Partida Rol por web

La noche transcurre con relativa calma. A pesar de ello, un par de ruidos de puertas abriéndose y cerrándose te desvelan el ligero sueño que te caracteriza, aunque en seguida vuelves a dormir. Los ruidos te desvelan lo suficiente como para recordar al despertar que tanto de la habitación vecina de la señora Ágape Stolness, como de la habitación de enfrente de la señora Prudence Bennett; alguien ha salido de ellas en plena noche.

Agotado por las tensiones del día, cuando llegas a la habitación y cierras la puerta a tus espaldas, una imagen ronda tu mente, la Penny Barrow y su hermano, Wesley Barrow, haciéndose crípticos gestos mutuamente, contra toda norma de etiqueta y moral.

La actividad desatada en la mansión excita tu curiosidad y tu instinto asesino. La facilidad como la gente perece a tu alrededor, más que causarte pesar, te produce una alegría que pocas veces llegas a experimentar en tu vida diaria, tan resistente a las emociones. Sabes que sólo puede haber algo mejor, que es provocar tú mismo la muerte.

Así, pasas la noche pensando en el crimen que vas a cometer. Buscas las herramientas para llevarlo a cabo. Sabes que Owen es un tipo duro, así que piensas que será mejor asaltarlo mientras duerma. Golpeándolo sin piedad para dejarlo sin sentido, aprovechando que ahora está sólo en su habitación. Cuando estuviera inconsciente, usarías diferentes cuchillos para hendir sus carnes.

Pensando en todo esto, casi soñando con ello, te quedaste traspuesto sobre la silla del escritorio de la habitación.

Os presentasteis en la habitación de Frederick Von Baach, con las herramientas de trabajo. No usaríais pistolas ni veneno. Aquel tipo se merecía un final menos glamuroso. Armada cada una con un garrote imponente, una mordaza, una cuerda y una bolsa de tela, os encontrasteis al amigo Frederick dormido en la silla del escritorio.

A penas le dio tiempo a despertarse que ya lo teníais amordazado y la bolsa puesta en la cabeza.

Frederick se despertó, pero no podía ver nada, sólo terciopelo negro que cubría su cabeza. Intentó preguntar qué pasaba, pero algo obstruía su boca. Alzó sus manos para liberarse de aquello pero entonces un garrotazo le partió un brazo.

El dolor fue tan intenso como inmediato. Antes incluso que se retirara el arma, otro garrote hacía lo propio con el otro brazo. Frederick buscaba, como mínimo, gemir de dolor, pero la mordaza se lo impedía. 

Dos nuevos golpes le partió ambas clavículas, ambos casi al unísono.

Frederick dio con su cuerpo en el enmoquetado suelo. Entonces la lluvia de garrotazos aumentó de intensidad, sin bajar un ápice en brutalidad. Costillas, piernas, esternón, nuevamente los brazos. Frederick se arrastraba como un gusano, casi suplicando que golpearan su cabeza. Eso tardó en producirse. Pero se produjo y, por fin, Frederick obtuvo la ansiada inconsciencia.

Olor a salitre. Frío. La consciencia retornaba y con ella el dolor. Seguía sin poder ver y ahora algo más que el dolor le impedía el movimiento. Habían atado sus manos y sus pies. El sonido del mar asomaba a sus doloridas orejas. Una de ellas, sin duda, no funcionaba más que para proporcionarle un molesto pitido. Entonces, la humedad del agua del mar lo cubrió por completo.

Frederick se debatía, pero era inútil. Su cuerpo, con tantas fracturas que seguramente habría batido algún récord digno de mención, a penas era funcional, aunque las sogas que lo ataban restaban importancia a aquello.

El agua se colaba por entre el terciopelo de la bolsa negra que cubría su cabeza e inundaba sus fosas nasales, su tráquea y sus pulmones. La mordaza ponía las cosas aun más difíciles.

La agonía fue horrible, la muerte llegaba sobre las olas del mar que baña las costas de Devon. Pero llegaba demasiado lento, según la opinión de Frederick. Finalmente llegó y Frederick se hundió para siempre.

Llegas a la habitación de Frederick. La puerta está entreabierta. La empujas con cuidado, pues la luz está encendida y podría ser que lo encontraras despierto.

Sin embargo, no hay ni rastro de Frederick. En cambio, la silla del escritorio está por el suelo, varios útiles del mismo también están desparramados. La moqueta está manchada con algo que podría ser sangre, aunque no en cantidad suficiente como para representar una muerte por desangramiento.

Parece evidente que ha habido una lucha en esta habitación. Lo que es obvio es que tu víctima no se encuentra en la habitación. Por tanto, no tienes más remedio que regresar a la tuya sin haber cumplido el objetivo que te proponías para esta noche.

¿Se te habrá adelantado alguien?