaticinio, el del aprendiz de chamán, que tenía las mismas posibilidades de acierto que sus otras predicciones... Pero que se le va a hacer. Si hay que cavar una tumba para Jabalí, el lumbago de Rastrojo ya está curado. Dejó la amalgama de cuero roto en la carreta y se dió media vuelta tratando de escabullirse de Jabalí.

Estoy muy ocupado con los preparativos de nuestra marcha. El camello parece nervioso. Mejor voy a atenderlo.

El camello lanza un enorme escupitajo, del tamaño y consistencia aproximados de una tortilla, sobre el rostro de Rastrojo.

Después de eso, se queda mucho más calmado y accede a llevar el peso de Caracabra.

No me gustan los camellos...

Se limpió con el dorso del brazo y se subió al carro. Casi habría sido mejor enfrentarse con Jabalí. Espera... de esa otra aún no se ha librado. Por lo menos Rastrojo espera no recibir un segundo escupitajo en la cara.

Attar esperó paciente, o quizá más bien distraído con el dibujo de las hojas y el sol en el suelo, a empezar la marcha.

Tenía su odre colgado a un costado, el cuenco ya estaba en el carro y el mandoble reposaba en su hombro. Era la única ventaja que tenía poseer sólo lo puesto: los preparativos son muy cortos.

-No te preocupes. Yo mismo me encargaré de comentar lo de su vigilancia. Guepardo y Pelagatos estarán junto a él, así que dudo haya problemas. Y por el caballo de tu padre no te preocupes. Yo me encargaré de él. Ahora ve. Y suerte.

El grupo inició su lenta marcha, marcada por el ritmo de la carreta manejada por Rastrojo y en cuyo interior viajaban Khadesa y Portaestandarte. Dante piafaba nervioso, cabrioleando sobre su finas patas, ansioso por partir al galope, un capricho que no tendría por más que el propio Lengua Negra deseara cabalgar libremente por la llanura que se abría ante ellos. Tiró de las bridas, y al trote, recorrió adelante y atrás la longitud de la pequeña caravana, comprobando posiciones, verificando huecos, vigilando que el paso no fuera tan lento como alargar el viaje ni tan rápido como paa agotar a quienes marchaban a pie.

Vio a Peregrino, al cual había dado el último de los odres, al silencioso Uro, que parecía casi invisible, a Pelagatos que cabalgaba erguido sobre su montura junto a Guepardo y Mentiroso. El caballo de Matagatos, quien había preferido adelantarse a pie por los caminos que ellos habrían de transitar, también estaba atado a la parte trasera del carro, y avanzaba tranquilo sin molestarle especialmente la presencia del camello.

-Primo -dijo acercándose a Pelagatos y cabalgando a su lado-. Espero que pronto te mejores. Confiemos en que Matagatos encuentre hierbas que puedan ayudarte a recuperar tu salud. Y hazme un favor. Vigila la retaguardia -el mensaje subyacente era claro dada la proximidad de Mentiroso. Dudaba que maniatado y con el camello atado al carro, intentara nada. Pero no deseaba un nuevo Sacorroto en el grupo.

Azuzó a su montura y recorriendo el grupo entero, fue dando instrucciones claras para todos.

-Procurad sacar el menor ruido posible. Nuestro avance es difícil que pase desapercibido pero los sonidos se transmiten rápido por la sabana. Nada de gritos ni conversaciones en voz alta. Que los animales estén tranquilos. No los fustiguéis. Y no arrastréis los pies para levantar el menor polvo posible. Ojopocho, adelántate cada poco y espera al grupo. He ído lo de tu grito de alrama. Estaremos pendientes de él. Y racionad el agua. Será una jornada larga y quizás no tengamos la suerte de encontrar nuevos pozos.

Tras ello, se situó en la vanguardia, mirando al frente, la atención centrada en cuanto le rodeaba.

Cuando todos estuvimos listos empezó la marcha, así que monté en Orgullo y seguí al grupo desde mi posición en la retaguardia.

Lengua Negra iba moviéndose mientras parecía comprobar que todo estaba en perfectas condiciones. ¿Sería nerviosismo por la incipiente batalla? Tras eso, se acercó a mí subido en su montura, hablándome de mi salud y "pidiéndome un favor". Cuando hizo ese último comentario entendí su significado secundario.

- Gracias, Lengua Negra, aunque no te preocupes, no me permitiré ser una carga. Demasiado deshonroso. -contesté con una especie de sonrisa con sorna. Después miré de reojo a Mentiroso mientras asentía. - Claro, déjamelo a mí.

Cuando Lengua Negra se alejó miré a Mentiroso desde mi posición. No creía que maniatado fuese capaz de hacer nada, sobretodo si le habían despojado de sus pertenencias. Lo único que se me ocurría que pudiese hacer era tirarse al suelo y rodar, como un perro que se revuelca por el picor de las pulgas.

Ojopocho echó hacia adelante, lo justo para perder de vista a la compañía, o al menos que ésta pareciera tan solo un puntito a sus espaldas, esperando de tanto en tanto para verla re-aparecer tras él y saber que seguía el rumbo correcto. Era raro que otros buenos exploradores de la compañía no se unieran, como guepardo, pero a Ojopocho ya le estaba bien marchar solo.

Avanzaba en silencio, oculto entre la hierba, acercándose a árboles y formaciones rocosas en busca de rastros que delataran la proximidad de pastores, cazadores, o exploradores enemigos. Avanzaba con el arco entre sus manos, usando su otra mano para interpretar los signos que había a su alrededor, olisqueando la tierra como una hiena.

Qué feliz era el K'hlata a tantos metros por delante del resto, y que rápido se le terminaría la felicidad si resultaba que le veían antes de que les viera él....

