Partida Rol por web

La Compañía Negra: El Dios del Dolor.

Tierras de Cho n Delor: Grupo II.

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01/12/2012, 13:19
Compañía: Masutsu, Tercer Pelotón, Exploradores.

Masutsu se agacha y toca el suelo.

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01/12/2012, 13:20
Compañía: Minowa, Tercer Pelotón, Exploradores.

Minowa acerca las manos al fuego para calentárselas.

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01/12/2012, 13:21
Compañía: Enmascarado, Pelotón de Exploradores.

Enmascarado muerde un trozo de cecina reseca.

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01/12/2012, 14:03
Piojillo.
Sólo para el director

Mientras Piojillo habla con Ponzoña, su mirada esta puesta en el horizonte, buscando amenazas y escuchando los sonidos del pantano.

- Tiradas (2)
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01/12/2012, 16:24
La Compañía Negra.

PIOJILLO:

- ¡Os atacan!

- Se han ido acercando, arrastrándose por el suelo, reptando como cucarachas. Están muy cerca.

- Dirías que son una veintena en total...

- ¡Estáis en peligro de muerte!

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01/12/2012, 16:32
Ponzoña.

La conversación entre Piojillo y el Hiena se interrumpió bruscamente cuando Ponzoña vio la reacción de los exploradores y escuchó sus palabras. 

-Alerta Piojillo. Algo ocurre. Acompáñame. Hostigadores, Campamenteros -dijo conforme avanzaba entre sus guerreros-. Preparaos. Preparad vuestras armas y escudos. Nuestros exploradores están inquietos. Algo nos amenaza. 

El Hiena se colocó el escudo en su brazo izquierdo, el mazo balanceándose en el derecho. Su rostro una máscara de pizarra negra, la mirada escrutando en derredor suyo. Sicofante estaba fuera. Ojopocho y Sabandija habían partid hacía unos instantes. Un momento de debilidad entre sus filas. Un solo hecho hacía que se sintiera mínimamente cómodo. El haber impedido que casi medio pelotón hubiera partido a la busca de hierbas. 

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01/12/2012, 18:01
Piojillo.

Cuando Ponzoña lo manda callar, Piojillo devuelve su atención a la espesura. De pronto sus ojos se ponen como platos, agarra su escudo y su lanza mientras cuenta. Una vez descubierta la táctica es más fácil verlos. Grita con toda su alma:

¡A LAS ARMAS, NOS ATACAN!

Al instante, Piojillo se coloca espalda contra espalda con Ponzoña para evitar que sorprendan a ninguno de los dos con la guardia baja.

¡Estan entre la hierba, entre nosotros, se arrastran como serpientes! ¡Ponzoña, nos superan en número, habrá como una veintena!

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01/12/2012, 19:48
Ponzoña.

-Y nosotros somos de la Compañía, Piojillo -respondió Ponzoña con una mueva macabra haciendo vibrar el aire con un rápido volteó de su maza-. Escoria que se arrastra como serpientes por el suelo. Serán más, pero son menos -dijo crípticamente-. ¡PELOTÓN, PISAD SUS CABEZAS!¡SANGRE Y MUERTE PARA ELLOOOS!

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02/12/2012, 01:18
Odio.

En cuanto los oídos del hiena captaron las palabras Piojillo, los músculos de Odio se tensaron y todos sus sentidos se concentraron en percatarse de la presencia de los enemigos. Adquirió una posición de combate, los nervios se dispararon, así como su corazón repicaba dentro de su pecho, ansioso por la situación en la que se encontraban.

No tenía miedo, en absoluto, la muerta no era algo que asustara a Odio. Sus ojos miraron directamente a los de Loor.. La mirada tenía un brillo especial.. si los ojos pudieran sonreír.. los de Odio estaban sonriendo.

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02/12/2012, 19:32
Loor.

- Vidas para la diosa - dijo Loor mientras hacia girar, con expresión satisfecha, su bastón doble devolviendo la sonrisa a Odio. No, se mirase como se mirase, Loor no hacía gala del pacifismo que algunos pensaban profesaba su pueblo. Por el contrario, parecía... contenta con el combate que iba a producirse

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02/12/2012, 20:41
Rastrojo.

