Partida Rol por web

La habitación Nueva York es una habitación 8 metros cuadrados con una decoración modernista donde destaca una mural que ocupa toda la pared del skyline neoyorquino iluminado. La cama, de abeto californiano, es baja y no tiene mayor función que la de proporcionar el máximo descanso tapando lo mínimo posible la belleza del mural.

Flanqueando la cama se encuentran dos mesillas de noche bajas de abeto de dos cajones,  sobre las que descansan 2 lámparas cerámicas achaparradas. 

Frente a la cama se encuentra  un armario de 3 cuerpos vacío con las perchas suficientes y a sus pies hay una pequeña caja fuerte de combinación, abierta,  que permite poner una combinación de 4 dígitos a la que acompaña un pequeño folleto de instrucciones. Junto a él, una cómoda austera de 3 cajones entre la puerta del baño y el armario, acabando la pared con una enorme televisión frente a la que hay un sofá para tres personas. De la pared salen varios mandos de consola, por lo que se podría pensar que forman parte de un centro de entretenimiento.

A la izquierda de la cama hay un escritorio metálico con una silla de oficina. Una cafetera de capsulas está colgada sobre una estantería a la izquierda del escritorio.

Las paredes son blancas, a excepción del mural, y el techo es de un color plomizo, como el cielo de Nueva York en invierno. La iluminación de la habitación proviene de unos focos, al estilo del cine, de los laterales de la habitación. Para acabar, En el techo parpadea perezosamente un detector de humos del sistema antiincendios.

Simplemente respiré profundamente al volver a estar solo. Era algo que estaba deseando saborear. 

Coloqué mal la ropa, sin ni siquiera intentar quitarle las arrugas. Simplemente la colgué como pude. Luego pusé una de esas capsulas de café en la máquina, y seleccione entre mi bar particular, el licor con el que iba a bautizarlo. 

Tras empezar a llenar la bañera, para darme un baño, me dispuse a mirar por la ventana, mientras mi enfado por haberme quedado sin revolver, iba en aumento.

No estaba siendo un día fácil para el detective Wallace. Nate se seguía llamando así mismo detective porque era lo que era, aunque temporalmente no pudiera realizar el trabajo, era algo que notaba en su ser como esos miembros fantasma que sienten los amputados aunque saben que ya no están allí. El café era intenso para ser neoyorquino, algo más amargo y con más cuerpo de lo que estaba acostumbrado pero cumplió su función de estimularle.

En su habitación no había baño, algo realmente extraño en una mansión tan grande de alguien tan rico, así que abrió la puerta del baño buscando una bañera donde relajarse pero desgraciadamente no la había. En cambio una enorme ducha de 3 metros de largo por 2 de profundo se presentaba como su mejor opción.

A la misma altura de su puerta pero en la pared opuesta se encontraba la puerta a otra habitación y a su izquierda una puerta que le llevaría de nuevo al pasillo :)

Antes de ducharme, y mientras saboreaba aquel metropolitano café, ya semi-desnudo, me puse a comprobar el informe sobre el atestado que la señora Stinson había tenido. Para ello enchufé mi portátil a la red eléctrica y me dispuse a hacer una búsqueda rápida.

Nate tenía muchos defectos, demasiados para ser citados, pero el desorden no era uno de ellos. Todo lo relativo a sus casos estaba ordenado de forma exquisita con un doble indice por nombres y fechas que le permitían llegar a la información de forma fácil por lo que encontrar lo que buscaba le costó menos de 3 minutos.

El caso de Stinson resultó ser un atropello con victima, algo que estaba bastante alejado de los casos que solía tratar. La señora Stinson al volante atropelló a una mujer debido a un desvanecimiento de la conductora, algo que según su información se producía con frecuencia y que era conocido por ella. Su labor había sido la de hacer unas preguntas rutinarias y rellenar un informe. Según recordaba el fiscal quiso acusarla de homicidio imprudente pero la señorita Stinson trabajaba en un importante buffete de abogados que la libró de aquello sin problemas.

Por las fechas de los informes recordó que en esos tiempos hacía más horas extras de las que debería, y bebía algo más de lo aconsejado, para superar su último desengaño amoroso.