Me levanté para alcanzar mejor algo de comida cuando la pregunta de Sun-yun me llamó la atención antes de que pudiera decidir qué coger. Todavía me quedaba mucho por aprender sobre los nephilim pero no me imaginaba a nadie ni nada sobreviviendo a una cosa como la que planteaba la coreana.
Me giré y la miré durante unos segundos con curiosidad, pero al escuchar el susurro de Ivy aclarando el por qué creía que el mundo sería mejor sin Alice mi atención se desvió.
—Bueno, yo ya tuve suficiente con sus comentarios, delante de mí sin ningún reparo, nada más llegar aquí —recordé la frialdad con la que la hija de Gareth me había tratado anteriormente. —No puedo creer que sea hija de Gareth... —terminé mi intervención mientras mis mofletes se tornaban un poco rosados al nombrar a Gareth.
Agité la cabeza un poco como queriendo deshacerme de esos pensamientos cuando me volví a girar con la intención de coger uno de esos pastelitos coreanos, si quedaban. Me puse más zumo y noté cómo mi vejiga empezaba a llegar a su límite.
Finalmente escuché la respuesta de Amber con atención y asentí aunque hubiera cosas que no había entendido. Luego miré a Ivy, todavía con la duda de si le volvía a tocar a ella o no, y aunque yo imaginaba desde un principio que se trataba de un malentendido, esperé a que la anfitriona de la fiesta respondiera, por si a caso.
Amber se encogió de hombros con la boca llena, en un gesto universal de «depende».
—Según la gravedad de las heridas —dijo tras tragar—. Yo te recomiendo que no te confíes. Somos más fuertes que los mundanos, pero también nos enfrentamos a peligros mucho mayores. Ellos viven más que nosotros.
Entonces su mirada se dirigió a Ivy, como esperando que lanzase alguna pregunta.
—Oh, pues... —Ivy se quedó pensativa por varios segundos antes de mirar a Melissa con curiosidad y lanzar su pregunta con un tono nervioso, como si temiese molestar con ella pero se muriese por saber la respuesta—. ¿Por qué crees que tu tío nunca te habló de lo que eres?
Me quedé mirando a Anbel sin darme cuenta mientras pensaba lo estúpida que era para algunas cosas y lo lista que se creía para otras.
— ¿Qué no me confíe? Mierda-consejo... No sé que te va, pero es evidente que no es para mí, ¿qué voy a hacer? ¿clavarme una daga en mi propia cabeza?
Mientras criticaba a Anbel, otra parte de mi cabeza siguió la pregunta de A.B. y me entraron ganas de estamparle la bandeja de comida en la cara — Primero hay que preguntar "verdad o reto"... No es tan complicado, un crío de tres años lo pilla...
— Voy a volver a por Emille —avisé a la pelirroja más maldita. O a la menos... Debía sopesar todavía sangre u ojos—.
Me giré de inmediato hacia A.B. dando un golpe de pelo extremadamente estudiado para ser impresionante e intimidante — A.B., cariño, no se lo contó porqué su sangre lleva las manos manchadas de sangre —volví a quedarme con el rostro hecho un confuso poema un segundo y luego me encogí de hombros—. Bueno, en plan mal; quiero decir, Meli-san tiene motivos para suicidarse y seguramente a su tío le daba pena que lo hiciera de pequeña.
Sonreí a la cachorrita con orgullo —Pero eres fuerte, ¿hm?
Me alegré de que ninguna de las chicas se diera cuenta de que me había ruborizado al hablar de Gareth. Aproveché que Ivy decidió por mí mientras me miraba. Ya imaginaba que probablemente me tocaría y dediqué mi atención a la nueva pregunta.
En cuanto llegó a mis oídos, mi mirada se perdió y me quedé pensativa durante unos instantes, lo suficiente como para dejar que Sun-yun se viniera arriba y, después de soltar que volvería a ir a buscar a Émille, respondió por mí lo que le pareció.
Mi mirada se centró esta vez en la coreana y fruncí el ceño, desaprobando todo lo que acababa de decir.
—Estoy segura de que mi familia no ha hecho nada malo nunca —refunfuñé encogiéndome de hombros. —Y no, no tengo motivos para suicidarme... ¿Por qué dices esas cosas Sun-yun? No se trata de si soy fuerte o no... —dije con un tono de voz un poco disgustado.
—Es imposible... —negué con la cabeza. —No sé por qué tío Ralph no me habló nunca de los nephilim ni de que yo soy una de ellos... Pero imagino que, conociéndolo, querría protegerme... —contesté a Ivy, aunque mi mirada se cayó al suelo, quedándome de nuevo absorta.
Amber asintió cuando Sun-yun dijo que iría de nuevo a buscar a Émille, pero sin demasiado énfasis, casi con indiferencia, y con la pregunta de Ivy a Melissa, su atención se dirigió hacia la otra pelirroja sin ocultar la curiosidad que le provocaba su respuesta. Escuchó a todas y luego ladeó un poco el rostro, al tiempo que jugueteaba con su vaso vacío.
—¿Protegerte... de qué? —Lanzó la pregunta al aire, dirigiéndose a Melissa, pero sin que pareciese esperar respuesta de su parte sino, más bien, como si le hablase al mismo universo—. ¿Dónde ibas a estar más segura que con nephilim? Si tuviéramos las respuestas quizá sería más sencillo encontrarle.
Sacudió entonces la cabeza, como apartando esas ideas poco apropiadas para una fiesta, y volvió a mirar a la coreana.