¿No estáis un poco paranoicos? Yo no veo nad...

Sus rodillas dejaron el suelo para incorporarse, alcanzando suficiente altura para ver por encima de las hierbas más altas y ver a los enemigos.

¡NOS ATACAN!

Luego resultará como en la anterior emboscada, y Rastrojo se querrá llevar el mérito de haber visto primero a los enemigos... Salvo que lo maten, entonces hablarán bien de él en los funerales. No, tampoco. Ni en su velatorio hablará nadie en su favor.

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02/12/2012, 20:56
Plumilla.

Plumilla se quedó aterrorizada y miró hacia Michou, el chico no estaba como para combatir, desde luego.

-Yo... yo me encargo-titubeó echando mano de la daga para enfrentarse a quien quiera que se acercara, debía proteger al desválido Michou, sino Campaña se arrepentiría de tenerla como pupila... y probablemente tanto Michou como ella acabaran alimentando el suelo que debían comerse los animales que posteriormente serían devorados por otros .

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04/12/2012, 13:03
Campaña.

Campaña había obedecido las órdenes de Ponzoña y había vuelto a montar la tienda para que Michou pudiera descansar dentro. Algo raro pasaba pero no tuvo manera de saberlo hasta que los Exploradores comenzaron a darse cuenta y, finalmente, se dio la voz de alarma.

Campaña se levantó rápidamente en cuanto supo que los enemigos les atacaban, oteó los arbustos en busca de aquellos que se arrastraban para emboscarles y consiguió distinguir a algunos de ellos. Sin persarlo dos veces se colocó el escudo y avanzó hacia ellos siguiendo las órdenes de Ponzoña, los aplastaría con su enorme bota antes de que pudieran siquiera levantarse del suelo.

Antes de lanzarse al ataque dio un rápido vistazo al campamento y comprobó que Plumilla se había quedado atrás cuidando de Michou. Asintió y volvió la vista de nuevo a lo que se avecinaba, estaba listo para la acción.

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07/12/2012, 22:25
Sabandija.

Sabandija avanza junto al grupo liderado por Ponzoña, con Ojopocho a la cabeza, lanza en mano pero despreocupado. Aunque mira en todas direcciones, como su labor de Cazador le dicta, no contempla con demasiado reparo la posibilidad de un ataque enemigo. Solo van a recoger unas plantas, no hay enemigos en los alrededores, son muchos... todo irá bien. Al menos eso se repite.

Como siempre, no mira mucho hacia sus compañeros, preocupándose más de los flancos que tiene cerca. Pero, en un determinado momento, mientras gira su cabeza del este al oeste ve al frente a Ojopocho. A él si que se le nota preocupación por el grupo, es el explorador y parece importarle hacerlo bien. Cuando le eligió, Sabandija pensó en él como un mal menor, alguien no demasiado pesado para aguantar. Pero lo cierto era que, a lo largo de las sesiones de entrenamiento, había ido cogiendo aprecio al Hostigador.

Es entonces, mientras piensa en eso, la situación cambia.

Ojopocho se tensa, preparándose para algo que viene enfrente, Ponzoña carga hacia el frente gritando algo, Campaña dice algo en tercera persona...

Pero es demasiado tarde, el enemigo está sobre ellos.

Aún se encuentra en la zona segura del combate, algunos se han lanzado ya al combate cuerpo a cuerpo, así que aquellos que no se han movido todavía tienen algo de tiempo antes de entrar a la batalla. Sabandija no se ve capaz de hacerlo, todo va demasiado deprisa.

Entonces, algo le hace reaccionar.

A Ojopocho acaban de clavarle profundamente una lanza en el costado. Sabandija ve como trastabilla hacia atrás y logra impactar con un flechazo a su adversario. Pero este sigue en pie, y el explorador ya está herido, sin duda será su final.

La furia invade al joven K´hlata que tensa con fuerza el brazo donde sostiene su jabalina. Desea evitar a toda costa el asesinato del Hostigador, y, por un momento, este sentimiento sobrepasa su cobardía y su miedo a ser herido.

