Partida Rol por web

Querido cuaderno, vamos a pasar juntos las próximas semanas y espero que seas mi fuente de inspiración porque tengo un problema y solo tú puedes ayudarme. Me llamo Agatha Christie, pero no soy esa Agatha Christie, soy una chica de 17 años que parece tener 14 que vive en un pueblo que dudo que aparezca en los mapas, pero si apareciera sería bajo el nombre de Villa Oveja, Gales. 

Te estarás preguntando que problema puede tener una chica de mi edad, verdad? Dinero. Un dinero que me aparta de mis sueños de ser una escritora de éxito a largo plazo y de entrar en Oxford a corto. Sin dinero estoy condenada a convertirme en lo mismo que mis abuelos, mis padres y mis tíos: peón agrícola cuya máxima aspiración puede ser el convertirse en esquilador. 

Este es mi destino, pero tú puedes evitarlo. Solo tú. Dentro de 6 semanas acaba el plazo para presentar trabajos para la beca Christie y en el ordenador no puedo escribir. No soporto como el cursor parpadea cada vez que me paro, como burlándose de mi por no ser capaz de mantener el ritmo, ni soporto la facilidad con la que se puede borrar todo pulsando una sola tecla, es injusto lo fácil que es destruir y lo difícil que es crear. Te necesito, eres mi única posibilidad. 

Y Agatha, sí tú, la verdadera, si estás por ahí ayúdame. Para mi escribir es como respirar y voy a escribir una de tus historias. Espero que no te enfades. La llamaré "Un puñado de negritos". Manos a la obra...

*****

Alguien está aporreando su puerta insistentemente mientras intenta despejar las brumas del sueño de su mente. Un vistazo rápido a la mirilla desvela un hombre bien vestido, con más pinta de camarero que de hombre de negocios, que espera pacientemente la respuesta desde el otro lado.

En cuanto la puerta se abre el hombre se presenta con unos modales exquisitos identificándose como Derek Lipton, hombre de confianza del señor Dark, un excéntrico multimillonario famoso tanto por sus actos de filantropía como por el excesivo celo por conservar el anonimato.

El hombre le tiende un paquete indicándole que todas las instrucciones necesarias están en su interior. Tras despedirse con cordialidad se marcha dejándole frente al paquete. Lo abre con curiosidad y vierte su contenido en la mesa de la cocina, una carta a su nombre y un teléfono móvil de prepago. Una carta que le cambiaría la vida y con una oferta a la que era prácticamente imposible decir que no.

Espera, espera!!!. Todavía no hemos dicho quien es ella!!. Uhmmm, déjame pensar, será una hombre, no muy joven, duro, de esos de los que lo han visto todo y poco le sorprende, alguien como....Sí, un policía!, pero no un policía cualquiera, alguien con un rincón oscuro, pendenciero, justiciero, alguien que debería haber detenido a un malechor y en lugar de eso lo mato, digamos que se le fue la mano y fue lo suficientemente listo para librarse de la culpa. Alguien realmente malo, un camello o mejor aun, un pederasta. Odio a los pederastas!!!, deberían cortársela y meterla en un frasco y no dejarles salir a ver la luz del día.  Sí!, funcionará!. Me encanta este personaje!. Se llamará Nathan, pero preferirá que le llamen Nate como mi personaje favorito de Gossip Girl y Wallace, alguien como él solo se puede apellidar así, como Sir William, mi personaje favorito histórico con perdón de Mel Gibson...

****

Nate miró el paquete con interés una vez que vio el logo de industrias Dark. Conocía de sobra la fama de industrias Dark, sus actos filantrópicos y la excentricidad de todo lo que se movía el entorno del misterioso señor Dark. Sabía que su compañía era la que más aportaba con diferencia a los distintos fondos de la policia: orfandad, ayuda a policias retirados o comprar de prótesis para los que sufrían algún "accidente" en el trabajo. Dentro de la comisaría se había brindado con cervezas por el cabrón de Dark en más de una ocasión, el tipo tendría mucho dinero y seguro que cometería cientos de delitos como todos esos ricos que solo miraban por ellos, pero al menos este rico, les ayudaba a realizar su trabajo, sin pedir jamás nada a cambio.

Abrió el paquete,con curiosidad, y al ver su contenido alzó la ceja. Una carta con un sobre normal, sin emblemas ni marcas, y un viejo NOKIA 3310 encendido y que parpadeaba, indicando que había sido cargado recientemente. Un contenido extraño para un paquete, y más si venía de alguien como Dark que podía permitirse limpiarse el culo con billetes de cien pavos y utilizar Iphones X de posavasos. Que podía querer de ella?

