Wesley asiente de manera severa. - Es perturbador. Todos están en la laguna salvo Everett. Todos. - Matiza levantando las cejas. - Primero fue Crowden y luego el resto... No entiendo qué puede significar, la verdad... - Se nota que el señor Barrow está perdido y no le gusta la situación. - ¿Tiene idea de por qué?
- Señor Barrow. Creo que sí lo sé, y que es algo perturbador. El hecho de contárselo incluye un gran secreto hacia mi persona, uno mayor que el de mi pistola. Espero que pueda guardar mi secreto, puesto que generaría una grandísima desconfianza hacia los demás participantes de este juego macabro. Pero, una vez que me ha dicho lo que ha sucedido allí, creo que es bueno que usted sepa hasta donde yo sé... -el reverendo pausó sus palabras, puesto que lo que iba a contar necesitaba de toda su serenidad-. Mire, como le dije la noche anterior, yo tengo información de ese lugar. La cuestión es que seguro que usted vio que Crowden fue el primero que se quedó "dormido" en la laguna. Pues bien. Reposar en la laguna es el signo de un viaje del alma, de traspasar ese mundo y de volver al mundo de los vivos. Y lo sé de buena tinta. Lo sé porque, aquí donde me ve, yo soy Crowden. Sé que es difícil de creer, pero soy Martin Crowden. Pude aprovechar una pequeña fisura en el límite que separan ambos mundos, y poseer el cuerpo del reverendo. De hecho, lo hice la noche que mataron a Von Baach, así que, al salir de allí, pude ver cómo él apareció en el mundo de los muertos, junto a un alma en pena, que estoy casi convencido de que es el alma del reverendo, ya que al llegar yo, él se fue para allá. Eso me hace deducir que los demás, al caer en el mismo estado de trance sobre la laguna, han vuelto para poseer cuerpos en el mundo de los vivos. ¿Han aparecido más almas en pena? Eso podría ser una pista... La verdad es que si fuera así, y hubiéramos hecho que muriera algún asesino, hay peligro ahora de que haya vuelto otra vez entre nosotros.
Wesley mira al reverendo, o a Crowden, estupefacto. Sin embargo, algo en sus ojos revela que esto no es una sorpresa del todo para él. - Le creo. He visto antes, en el Hall, en forma incorpórea a Eleador y al Doctor. Están aquí. Camparán por la casa a sus anchas. - Niega asustado y se lleva las manos a la cabeza. - ¿Qué pretenderán? ¿Crear caos? ¿Vengarse? Sinceramente, no creo que sea nada bueno... ¿Puede ser señal de eso que se revolviesen los negritos? Padre Le... Digo, Crowden. Que sepa que confío en usted. - Asiente con dificultad. - No diré nada.
- En ese caso, si sus almas están danzando por la casa, quizá sea buena idea que lo sepa todo el mundo. Sería bueno ver sus reacciones. Quizá sus almas estén buscando el contacto con los demás asesinos que puedan quedar en la casa.
- Más gente se ha enterado, Crowden. - Dice extrañado Wesley. - Sally Miles, sin ir más lejos... Cuando estábamos en el Hall. Si van a ir a la caza de los asesinos y son certeros, no es malo. Como quieran arrastrar tantas almas como puedan, será el caos. - Espeta serio al hombre que tiene enfrente. - A ver qué ocurre esta noche...
Y con la última frase abandonada en el aire, Wesley se marcha de la habitación, apesadumbrado y dubitativo. A penas un gesto con la mano le sirve de despedida.
Finaliza la reunión.
Consternado, regresas a tu habitación a meditar lo sucedido y pensar qué hacer esta noche.
Quiero salir hacia la biblioteca a ver qué se cuece allí.
Al llegar a la habitación del párroco, observaste la estancia. Amplia y tranquila, quizá como corresponde a una persona de una vida contemplativa, dedicada a la religión.
Al hombre lo encontraste pensativo ante el espejo. No se entregó al soliloquio, ni mucho menos, ni tampoco a sus oraciones. Al poco rato, el señor Leonard Clement recompuso su pelo cuidadosamente, ajustó su alzacuellos y salió de la habitación.
Con la paciencia que da la muerte, esperaste su regreso en soledad.
Leonard regresa a su habitación, con cara de frustración y agotado por todo lo acontecido durante tan largo día, y ya serían cinco, con mañana.
No tarda en ir a dormir y conciliar el sueño.