Casi sin darse cuenta, alza la jabalina en su mano y la lanza contra el guerrero desconocido. Cuando se da cuenta de lo que ha hecho, todos sus instintos regresan a él, y mientras el arma vuela y el saca la lanza que había atado a un costado, el tiempo parece detenerse, hasta que...

El tiro falla.

Su adversario se gira y ataca. Sabandija logra esquivarlo, para sorpresa de si mismo. Seguramente la herida de la flecha era demasiado grave. Otro enemigo se aproxima para atacarle, pero logra esquivarlo. En un acto reflejo alza la lanza contra otro atacante, pero no la sostiene adecuadamente y se rompe en pedazos.

Busca la ayuda de Ojopocho con los ojos, pero su instructor está luchando, y posiblemente esté en peor situación que él. No tiene más remedio que recurrir a la lanza que lleva atada en la pierna. 

En un acto algo desesperado, la usa para atacar al herido de flecha y logra alcanzarle. Cuando hunde el arma en su carne tarda unos segundos en darse cuenta de la muerte de este y retirarlo.

Entonces, los que estaban atacando a su mentor terminan de despacharlo y se dirigen a por él. No tiene nada que hacer contra guerreros fornidos en un combate cuerpo a cuerpo y así se demuestra. Ya solo combatiendo contra uno queda herido gravemente pero los siguientes ataques le tumban.

Cae al suelo, ``Es mi fin´´ piensa y se desmaya.

Alcanza a oír como Ponzoña da unas órdenes desde su ensoñación. Justo antes de perder el conocimiento de nuevo se pregunta si habrá muerto y será un espíritu. Pronto se da cuenta de que no. El dolor no es nada espiritual.

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08/12/2012, 01:45
Ponzoña.

El Hiena se alzaba en toda su altura, aparentemente ciego a la sangre que manaba de sus heridas, mientras observaba con rostro pétreo el campo de batalla. A su alrededor, gemidos ahogados, huesos quebrados, el hedor de vientres vaciados en los estertores de vidas que ya no existían y cadáveres. Propios y ajenos.

Quince enemigos habían brotado de la tierra, ocultos a la vista, arrastrándose como víboras dispuestas a levantar su ponzoñosa cabeza y clavar sus colmillos venenosos en los talones de sus guerreros. Ni siquiera el avezado ojo de Ojopocho había podido descubrir el ataque del que fueron objeto en primer lugar y que supuso la advertencia de una presencia indeseada. No había podido seguir su pelea y la de su pupilo Sabandija, pues pronto todo el pelotón se vio envuelto en el cuerpo a cuerpo. En la bruma que siempre seguía a toda batalla, cuando la fuerza parecía querer huir de los agotados músculos, Ponzoña recordaba en imágenes congeladas lo ocurrido. Su propia carga, que no fue la primera, pues campamenteros y Hostigadores habían mostrado valor y denuedo, entregándose con furia a aquello para lo que habían nacido y que habían elegido como vida. La guerra.

Su mazo había cantado una canción de muerte y ahora su mirada se posaba en aquel Irredento que había abatido en primer lugar y al Chacal que, junto a él, le había atacado a traición aprovechando su posición privilegiada. Su pecho se hinchó con una profunda inspiración, dejando salir el aire con calma, apretando los dientes para mitigar el dolor que sentía. Cinco Fantasmas Irredentos habían sido abatidos. Loor, la salvaje guerrera con la que ya había tenido el honor de pelear en la batalla de los Tres Castores, había demostrado una vez más su letal arrojo quebrando los cráneos y vidas de dos de ellos. Su débil pupilo, Piojillo, había conseguido rematar a duras penas a un tercero. Ello le hizo emular sus dudas y deseos. Sí, era débil, pero solo físicamente y el cuerpo podía trabajarse. Pero su hombría era evidente y no había dudado en pelear. Ahora se había ganado el derecho a ser un juramentado, pero para ser un verdadero soldado habría de sufrir. Y él, Ponzoña, se encargaría de ello.

