Partida Rol por web

Habitación dividida por medio tabique, con una cama a cada lado de este.

Tras el día agotador, lleno de emociones y misterios, cuando llegas a la habitación y te sientas en tu camastro, una imagen ronda tu mente, la de los señores Benoni Fausto Predatore y el Doctor Dumont Champlain intercambiándose crípticos gestos, contra toda norma de etiqueta y moral.

Tras el día agotador, lleno de emociones y misterios, cuando llegas a la habitación y te sientas en tu camastro, una imagen ronda tu mente, la de el mayordomo, Alfred Dyle, y su subordinada, Eleanor Morstan, cuchicheando tras hacerse los encontradizos, contra toda norma de etiqueta y moral.

Era irónico que de entre todas las maletas con que Owen había cargado la suya fuera la más pequeña, de hecho ni siquiera podía tener el nombre de maleta. Era un bolso baul en el que que llevaba sus pocas mudas de ropa. Así que se cambió, se puso su viejo pijama gris y se acostó, más por necesidad de descanso que por sueño. De hecho sabía que tardaría bastante en dormirse.

Estoy rodeado de asesinos (en activo, no jubilados como Owen xD) voy a moriiiiiiirrr :__________(

El acontecimiento de aquel día había dejado mentalmente agotado al mayordomo que no podía dejar de darles vueltas al mensaje, a la infructuosa búsqueda del responsable de aquel acto y por su puesto a su pasado.

Alfred viejo idiota ¿En que estabas pensando?, ¿De verdad creías que la persona que ha hecho eso se escondería en un rincón de la casa cuando es mucho más fácil camuflarse entre los invitados?.

Cuando llega a su habitación se percata de que el señor Cray ya esta allí y las dudas vuelven a asaltarlo ¿Que hago me comporto como si no hubiese pasado nada o le digo lo que sinceramente pienso, que después de lo que paso aquel día no tengo derecho a juzgar a nadie?, parece bastante cansado será mejor seguir su ejemplo y descansar a ver que nos depara el nuevo día.

-Espero no haberle despertado señor Cray, intentaré causarle las menores molestias posibles, y ahora es momento de dormir si es que consigo conciliar el sueño.

Owen se da la vuelta, se reincorpora ligeramente y responde a Alfred.
Tranquilo, no he podido conciliar aún el sueño...y creo que tardaré bastante se quedo unos momentos en aquella posición, pensando si decir o no algo más Esa voz ha hurgado muy adentro...la estúpida idea de que había pagado por mis crímenes se tambalea como un castillo de naipes. Supongo que hay crímenes que, por mucho que te arrepientas, por mucho que intentes reparar, no tienen ningún tipo de perdón. No soy hombre de estudios pero supongo que es lógico ¿como puedo en una sola vida compensar tantas muertes? Ahora más bien parecía que hablaba para sí mismo, como si hubiese necesitado un "interlocutor" para encontrar, sino una respuesta, sí la pregunta adecuada. Cuando vuelve a ubicar el lugar, el momento en que se encuentra habla directamente a Alfred.
Si quieres que duerma en otra habitación lo entenderé Aquello último lo dijo con voz firme, no era una frase de "protocolo", sinó un ofrecimiento verdadero.
Supongo que será difícil descansar con un supuesto monstruo roncando en la otra cama.

Después de las palabras de Owen, Alfred se dirige a él:

-Señor Cray si algo he aprendido en estos años es que la capacidad de juzgar solo pertenece a quienes tienen la conciencia limpia. No, yo no pienso juzgarle ni a usted ni a ninguno de los presentes por sus actos pasados, así que no se preocupe no tengo inconveniente alguno en que se quede usted en esta habitación. Lo único que sinceramente espero es dar con la persona que ha hecho algo tan malévolo como dar a conocer las miserias de todos los presentes.

Gracias respondió a aquellas palabrasEso espero yo también.
Tras esto se tapó con la manta y intentó conciliar el sueño.
Mañana será un día muy duro.

La habitación, curiosamente, se le hacía muy grande sin Alfred. ¿Había compartido cuarto y horas y horas de trabajo con alguien que quería matarlo? Le costaba creerlo. Owen pensaba que quizá, siendo un asesino, podría haber detectado algún indicio de culpa aunque claro...todos eran asesinos. Solo había una manera de obtener, quizás alguna prueba. Primero Owen registró -no sin sentirse mal por hacerlo- las pertenencias del mayordomo para ver si encontraba alguna prueba y después se marchó al salón. Por una parte le gustaba la idea de Sean aunque dudaba si alguien más acudiría...y si estos serían de su "bando". Al mismo tiempo Owen quería ver si faltaba una estatuilla, si la muerte del mayordomo había cambiado algo en aquel tétrico bosque de estatuillas. Luego se sentó enfrente de la ventana, de espaldas al exterior, con los brazos cruzados mirando hacia el interior de la sala. Sería fácil de ver tanto para amigos como para enemigos, esa era la idea. Que no desconfiasen de él quién no debía y, bueno, que si alguien intentara matarlo tuviera una mínima oportunidad de juir o de defenderse, de llevárselo por delante*.

Agotado por las tensiones del día, cuando llegas a la habitación, sientes la soledad de la huella de Alfred en el camastro de al lado y cierras la puerta a tus espaldas. Entonces, una imagen ronda tu mente, la de Sir Gustave Cavanough y Penny Barrow, haciéndose gestos mutuamente, antes de servirse el almuerzo, contra toda norma de etiqueta y moral.

Registras la habitación, pero no hayas nada que arroje luz al asunto. Para liberar tu frustración, te diriges al hall de la mansión, donde escuchaste que algunos parecían haberse citado a viva voz.

Al pasar por delante del comedor, echas un ojo dentro, interesándote por las estatuillas. Permanecen en el mismo lugar, con la mesa ahora limpia. No te parece ver, desde donde estás, que haya ningún cambio ni te parece ver nota alguna sobre la mesa.

Por la mañana al despertar, algo te llama la atención. Algo que antes no estaba ahí. Sobre una repisa, un cuadro de medio metro de lado descansa con intención de ser bien visible. El cuadro no contiene ningún dibujo o paisaje, contiene el texto de una canción infantil popular.

Agotado por las tensiones del día, te dejas caer en el camastro. Entonces, una imagen ronda tu mente, la de los "hermanos", haciéndose gestos mutuamente, mientras el doctor y las enfermeras reconocían el cadáver de Frederick en la playa, contra toda norma de etiqueta y moral.

Owen se sienta en la cama a reflexionar sobre la locura que acaba de ocurrir.