Nate abrió la carta y empezó a leer con expresión aburrida, como solo hace un policia acostumbrado a leer cientos de informes, intentando encontrar una pista, algo que los demás no han visto con anterioridad.

Nate leyó la nota con cierta curiosidad. Cualquier cosa que le sacara de su monótona y actual rutina era algo que celebrar para el apartado policía. La sensación agridulce de  haber cumplido con sus principios y de haber fracasado como poli, le perseguía cada noche, dominando cada día una de esas sensaciones, y envolviéndole en un tornado de dudas.

Cuando vio la cifra que el Serñor Dark ofrecía, su expresión se tornó en ojjiplática. Aquello era más que su salario anual de poli... bastante más de hecho. Encima parecía que lo que pedía, investigar a un posible socio, no suponía ni un trabajo peligroso, ni algo que estuviera fuera del alcance de sus posibilidades. Sin embargo, aquella cantidad, tan redonda le despistaba. ¿Quien pagaría tal cantidad por una simple investigación?. Aún sabiendo que el Señor Dark, tenía el dinero como castigo, no dejaba de preguntarse que más había detrás de todo aquello. 

De todas formas, en su foro interno, ya había decidido aceptar la propuesta. La suma era demasiado jugosa para rechazar la oferta. 

No sabía si la futura llamada de dentro de 12 minutos, incluía un transporte inmediato, pero si así era no quería pillarle in fraganti. Conocía la extravagancia de estos multimillonarios, acostumbrados al amén de todos sus mandatos. Así que se adecentó con algo de ropa nueva, se peinó su poco pelo lateral, y luego cogió de su mesilla de noche, un revólver del 38, con el tambor lleno. Una revólver que se había agenciado en los barrios bajos. Un revólver sin número de serie y sin registro aparente. Sabía que se la estaba jugando, pero la sensación de seguridad que le daba el arma, valía la pena el riesgo.

Luego simplemente se sirvió un escocés 'on the rocks' y se sentó a degustarlo a la vez que jugueteaba con aquel antiguo móvil, esperando la llamada que se produciría en unos 5 minutos.

La luz del móvil parpadeaba cansinamente mientras los segundos se iban desgranando, uno a uno, como en un reloj de arena con el agujero entre cuerpos más estrecho de lo normal. El hombre más poderoso del mundo le iba a llamar a un teléfono de hace 20 años para ofrecerle la oportunidad de su vida? En serio?. Si no estuviera en su casa pensaría que estaba siendo víctima de una cruel broma, de esas de cámara oculta de las que salen en los programas dominicales, pero allí estaba, como el teléfono y la carta. El reloj de la cocina indicaba que el plazo se había cumplido cuando el teléfono empezó a sonar. Se podría decir muchas cosas del señor Dark, pero impuntual no era una de ellas.

Timorato y nervioso, dejó de mirar el reloj. La melodía del móvil le había sobresaltado. Bebió un trago rápido, un último sorbo del whisky que le frunce el ceño y le quema la garganta. Pero al parecer, le serena. Lo suficiente para carraspear, y con ahora una mayor tranquilidad, apretar la tecla con el teléfono verde serigrafiado:

-Diga.

Por unos instantes no se oyó nada al otro lado del hilo telefónico, como si el altavoz del antiguo aparato no funcionara correctamente, pero tras unos segundos de espera tensa se escuchó una respiración trabajosa y metálica , seguida de una voz distorsionada electrónicamente con una cadencia cansina y un tono artificial. Con esa voz Dark podía ser un hombre o una mujer, joven o viejo, incluso podía ser alguno de esos enfermos atados a una silla de ruedas y que necesitaban un ordenador para hablar como Stephen Hawking. Todo era una misterio a su alrededor, uno ridículo, puesto que esa misma noche iban a reunirse.

El mensaje no daba oportunidad a la réplica, en 30 minutos tenía que estar en la calle con la maleta preparada para que le recogieran. Instrucciones sencillas de implementación compleja a esas horas de la mañana.

No se podía negar que el tipo estaba acostumbrado a que le obedecieran. Siendo tan asquerosamente millonario uno se podía permitir el lujo de ser todo lo excéntrico que se quisiera.

A Nate la llamada de Dark le intranquilizó. No esperaba aquel tono metálico e impersonal al otro lado del hilo telefónico, y le había descuadrado el no haber podido hacer siquiera una pregunta.

Cuando intentó analizar todo aquello, cayó en la cuenta de que apenas le quedaban 28 minutos para hacer la maleta, hacia un destino desconocido. En su caso era fácil pero no por ello dejaba de llevarle un tiempo.

