La revelación del sacerdote -o mejor dicho de Crowden- no causó tanto estupor en Margaret como las palabras pronunciadas por el señor Gaylord. Se sentía avergonzada, engañada y una tonta a partes iguales.
-Erasmo, sus palabras me perturban enormemente. Yo confiaba en Arbuthnot y en más de una oportunidad le expresé mis reservas sobre la señora Bennett. En esos casos, él pareció apoyar mi postura e incluso, como dije un rato antes, anoche anunció que la investigaría para averiguar más sobre sus intenciones. En ningún caso nos advirtió que estuviera manteniendo tratos con ella.
Apesadumbrada, comenzó a comprender lo que implicaba que Sean fuera uno de los asesinos. ¿Todas sus palabras habían sido mentira? Debería andar con cuidado de ahora en más ya que era evidente que los lobos disfrazados de corderos lograban engañarla.
-De todas maneras, Wesley, mantengo mi solicitud de ese favor por su parte. Ello puede ayudarme a probar algo más. Y si el reverendo, o más bien el señor Crowden no ha disparado esa bala... eso significa que aún hay otra pistola en poder de uno de nosotros.
- En eso estoy totalmente de acuerdo, señorita Beddingfeld. Hay algún arma más en el poder de alguno de los presentes.
Mira a Yvette con gravedad, demasiado afectado por todo como para entrar a su juego. - Hemos aprendido lo que era necesario para sobrevivir. Si nos agredían, nos defendíamos. Penny tiene muchas virtudes, y una de ellas es que es suficiente. - Responde primero a la doncella, y continúa tomando aire con forzada calma. No conviene encenderse. - Gustave se dejó engatusar solo, estoy seguro. No me voy a meter en su relación, es su vida, pero sé que nunca se harían daño. Dudo que te haya querido matar, más allá de las acusaciones en el anochecer. - Acaba de dirigirse a la doncella.
Escucha a Erasmo ahora. - Sí, lo sabía. Decidí compartirlo con ella. Es la única persona en la que confío plenamente. - Se dirige ahora a Margaret. - Confío en que el reverendo no haya usado la suya, señora. Afirmó tener solo una bala, y me lo confesó por miedo a que le relacionaran con la muerte de Fausto. Confié en su palabra y lo sigo haciendo. Por otro lado, no dude que le haré ese favor. - Dice seco.
Tuerce la cabeza hacia el reverendo y agacha la mirada. - No tengo secretos con ella, pero tampoco excusa para saltarme mi palabra. Su confianza en mi está a su juicio. - Admite con derrota al párroco ocupado por Crowden. Dedica una pirada a Penny, tranquila, con la esperanza de que sepa que él está ahí y estará.
Como experto en armas que te ha hecho tu pasado como killer de la mafia, sabes que esa buena pistola que has encontrado registrando a Sean tiene capacidad para ocho balas en el cargador más una en la recámara. No tienes manera de saber cuántas balas había en un inicio, pero parece que los demás están juzgando el arma como si de un revolver se tratase, contando una capacidad máxima de seis balas.
Evidentemente, este conocimiento no desvela ni descarta nada. Puede haber más armas en la casa, pero lo encontrado hasta ahora no obliga a ello.
Miré a los presentes con profunda repulsión por lo que estaba escuchando. Además de las amenazas de muerte, jaqueca es lo que me iban a provocar.
-Entonces, reverendo.. Crowden o quien sea.. ¿Dice que las almas de los muertos pueden volver?
No hay guionista de cine que supere esa idea.
Crowden se dirigió a Jacqueline:
- Sí, señorita Dupont. Yo fui el primero en cruzar el umbral entre los mundos la noche que murió el señor Frederick Von Baach. Cada vez que alguien muere, es posible aprovechar la perturbación que se produce allí para poder regresar. En mi caso, lo hice poseyendo el cuerpo de un vivo. Es complicado, pero posible. Después de mí, parece que varias almas más han vuelto. De hecho, creo que la mayoría han vuelto a pasar por aquí. Lo que no puedo saber es si siguen entre nosotros, aunque mi opinión es que sí. Además, creo que todas o, al menos algunas, no necesitan ocupar ningún cuerpo para actuar en este mundo.
Owen asintió a cuanto se decía, no parecían malas noticias.Si ha vuelto el alma de una víctima para averiguar que ha sucedido no puede ser malo, aún así Penny había trasgiversado aquella información a su manera, para intentar hacer parecer culpable a aquel hombre, que podía serlo, pero del cual ahora no tenía más razones para desconfiar que de cualquier otro Esa es una muy buena razón para permanecer callado dijo al sacerdote "poseido" a modo de disculpa. ¿quién le hubiese creído antes?