—¿Quieres que te acompañemos? —preguntó, justo en el momento en que tanto Sun-yun como Melissa percibieron un sonido debajo de la cama, algo que parecía... ¿Un ronquido suave?
Tirada oculta
Motivo: Percep+Alerta Sun
Dificultad: 6
Tirada (1 dados): 7
Éxitos: 1
Tirada oculta
Motivo: Percep+Alerta Mel
Dificultad: 6
Tirada (4 dados): 1, 9, 6, 2
Éxitos: 1
Cuando Meri-san negó querer suicidarse y me preguntó por sus motivos hice un gesto de manos y hombros indicando qué no tenía cómo responder de lo obvio que era.
Coño, era cómo si negara que llueve en plena tempestad y me preguntara que por qué digo que llueve.
¿No era evidente? ¿O estaba usando eso que las chicas de la resi llamaban sarcasmo?
Anbel también parecía estar graciosilla, igual no deberían haber bebido antes de comer, sino al revés.
— Pues quería protegerla de rodearse de cosas cortantes y de gente como tu —roté mis ojos hasta la cama y al ver la kyo volví a cogerla—.
Mi intención era tirarsela a Mel; con un arco era difícil darse a uno mismo aunque seguro que ella lo conseguía, pero mi kyo sería más práctica para comprobar si su tío tenía o no motivos para preocuparse.
Sin embargo, antes de hacerlo o responder a Anbel -que no se cortaba ni un pelo con sus ganas de enseñarle a lanzaman su puto pijama horrible- unos ronquidos me acojonaron.
— ¡Kuri! —pensé que volvían a por mis pensamientos.
Me paré a escuchar bien y ver que venía de debajo de la cama hice una señal a Anbel.
— ¿Lo has oído? ¿Qué hay? —que se la comieran a ella primero.
Miré a Amber todavía con el ceño fruncido pero no pude evitar suavizar mi expresión al escuchar su voz. Todavía dudaba un poco si realmente estaba más a salvo con los nephilim que con mi familia. Estaba claro que después de ver contra lo que luchaba Ralph en casa, desde luego allí no lo estaba.
Bajé la mirada, como reconociendo finalmente que era muy extraño que me lo hubiera ocultado todo. Pero seguía estando segura de que alguna razón de peso habría.
Seguí en silencio hasta que escuché ese ruido que provenía de debajo de la cama de Sun-yun. Arrugué las cejas y miré en dirección al colchón sin acercarme. No imaginaba qué podía ser, pero tampoco quería comprobarlo yo primera.
—Parecía como un ronquido... ¿O un... pedo? —pregunté mirando a la coreana. Parecía que sólo nosotras lo habíamos escuchado.
A Ivy se le escapó una risita en el momento en que Amber os miró y luego llevó su vista a la cama. La pelirroja al escuchar a Ivy puso los ojos en blanco.
—Oh, venga ya... —dijo, girando sobre sí misma para acercarse a la cama sin llegar a levantarse.
Entonces se tumbó y apoyó la cabeza de lado sobre el suelo. Se rió entonces ella también y estiró las dos manos para atrapar algo y sacarlo tirando, quedando ella de rodillas. Pudisteis ver entonces una mano de pequeño tamaño, seguido de un brazo y finalmente una niña. La pequeña Josephine parecía haberse colado en la fiesta y haberse quedado dormida espiando.
—Hmpfff... —suspiró la niña revolviéndose al ser sacada de debajo de la cama.
Sus párpados cerrados se fruncieron y su nariz lo hizo después. Finalmente entreabrió un poco los ojos y miró alrededor, confusa y somnolienta.
Ivy contempló a la niña ladeando el rostro y luego os miró.
—Parece que tenemos... una pequeña polizón —comentó para después reírse de nuevo detrás de sus dedos.
Miré raro a Meri-san cuando habló de pedos intentando no reírme pero bastó una risa para que la mía también se escapara para ser atrapada por mis manos.
Al ver a Anbel tumbarse la empujé con la punta de la nariz al foso dimensional que se había abierto bajo mi cama hacia el abismo de los kuris come-pensamientos.
Pero cuando en lugar de un demonio salió una mutante, me enternecí al segundo y aquella noche volvió a ser una buena idea.
— Dejémosla dormir —dije muerta de monería—. Os enseñaré un juego más silencioso —propuse ignorando que la pequeña princesa de mi otra hermana Herondale se había dormido con Psy sonando—. Se llama la ruleta del silencio.
Me levanté y destapé la primera capa de mi cama — Acuestala.
Al ver cómo a Sun-yun se le escapaba la risa, me contagió un poco y no pude evitar reírme también. Sin embargo, cuando vi que el ruido provenía de Jo dormida, me tapé la boca para no despertarla.
La verdad es que estaba muy bonita. Si despierta ya parecía un angelito, así todavía más. Observé desde mi posición cómo la coreana le preparaba la cama a la pequeña para acostarla. Sonreí y a partir de ese momento me moví con sigilo con tal de no despertarla.
Miré a Ivy disfrutando por verla sonreír a ella también y finalmente volví a dirigir mi mirada a Sun-yun, esperando que explicara las normas de ese juego que acababa de proponer.
La niña se hizo un ovillo en cuanto estuvo tumbada sobre la cama y la fiesta no duró mucho más. Tras algunos juegos y un poco de charla, las chicas se fueron dispersando de regreso a sus habitaciones. Ivy se ofreció para llevar a Jo a la suya de camino y Amber a ayudar a Sun-yun a recoger las cosas pero como fuese finalmente cada una se tumbó en su cama tras una noche intensa e interesante.