Se movió raudo hasta el dormitorio y sacó una maleta cuadrada, como aquellas antiguas que llevaban los emigrantes antiguamente, y la puso sobre la cama. El vestuario no le supuso ningún problema. Varios trajes de chaqueta que descolgó y colocó en la maleta con total descuidado, alguno incluso con la propia percha. Lo acompañó de dos pares de zapato, que ni siquiera se molestó en embolsar para no manchar los trajes. Un par de corbatas que hicieran juego con los trajes, y la ropa interior necesaria.

Una pequeña bolsa de aseo, con lo propio  para el aseo diario. Su maquinilla de afeitar y aquel after-shave de olor tan fuerte, como el que usaban los hombres de verdad. Cuando cerró la maleta por primera vez, recapacitó. No sabía del tiempo libre que disponía o iba a disponer, así que añadió varios informes a la maleta, con el fin de adelantar trabajo. En la segunda apertura de la maleta, incluyó dos botellas de whisky, porque nunca se sabía que podía pasar. Por último, dos cajas de munición de 24 unidades, aunque una de ellas ya estaba abierta, cosa con la que se maldijo.

Comprobó por último que llevaba consigo en su pequeña cartera de mano, su grabadora, libreta, linterna portátil y un pequeño ordenador portátil con el que desesperaba ante la lentitud del mismo, pero donde manejaba una base de datos importante de la poli, tras una copia que pudo realizar, el día antes de su expediente.

Con todo aquello ya estaba listo. 4 minutos, y esperaba disipar muchas dudas... aunque algo le decía que el chófer no iba a ser demasiado hablador.

Tras la conmoción inicial por lo extraño del mensaje y las prisas por hacer la maleta, la fría niebla de la mañana fue la siguiente en darle la bienvenida, la típica niebla neoyorquina de febrero que te cala hasta el tuétano y te hace desear venderlo todo y mudarte a Florida, como si fueras un de esos viejecitos que van en tropel al estado del sol como su particular cementerio de elefantes.

Afortunadamente, la silueta negra y alargada de la limusina no tardó en recortarse en una niebla que se mezclaba con los gases de combustión de los coches, en plena hora punta y que presagiaba un camino largo y aburrido a dondequiera que le llevase su exclusivo transporte. El coche paró enfrente de él y bajó la ventanilla para preguntarle con una sonrisa

"Bonjour monsieur, Es usted Monsieur Wallace?"

Un rápido cabeceo afirmativo desencadeno toda la acción. La conductora de la limusina bajó de un salto y puso la maleta en el maletero y acomodó en el cálido interior del coche a su cliente especial. Una vez ambos dentro dedicándole su más profesional sonrisa le saludó recitando una cantinela que debía haber convertido en un mantra a lo largo de sus años de servicio

"Bon jour, monsieur Wallace y bienvenido a su servicio de limusinas Stark, soy Madeleine Brochard y seré su conductora hoy. Mi misión no es solo transportarle de un sitio a otro sino hacer que su traslado sea lo más grato posible. Entre los asientos podrá ver una serie de controles para regular la temperatura del habitáculo, seleccionar la cadena de televisión o radio que desee o acceder a las funciones de oficina donde podrá activar teléfono, fax, internet y lo que pueda desear. Junto a la puerta de la izquierda podrá encontrar la cafetera y las capsulas para poder preparase hasta 36 tipos distintos de bebida caliente. Junto a la puerta derecha podrá encontrar una variedad de bebidas alcohólicas: Cognac, Whisky, Champagne, Vodka..." abandona por un momento su voz comercial para guiñar un ojo a su cliente y decirle en tono confidencial "esto es mejor que un todo incluido del caribe.." carraspea y finaliza con su tono de voz comercial "Y si tiene cualquier necesidad solo tiene que pedírmelo, sus deseos son mi trabajo. Si desea cerrar el compartimento entre el conductor y usted debe pulsar el botón rojo del panel entre asientos".

La conductora giró la llave en el contacto y se adentró en la hora punta de Nueva York deseando que aquel encargo especial, en el día del cumpleaños de su hijita, no le llevara demasiado tiempo. 

La llegada de la limusina negra, hizo sentir importante al bueno de Nate. En su vida, había montado en un vehículo así, salvo para sacar huellas de algún homicidio. 

Cuando vio a la mujer conductora y ante su presentación, y la referencia a "que sus deseos eran su trabajo", no pudo evitar pensar en una escena sexual en la parte trasera del vehículo. Demasiado porno. Demasiada soledad.