Su mirada voló hasta tropezarse con la figura de Rastrojo y los ojos del Hiena brillaron con la luz del reconocimiento. Nada tenía que decir del hombre, pero sí del guerrero, del chamán. Por fin había demostrado lo que podía hacer y había conquistado su derecho, largamente buscado, a pertenecer a la Compañía de pleno derecho. Había visto el poder fluir de su carne, sangre y huesos y abatir de forma brutal al cuarto Fantasma. Nadie podría negar que Rastrojo se había convertido en un guerrero y que su poder chamánico había sido domado.

Ocho Chacales, piojosas criaturas indignas de merecer siquiera ser llamadas personas, se encontraban desmadejadas en derredor. La violenta e impredecible Daga había acabado con dos de ellos en una vorágine de odio sin fin, posiblemente afectada por ser testigo de la caída de algunos de los exploradores de su grupo. Masutsu y Enmascarado, cuya labor había sido pobre, mataron a un tercer chacal. Campaña, con su ciclópea e inhumana fuerza, había embestido al cuarto poniendo fin a su vida. Lo buscó, consciente de su frustración y de sus deseos de matar, acrecentados por su torpeza en la batalla y que lo había puesto en evidencia ante Plumilla. El quinto chacal había sufrido el mordisco de Odio, digno alumno de Loor y que como ella, había demostrado arrojo y entrega. Su premio, un futuro juramento si sobrevivía a todas las batallas.

Junto a Ojopocho y Sabandija, ambos caídos en combate, reposaba el sexto chacal. Un excremento que tan solo serviría para abonar aquella tierra maldita. Los dos últimos chacales, de su rápido recuento, le correspondían a él y a su maza, que aún chorreaba sangre mezclada con fragmentos de hueso y cerebro. Otros dos corrían alejándose de ellos.

-No es hora de desfallecer -gritó-. La lucha ha finalizado, pero no nuestro trabajo. Habéis guerreado bien, como los leones que sois, más la victoria es agridulce. Muchos están heridos, alguno tal vez muerto. Es hora de atenderlos. Plumilla, trabajarás duro pues de tus manos dependerá que vivan o mueran. Campaña, hermano, necesito tu fuerza pero no para matar sino para salvar. Loor, Odio, Piojillo, ayudad a Campaña y trasladad a los heridos y colocadlos junto al fuego. Traed primero a Ojopocho y Sabandija y a los exploradores heridos. Michou, me temo que no hay tiempo para que descanses. No por el momento. Ayuda a Plumilla. Que no le falte agua para los heridos. Sírvete de los odres y alimenta el fuego con la madera recogida. Rastrojo, ayúdame a apilar los cuerpos de nuestros enemigos. Todas sus pertenencias serán saqueadas y amontonadas a un lado. La Compañía se hará cargo de la parte que les corresponde. Exploradores, haremos cuanto podamos para salvar y sanar a vuestos heridos. Tal vez queráis dar caza a los dos chacales que han huído.

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08/12/2012, 06:26
Odio.

Cómo toda buena tormenta, aquella de sangre y vísceras, vino precedida de una larga calma. Algo de tierra alborotada y la experiencia de algunos de los soldados levantaron las sospechas, que terminaron por hacerse ciertas. Pero era demasiado tarde cómo para no verse sorprendidos, aquellas sabandijas se habían arrastrado como gusanos en la tierra, acercándose lo suficiente como para que todo se convirtiera en un baile improvisado.

El sonido de las armas al chocar no se hizo esperar y Odio bailó al son de su lanza. Perdió la noción del tiempo y el espacio, sólo concentrado en los enemigos de su derredor y en su maestra Loor. En primera instancia consiguió herir a uno de los enemigos, la sangre brotó y manchó su piel.. pero nada importaba, tuvo suerte con los ataques enemigos, o quizás habilidad, quién sabía..

Loor se movía como una bailarina experta, golpeando con su bastón y acabando con la vida de todo aquél que osaba atacarla. La guerra era un arte, como otro cualquiera, y ella sin duda una artista. ¿De dónde sacaría aquella fuerza y aquella rabia? ¿Se lo daba su Diosa?

Tras varios cruces de lanzas, llegó el momento que marcaría el devenir de Odio en la compañía. Uno de los Chacales estaban encimandolo, deseoso de quebrar su dura piel y hacer brotar la sangre de su interior. Pero el hiena estuvo rápido, soltó su lanza y atravesó el estómago de su enemigo. Esta vez la sangre lo salpicó por completo. La sensación de verse ensangrentado, sin herida alguna.. lo volvió eufórico.

