Partida Rol por web

Por parte de aquellas ambas lucecitas azules, estas también se encontraban listas para la batalla, canalizando magia en su interior hicieron que las temperaturas a su alrededor comenzaran a descender, creando pequeños trozos de cristal a su alrededor que rapidamente conformarían estalactitas -¿o estalagmitas?- de hielo.

Sin esperar ni un solo instante, estos carámbanos helados salieron disparados contra Raanmar, quien de forma diestra, logró romper la segunda en vuelo, como si de un increíble jugador de baseball se tratara. Aunque para desgracia de Raanmar, la primera le rozó ligeramente.

Se me está cansando el brazo ya, haz el favor de morirte de una vez. - estaba claramente cabreada y cansada ante la tanquencia del bicharraco, falló estrepitosamente debido a que se le estaba durmiendo el brazo derecho.

Aquella criatura blanquecina giró nuevamente su hoja golpeando con ferocidad el suelo, haciendo de esta surgir una pequeña contingencia enemiga conformada por uno de esos zombies repletos de vendas que ya habían visto, además de tres pequeñas criaturas completamente negras y ojos amarillentos.

- Hazme caso si te digo que este sujeto no está por hacerte favores ni mucho menos... me lancé de nuevo a atacar su brazo con un fuerte impacto, el bicho desde luego era bien duro de pelar, y eso que Yae le propiciaba una serie de golpes.

Raanmar se avalanzó sobre aquella criatura, con un poderoso golpe en su brazo, el intrépido revolucionario no solo logró golpear a aquella criatura, sino que además logró cercenar el brazo ya dañado de antes, a la par que atravesar el resto de su cuerpo con aquel tajo diagonal que le propició.

Aquel monstruo, partido en dos, se volvió negro mientras profería un tremendo alarido de dolor, de odio, de desesperación, mientras sus partes se iban derritiendo en el suelo, causando una mancha similar a la tinta o al petroleo. De donde tan solo sobresalía aquel cristal amarillento que habíais visto ser lanzado para convocar a aquella criatura.

Los otros monstruos, al ver que su líder fue derrotado, decidieron dispersarse y escapar; pero ya era demasiado tarde; las puertas de la fortaleza cayeron, y entraron los guardias rinocerontes, los cuales, aplastaron sin compasión a aquellas Sombras, mientras que los lanceros ratas empalaron a aquella criatura hecha de harapos.

Tan solo aquellas dos campanillas salieron volando, alejándose de los guardias, pudieron librarse de ser derrotados por estos; si no fuera porque una flecha furtiva, cruzaría el firmamento y en un movimiento circular, lograría atravesar a una y volver para atravesar a la otra sin mayores problemas.

Desde el balcón, la actitud del Príncipe John no se podría calificar de otra que la de una persona confusa, histérica, alocada, derrotada, confundida y enrabietada por lo que estaba ocurrriendo delante de sus narices, o mejor dicho, hocico. No solo había presenciado como su campeón había sido derrotado, sino como sus propios hombres se habían vuelto en su contra y acababan con los restantes miembros de su guardia personal.

¿¡Que?!

¡MI CAMPEÓN DERROTADO!

¿¡Y POR QUE LOS SOLDADOS ESTÁN ATACANDO A MIS HUESTES?!

¡Yay! ¡Victoria! - gritó entusiasmada la bruta coneja. - El cristal pa mi, que soy la MVP. - lo agarró sin esperar a sus compañeros.

Me acerco a Yae y dada su estatura tengo que bajar levemente el brazo para acariciarle entre las orejas...- No discutiremos esa parte, coneja... tras un suspiro de alivio, parece que por algún motivo los soldados se dedican a pelear contra esas sombras, lo cual me tiene que valer en estos términos.

- Aunque si esto es todo lo que está por venir, no sé hasta cuando seremos lo suficientemente fuertes para afrontar el desafio.

¿Tus huestes?

Una poderosa voz irrumpió el ambiente, haciendo estremecer a todos los presentes, en particular al Rey John, quien tuvo un enorme sobresalto al escucharla; al girarse los tres revolucionarios pudieron observar a un orondo león que estaba siendo acompañado por el fraile topo. Ambos habían irrumpido en la fortaleza.

