Nombre: Clover Joris
Edad: 22 años
Mundo: Londres
Descripción Física:
Descripción Psicológica:
Breve Historia:
Clover creció con la magia en el corazón, pero no una magia mística y poderosa, sino la que alegra el el alma de los niños. Las historias que le contaban sus padres alimentaban su imaginación y sus ánsias de conocer el mundo cuando fuera mayor. Su favorita siempre fue el País de Nunca Jamás: "Clover, si le pides un deseo a la primera estrella que aparece al anochecer, tus sueños se harán realidad. Allí reside el País de Nunca Jamás".
Como si se tratara de un talismán, llevó aquellas palabras consigo toda su niñez y aunque dejó de rogarle a la estrella surcar los mares y volar entre las nubes (y algún que otro pony), jamás dejó de contemplarla antes de irse a la cama.
A los dieciséis años Clover comenzó a plasmar por escrito sus futuras aventuras y pronto descubrió su pasión por las letras: no importaba no tener alas o ser la dueña de un navío, siempre era la protagonista de grandes hazañas si blandía su poderosa pluma. Sus padres estaban encantados, pero le advirtieron que la vida de escritor era dura y miserable, sobretodo para una mujer. Clover hizo caso omiso y en cuanto cumplió los dieciocho años entregó a varias editoriales su relato Wendy, que narraba las aventuras de una chica londinense en el reino feérico de Avalon. Su obra no solo fue rechazada en todas las editoriales, sino que fue en más de una ocasión le aconsejaron dejar el oficio. Con el corazón roto, Clover siguió escribiendo en la intimidad; sin embargo, la estrella del alba había muerto para ella y no volvió a buscarla.
Fracaso tras fracaso, hacía tiempo que la magia de su corazón se había apagado. Culpaba al mundo por no aceptar las historias de su niñez y un día, paseando por la orilla del río Támesis, se derrumbó. Tomó la decisión de abandonar la escritura y lanzó a las aguas turbias del río su último manuscrito Wendy y los niños que no querían crecer. Los transeúntes ignoraban el llanto de una jovencita sentada en los adoquines.
De repente, surgieron de entre una neblina oscura e impenetrable seres de pesadilla. Por mucho que gritaba y señalaba, nadie los veía salvo ella y antes de que llamaran a la policía, echó a correr. Las criaturas la perseguían por las calles laberínticas de Londres sin descanso y aparecían nuevas aberraciones en cada esquina. Finalmente se topó con una calle sin salida y se sumió en la desesperación. Esperando lo peor, una figura se materializó delante de ella y acabó con aquellos seres en un parpadeo. El rostro de su salvador se ocultaba bajo una capucha y en su mano derecha empuñaba un objeto alargado y exquisitamente ornamentado. Clover se sintió fascinada por aquella rareza hasta que un enorme ojo le clavó su felina pupila.
El desconocido alzó el brazo y abrió la palma de su mano. Una trémula luz se balanceaba en el aire.
-Creo que esto te pertenece-musitó.
Una llave enorme llavé se formó ante ella, brillante como una estrella y blanca como la nieve. Cuando rodeó sus dedos en la empuñadura, se disiparon todas las dudas de su corazón. Una importante misión la aguardaba.