En pocos minutos, todo había acabado. Odio se quedó de pie, mientras su respiración agitada se iba calmando poco a poco.. A sus pies, la rata que había matado. Sus ojos fijos en la sangre manchando la tierra.. su mente alejada de todo aquél ruido y órdenes que se estaban dando. Cuando su entrecortada respiración se calmó, miró sus manos y gritó con rabia... Odio había probado la sangre, Odio quería más, Odio era puro odio..

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08/12/2012, 13:45
Plumilla.

Plumilla no podía encajarlo, simplemente no podía. 

¿Por qué?

Sólo tenía ojos para la macabra danza que ponía en manifiesto la brutal naturaleza de sus compañeros.Gritos, muerte, y no sólo la muerte de aquellos que habían asaltado al grupo. Ante la horrorizada mirada miel de la muchacha habían caídoPesadillaMinowa... ¿qué derecho tenían para robarle la vida? Pesadilla no había tenido una vida fácil en la Compañía y su tutor... ¿qué le había enseñado? Nada, ahí estaba dando muestras de ese aterrador don que sesgaba vidas del mismo modo que una lanza o una saeta como si la pérdida de la mujer no hubiera sucedido. Campaña arremetía a cabezazos y acababa en el suelo, entre sangre y cuerpos haciendo temblar el terreno bajo su ira. Ponzoña y su ira fría e implacable ordenando a Piojillo que acabara con una vida.

¿Por qué?

Tomó a Michou con infinita compasión y lo llevó hasta el fuego, de ponerse feas las cosas mejor estar cerca de él.

- No... no pasa nada, Michou, no pasa nada-musitó temblando de pies a cabeza y los ojos vidriosos por el horror. Se convulsionó con una náusea bajo el olor ferroso de la muerte que ahora regaba el suelo. Casi como empezó se hizo el silencio del óbito al caer el último enemigo y la voz de Ponzoña hizo que se encogiera con un sollozo quedo.

- Sí... - musitó cerrando los ojos. Pero seguía viéndolos, seguía viendo sus heridas, las siluetas tendidas en el suelo y con los labios abiertos en mudas y eternas muecas de dolor. Se aseguró de que Michou descansara y fue con paso inseguro hasta la mochila con enseres médicos para encargarse de los heridos. La apretó contra el pecho y volvió junto a la hoguera mirando al suelo, entre sus pies. Si no alzaba la mirada no tendría que volver a ver esa escena. el suelo se desdibujó ante su mirada y un par de lagrimones cayeron sobre los pies cubiertos de polvo. Tenía miedo, miedo de sus propios compañeros... miedo de que le pasara como a Pesadilla, miedo de quedarse sola y de que alguien más muriera.

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08/12/2012, 18:01
[RIP] Michou.

Michou estaba tumbando, mirando el fuego al que Plumilla había acercado, la batalla había sido gloriosa. Dicen que los dioses se deleitan con la sangre de los caídos, pues todos somos sacrificios para ellos, todos querían luchar por su dios y todos morían por ellos, pero ninguno ayudaba a sus súbditos.

Sus compañeros eran seres nacidos para la muerte, sus cuerpos sus movimientos, eran creados por los dioses para dar muerte a aquellos que se les oponían Pesadilla, Ponzoña, Odio... todos parecían deleitarse con la sangre de los enemigos, con el frenesí de la batalla, y é había tenido que retirarse por falta de fuerzas, era una deshonra que se la hacían pagar cuidando de los heridos. Plumilla era diferente, ella disfrutaba con ese trabajo, quizás él también lo debería aprender. No él era un guerrero, debía hacer aquello que su padre nunca consiguió, debía ser fuerte.

Sacando las fuerzas de ese deseo, Michou se levanto, lentamente, agarrando uno de los odres y bebiendo algo de agua, luego una ves bebió se acerco lentamente a Plumilla cada paso parecía una eternidad pero llego y se colocó a su lado.

- Dime que puedo hacer para ayudarte- Su voz estaba algo débil, pero su rostro le mostraba que no iba a cambiar de opinión, esa era su convicción y su tozudés, un arma con doble filo.

