Partida Rol por web

- Seguro que si se acuerda de usted - dijo con amabilidad - se lo diré. No se preocupe por eso -

Su cuerpo se tensó cuando escuchó a Nate hablar. Permaneció con la vista al frente sintiendo un ligero temor ocupando una parte de sus pensamientos. Otra le decía que no tenía de que preocuparse, pero apenas se hacía oir.

- No pasa nada, Dylan - dijo en respuesta a las palabras del joven sin volverse. - Todos estamos algo nerviosos. - miró al piloto y le dijo algo en voz baja

- ¿Me permite darle algo de beber al señor Nate? - su pregunta fue expuesta con timidez y casi moviendo solo los labios. Llevaba aún media botella de aquarius en el bolso.

Su mandíbula crujió tras el impacto de su puño. La sangre aparecía en la cara del joven, mientras seguía con su sonrisa burlona. Aquello enfurecía más al poli, que con la mano izquierda asestó otro crochet al pómulo izquierdo. 

El apolíneo rostro de aquel jovenzuelo, empezaba a ser castigado por Wallace, y su sonrisa llena de dientes blancos, empezaban a teñirse de rojo. Escupió algún molar, y tras leves quejidos, empezaba a suplicar clemencia. El ruido del helicóptero parecía acompasar cada uno de los golpes. Un giro del rotor, equivalía a un golpe directo, en rostro, pecho, estómago, donde podía descargar aquella tormenta de golpes. 

Su furia era implacable. Cada golpe, llevaba un nombre... Sara, Steve, Chris, Leticia, Amanda... y cada amago de querer parar, llevaba los rostros de los padres... con sus lágrimas frescas en su memoria. Cada uno de los golpes, llevaba el nombre de las víctimas de aquel sádico hijo de puta. 

Pronto, los quejidos y lamentos, dieron paso al silencio, sólo roto por la atronadora lluvia contra el techo de uralita de aquel semiabandonada nave, por las sirenas de los coches de policía, y por el sonido del rotor del helicóptero de la NYPD que apoyaba desde el aire la redada. Lo había matado con sus propias manos. Aquello lo ponía en la misma bajeza moral que aquel tipo, probablemente. Lo había matado a golpes, con una rabia hasta ahora oculta. Aún era pronto para evaluar las consecuencias de aquello, pero probablemente su carrera, y su vida, habían dado un cambio para siempre.

Despertó de aquella pesadilla tan real como vivida en el pasado. El mecer del helicóptero y el ruido costante, junto con el dolor que en los músculos le había dejado la descarga del táser del piloto, hicieron que se quedara dormido. Cuando despertó aprovechó uno de los silencios en la línea interna. 

- Smith, veo que no han traído mi agua de fuego... voy a tener que quejarme al Señor Dark, del pésimo servicio de a bordo... - dijo con cierto humor estéril, más buscando una camaradería y un perdón ante una conducta vergonzante. No sentirse aislado entre los más adultos, era lo que ahora buscaba el pobre de Wallace. Rebajarlo a la actitud pueril del chico, no hacía sino que se molestara más asi mismo. Nadie atacaba a Nate Wallace, ni siquiera verbalmente, y estaba seguro de que si la escena se repitiera de nuevo, la reacción sería la misma.

El piloto bufó al escuchar los comentarios de los dos esposados y contestó manteniendo la calma con dificultad "No causar problemas.... Como se les ocurre pelear en un helicóptero? Y junto a una embarazada.... No tienen respesto, no tienen vergüenza y lo que es peor nos podríamos haber matado todos. Han pensado en lo que pasaría si me hubieran dado algún golpe en su pelea? Si hubieran abierto una puerta? Hasta ahora siempre había pensado que el señor Dark era infalible, hasta ahora...."

Entonces Nadia sugirió llevarle algo de beber a Nate y el piloto se encogió de hombros antes de decir con voz firme por los cascos

"Aunque no se merece ni el aire que respira Wallace la señorita Stinson le dará de beber. Si se atreve a ponerle la mano encima le tiraré del helicoptero. Me da igual si es policia, inspector o agente de la CIA, volará como una puta gaviota, lo entiende?. Si por mi fuera......Por favor señorita, no se acerque demasiado a él...."

Nadia sacó la botella de aquarius y dejó el bolso en el asiento del copiloto mientras se acercaba a Nate con la mirada baja. Tenía cierto miedo de mirarlo directamente a los ojos. Se sentó en el asiento para poder acercarle la botella ya que no podía agacharse. No se paró a pensar que a lo mejor el hombre tendría reparos de beber de una botella empezada. Ella se había hecho todos los análisis habidos y por haber desde que estaba embarazada así que sabía que no tenía nada contagioso.

- No es agua. Y desde luego no es vodka, pero espero que le sirva...-

No añadió nada más, pues no iba a poder consolar el ego de ninguno de los dos. Volvió a su asiento despacito para no perder el equilibrio

- Muchas gracias Timothy - dijo bajito con ojos agradecidos.

