Tras el día agotador, lleno de emociones y misterios, cuando llegas a la habitación y cierras la puerta a tus espaldas, una imagen ronda tu mente, la de los señores Benoni Fausto Predatore y el Doctor Dumont Champlain intercambiándose crípticos gestos, contra toda norma de etiqueta y moral.
Avergonzada por lo que se había dicho de ella en el salón, Margaret apenas se despidió de Agata y Sean para refugiarse en su dormitorio, cerrando la puerta con llave.
Aquella noche habían ocurrido cosas de muy mal gusto de las cuales, ver al italiano hacerle gestos grotescos al doctor, era una de las menores. Dejó a un lado aquella grocería e intentó ordenar sus pensamientos. Mientras lo tuviera fresco, anotaría lo que había ocurrido en la velada y, sobre todo, la clase de crímenes de los cuales se acusaban a cada quién. Si el escritor estaba en lo cierto y su anfitrión o anfitriona se encontraba "escondido" entre los asistentes, tal vez aquel dato sirviera para ponerlo en evidencia.
Tras escribir con letra nerviosa todo lo que podía recordar, Margaret se fue a la cama agotada, deseando estar con su esposo y sus dos hijos en vez de en aquella isla maldita.
La primera noche no tenía pensado que Margaret hiciera nada. Aun está muy conmocionada por todo como para ponerse a especular qué puede pasar en realidad y salir a hacer pesquisas.
Agotada por las tensiones del día, cuando llegas a la habitación y cierras la puerta a tus espaldas, una imagen ronda tu mente, la del ahora difunto Alfred Dyle y su subordinada, Eleanor Morstan, cuchicheando tras hacerse los encontradizos, poco antes del incidente del mayordomo, contra toda norma de etiqueta y moral.
Las tensiones del día habían sido muchas y Margaret necesitaba descansar. Sin embargo, el haber visto que el mayordomo y una de las mucamas continuaban secreteando de manera descarada a pesar de que la sospecha pendía sobre ellos y que el señor Arbuthnot había hecho una propuesta cuanto menos interesante, la mujer decidió resfrescarse un poco la cara, acomodar su maquillaje y bajar al salón nuevamente para ver si las horas nocturnas activaban sus cabezas y lograban dilucidar algo más.
Voy al salón a ver que se cuece :)
Por la mañana al despertar, algo te llama la atención. Algo que antes no estaba ahí. Sobre una repisa, un cuadro de medio metro de lado descansa con intención de ser bien visible. El cuadro no contiene ningún dibujo o paisaje, contiene el texto de una canción infantil popular.
Agotada por las tensiones del día, cuando llegas a la habitación y cierras la puerta a tus espaldas, una imagen ronda tu mente, la del joven Everet Schuls y la descocada sirvienta, Yvette Mercier, el joven le hacía gestos y le decía algo en voz baja, contra toda norma de etiqueta y moral. Sucedió justo cuando Everet bajó de la silla tras su desafortunado discurso del dado.
Margaret llegó a su habitación agobiada. Los sucesos acontecidos con la horrible muerte del doctor y el posterior descubrimiento de que se trataba de otra de las víctimas señaladas por los anfitriones habían calado hondo en su alma y lo único que quería hacer era dormir. Sin embargo sabía que aquella era la opción más peligrosa de todas las que tenía por delante.
El señor Arbuthnot la había citado para más tarde. Esperaba haber comprendido bien el sentido de sus gestos. Por las dudas, daría una vuelta por el exterior ya que pensaba que ese era el lugar elegido por él para verse. Por otra parte, también quería concurrir al salón. Esta noche se iban a dar cita la mayoría de ellos y quería saber qué tenía para decir el escritor luego de que se descubriera que sus argumentaciones estaban erradas. Mucho por pensar, mucho por descubrir y escaso tiempo para conseguirlo.
Suspirando, se retocó el peinado, cambió su blusa por una un poco más abrigada, terminó de acomodar su aspecto y salió en busca de Sean.
Si no he entendido mal las reglas puedo ir a una reunión y a dar un paseo. En este caso sería la reunión con Sean en los exteriores (bah, eso es lo que entendí XD) y el paseo sería nuevamente al salón.
En caso de que no fuera así (que solo puedo una de las cosas), prefiero ir al salón.
Tienes tantos paseos nocturnos como sotto-vocce hayas emitido o recibido, con un mínimo de un paseo nocturno por cabeza.
Sean te dedicó un sotto-vocce y tú le respondiste con otro. Eso te da derecho a los dos paseos que demandas.
Voy a ello ^__^
Cuando llegas a tu habitación, presa de las emociones vividas, recuerdas haber visto a los hermanos haciéndose gestos en el transcurso del almuerzo.
Los días se estaban volviendo cada vez más agotadores. Las discusiones, las acusaciones que volaban de un lado al otro, las muertes ante la vista de todos... Margaret quería huir de allí. Enterrar su cara entre las almohadas, dormir, olvidarse de todo, hacer como que nada ocurría. Pero la dantesca escena montada por el señor Schuls antes de su asesinato se sucedía en su cabeza una y otra vez.
Cobrando valor, se dispuso a asistir a las reuniones que tenía prevista para aquella noche. Ojalá la señorita Cavendish y el señor Arbuthnot aparecieran. Le hubiera gustado citar también a Cray, las únicas personas en las que casi confiaba del todo, pero su deseo de permanecer como una sombra junto a Yvette le había hecho desistir de la idea.
Se arregló un poco, buscó un abrigo pues las noches se estaban poniendo frescas y abandonó su habitación. Daría una vuelta por la terraza y luego acudiría al salón, a ver si se sumaba a los intentos de encontrar a los culpables, algo que cada vez parecía más difícil.
Mi idea es ir a la terraza y al salón.
Consternada, regresas a tu habitación para meditar lo sucedido y pensar qué hacer esta noche.
Los sucesos recientes habían sido escalofriantes para Margaret. Sin terminar de comprender qué era lo que había ocurrido con Penny Barrow, apenas tuvo tiempo para refrescarse un poco, buscar un abrigo y salir de su habitación, pues no quería estar sola.
Iría en busca de Elizabeth y Owen y si no daba con ellos, se daría una vuelta por el salón, donde seguro aguardaban el resto de los habitantes de la casa.
Salgo a la terraza y luego al salón.
Regresas a tu habitación, satisfecha por lo productivo de las reuniones mantenidas, pero agotada por todo lo acontecido durante tan largo día, y ya serían cinco, con mañana.
No tardas en ir a dormir y conciliar el sueño.
Buenas noches.