La figura extraña que resultaba Wesley al final consiguió llamar la atención de Penny. Él no reaccionó a su llegada. No se lo creía. Abandonó el mundo de los vivos esa noche, de esa manera tan grotesca y perturbadora. No podía haberle pasado eso, a ellos no. Una mueca de tristeza y desconsuelo se dibuja en su rostro.
- No... - Niega para sí, avanzando hacia Penny cuando esta le busca y parece encontrarlo. - Si fue culpa de alguien es mía, por no haberte protegido... - Se deja tocar por ella, pese a que sea extraño y no sea contacto físico real, como al que estaban acostumbrados. Extiende sus brazos y la arropa con ellos, dándole todo el cariño y apoyo que puede. - No te voy a dejar sola. Escaparé de esa madriguera de enfermos y estaré aquí contigo para siempre. - Dice a Penny juntando todo su optimismo en una única frase.
A continuación es sorprendido por una perturbación en la que esas almas degeneradas escapan. Se teme lo peor. El rostro de Wesley se torna de triste a preocupado por lo que pueda suceder esa noche, en la que va a estar solo. Solo de verdad. Escucha a la señora Bennett dirigirse a él. Si Penny la tiene en estima, merece ser escuchada. Asiente con duda. - Gracias por su apoyo, pero no creo que sea tan fácil... - Sonríe con tristeza y suspira, cansado. No suelta a Penny. Mira ahora al doctor Champlain y niega. - Estoy enclaustrado en mi cuarto. Si ha ocurrido algo no he sido consciente... Debería salir a ver. - Mira a su hermanastra, buscando su consentimiento y consejo.
El doctor se retuerce las manos con nerviosismo, la situación se está volviendo imprevisible y no parece ir a mejor precisamente
-lo siento si he sido un poco brusco, comprendo su pérdida. Pero esos... espectros, no se que podrían hacer, nada bueno. Y no creo que en su habitación este a salvo, ni de ellos ni de los vivos-
Es en verdad una situación terrible y que parece abocada al fracaso, y por primera vez el doctor se ve de verdad abatido
-pero tal vez... si están avisados... puedan defenderse-
Penny asintió tristemente a las palabras de Prudence, aceptando sus palabras con resignación y sus ojos azules se abrieron enormes y asustados al sentir el temblor en la laguna. Contempló como las dos figuras horribles desaparecían engullidas por un túnel y después miró a su alrededor.
- ¿Eso es normal? - Preguntó a los presentes. - ¿Ha pasado antes?
Pero la voz de Wesley atrajo toda su atención. Se refugió en su pecho, sintiéndolo extraño, poco consistente. Como una caricia intangible.
- Ni se te ocurra culparte, Wes. Tú no tienes la culpa. Esa doncella desvergonzada y todos los que la siguen son los culpables de todo lo que ha pasado. No tú.
Suspiró quedamente y entrecerró los ojos, esforzándose por ver el rostro del hombre que conocía en aquella figura difusa.
- No te quedes encerrado. Sal y asegúrate de que esos lo que sean no han hecho nada malo. Y ya de paso, busca un bote como dice Prudence. Busca la forma de escapar.
Después de la perturbación causada por aquellos extraño espectros Alfred aún con miedo (a pesar de que el comentario respecto a Sean le ha parecido cómico comienza a preguntar:
-¿Que demonios son esas cosas?, ¿Porque están aquí, ¿Tienen algo que ver con las muertes dentro de la casa?.
Una vez el fenomeno pasa Alfred sigue hablando.
-Se que ya no vale de nada pero en mi opinión si hay que elegir entre Yvette o Cray como dueños de la casa yo personalmente me decantaría por el señor Cray, más que nada porque en el tiempo que pasamos juntos antes de la llegada de los invitados no observe nada sospechoso en ella, sin embargo del señor Cray no puedo decir nada puesto que no lo llegue a conocer como es debido y si he entendido bien y se ha deshecho de algo capaz de curar a alguien herido de muerte, creo que algo sospechoso hay de fondo en Cray.
Niega a la pregunta de Penny. - No. Es la primera vez que veo algo así... Pero me juego el pelo a que van a poseer a dos personas. Como hizo Crowden con Leonard Clement. - Afirma sentencioso. Escucha como Penny, todo para él, le dice que no tiene la culpa de nada. Para alguien como Wesley, tan protector y con tanta capacidad para querer, no hay excusa. - Sabes que no puedo pensar de otra manera. - Admite con cansancio, pero escucha al mayordomo y un brillo de impaciencia destaca en su figura vaporosa.
- Si no he perdido la confianza de Leonard, a lo mejor... A lo mejor consigo que use su revólver por mi contra Cray. - Dice medio al aire, como buscando aprobación. Su voz suena desesperada y acelerada. - Usted, Dyle, desconfía en él. Yo tengo también mis razones para no hacerlo... Sabe demasiado, y eso me huele mal. - Mira a Penny con tristeza. - Voy a intentarlo.