¡Usaste Magia Oscura y Pagana para someter al pueblo con tus criaturas del abismo!

¡La hoguera es el mínimo castigo que mereces, hermano!

^{_{Pero eso molestaría a Madre...}}

El verdadero Rey se adentró al patio de armas dónde se encontraban los tres revolucionarios y los guardias del ejercito que habían entrado para acabar con las criaturas restantes; estos últimos se agacharon ante el paso de su verdadero monarca, rindiéndole pleitesía con sus reverencias y sumisión.

¿¡Hermano?!

¡Tendrías que estar en las cruzadas!

¡No deberías estar aquí!

¡No! ¡No! ¡No! ¡No!

Mientras el Rey John estaba teniendo una enorme pataleta de niño-grande, los guardias bajo órdenes del verdadero dirigente de aquel país, subieron las escaleras hacia sus aposentos y lo apresaron, no sin poco esfuerzo, hasta bajarlo al patio de armas donde su hermano y el resto de los revolucionados, ahora se encontraban.

Con un leve gesto por parte del Monarca, John fue desprovisto de su corona y encarcelado en los calabozos, mientras tanto, el Verdadero Rey, se acercó al grupo de los tres héroes, los cuales, a todas luces, parecieron sorprender al monarca, cada uno más que el anterior. Primero fijándose en la pequeña Yae, luego saltando al animal extraño y sin pelo que era Raanmar y finalmente al Lobo Rojo Nudista de Pyro.

Emmm... si... bueno... esto...

¿Y Robin Hood?

¡He venido porque su fama llegó hasta las Cruzadas!

¡Si no fuera por eso, quizás tardaría otros tantos años!

Por su parte, Robin Hood estaba bastante ocupado, en un lugar alejado del castillo y de todo aquel alboroto, al parecer había conseguido recuperar un tesoro más valioso que las monedas de oro, plata y bronce que había en aquellos sacos en los aposentos del Rey, el regalo del amor... amor con una noble rica, evidentemente. Eso cuenta como inversión.

Un poco confundido con todo lo que estaba pasando, el Rey decidió hacer lo mejor que pudo hacer, con un chasquido de dedos, el fraile regresó con un arcón bastante pesados, con restos de quemaduras y cenizas, acercándolo al resto de los presentes y usando una sencilla llave de madera, este lo abrió, ofreciendo el contenido a los tres revolucionarios.

¡Yo, yo! - gritó la coneja emocionada. - ¡Se me da bien lanzar cosas! ¡De hecho es lo único que se hacer a parte de ser super molona!

Por un instante el viento cambió, haciendo que los tres revolucionarios se dieran la vuelta ante esa repentina brisa; detrás de ellos a unos cuantos pasos, pudieron encontrar a no otra persona que el encapuchado de negro, justo enfrente de uno de los portales por los cuales habían entrado.

Temiendo que el legítimo Rey de aquel lugar los acusaran de brujería o de confabulación, los tres líderes revolucionarios se giraron hacia el monarca para comprobar, con sorpresa, que este mantenía de forma fija su posición, así como el resto de los guardias, soldados e incluso habitantes de aquella ciudad. Todos se encontraban paralizados.

Enhorabuena, al parecer habéis hallado la primera.

Ya es hora de volver.

Aún hay mucho trabajo por delante...

Tras decir esto, el encapuchado se giró sobre sus talones y desapareció entrando en aquel portal de oscuridad que aún seguía abierto ante los tres revolucionarios; mientras tanto, el resto de los habitantes de aquel mundo seguían paralizados, probablemente fuera temporal, por lo que tenían que darse prisa si querían atravesar ese portal sin ser acusados de brujería.

¡Tú, capullo! - señaló muy enfadada al encapuchado. -  ¿De que coño vas? Rompes nuestra ciudad y ahora encima te atreves a darnos órdenes... - aun así la coneja pasó por el portal, no sin antes gritar. - ¡Paso por aquí, no porque me lo digas, si no porque he decidido que quiero dejar de ser una coneja!