Partida Rol por web

El jardín estaba perfecto, justo a su gusto. Un caballo con la cabeza volada, un estúpido jardinero con la garganta rajada, un cuchillo afilado y una casa con 4 personas que podían morir o no por su mano, según le conviniera, un auténtico paraíso, la fuente de inspiración para su próxima novela. Podía verlo,  el contrato que siempre había merecido, vivir a cuerpo de reina de día y dejar de noche, de vez en cuando, salir sus instintos menos públicos. Adoraba matar, pero para matar había que seguir viva y para eso había que borrar las huellas de lo que había hecho. Hundió las manos y los puños de su vestimenta en el barro para ocultar la sangre, limpió el filo con la parte interior del abrigo y empezó a urdir una posible historia en caso de que le preguntaran mientras canturreaba la nana con la que había cerrado los ojos a Greg.

Caminó hacia la casa para reunirse con sus compañeros, si es que seguían vivos. Si habían muerto, bueno, tampoco era tan grave, simplemente trabajo de menos y más posibilidades de salir de allí con vida. Llegó a la puerta y giró el picaporte...