Partida Rol por web

El atardecer caía sobre el pueblo de Ruild, poco a poco los trabajadores del bosque y de las minas volvían a sus casas al igual que los pájaros y los conejos volvían a sus nidos y a sus madrigueras, la vida en Ruild era pacífica y tranquila, y esa tarde, era tal y como otra cualquiera, una tarde tranquila, normal de finales de verano. Se podía respirar la paz y la tranquilidad allá donde se fuera.

El pueblo elevado en aquella colina rodeada del río, hacía las delicias de los amantes de la belleza y la paz, algo que sin lugar buscaron los primeros colonos en su día en aquel mundo pacífico y tranquilo.

Algo rompió aquel ambiente tranquilo y pacífico, un sonido de metal chocando, de gritos, de pánico y de una multitud corriendo en dirección al pueblo; las mujeres llevaban a sus maridos e hijos ensangrentados al pueblo, la sangre caía a borbotones y las ropas desgarradas indicaban que un portador de arma blanca estaba causando caos en las afueras de la ciudad.

Estaba haciendo mi guardia como siempre, aunque no sé para qué nunca pasa nada. Iba tranquilamente pensando en mis cusas cuando de pronto empecé a oír gritos. Eché a correr en dirección a los gritos, por el camino me encontré a gente totalmente cubierta de sangre tratando de llegar al pueblo con ayuda de otros. A pesar del shock iniciar, eso me hizo correr más rapido. Al llegar a las afueras del pueblo, encontré a un tipo con una misteriosa arma, me lance hacia el a hacerle frente antes de que me viera.

Rayla se lanza ante la espalda de aquella persona misteriosa y pese a que dio un fuerte salto y se preparó para ensartar la espalda del encapuchado esta se detuvo, al instante, en el aire, flotando. Desde su nueva perspectiva pudo ver a aquel hombre encapuchado, con su misteriosa arma desenvainada, ignorando por completo a la levitadora y paralizada caballera.

Con un simple movimiento, clavó su espada en lo que fuera que hubiera delante de el y al cabo de unos segundos un corazón salió flotando por encima de la capucha del desconocido. Sin mediar palabra aquel desconocido se giró hacia Rayla quien aún seguía en el aire, para dejar ver como en su mano libre agarraba a un pequeño niño herido.

Eres débil, guerrera, has permitido que tu pueblo sufriera por tu debilidad...

El hombre encapuchado hizo desaparecer su espada y con su nueva mano libre la posó sobre la herida del niño haciéndola brillar levemente antes de retirar su palma para dejar ver como este joven había sanado sin mayores problemas y el niño comenzaba a abrir los ojos nuevamente.

Entonces una mujer llegó corriendo y arrebató al zagal que sostenía el encapuchado, con lágrimas en los ojos se alejó de ambos mientras no tenía palabras mas que de gratitud hacia aquel desconocido.

En ese momento, la guerrera cayó al suelo, libre del hechizo y cuando levantó la cabeza se encontraba rodeada de criaturas oscuras y pequeñas, que se movían con ligeros Ticks.

     (Encapuchado)     

           (Rayla)           

Espera que?... Acaba de ayudar al niño Y ¿Que era eso magia? ¿Quién eres? Antes de tuviera oportunidad de contestar aparecieron un montón de sombras negras. Oye tu, si de verdad has salvado al niño y no tienes nada que ver con ellos ayúdame con estos bichos. Trato de golpear a un grupo que tengo cerca.

Aquellas criaturas que habían aparecido deciden esquivar a aquel hombre encapuchado, como si fueran temerosas de el, y saltan sobre Rayla, quien, a duras penas, logra bloquear todas las garras con su espada, demostrando así lo formidable que es como espadachina aún estando en una clara desventaja. Logrando incluso contraatacar y acabar con 5 de aquellos atacantes.

Recuperando las energías y sangrando por los brazos, Rayla se reincorpora dispuesta a continuar con aquella batalla, pues tan rápido como aparecieron, el número de atacantes se redujo.