Wesley, te diría que no tr arriesgues, pero estás en clara desventaja numérica y yo me arriesgaría si estuviese en tu lugar sin hacer caso de quién me dijese lo contrario... Así que te deseo mucha suerte. Nuestras oraciones están contigo.
Desde luego que si sobrevives vamos a escribir juntos una obra que hará que el nombre de Wesley Barrow pase a la posteridad. Si quieres, claro.
- Yo no creo que haya que elegir. - Respondió Penny al mayordomo, ladeando la cabeza. - Creo que si el señor Cray es el dueño, Yvette es la dueña. Se han defendido mutuamente desde el primer día y ambos fueron juntos los que se lanzaron sobre mí y rompieron el frasco de Gustave. Esos dos se traen algo entre manos juntos.
Después escuchó a Wesley y asintió ligeramente.
- Ten mucho cuidado, Wes. Anda con cien ojos entre esa gente. Cúbrete todo lo que puedas, si no encuentras cómo escapar, no duermas en tu cuarto, ve a uno que esté desocupado y enciérrate.
Amada mía, no te martirices. Hemos hecho cuanto hemos podido pero el destino nos reservaba un chupito amargo tras el dulce postre que supuso conocerte
Le dice a Penny acercándose a ella con intención de consolarla.
Verte sufrir me rasga por dentro. Y, citando al poeta, ¿qué somos ya sino polvo enamorado?:
《Cerrar podrá mis ojos la postrera
Sombra que me llevare el blanco día,
Y podrá desatar esta alma mía
Hora, a su afán ansioso lisonjera;
Mas no de esotra parte en la ribera
Dejará la memoria, en donde ardía:
Nadar sabe mi llama el agua fría,
Y perder el respeto a ley severa.
Alma, a quien todo un Dios prisión ha sido,
Venas, que humor a tanto fuego han dado,
Médulas, que han gloriosamente ardido,
Su cuerpo dejará, no su cuidado;
Serán ceniza, mas tendrá sentido;
Polvo serán, mas polvo enamorado.》
El doctor deja de lado su andar pensativo y mira con incredulidad a los que hablan
-¿Yvette o Cray?¿porque?¿que les hace pensar que son sospechosos y mas importante, que les hace ignorar la valiosa información que yo les he dado?. Hasta ahora los únicos motivos por los que les acusan son que les caen mal, parecen saber demasiado y rompieron un frasco. Es una estupidez, nada sólido. Anoche yo estuve en la habitación de Yvette, también estaban presente Fausto y la Morstan. Esos dos no sabían de nuestra presencia y pude escuchar su conversación con tranquilidad. Creyendose solos se habrían comportado de un modo muy diferente al que yo vi. Estoy absolutamente seguro de que esos dos son inocentes. O si uno es culpable el otro no lo sabe-
Dicho esto señala a Fausto que flota en el agua de la laguna
-les he dicho que el vio como Morstan, Aubnot y Dupont se citaban en la biblioteca el primer día. Cuando les he pedido explicaciones tanto Morstan como Aubnot se han evadido. Aubnot ha reconocido haber matado al menos a dos personas. Y aun así siguen sin hacer caso. Ni una vez han mencionado a la Dupont. O empiezan a hacer un poco de caso a la lógica o todos moriran. !!Reaccionen¡¡-
En este nuevo amanecer, en lugar de aparecer aquella conocida perturbación que trajera nuevas almas a la Laguna de las Sirenas, una de las almas que reposan en las aguas se yergue de la misma, dejando atrás el agua y la humedad, sin dar muestras de haber estado sumergida en semejante lugar.
Se trata del alma de Eleanor Morstan. Al despertar de su letargo, Eleanor se encuentra con una concurrida Laguna, pues las almas de Everet Schuls, Alfred Dyle, el Doctor Dumont Champlain, Penny Barrow, Sally Miles, Prudence Bennet, Sean Arbuthnot y Sir Gustave Cavanough se encuentran aquí, charlando animadamente. También la conocida, para ella, presencia del señor Wesley Barrow se distingue en su figura difusa.
En las mismas aguas que ella ocupara escasos instantes atrás, aún reposaban las almas de Martin Crowden, Ágape Stolness, Benoni Fausto Predatore y Frederick Von Baach.
Wesley adquiere una nueva expresión, más decidida pero extraña igualmente. Levanta la mirada y busca la de todos. Mira a cada uno sin atreverse a pronunciar palabra. - Ha terminado... - Clava ahora sus ojos en los de Penny. - Yvette y Dupont. Han muerto. Viene una embarcación. - Se muestra sorprendido, pero no agradado del todo por esta última parte. - No sé qué significará irme de aquí, Penny... - La preocupación en su incorpóreo rostro es palpable, y no tiene ojos para nadie más.