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08/12/2012, 21:12
Rastrojo.

Las dos facciones cargaron, chocaron y hundieron sus filos. El lance había cogido a Rastrojo levantándose de su posición arrodillada. Exploradores, Hostigadores y Campamenteros ya formaban una sola línea de defensa, tras la cual el falso chamán estaba a salvo.

No era el único. La loca de Pesadilla, la delicada Plumilla y el enfermo Michou estaban en la misma situación. Dime con quién vas y te diré quién eres. Al mestizo no le hacía gracia entrar en la misma categoría que los otros tres cobardes, así que alzó solemnes palabras de guerra para hacerse respetar.

¡¡¡Oh temblad, enemigos de la compañía!!!

Su voz quebrada delataba sus inseguridades... ante nadie, porque nadie le prestó atención. Al no ser suficiente con lanzar unas brabuconadas, se propuso hacer la tarea de arquero. Como en la anterior emboscada, eran sus propios compañeros los que le dificultaban la linea de disparo. Eso le obligó a acercarse más para poder disparar.

Sus brazos tensaron un arco que sus manos no sostenían. La energía espiritual se acumuló en la yema de sus dedos...

Oh, espíritus de la sabana, sed cautelosos en esta flecha,

que tiene que ser mi disparo más certero hasta la fecha.

Tal vez porque solo lo masculló por lo bajo, o tal vez porque lo único que pidió fue puntería, la flecha espiritual que se materializó alcanzó a un enemigo sin causar demasiado daño.

Por el rabillo del ojo, vió a su discípula entrar por el centro de la linea, ganándose un hueco en la refriega. Bien por ella. Solo le faltaba a Rastrojo que Pesadilla se hiciese Hermana Juramentada antes que él.

Pesadilla cae. Minowa y Malmirado también. Son Pesadilla y Minowa los que más le preocupan a Rastrojo, pues el enemigo ha abierto dos vías en el centro de la linea defensiva, y ahora Rastrojo quedaba expuesto. Ante eso, y para su propia seguridad, Rastrojo se aproxima al flanco derecho, que es dónde Malmirado acaba de dejar hueco para sus flechas.

Concentra de nuevo el maná de los antiguos...

Vale, vuestra segunda oportunidad.

Quiero un disparo potente de verdad.

No se fía de los espíritus, más de una vez le han abandonado. Si la primera vez pidió puntería y el disparo salió flojo, ahora le iba a salir una flecha letal con nula probabilidad de dar en el blanco. Como si lo viera. Está obligado a acercarse al blanco para asegurar el tiro.

Más cerca.

Más cerca.

Demasiado cerca. Siente el resoplar de un Chacal y un Fantasma en la cara. Sus brazos le tiemblan. La energía se vuelve inestable. La flecha se forma en un instante, pero se rompe al dispararla, creando sin querer una ráfaga. Le ha dado a dos, con la décima parte del daño que el proyectil tenía la capacidad de inflingir, pues muchas de las esquirlas se pierden a las espaldas de sus oponentes, y más allá. Quizás dentro de media hora, uno de los fragmentos alcance por azar un mirlo y lo mate, pero esa presa no contará para convertirse en hermano juramentado.

Rastrojo empieza a estar fatigado. Ya es cuantiosa la energía que le ha usado de conductor. Y lo peor es que se ha quedado vendido ante dos aguerridos guerreros...

Pero le ignoran. La historia de su vida. Sus lanzas rematan a Malmirado, que aún estando tendido en el suelo y agonizando, sigue siendo considerado por el enemigo como una amenaza más inmediata con la que acabar que un Rastrojo en pie y sin un solo corte en su piel de mestizo. Rematar a Malmirado no les llevó mucho tiempo, y la vida de Rastrojo volvió a estar amenazada.

Ah, pero no había problema. De reojo vió al enorme Campaña dirigirse hacia sus oponentes. Él le salvará. Él se encargará de... ops. No. Campaña tropezó y se dió de bruces contra el suelo. No vendrá a socorrerle. La suerte de Rastrojo se había terminado.

No-no-no-no-no...