A pesar de las heridas, me levanté dispuesta a echarlos de aquí.

Cura

Tras curarme volví a la carga contra los que parecían más fuertes.

El Poder de Rayla no consistía en sus dotes con la espada, ya buenas de por sí, sino de su capacidad para repeler los ataques de los enemigos, por numerosos que fueran y hacerles pagar por lo que se habían atrevido a hacer. Logrando acabar con todas aquellas criaturas, uno a uno, aquellas sombras fueron desapareciendo y una estela de corazones flotó en el aire antes de desvanecerse.

Pese a todo ello, Rayla se encontraba gravemente herida. Clavando su espada en el suelo, tuvo que recuperar el aliento del combate injusto que acababa de tener contra esos seres de oscuridad.

Tras acabar el combate clava espada en el suelo y me apoyé en ella respirando pesadamente. A pesar de haberles ganado no había terminado muy bien. Me gire hacia el encapuchado respirando pesadamente.

Oye, podías haber ayudado. ¿Quién eres tú?

El encapuchado se limito a quedarse en silencio por unos segundos antes de hacer un simple gesto, señalar con su dedo enguantado a algo que estaba a espaldas de la joven y herida Rayla. Esta al voltearse pudo ver una horda mucho mayor que la que la había atacado en el puente del pueblo, tratando de entrar pero siendo bloqueados, repelidos y diezmados a causa de una espada voladora que se encontraba custodiando la aldea.

Yo estaba haciendo tu trabajo...

Tras decir esto, el cielo se ennegreció por un instante cubriéndose de nubes, y un estruendo ocurrió, decenas de rayos acabaron con aquella horda de criaturas negras en un instante, librando así al pueblo de todo mal a la par que despejando el firmamento para que el atardecer se viera en todo su esplendor.

¿Cómo has hecho eso? ¿De dónde has salido?

Estaba claro que no iba a decirme su nombre, al menos por ahora. Así que intentaré averiguar otras cosas

El hombre hace desaparecer la llave, y re-aparecerla en su mano, mostrándosela a aquella joven que parecía más sorprendida que herida, algo que tiene bastante merito, pues se encontraba realmente malherida. -Aunque pudiera soportar un par más de golpes-. Sin muchos rodeos el hombre habló.

La diferencia entre tu y yo es el poder.

Estas parcas palabras quizás fueran suficientes para intrigar a Rayla en saber más, en conocer más acerca de ese poder, y quizás de aquella espada tan inusual. Pues, pese a que aún tenía fuerzas, estaba por segura que jamás podría derrotar a tantas criaturas como este había hecho y sin necesidad de usar las manos. Si no fuera por él, el pueblo estaría sumido en caos.

Mi paciencia comienza a agotarse, quiero respiestas.

Deja de hablar en clave de una vez y contéstame. ¿De dónde vienes? ¿Que eran esas cosas? ¿Y esa espada? Responde.

Si Rayla pudiera ver bajo aquella capucha, vería como aquella respuesta no fue la acertada, de hecho, el enmascarado hombre hubiera esperado un agradecimiento por parte de la joven, no solo por salvar al niño, sino por evitar que la aldea fuera devorada por aquella horda de criaturas, pese a ello recibió un trato hostil y autoritario.

¡Bueno! Dejaré que lo descubras por ti misma...

¡Suerte en tu búsqueda!

Tras decir estas palabras, el hombre chasqueó los dedos y Rayla fue despedida hacia el cielo, pudo ver como poco a poco las gentes se hacían cada vez más y más pequeñas, como el pueblo poco a poco se hacía más pequeño, y como todo, en general se hacía minúsculo a medida que se alejaba.

Rayla salió del planeta en una estela dorada, y atravesó el espacio por horas... vio planetas extraños a su izquierda y a su derecha, vio navíos solares y barcos piratos, por ver, incluso vió una enorme ballena que trató de zamparla, aunque sin éxito, para fortuna de la habitante del Reino de Ruild.

Finalmente había un planeta al frente... y ella se precipitó hacia él...