- Buenos días, querida... cuando quieras - dijo deshaciéndose de la gabardina. 

Afortunadamente el alcohol del lateral del coche, le ayudaría a sobrellevar la tensión, y el viaje. Echó un vistazo a cada una de las botellas, y abrió la que, a ojo de buen cubero, le pareció la más cara. Tras servirlo y su correspondiente sorbo, rompió el hielo dirigiéndose a la chófer:

- Y bien... ¿cuanto nos queda de camino?.

Madeleine sonrió como compartiendo una broma que no había sido dicha verbalmente mientras respondía "Estamos en Nueva York y es hora punta, usted mejor que nadie agente debería saber que en hora punta predecir el tiempo del trayecto es prácticamente imposible. Vamos hacia el sur, a Battery park, allí le espera un helicóptero. Y ahora déjeme hacer mi magia, espero que no me multe agente, todo lo hago para llevarle a su destino lo antes posible"

El coche partió de Queens, el barrio en el que vivía Nate desde que nació, y tras cruzar el puente de Queensboro se internó en el midtown de Manhattan. El tráfico matinal en Manhattan era infernal pero la pericia al volante de Madeleine era extraordinaria, la agresividad con la que metía la limusina en el hueco más inversosímil para ganar un puñado de metros a la vez que intentaba ser suave para que el viaje fuera placentero.

Tras cruzar el puente se dirigieron en dirección oeste por la 59 Este en dirección a Central park. Desde allí giraron a la izquierda para dirigirse al downtown por la quinta avenida hasta llegar a Washington square. Allí giraron por la 8 Este hasta llegar a broadway, que les llevaría directamente hasta battery park, donde cada día miles de neoyorquinos y turistas tomaban el ferry a Staten Island para acudir al trabajo o simplemente ver de cerca la estatua de la libertad.

Dos minutos más tarde la limusina se estaba deteniendo en el aparcamiento del embarcadero 6 desde donde se podía ver un helipuerto donde un aparato de color negro con el logotipo de industrias Dark reposaba a su espera.

Con una gran sonrisa Madeleine se dirigió a su cliente diciéndole

"Señor Wallace, hemos llegado a nuestro destino. Gracias por viajar con limusinas Stark. Espero que haya disfrutado del viaje y confiamos en verle pronto de nuevo. Recuerde recoger su equipaje y preséntese ante el piloto del helicóptero para recibir información de su plan de vuelo. Necesita que le ayude con el equipaje señor?"

Por un momento, sintió la tentación de darle una propina a aquella mujer. No por ser bella y simpática y haberle hecho más ameno el viaje. En su foro interno, sabía que quizás si hubiese sido un hombre, hubiera apretado aquel botón rojo que levantaba la mampara entre viajero y conductor. Pero con una mujer, nunca se cerraba a nada. Siempre tenía la esperanza de que el amor tocara en su puerta, y acabara con aquellos días de soledad en el sofá, comida recalentada y teletiendas de madrugada. 

Quiso darle la propina, por la eficacia de su trabajo. Los buenos trabajos tienen que ser recompensados, y sin duda la chófer había conducido por las calles de Manhattan con absoluta destreza. Finalmente, lo descartó por parecerle poco profesional. Se despidió de ella, sin demasiados aspavientos, rechazando educadamente la oferta sobre el equipaje y dándole una tarjeta personal por si en algún momento necesitaba de sus servicios. Con un apretón de manos, más suave de lo habitual se despidió de ella, para correr casi en cuclillas hasta el helicóptero que ya mecía sus furiosas hélices, provocando que la corbata de Nate apareciera por sus hombros, danzante.

Hizo un saludo militar al piloto, y se montó dentro. Tampoco le impresionaba viajar en helicóptero. Muchas veces, en él NYPD, se había desplazado rápidamente en ellos a zonas donde se mantenían a sospechosos rodeados, o escenas del crimen de difícil acceso. A lo que no se acostumbraba Wallace, era a la belleza a vista de pájaro de la ciudad que nunca duerme. Aquellas inmensas moles de acero y cristal intentando rascar el cielo, ahora gris, a ratos. No podía evitar que a su mente le viniera la atemporal canción de Sinatra... "New York... New York"

Nate pudo ver como un chico joven y una mujer embarazada iban camino de la terminal, previsiblemente habían pasado por ese helicóptero y se estaban dirigiendo a la terminal para resolver algún tipo de asunto. En cuanto Nate se plantó delante del helicoptero y subió a él el piloto le gritó

"Eh, amigo, donde cree que va?. Es usted acaso el señor Wallace?, si no es así puede ir bajando antes de que llame a la policía"