Partida Rol por web

Lengua Negra sonrió y sus ojos brillaron alegres por primera vez en mucho tiempo. Las recriminaciones de Khadesa hacia el chamán eran algo de lo que se había librado. De seguir siendo el líder, su presencia allí le hubiera obligado a intervenir. Ahora, exento de aquellos deberes, podía abstenerse de hacerlo. Pero Khadesa era su prima, aquella con quien compartió su infancia, y aunque ahora sus caminos circulaban paralelos, avanzaban en la misma dirección.

-Tomaré una medida de grano -dijo en lengua oscura al tiempo que acariciaba la testuz de su montura-. Y me gustaría dar un pequeño paseo, prima. Hay asuntos de los que me gustaría tratar contigo, amén de tener una conversación pendiente desde hace demasiado tiempo. Vamos, te comentaré cómo me fue en el entrenamiento de exploración y... algo más -su invitación fue acompañada de un guiño, al tiempo que extendía su mano para que Khadesa la tomara.

El oscuro de Ponzoña seguía siendo precario, pero alcanzó para comprender el trato de favor conferido a Campaña en aquel intercambio. Permaneció serio, pero la mirada dirigida a su hermano fue elocuente.

-Es trato bueno -dijo torpemente en oscuro-. Tres -señaló alzando tres dedos-, precio bueno. Y cochara grande regalo.

Por un momento, el Hiena sonrió. Parecía a punto de echarse a reír ante su basta forma de comunicarse en la lengua de los oscuros.

-Acepta, hermano. Tres platas es justo. Mercader, ¿cuánto cobras por una estera? -preguntó en K´Hlata.

Después de escuchar a Ponzoña, Campaña decidió aceptar el trato, sin embargo, todavía necesitaba un par de platas para poder cerrarlo del todo. Se volvió hacia Ponzoña para pedírselas.

- Campaña necesita... - por un momento contó con los dedos, no se le daba bien contar pero al menos sabía contar hasta tres.- Dos platas, hermano... Campaña tiene sólo esta - le volvió a enseñar la moneda de plata que le habían dado los extranjeros.

Si Ponzoña le hacía el préstamo cerraría el trato enseguida, aunque estaba decidido a probar el tamaño de la tienda, la mayor parte de los hombres no eran altos y tan grandes como él y si no cabía dentro de la tienda no tendría mucho sentido comprarla.

-Ten -dijo tendiendo a su vez dos monedas de plata a Campaña. Aquella que les había sido dada por los extranjeros y la dda por Matagatos al haber aceptado su cargo como segundo-. Y que un techo cubra tu casco.

Campaña recogió las monedas y las juntó con la que ya tenía.

- Gracias, hermano - dijo Campaña.- Campaña te lo devolverá pronto.

Después hizo un montón con las cosas que iba a darle al comerciante y puso encima las tres monedas de plata, para después entregarle el paquete en las manos y recoger su nueva tienda.

- Aquí tienes - dijo Campaña con una sonrisa.- dos mantas, una tela y tres platas por tu tienda - el gigante recogió el paquete y lo abrió.- Campaña va a probar la tienda, Campaña es grande y la tienda puede ser pequeña... si la tienda es pequeña Campaña no la quiere - se volvió hacia Ponzoña.- Ayúdame a montarla hermano, Attar puede ayudar también.

Vió silenciosamente el intercambio, pero cuando se le ocurrió la idea, ya era tarde. Asi que dijo en Oscuro a Campaña, sacando su moneda de plata:

-Has ayudado a Attar, hermano Campaña, y el querría ayudarte a tí. Pero llego tarde.

En K'hlata añadió:

-Attar querer que Ponzoña tomar la plata, querer ayudar a Campaña, pero Ponzoña más rápido.

Y volvió al Oscuro, en el que le era más fácil hablar:

-Sí, Attar te ayudará con la tienda. Y después podemos entrenar si Campaña y Ponzoña quieren.

- "La estera son tan sólo cuatro cobres." -

El comerciante le entrega la tienda en su bolsa de tela a Campaña, y también un cucharón de madera.

A cambio recibe tres piezas de plata, dos mantas y un fardo de telas.

TRANSCURRE LA NOCHE.

- En algún momento de la madrugada, Pipo y Ojopocho regresan con el resto de la Compañía.

-Eres generoso hermano, pues solo tienes esto. No, guárdalo o gasta en esa estera por la que preguntaba para ti. Te será necesaria en nuestras largas jornadas. Y ahorra para comprar una tienda cuando puedas -dijo el Hiena a Attar, rechazando su generoso acto-. Montemos esa tienda, pero Campaña, te digo desde ya que entrarás igual que la tortuga cabe en su caparazón.

- Anoche, Campaña compró una tienda de campaña individual nueva y de buena calidad. Attar y Ponzoña le ayudaron a montarla.

- Como es natural, no cabe dentro de pie, pero sí tumbado para dormir.

- El Chambelán de las Cuchillas, Ansia de Dominio, y todos los que habían ido a proteger a ambos, regresan del poblado de los Esclavistas al campamento de la Compañía.

- Los Arqueros de Virote relevan de guardia a los Exploradores de Falce.