Rastrojo ya veía a una lanza con buena trayectoria para clavarse en su corazón.

No-no-no-no-no...

Interpuso las manos para frenar el golpe.

¡¡¡NO!!!

Y como "no" rima con "no", algún espíritu despistado (¡que el Árbol de los Ancestros le tenga en su gloria!) debió interpretar que se trataba de otro de los pareados ridículos de Rastrojo para invocarles. Fuese como fuese, la energía se reveló. De las manos extendidas surgió un martillo, y no la flecha habitual, y tumbó a su agresor antes de que le tocara a Rastrojo un pelo de su calva.

El otro rival se sintió desconcertado. Tan desconcertado como lo estaba Rastrojo. Antes de que el Chacal se pudiese recomponer, Daga se avalanzó sobre él y lo apuñaló hasta la muerte.

Rastrojo cayó agotado sobre su afortunado trasero. A su alrededor la batalla había concluído, e inexplicablemente había matado a un Fantasma, con lo que al fin podría dejar de ser un Recluta. La epopeya le había salido cara. Ojopocho, al que quería manipular para que le consiguiera hierbas, y Pesadilla, la que cargaba con su petate, habían muerto. Rastrojo tendría que encontrar a otro para que le llevara la tienda, porque estaba tan cansado que no podía ni mantener los testículos dentro del taparrabos.

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09/12/2012, 11:38
Piojillo.

Piojillo estaba hablando con Ponzoña durante la guardia cuando vio movimiento entre las espigadas hierbas del pantano. Tardó unos instantes en darse cuenta que no era lo único que se movía, había enemigos por doquier brotando del pantano como serpientes al acecho.

¡A LAS ARMAS NOS ATACAN! -Fue su grito de alerta.

El pelotón respondió con celeridad a las órdenes de Ponzoña pero algunos de sus miembros estaban dispersos buscando hierbas, eso les saldría caro.

Piojillo formó junto a su mentor, alineando su escudo y el primer choque fue brutal, esquivando los golpes y atacando con profundas lanzadas. El mazo del Hiena segó cuanto enemigo había alrededor y por unos instantes se hizo la calma dentro de la tormenta. No sabía más que lo que pasaba a su alrededor, inmerso en el caos de sangre, alaridos y dolor. En ocasiones puedo ver a Loor usando el mortal palo con celeridad para abatir enemigos, a Campaña destrozando enemigos a cabezazos o incluso a Rastrojo obrando magia verdadera. Por la espalda del recluta centelleó un escalofrío de superstición.

Se movió para buscar enemigos y a sus pies encontró un Chacal retorciéndose herido de gravedad. Estuvo a punto de ignorarlo, pues no representaba amenaza alguna, pero detrás de él pudo escuchar a Ponzoña gruñir animándolo a matarlo.

Piojillo levantó su lanza para dar el golpe de gracia. Pero resultó no ser tan fácil arrancar una vida a sangre fría cuando los ojos aterrados del Chacal se cruzaron con la mirada de Piojillo. Dudó, algo que nos e podía permitir si quería ser un hermano de La Compañía. La lanza bajó y se hundió en la carne hendiendo vísceras hasta topar con el hueso. Los ojos del Chacal se cerraron.

En cuestión de momentos los enemigos estaban muertos, salvo dos de ellos que huían en desbandada. No había sido victoria fácil, Pesadilla y Minowa habían muerto, Sabandija se debatía entre la vida y la muerte y la perra guerra no dejaba ni un respiro. Podían ser atacados en cualquier momento, él era débil, pero no tan idiota como muchos pensaban. Se acercó a Ponzoña y le dijo en un susurro:

Ponzoña, deberíamos prepararnos para otro posible ataque. Hasta que no vuelva Sicofante, no sabemos que ha sido del pelotón del centro, ahora sabemos que también les han atacado. Si no lo han logrado, sus enemigos pueden venir hacia aquí para terminar el trabajo, más si se reagrupan con los dos que huyeron o con fuerzas de refresco.

Después de la advertencia a su mentor, salió corriendo pasando por donde estaba Plumilla, bastante afectada, a quién le dio un odre de agua para los heridos sin tiempo para lamentaciones. Luego se fue con Campaña como le habían ordenado.