Viendo el cariz que toman las cosas cada vez tengo más claro que los asesinos van a salirse con la suya. Nos van a matar a todos.
-Vais a cometer una injusticia, Doc es inocente- Digo resignada.
Semejante cuadrilla de snobs aterciopelados no le harán ni puto caso a la criada, son más inútiles que si los hubieran hecho por encargo. Pero por lo menos no podrán decir que no les avisé.
De verdad le vais a darle credibilidad a… eso –Digo señalando al Sire sin saber que palabra emplear para definirlo. –Por el amor de Dios, he cagado cosas más avispadas que él. No me hagáis ni puto caso. Pero espero que mañana, cuando se demuestre que tengo razón, espero que los que sigáis con vida tengáis en cuenta quien ha orquestado esta pantomima y con quien se reúne en secreto.
Niego con la cabeza antes de dejarlo estar. Van a linchar a un inocente siguiendo los delirios de un deficiente mental.
-Lo siento doctor- Le digo antes de alejarme de allí - Si ça peut te consoler, je sais que vous soyez innocent.
Desde el móvil...lo bueno esta abajo xd
Owen miró a Yvette, si sabes algo que los demas no sabemos deberías decirlo o seras tan culpable como cualquiera de los que le estamos acusando. Owen dijo aquello alterado, todos nadaban en la incertidumbre y Yvette realmente había hablado como si estuviese totalmente segura de sus palabras.
Yvette, he editado tu post y he borrado lo siguiente:
Sé que el Doctor es uno de los negritos. Lo sé sin ningún género de dudas. Igual que sé que ni Penny, ni Prudence son negritos.
Por dos cosas. La primera es que dar esa información o acusar sin hablar, tipo pensamientos o descripción, es una treta bastante oscura, lo cual tendría un pase hasta cierto punto. Pero la segunda es que la información que estás dando está demasiado cerca al meta-rol, pues ahí quien "habla" es el jugador, no el personaje.
Por la suma de ambas, me veo obligado a "censurar" ese texto. No me gusta hacer esto, de hecho me rechinan los dientes con ello, pero creo que tengo que hacerlo.
Si quieres dar información sobre la cualidad de negrito o no negrito de algún personaje, eres libre de hacerlo, pero hazlo de forma que quede on-rol y que los demás puedan usarlo como herramienta de debate.
Si te apetece discutirlo, no tengo ningún problema y lo podemos hablar tranquilamente tanto en la escena de Preguntas al Director, como en la de tu rol. En la que te sientas más cómodo.
- ¿En serio? ¿Les parezco un asesino porque llevo alzacuellos pero no rezo ni hago extramaunciones? Miren, creo que he sido bastante sincero cuando me he expresado. Creo que he dado buenas razones para sospechar, por ejemplo, del doctor o de Owen. Nadie me ha visto hacer ningún movimiento raro de noche, no he utilizado la información de nadie para poder atacarle, no tengo acceso a pasadizos secretos como otros, no intento persuadir a nadie con mis palabras. Y, por supuesto, no he matado ni pienso matar a nadie. No sé nada de venenos. Mi avanzada edad no me permitiría torturar a ese desgraciado pedreasta, ni tengo motivos para ajusticiar a nadie. Si hablamos de sospechosos, creo que aquí hay personas que claramente ocultan cosas, y yo no estoy precisamente entre ellas. Y no, no rezo, me permito no hacerlo porque no estamos en una situación normal y mi mente está puesta en la supervivencia. Los reverendos, además de rezar y ser devotos, tenemos los mismos sentimientos de miedo y angustia que los demás.
Los cruces de acusaciones no tenían fin. Pero el día hacía tiempo que acusaba su inexorable final, en pos de la oscuridad incipiente de la noche.
Tras la cena, la discusión se había acalorado hasta unas cotas poco decorosas, y eso afectaba en el ánimo de todos y todas, que acusaban el cansancio de un día, si cabe, más agotador que el anterior.
Finalmente, cada cual tenía en mente algún que otro huésped a quien consideraban artífice de la desgracia que les azotaba. Muchos miraron al Doctor Champlain. Éste se había quedado sin palabras ante tal avalancha de acusaciones, y su blanca perilla se agitaba al son de su temblorosa barbilla.
El doctor dio un paso atrás, luego otro, pues ante la imposibilidad de defenderse de las críticas, su inconsciente le mandaba a alejarse del peligro, hasta que su espalda golpeó en la pared del fondo.
Nadie sabe qué estalló antes, si la congoja de la tensión o los avisos por lo que estaba a punto de suceder. A metro y medio sobre el Doctor, un escudo de armas de alguna antigua familia colgaba imponente, a ambos lados del escudo, dos alfanjes. Al golpe de la espalda del doctor, algo debió aflojarse en las impresionantes espadas, y una de ellas se desprendió.
El arma cortó el aire. Un grito cortó el aliento. La gran hoja cortó el cuerpo del doctor en dos, como si fuera una fantasmal guillotina. El hombre se desmadejó como un muñeco de trapo y su cuerpo al caer retumbó en la moqueta con golpes sordos, en tiempos distintos.
La inmensidad del horror provocó mareos y nauseas a más de uno y una de los presentes. Alguien, solícito, fue a buscar un vaso de agua al comedor, donde aun había una jarra de cristalino elemento.
- ¡Otro! - Exclamó. Al principio nadie hizo mucho caso, pensando que se referían al cadáver del doctor. - ¡Han roto otro!
En efecto. Una nueva figura partida en dos. De las del grupo más numeroso, en el que habían ya tres figuras partidas. Una nueva nota de papel.
Siete negritos cortaron leña;
uno se cortó en dos y quedaron seis.
Fin del día III.
Escena cerrada.