Vuelta a la marcha, vuelta al viaje... vuelta a la rutina. Quedaba poco para la batalla -al fin- y a pesar de no tener ningún encuentro adverso, lo cierto era que el viaje había tenido hechos inesperados: una ejecución, una insubordinación... desde luego, el viaje distó de ser normal.

Bueno, dudo que haya mas situaciones como esas- piensa el tagliano montado en su caballo cerca del carro, aunque no podía asegurarlo. En cualquier caso, ahora solo tocaba viajar. 
Las órdenes de Lengua Negra eran claras, hacer el menor ruido posible durante la marcha. ¡Como se notaba que el viaje acababa y la batalla se acercaba! A pesar de que Sicofante no participaría en la misma -puesto que su puesto estaba en proteger a Khadesa- lo cierto era que quería entrar ya en combate. Quería ver como se desenvolvía la Compañía en una luchar real. Lo estaba deseando.

Los pasos lentos y secos de aquella mula sobre el terreno estaban martilleando la cabeza de Guepardo. El dolor de cabeza y la desidia que sentía lo estaban martirizando. Por un momento pensó que así se debería sentir Sacorroto. O incluso peor, porque no podía entender a nadie. Quizás sentirse así había hecho que Azogue reaccionara de aquella manera y encontrara la muerte a manos de la Compañía. Había sido un episodio lamentable, aunque entendía la posición de Lengua Negra. Se congratuló, al menos, por no haber sido él quién matara a Sacorroto, solo golpeó un cadáver. Aquel tipo, en su soledad, le caía bien y más ahora que entendía perfectamente su estado de ánimo. Acarició la cabeza de la mula de forma cariñosa y como única respueste del animal recibió un intento de mordisco y otro cansado paso de la marcha. La cabeza le volvió a repicar. En ese momento, sobre ella, pensó que debía relacionarse más con sus compañeros. Eso hacían los guerreros de la compañía, convivir día a día y luchar hombro con hombro. Si no se relacionaba con ellos...quién iba a confiar en el en la batalla. ¿Quién arriesgaría su cuello por Guepardo? En ese estado semidepresivo y aislado nadie lo haría. Bastantes fatigas estaban pasando sus compañeros como para querer hablar con alguien con un estado de ánimo tan pésimo. Decidió entonces hacer algo. Comenzó a silbar de forma ponderada una vieja canción que le había enseñado su abuelo. Y poco a poco, fue poniéndole letra y tatareándola.

Cuando el bosque esté oscuro
cuando toda la noche caiga sobre ti
cuando los pesares te hagan desfallecer
cuando los obstáculos te parezcan insalvables

entonces gírate
mira a tu compañero
mira a tu hermano de armas
y ponle un mano en su hombro

Pelagatos se puso a su altura para vigilarle, mirándole de reojo.

-Tú debes estar atento. A lo mejor hago algo  -le dijo en Oscuro y con una sonrisa socarrona.

Aunque abandonar aquella tierra le daba una cierta tranquilidad, estaba enfermo y débil y no tenía muchas ganas de hablar. De vez en cuando empezaba a murmurar de forma incomprensible bajo el crujir de las ruedas de la carreta y los cascos de los animales algo parecido a rezos.

A la mañana siguiente Loor se despertó con fuerzas renovadas y se comenzó a realizar las tareas asignadas con rapidez deseosa de abandonar el lugar en el cual las fiebres la habían mantenido postergada los días anteriores. Y así con buen ánimo, cosa que por lo visto no era lo común entre sus nuevos compañeros, se posiciono en el flanco derecho y comenzó a caminar manteniendo el ritmo de la caravana y oteando el horizonte de de vez en cuando en busca de cualquier señal o indicio de posibles enemigos que pudieran acercarse con intenciones aviesas.

- Esta mañana Matagatos se siente mejor. La mano casi ha dejado de dolerle, aunque la herida del hombro aún resulta algo molesta y pica intensamente. Ignorando las molestias, comienza a correr con gran velocidad y agilidad, dejando atrás incluso a Ojopocho, quien finalmente le acaba perdiendo de vista.

- Durante todo el resto del día, exceptuando una pausa a mediodía para comer, el grupo avanza sin pausa y casi en silencio. Siempre hacia el Este. Hacia Tres Castores.

TRANSCURRE EL RESTO DEL DIA.

TIRADAS OPCIONALES:

Todas Ocultas.

1- Otear.

2- Supervivencia.

3- Profesión: Herbalismo.

4- Profesión: Cazador.

MATAGATOS:

- En un momento dado, por la tarde, encuentras un solitario baobab. Parece que tiene frutos aprovechables, aunque no muchos. Hay que saber recoger sólo los que están en su punto, pues el resto sólo producen diarreas y no son beneficiosos, excepto para los elefantes, a quienes les encantan igualmente. Tu padre te enseñó a preparar un zumo con el fruto de baobab que está en su grado exacto de maduración y a filtrar su aceite. El aceite puede usarse para frenar las hemorragia, mientras que el zumo es útil para combatir la fiebre. - Desafortunadamente, hacerse con los pocos frutos que están en su punto requerirá una tirada de Trepar.

- A lo largo de todo el día no encuentras depredadores naturales cercanos (atisbas una leona, pero está lejísimos) ni tampoco exploradores enemigos. La Sabana parece desierta.

- Hacia el final del día encuentras una poza con lodo. No es ideal, pero sería posible filtrar el lodo con una tela grande para obtener agua. En cuanto a la idoneidad como lugar de acampada, no es de lo mejor, pero hay unas rocas que lo hacen algo más defendible que simplemente un terreno llano y liso.