Si lo que dice el señor Gaylord es verdad y han muerto dos asesinos, quizás ya solo quede uno. Dijo mirando a Penny, aquello explicaba la desesperación por devolver a la vida a una de las asesinas Y explica el hecho de que despertásemos con tantas muertes, con el sentimiento de que algo iba fatal, para ver que no habían disminuido las estatuillas. Lo cual era una buena noticia que se contradecía con el sentimiento de que nos estaban masacrando al levantarnos con tantas muertes. Cuatro nada más: dos inocentes sin estatuilla y dos asesinos.
Escuchó hablar del recuento de disparos, El arma que recogí de las manos de Sean es una pistola, no un revolver, su máximo de balas es de ocho en el cargador más una en la recámara. Quizás no haya más armas de fuego en esta casa dijo seriamente. Aún así, ha habido muertos por enveneamiento e incluso acuchillados, así que tampoco es un motivo para tranquilizarse. Escuchó las nuevas declaraciones del reverendo Diría que muchos de los presentes tienen..."habilidades"...Quizás sea la suya -bueno la de Crowden-, sino ¿me está diciendo que el alma de un asesino puede volver, ponerse en el cuerpo por ejemplo de un inocente con estatuilla, y matar? Ese es el peor escenario posible, quiero creer que solo usted es capaz. Pero aquellas palabras sonaron inseguras, en la mente de Owen apareció la imagen de la aparición fantasmal de la noche anterior...¿estaban evaluando en quién entrar?
-Lo que usted plantea, señor Crowden, es perturbador. Si los muertos pueden volver y seguir actuando sin necesidad de cuerpo físico... ¿cómo nos libraremos de los asesinos? ¿Ni siquiera el hecho de señalarlos para que mueran "casualmente" durante el día nos librará de ellos?
Margaret suspiró y con gesto cansado se dirigió nuevamente al señor Barrow.
-Gracias por el esfuerzo y disculpe por seguir recargando peso sobre sus hombros, más dada la tensión a la que está sometido por las sospechas pendientes sobre su hermana. Pero usted es el único que puede informarnos acerca de los pasos de los muertos. ¿Sabrá acaso qué otro ha estado vagando por aquí? Y lo más importante... ¿alguno de ellos es responsable de las muertes acaecidas recientemente?
Aún estaba medio en shock por el intento de Penny de usar la poción del señor Cavanough en la señora Bennet como para decir palabra. Además, se estaban revelando bastantes datos importantes, algunos de los cuales, parecían explicar ciertas cosas.
- Aunque parece ser que hay algo de cierto en las palabras dichas por la señorita Barrow -la miré, sonriente- también es cierto que está mintiendo. Ayer noche, antes de irme a la cama, el señor Cavanough vino a mi habitación. Me explicó por qué me había acusado, diciendo que lo había hecho para salvarme, pues quiso hacer creer a los asesinos que había cierta posibilidad de que se me acusase de día para que así ellos no viniesen a por mi durante la noche. No llegó a revelarme su habilidad, pero sí que dijo que pretendía usarla para salvarnos a mi y a Yvette. -Miré a esta última.- Confiaba completamente en nosotras. Desde el momento en el que te salvé, y salió a la luz, confió en tí. Quiso seguir mostrando públicamente una mala actitud contigo porque no quería arriesgarse a que los asesinos se diesen cuenta de esa confianza y que, si de algún modo sospechaban su habilidad, estos fueran a por él no pudiendo ayudar a ningún inocente.
Volví a mirar a la señorita Barrow.
- Así que no. Él no habría querido que lo usases en la señora Bennet. Dudo que hasta lo usase en tí... Es cierto que también me dijo que confiaba en vosotros -miró a ambos hermanos- y en Cray, pero no dijo que lo usaría en ninguno de vosotros, sino en Yvette o en mí. Porque tenía la certeza de que realmente somos inocentes.
- Creo que debo hacer algunas puntualizaciones en mis palabras. Estoy convencido de que hay muchas almas vagando por la casa. Estoy medianamente seguro de que pueden danzar por aquí sin habitar ningún cuerpo. Pero el hecho de que puedan interactuar en este mundo es solo una suposición sin ninguna prueba. Yo solo he podido volver habitando un cuerpo. Pero creo que han vuelto más almas que cuerpos disponibles a los que poseer, además de que algunos de ustedes han visto apariciones fantasmales sin forma corpórea.
Margaret se sumió un rato en sus pensamientos. Había algo en todo aquello que no le cerraba y temía estar cometiendo un error, desconfiando de unos y no de otros. Su instinto le decía una cosa y la observación, otra. ¿Cómo hacer, entonces, para dilucidar la verdad?
-Owen, no estoy tan segura de que hayan muerto dos asesinos la noche pasada. Quién sabe siquiera si murió alguno... Verán, he estado rememorando los asesinatos nocturnos de los negritos. Ambos murieron por asfixia, uno por falta de aire, otro por el agua en sus pulmones. Creo que esa es la marca de los asesinos cazadores de negritos. Lo que nos lleva a lo siguiente: Morstan y Bennett fueron asesinadas de igual manera. Aunque no confiaba en ninguna de las dos, no se me ocurre por qué motivo sus compañeros podrían haberse vuelto contra ellas. No lo sé, me da miedo pensar que estamos ante el peor de los escenarios y que los tres no-negritos que quedan son los cazadores, lo cual nos deja totalmente a su merced.
