Partida Rol por web

Violet Morrigan y Robert Calvincott han de incorporarse al trabajo...

El tren había resultado una auténtica tortura... ¡Malditos incomodísimos vagones de segunda clase! Además la compañía no había sido nada agradable... Iban cuatro personas en el vagón de aquel atestado tren. Una de ellas iba roncando de tal forma que parecían los ladridos de un perro rabioso. Por otra parte, una anciana regordeta no se callaba ni debajo del agua. Hablaba sola, pero pese a que mantenía un monólogo sobre el que no recibía respuesta, le duró la cuerda todo el trayecto. En fin, un viaje horrible. O al menos resultó así para las dos personas que tuvieron que padecerlo.

El joven se bajó a toda prisa, maleta en mano, y salió corriendo como alma que lleva el diablo. Parecía que llegaba tarde a algún sitio. Por otra parte, la bella muchacha que había sufrido el insoportable panorama del viaje se encaminó en la misma dirección que el hombre, pero a ritmo más pausado. Al cabo de un rato, le dio alcance.

El joven de inmensa nariz estaba apostado contra la barandilla que separaba el muelle del mar. Parecía esperar por un barco. Casualmente, la muchacha también tenía instrucciones de esperar por un barco en aquella zona, un barco que la llevaría a su próximo destino laboral...

Ambos aguardaban, cada uno sujetando sus respectivas maletas, la llegada del barco que los conduciría a la Isla del Negro.

Te percatas de que la muchacha es insoportablemente bonita. Es que casi duele la vista al mirarla. Tiene una belleza arrebatadora, aunque desde luego se nota que es una muchacha vulgar, nada de una dama de alcurnia. Te mira con curiosidad.

El muchacho te mira con curiosidad. Parece algo rudo y va desaliñado. No es atractivo, pero irradia cierto magnetismo. Se nota a kilómetros de distancia que no es un hombre de dinero.

Dios maldiga al tren y sobre todo a la horrible segunda clase!

El viaje pareció mas largo de lo que era por culpa de el vagón que en suerte le había tocado.
Por suerte ya habían llegado a su destino.
Con una prisa de mil demonios Robert sale del vagón disfrutando no solo de unos minutos de ansiado silencio si no de ademas un apetecible sol.
No detiene su paso hasta llegar a la barandilla que separa el muelle del mar.
Una vez allí se acomoda en la mentada barandilla y espera.
Al poco un chica que le resulta del todo familiar se detiene cerca de el.
La chica lo mira.
Se acerca a ella y con una torpe reverencia a modo de saludo comienza a hablarle a la chiquilla.

-Disculpe mi atrevimiento seño...señorita. ¿Es usted una de las persona que viajaba conmigo en el tren?

Antes de hablar se lo piensa bien pero finalmente continua hablando.

-¿Por un casual no se diriguira usted a la isla del Negro?

Rápidamente le retira la mirada para observar si el barco se acerca ya.

Una copa, mi mano izquierda por una copa.

-¡Uuuuyyy, si!- digo, contenta por tener a alguien con quien hablar- Pues voy a la Isla del Negro. Me llamo Violet Morrigan, y soy la nueva doncella de la casa. ¿Y usté?

Lo miro. Tiene una espresion rara. ¿Sera criado? Un invitado no parece.

Un barquito relativamente pequeño, y algo destartalado se aproxima al lugar en que os encontráis. En él sólo hay un hombre, que en cuanto prepara el barco para que subáis, se quita el sombrero y os saluda jovial.

-¡Buenas noches tengan ustedes!- os dice, mientras salta a tierra para ayudaros a subir al barco- Ustedes deben de ser los nuevos criados de los Owen. Encantado de conocerles. Soy Fergus Winchester, y Mr Owen me ha contratado para hacer este servicio entre la costa y su casa. Teóricamente sólo he de hacer un viaje cada mañana, pero recibí una carta ayer rogándome este servicio especial. Sé que va a dar una fiesta este fin de semana, pues lo mencionaba en la carta. Me ha pagado bien, así que por un poco más de trabajo no me voy a morir, ¡jajajajajaja!

Realmente es un hombre harto jovial, que no para de reír en todo momento. Una vez que vuestro equipaje se encuentra bien amarrado, y que ambos os encontráis en el barquito, el hombre suelta amarras y dirige el barco con premura hacia la Isla del Negro.

-Mal tiempo van a tener para este fin de semana. Aunque bueno, si van a estar trabajando, casi mejor así, ¿no creen?- vuelve a reír- Por mi parte es fin de semana, así que tocará descansar... ¡Ya me moría por ello! Además, este fin de semana me voy de caza. ¡De caza! ¡Como un lord! ¡Jajaja! Y todo gracias a un servicio que le hice a un ricachón con este barquito... ¡Nada menos que Sir Greenie me ha invitado a acompañarle de cacería! Y bueno, no sé casi ni montar a caballo, así que espero no pifiarla mucho, jajajajajajajaja...

Desde luego, parece enormemente entusiasta con la diversión del fin de semana. Bueno, realmente parece entusiasmado con todo lo que le rodea. Desde luego que es un hombre alegre y despreocupado. Un marinero feliz, podría decirse. Feliz y portentosamente hablador, pues no se calla ni por un momento.

-Pues si que me alegro de que halla mal tiempo- digo, contenta- Me voy a pasar todo el finde en una casa encerrada trabajando, asi que mejor que no aga bueno, o estare lamentandome de aber aceptado el trabajo en ves de pasarme todo el finde de fiesta en fiesta. ¿Una caceria? Yo nunca he ido a una. Eso suena a cosa de lores y damas de alta alcurnia, y yo me temo que no doy la talla para eso, juju.

Miro a mi compañero. ¡Que cayado y reservado que es, caray!

Apenas tengo tiempo de asimilar lo que la joven me dice y mucho menos de contestarla cuando veo aparecer al barco. No es muy grande pero si lo suficiente como para ser seguro y eso a Robert le bastaba.

El tipo que tiene el timón del barco se presenta y comienza a aturrullarlos con una chacha llena de datos que Robert decide obviar no solo por que no sean de su interés si no por que no le gustan esas familiaridades y menos con personas recién presentadas.

-Mi nombre es Robert. Digo simplemente intentando no dar pie a mas conversaciones de las insprescindibles.

El resto del viaje se produce sin mayores contratiempos, eso sí, bajo la incesante conversación de Fergus.

Al poco, se queda callado, cosa extraña, y señala al frente:

-Ahí la tienen: La Isla del Negro. Imponente, ¿verdad?

Uploaded with ImageShack.us

Ciertamente lo es. Se ve una monumental mansión sita en lo alto de una minúscula roca semidesnuda. En la noche se la ve con cierto aire siniestro, efecto que seguro que desaparece al llegar la mañana, pero que se os graba en las retinas a fuego. Es una mansión imponente, impresionante, colosal.

Míster Winchester os deposita en la costa, y se despide alegremente de vosotros.

-¡Que les sea leve el fin de semana de trabajo! yo por mi parte tendré buena cacería... ¡O eso espero! Con tal de no quedar mal ante los presentes en ella, me conformo, jajajaja.

Y dicho esto, se aleja en el barquito alegremente, mientras lo escucháis entonar una dulce melodía.

Os aproximáis a la entrada, en donde encontráis un sobre que contiene una llave y una carta.

Carta de U.N.Owen:

Entráis en la casa y la recorréis a placer, en silencio, maravillándoos de todo cuanto veis. Aunque necesita reparaciones, desde luego, se trata de una vivienda imponente.

Tras una cena frugal, ambos os acostáis, pensando en el día de arduo trabajo que os espera.