Partida Rol por web

Martin entró a la habitación y se cambió de ropa con pereza. Se puso la mejor camisa y el mejor jersey que llevaba en la maleta.

Tras el día agotador, lleno de emociones y misterios, cuando llegas a la habitación y cierras la puerta a tus espaldas, una imagen ronda tu mente, la de las señoras Jacqueline Dupont y Prudence Bennett cuchicheando tras hacerse las encontradizas, contra toda norma de etiqueta y moral.

Martin decide hacer caso a su instinto y, tras esperar unos minutos para esperar que todo el mundo esté ya supuestamente en su habitación, sale de su habitación sigilosamente un momento para intentar averiguar algo, ya que se siente en peligro. Agarra un pequeño objeto duro* por si tuviera que defenderse de alguno de los asesinos que estaba allí durmiendo esa noche y se lo guarda sigilosamente, aunque lo mantiene en la mano (quizá dentro de un bolsillo o disimuladamente bajo el jersey). Como supone que alguna de ambas mujeres (Jacqueline o Prudence) podrían tramar algo, decide subir un piso y poner la oreja al otro lado de la puerta de una de sus habitaciones. Como le parece que Prudence puede ser más activa que Jacqueline, Martin piensa que es Prudence quien puede haber visitado la habitación de Jacqueline, así que sube las escaleras del final del corredor para subir un piso y llegar a la puerta de la habitación número 13, donde intentar escuchar algo a través de la puerta.

Si Martin se cruza con alguien en el pasillo, tiene un par de opciones. Si se cruza con Sir Gustave Cavanough, Sean Arbuthnot, Jacqueline, Prudence, Benoni o el señor Von Baach, que son los que más desconfianza le infunden, se disculpará diciendo que su baño está fuera de servicio y por eso ha subido a la planta superior, con la intención de usar el baño junto a la habitación 13, ya que el suyo "está estropeado" (Martin sabe que ahí hay un baño, puesto que al acompañar a la señorita Jacqueline Dupont antes de la cena hasta su habitación, se había fijado en dicho baño). Si se cruza con cualquier otra persona, le preguntará qué le parece la situación actual para ver si consigue algo de información, antes de volver a bajar de nuevo a su habitación.

En total, Martin no quiere estar fuera de su habitación más de 10 minutos.

Si consigue volver a su habitación**, echará la llave/pestillo, se quitará los zapatos (dormirá vestido, por si se tiene que levantar de improviso) y dejará en su mano el objeto con el que haya salido y con el cual pretende defenderse.

En plena noche entras en la habitación de Martin Crowden, que duerme como un bendito en la cama vestida de satén. De hecho, duerme tan plácidamente que sus ronquidos anulan cualquier posibilidad que un ruido fortuito sea audible por encima de éstos. 

Con esa seguridad te acercas al obeso Crowden. La boca abierta hacia el techo, en constante y rítmico canto a Morfeo, te pone las cosas fáciles.

Una pequeña jeringa con cianuro y un chorrito de la mortal sustancia es más que suficiente.

Martin siente que se ahoga y se despierta sobresaltado, pero poco tiene ya que hacer. Unos pocos segundos, los justos para ver una borrosa silueta que se va de la habitación sin echar la vista atrás. El descontrol de un cuerpo desmanejado desplomándose desde la cama. Luego el silencio y una puerta que se cierra a espaldas de un ejecutor que huye.