El piloto le sonrié y le guiña un ojo a Nadia mientras le dice

"Señorita Stinson, como es la única pasajera que ha demostrado tener algo en la cabeza... Le gustaría llevar el helicóptero? No se preocupe yo tendré el otro mando a mano por si sale algo mal. Es completamente seguro. Es algo así como su bautizo en el aire, se atreve?"

Cuando la mujer le acercó aquella botella, sintió una decepción enorme. No había bebido aquello desde su última gastroenteritis tras pedir unos tallarines vietnamitas en el Ho Chi Minh House's de Downey con la octava.

-Gracias querida - musitó antes de darle un trago largo a la bebida isotónica. Luego se le ocurrieron mil preguntas que hacer y otros tantos temas sobre los de que hablar, pero ya se había dado cuenta de que no iba a encontrar sino desidia y malestar en las respuestas, así que optó por el silencio, mientras intentaba perder la mirada en la inmensidad del océano. 

Y el inmaduro seguía siendo yo... Después de una disculpa sincera, de un lo siento, nunca se merece esa herida en el orgullo, una charla milicial de como actuar, nunca se merece uno que lo vuelvan a pisotear... pero el inmaduro seguía siendo yo.

Yo me defendí, y le recriminé que al igual que él yo me podía defender, yo me podía liberar de la rabia también, el no pedía perdón, el pedía vodka... y por ello se le premiaba con algo con lo que enjuagar sus labios, pero el maduro de los cuatro seguía siendo yo.

No iba a abrir la boca, ellos habían perdido la inercia de la lógica para mí, incluso el comandante que al principio supo frenarnos, luego, sólo sabía despilfarrar su ego y beneficiar de forma desequilibrada a sus rehenes. Quizás aquel silencio pudiera ser inmaduro, pero al menos lógico, y en ocasiones como aquella, agradecía mi lógica.

Si no fuera porque los cascos me evadían del ruido de las aspas, me saldría totalmente de la conversación de ellos.

Apreté los puños y esperé que aquel viaje terminase pronto. Mi deducción de todo era firme.

A pesar del ambiente sombrío en la parte de atrás, el rostro de Nadia se iluminó. Su bebé también pareció estar conforme pues empezó a notar como se movía.

- De verdad puedo? - preguntó mirándose el bulto. No sabía si aquello podía ser un impedimento. Aunque si lo fuera, Timothy no se lo habría propuesto.

Momentáneamente feliz con sus nuevas adquisiciones y observando en la galería las fotos que había realizado con una ligera sonrisa que se perdió al mencionar a su mujer, perdiéndose entre los dolorosos recuerdos.

La voz del piloto le hizo alzar la mirada del móvil, bloqueándolo y guardándolo en el bolsillo trasero del pantalón.

- Sí, sí. Estoy listo.- Miró por última vez el suelo al no saber cuándo volvería a tocarlo con los pies antes de dirigirse al helicóptero, siguiendo las instrucciones que le indicaban.

Haciendo caso a la mujer, intentar retomar la conversación sobre sus obras.

Tiene usted razón. Lo mejor será que obviemos la interrupción y nos hable de sus obras

Los pasajeros subieron al helicóptero para encontrarse una fila de cuatro asientos forrados, en un cuero lujoso en cuya parte superior reposaban unos auriculares voluminosos. Los auriculares eran modernos, tapaban completamente los oídos para aislarlos del ruido del rotor, y del derecho sobresalía un micrófono para facilitar las comunicaciones.

En cuanto se hubieron acomodado en los asientos, se hubieron puesto los cinturones de seguridad y los auriculares pudieron escuchar la potente voz del piloto en sus audífonos

"Buenos días señoras y caballeros, soy el comandante Timothy Smith y seré el piloto durante el vuelo a Dark Island. La duración aproximada del mismo será de 2 horas y 20 minutos y se espera algo de niebla y viento durante el camino. Les ruego que permanezcan sentados y con el cinturón abrochado durante el trayecto y les recuerdo que todos los micrófonos están interconectados por lo que la privacidad será limitada durante el vuelo. Voy a proceder a pedir permiso a control de vuelo para el despegue. Si tienen alguna pregunta estoy a su disposición para hacerles el viaje lo más ameno y cómodo posible"

Los pasajeros pudieron escuchar como el piloto pedía permiso para despegue al control de vuelo y como tras obtenerlo empezaba a manipular los mandos haciendo que el sonido del rotor penetrara en los oídos de los pasajeros a pesar de la protección.

El aparato se elevó en el cielo de la mañana de Nueva York y puso rumbo hacia el norte, siguiendo el cauce del río Hudson hacia su desembocadura en el océano. La voz del piloto resonó clara en los auriculares diciendo

"Señores pasajeros, si miran a su derecha podrán ver el orgullo de Nueva York, el símbolo de nuestra ciudad, la estatua de la libertad"