Habían muerto. Al menos habían encontrado a los asesinos, pero de poco le servía a ella. los muertos serían olvidados allí, Wesley se iría y no tendrían a nadie con quien hablar, ninguno vivo. Miró a Wesley, le había agradado aquel hombre, pero debía despedirse de él. De todas formas, solo tenía ojos para su hermana. - Al menos no nos olvides.
Como si eso fuera a servir de algo.
Prudence de vuelta a los brazos de su nuevo amor, sonreía al escuchar las palabras de Wesley pero luego mirar a la hija de su amiga, Penny.
-Buen viaje Señorito Barrow, aproveche esta oportunidad para marcharse y no volver.-Le hablo a pesar de que el seguramente ni le escuchaba.-No se preocupe por su hermana, estoy segura que pronto todos estaremos en paz.-Asintió a sus propias palabras.
Penny escuchó las palabras de Wesley y en un primer momento su ceño se frunció con fastidio. No le agradaba la idea de que él se fuese y la dejase allí vagando como un alma errante por aquella laguna, tal vez eternamente. Sin embargo, escuchó las palabras de Prudence a pesar de que tan sólo tenía ojos para Wesley en aquel momento y su expresión se suavizó. Se encogió de hombros y abrazó a Wesley, tratando de rodear su cuerpo a pesar de su inconsistencia.
- Vete. Sal de aquí, Wes y no mires atrás. - Susurró. - Yo estaré aquí esperando por si regresas algún día. Será emocionante... Como una nueva aventura. Algún día volveremos a encontrarnos. Mientras tanto, vive cada momento, como lo haría yo si estuviera a tu lado.
Se puso de puntillas para posar con delicadeza sus labios en el lugar donde imaginaba que debían estar los de la figura difusa que sabía que era Wesley y tras varios segundos se separó de él, dando un paso hacia atrás y liberándolo con las últimas palabras que tenían un claro aroma a despedida.
- Recuerda, Wes. El pasado no importa, sólo el presente. Siempre hacia delante.
Empezaban a picarle los ojos, pero no estaba dispuesta a llorar. No mientras él siguiese allí presente. Así pues tragó saliva despacio y parpadeó varias veces conteniendo las lágrimas, guardándolas para otro momento en que podría buscar consuelo en otras de las almas que moraban aquel lugar. Irguió la espalda, manteniéndose fuerte y le sonrió. Si iba a perderlo, que al menos el último recuerdo que se llevase de ella, fuese una sonrisa.
-pobre Yvette, y son tan necios como para pensar que el fin de esto es por la muerte de esa pobre muchacha y no de la vibora de Dupont. En cuyo fin creo ver la mano de mi buen amigo-
Tras decir esto el doctor va hasta la orilla de la laguna y se sienta a contemplar sus aguas
Después de haber estado hablando consigo mismo horas y horas el joven Everet se da cuenta del resto de presencias.
Os lo dije en su momento y “nadie” me hizo caso, ahora habéis muerto por tener oídos sordos y los ojos tapados, no me alegro de tanta muerte, pero si de tener tanta gente para poder jugar al Bridge y hacer pastel de manzana.
Al joven Everet se le dibujó una gran sonrisa en su rostro.
Seremos eternamente amigos!!!
Por muy despiadado que me haya mostrado antes, las palabras de Everet me dan un mal rollito...... me lanzo a los brazos de Prudencia como si ésta me ayudara a sobrellevar esa imagen demencial.
De vuelta al limbo de los muertos y demás espíritus, sin saber muy bien cómo sucedió, Eleanor suspiró.
-No me alegra decir que estoy de vuelta.. Ya había vuelto a acostumbrarme a la vida, aunque el cuerpo fuese prestado. Una vez aquí.. Pues a tener paciencia, y ver la ¿muerte? pasar.. Mejor llevarnos bien, ¡que nos queda mucha eternidad por delante!
Dicho ésto, Morstan se sentó, mirando el horizonte y ela laguna.. Hasta entonces no había podido hacerlo con calma.. No era mal lugar.
Alfred mira a la recién llegada:
-Vaya señorita Morstan pensé que no volvería a verla por aquí, pensé que se encontraría en alguna otra parte o puede que en ninguna...quién sabe...sea como sea esta usted en lo cierto parece que nos queda mucha eternidad por delante...pero dígame una cosa si no es molestia querida ¿Como consiguió usted volver a la casa?.
-Tras pasearme por la mansión como espectro, me fue dado el don de reencarnarme en el cuerpo inerte de Jacqueline Dupont, donde antes de mí ya habia estado el alma del señor Frederick.. Reencarnada en ella terminé por segunda vez mis andanzas terrenas.