- "Donde pongo el ojo, pongo la flecha." -

Finalmente cambió de idea porque no iba a gastar más dinero para conseguir algo de peor calidad. Podría ahorrarse una plata, pero si al final el material era una porquería prefería dejarlo para la próxima paga. Giró sobre sus talones y fue a por su ración de comida.

"Los Espíritus tienen ganas de disputa", pensó al ver que la Pitonisa y Rastrojo estaban manteniendo una conversación.

-¿Librar? Sí, claro, échate una siesta. ¡Por la diosa! Cállate y cumple con tu trabajo, Rastrojo. Cuida de los animales. Si es que por lo menos eso sabes hacerlo.

Antes de que se saliera de madre, y no lo esperaba, se apuró a coger su escudilla de gachas. Buscó un lugar tranquilo y se acomodó para comer, y con su cuchara. Después fue a lavar los utensilios y los guardó cuidadosamente. Ya era tarde, pero vio a Matagatos y se acordó de algo pese a que estaba muy justa de dinero.

- Hola.. -saludó- Quería preguntarte una cosa. No es que me sobre el dinero pero... ¿Hace falta algo de medicinas? O lo que haga falta.

Más tarde se marchó a dormir. Mientras cogía el sueño echó una ojeada a su alrededor, y vio que Campaña tenía una tienda. Se imaginó que para ponerse cómodamente de pie tendría que hacerle un corte en la parte superior. Aquello le arrancó una suave risa.

Acurrucada con la manta comenzó a contar con los dedos, apenas susurrando los números hasta llegar a lo que tenía. Era una buena forma de practicar, y al pensar en ello dio un resoplido.

“Idiota”, dijo antes de bostezar.

Una última ojeada a sus compañeros y, agradablemente complacida, se fue quedando dormida con una significativa sonrisa en los labios.

Me mantuve discretamente entre los hostigadores atento a todo lo que hacían unos y otros. Mi intento de hablar con Lengua Negra había resultado fallido, estaba tan concentrado en hablar con mi hermana que probablemente ni me había escuchado. Hablaría con el más adelante, seguramente su conversación con Khadesa era más urgente.
Lo único destacable había sido el espectáculo montado por Rastrojo y las mulas, seguramente intentando emular a su maestro Caratotem cuando se comunicó con nosotros a través del camello.

Al menos Caratotem hizo algo útil. ¿Se puede saber que pretende Rastrojo con eso?

No tenía del todo claro para que podía servir hacer hablar a los animales, aunque como Rastrojo se ocupaba de cuidarlos
quizá para él fuera de utilidad. En todo caso tampoco me importaban mucho los juegos de Rastrojo, aprovecharía a dar una pequeña vuelta por el campamento hasta la hora de acostarme.
Un buen rato después regreso a la zona de hostigadores, debía prepararme para descansar puesto que mañana quería salir con las primeras luces del alba. Estaba dispuesto a encontrar las hierbas que Khadesa y R'Gaa necesitaban, aunque tuviera que echar todo el día.
Mientras pensaba en eso Dedos se acerca para hacerme una pregunta.

-No hace falta que te gastes tu dinero en eso. Le digo a la exploradora sonriendo. A no ser que el jefe de los hostigadores siga teniendo tan mala suerte. Pero si quieres puedes ayudarme a buscar, cuatro ojos siempre ven más que dos. Mañana saldré al alba.

Excepto Ojopocho no sabía de nadie entre los hostigadores que supiera algo de buscar plantas, pero él no había llegado todavía. Si había alguien más dispuesto a aprender o colaborar siempre sería bienvenido.

En el horizonte se dibujan las siluetas de Ojopocho y Pipo, el segundo algo más adelantado del primero, parece haber perdido las ganas de cháchara y Ojopocho se encuentra visiblemente más abatido y cansado, los hombros caídos y los pasos forzados, la larga pausa al llegar y el tiempo en recuperar el resuello.

Ambos se despiden estrechándose la mano, Pipo seguramente marchará con la sargento Falce y después irá a descansar, y Ojopocho hace lo propio. Matagatos - El explorador cruje la espalda estirándose, es un K'hlata alto y larguirucho, pero sin destacar para nada- el entrenamiento ha ido bien, mucho mejor que entre las empalizadas dándonos garrotazos.

Tras saludar a su jefe de pelotón Ojopocho buscó con la vista entre los soldados del escuadrón de exploradores, buscando al soldado llamado Frontera, esperando que no estuviera descansando para acercarse a importunarle

Mentiroso se despertó al alba. Discretamente, pues no quería llamar la atención sobre el asunto, fue a la tienda de Serpiente. Sin entrar en ella le habló:

-¿Estás despierto? Vámonos ya.

Mientras aquél salía, preparó el camello de Mancillado tratando de hacer el menor ruido posible. Cuando estuvieron listos fueron al poblado de los Esclavistas.

“Así que no ha tenido suerte. Bueno, mañana será otro día…”

- Vale, te acompaño –asiente convencida- Me ha gustado eso de explorar, pero te advierto que no tengo ni la menor idea de plantas medicinales. Tú tranquilo y tenme paciencia, porque cada hierba que vea te lo haré saber –se echó a reír.

Se estiró un poco algo entumecida.

- Mejor me voy que mañana salimos pronto –se despidió con un cabeceo y una sonrisa.