Y así se abalanzó nuevamente la noche sobre la casa de la Isla del Negro. Nuevamente, un día en que no pudieron salir de allí, pues ninguna barcaza arribó a la isla, a pesar que el clima había mejorado bastante y los vientos se habían tornado más amables.
Allí dentro, en aquella casa, los huéspedes se debatían en batallas dialécticas, aunque a punto han estado de llegar a las manos en más de una ocasión. Los ánimos crispados, pues no en vano más de la mitad de los que aquí llegaron hace menos de una semana habían muerto de las más variadas formas.
Y ¿cómo habían evolucionado las acusaciones? Pues habían sido enconadas y, finalmente, encontraron a alguien a quien acusar de asesina: Penny Barrow. O deberíamos decir Margaret Sheppard. Sea como fuere, los azules ojos, las delicadas maneras y las buenas palabras, que tantas puertas le habían abierto en el pasado, ya no le servirían entre aquellas paredes, pues había perdido la confianza de los huéspedes.
En el momento más álgido de la discusión, un ruido, parecido a un estallido, se escuchó en el Comedor y cortó la conversación. Algunos se agacharon instintivamente, pues podía parecer un disparo, pero menos potente. Tras un silencio que podía cortarse, algunos se aventuraron a dirigir sus pasos hacia allí y los demás los siguieron.
Una botella de champán se había abierto sola, sobre la mesa. El tapón estaba en el suelo y la espuma del vino doblemente fermentado se derramaba desde la boca de su botella inhiesta. Un suspiro de alivio que pronto se truncó cuando la botella comenzó a moverse sobre su base. De su primer estado de reposo, sin que nadie la tocase, comenzó a describir un pequeño círculo con la boca, ahora abierta, para ir haciéndose más grande y rodando sobre sí misma y sobre su base redonda.
Los ojos de los presentes como platos y, por fin, la botella calló sobre la mesa y vertió todo su líquido en ella, que poco a poco se fue derramando sobre el enlosado suelo.
El champán liberado tampoco actuaba como se suponía debiera actuar. En lugar de encharcarse, el pequeño río de líquido tomó un rumbo de apariencia consciente, ante la estupefacción de todos. Sobre el suelo, dibujó una línea más o menos recta, para luego curvarse sobre sí misma para cerrar la figura. De ahí se despidió a la derecha dibujando un tirabuzón y luego una suerte de montañas suaves para acabar en algo parecido a una "y". Visto en perspectiva, se podía leer claramente la palabra "Penny", alargando el rabo de la "y" en dirección a la interfecta.
Penny, al ver venir el antinatural reguero de champán hacia ella, no pudo más que echar unos pasos para atrás, conteniendo el aliento, asustada, pretendiendo que no llegara a tocar sus hermosos zapatos. La joven topó con la mesa tras ella. Pero aquél se detuvo a un palmo de distancia.
El camino de la glamourosa bebida había sido observado con tanta atención que la pausa de ésta hizo notar a los huéspedes que habían estado conteniendo el aliento. Un suspiro colectivo y unas miradas furtivas, buscaba explicación en los ojos de los vecinos, sin hallar más que la misma incomprensión que moraba en los corazones propios.
Fue entonces cuando algo aun más espeluznante sucedió. Penny se enervó. Como en un espasmo sin contención, extendió sus extremidades y mostró una mueca poco femenina. Entonces, como retornando en sí, pero no del todo, miró a los presentes, pero algo había cambiado. Una media sonrisa. Las manos de Penny palparon su cuerpo. Penny estalló en carcajadas. Carcajadas sonoras, a batiente abierto, sin mesura.
Cuando pudo contener la inexplicable felicidad, Penny se volvió con mirada inquisidora a todos los presentes. - Ho ancora da fare con questa puttana. - La voz de Penny se había tornado más grave y hablaba en italiano. - Avrebbe potuto evitare la morte facilmente. - Negó con la cabeza. - Ma non è bastato. Non potevo semplicemente lasciarla morire. Giuro su Dio, la uccido. Io. Per la mia signora.
La voz ponía los pelos de punta. Penny, o quien fuera, sonrió con sorna. Su mano derecha palpó la mesa tras ella, dando con un afilado cuchillo, que agarró y lo enterró en su propio cuello, haciendo manar sangre de un rojo rubí sobre su piel pálida y sus ropas oscuras, sobre el suelo y sobre los restos de champán, que ahora se mezclaban con el vital jugo del cuerpo de lo que ya nunca más será Penny.
Ella se desplomó, mientras la aureola carmesí crecía en el suelo alrededor de su cadáver. Un frío intenso cruzó la sala, sin posibilidad que se tratase de una brisa natural. Algunos creyeron escuchar una carcajada en la lejanía.
Fin del día V.
Buenas noches.