Partida Rol por web

“Vaya, hasta ahora no había escuchado que los K’Halatas muriesen por no llevar ropas adecuadas. Y eso que somos los nativos de éstas tierras”. Dedos rió suavemente, sin ninguna intención de ofender. Simplemente le había hecho gracia aquellas palabras.

- No me ofendes, Mercader. Incluso reconozco que para lo que necesito eso es mucho mejor –señaló el pantalón- No quiero que sea bonito, lo importante es que la tela sea fuerte pero cómoda para poder moverme con soltura. Lo quiero para entrenar.

“Una plata… Por lo visto para los Oscuros las telas tienen un valor tremendo”.

- Aquí tienes el cobre por la cuchara –se la dio- Tengo que pensar lo de la plata, hasta dentro de un mes no cobramos –se llevó una mano a la nuca y sonrió- Antes de marcharme, ¿qué precio por todo el conjunto ese? –señaló también una camisa y zapatos. Lo cierto es que a medida que avanzaban hacia el norte posiblemente las condiciones climáticas y sociales darían que pensar.

“Bueno, al menos tengo una cuchara. Mis posesiones van en aumento…”, y se echó a reír mirando la cuchara una vez se despidió del Mercader. Tal vez Usurero tuviera mejores precios...

-Gracias R'Gaa. Por cierto, no he tenido suerte con lo tuyo, mañana volveré a intentarlo. Digo a la exploradora cuando me contesta que Dedos se encuentra en otra parte del campamento. Al menos la exploradora no había sufrido heridas por parte de Escarabajo. ¿Y a Ojopocho lo habéis visto? ¿También anda por aquí? Mientras espero respuesta me acerco al carro de Khadesa y saco de allí mi estera y mi manta. Las extiendo cerca de donde se preparará el fuego para poder calentarme con él pero hacia el lado donde está la tienda de Khadesa para estar lo más cerca posible si pasara cualquier cosa. Entre la manta tengo todavía los dos trapos que antes fueron mis pantalones de recluta y que he venido usando de cinturón para las armas. Uno lo usaré para apoyar la cabeza y el otro lo extiendo en el suelo al lado de la estera y coloco con cuidado las violetas sobre él haciendo un doblez que las cubra. Eso hará que puedan irse secando poco a poco sin que la luz directa del sol las estropee demasiado. Una vez colocado todo busco a Lengua Negra y me acerco a hablar con él. -¿Que tal primo? ¿Como sigue tu herida?

Aaaaaat... Aaaaaaat... !Aaaaaatchússssss!

Abrió los ojos y vió a Khadesa mirando a Rastrojo.

Me ha maldito. Me ha maldito con un constipado. No... no es posible porque es una farsante que no tiene poderes de verdad, como todas las pitonisas. Es solo una coincidencia que yo estornudara justo cuando ella miraba para aquí...

Intentó recuperar la concentración, y durante un instante lo consiguió.

Nggggg... Zzzzzzzzz... Ngggggg... Zzzzzzzzzzz... Ngggggg...

Se despertó minutos más tarde, sobresaltado. Dos burros estaban mordisqueándole la escasa tela que cubría su ropa, es decir, su escaso taparrabos. La situación empezaba a ser embarazosa, casi rozando el bestialismo.

Quitad... Quitad...-apartó la frente de los burros con la mano para alejarlo de sus partes pudientes; no quería acabar como Guepardo-Os reconozco, os atendí durante el camino al pueblo de los Tres Castores. Sois los burros de la bruja. ¿Tan débil de poder anda que como plaga maldita me manda dos burros amaestrados?

Tsk-tsk. Largo.

Largo he dicho.

Decidió espantarlos con sus artes chamánicas. Por lo menos había hecho que los otros miembros de la Compañía no se le acercasen (claaaaaaro, el verdadero motivo debe de ser ese y no que Rastrojo sea un deshecho humano).

¡Qué cazurro, qué cazurro!

¡Vete lejos, pedazo burro!

¡Tú también, inmunda mula!

¡Ve con otro a saciar tu gula!

Gula... Claro, esa bruja de Khadesa no se habrá molestado en darles de comer...

Sin saberlo, Rastrojo está invocando un poder de su interior que hasta ahora desconocía tener...

- "El conjunto de zapatos, pantalón y túnica corta son en total dos platas. Si también quieres un buen cinturón de cuero son otras dos platas." -

Jabalí se volvió al escuchar junto a él una voz inesperada de aquel que se identificaba como Arquero. -Sí, dos días de descanso. Pero depende de en que se gasten y de cada uno, puede ser demasiado tiempo ociosos, no hay mucho que hacer por estas tierras... Eres arquero entonces -dijo mirando el carjal lleno de flechas que llevaba a la espalda- parecen buenas flechas, retoños pequeños de estas -dijo cogiendo una de sus lanzas, que descansaba a su lado en el suelo y, sopesándola en su mano, se la enseñó al recién llegado- pero igual de peligrosas por lo que veo -añadió al ver relucir bien su afiladas puntas al sol.

- "¡Nadie cuida de nosotros! ¡No nos dan de comeeeeerr!" -

Dice un mulo.

- "¡Buaa, buaaaaaaaaa! ¡Los humanos son malos!" -

Dice el otro. Ambos mulos brillan y resplandecen de un modo extraño por efecto de la magia de Rastrojo.

- "Bueno sí, aunque en realidad prefiero los venablos..." -

- "¡Oye, has visto eso! ¡Esas mulas están hablando con vuestro chamán!" -

El entrenamiento de Mentiroso fue interrumpido por unas mulas que hablaban y la sorpresa que produjo en el Arquero.

«¡Espero que tanto el chamán como el mago dejen a mis camellos en paz!», dijo mirando mal a ambos. Aún tenía que descubrir quién fue el que puso su camello a hablar cuando Lengua Negra estaba «muerto».

Me giré molesto ante la interrupción de Pelagatos. ¿Quién le había dado vela en ese entierro?

- ¿Revelación? A ti ninguna- le dije con una amplia sonrisa. Me tomé unos segundos para que el amargo sabor de mi respuesta se impusiera al de las gachas y luego continué hablando.- Pero a ella tampoco, por supuesto. Yo no soy quién para hacerte sentir especial Pelagatos… Único. No.- Negué con el dedo.- Eres uno más. Uno menos cuando mueras, pero hasta entonces uno más. Ni más, ni menos. Quizá un poco menos que más cada instante, aunque más bien da igual. Mas no venía a eso.

Me giré hacia la pitonisa.

- Buena respuesta, Khadesa. Muy larga para una pregunta tan sencilla.- Reí.- Serás una buena maga, sin ninguna duda. Mejor que él.- dije cabeceando en la dirección en la que estaba Rastrojo, que justo en aquel momento “hizo hablar” a unas mulas.- Aunque eso nunca será un halago…- añadí tal y como tenía pensado, pero a tenor de lo que el chamán acababa de realizar y de las reacciones de algunos de los que lo presenciaron, noté que mis palabras perdían significado.

¿Cómo podía la gente sorprenderse por un truco tan barato? Dos palabras me vinieron a la mente:- “Son estúpidos.”- Una respuesta simple y certera, casi impropia de un mago.

Me quedé un rato mirando a los tres animales, los que hablaban y el que los hacía hablar, dudando si estropear el espectáculo al último. Sin embargo no hice nada convencido de que él mismo cavaría su propia tumba, como en él era costumbre.

- “No hay mayor desprecio que no hacer aprecio…”- me convencí. Se lo había escuchado decir a alguien en alguna ocasión. El problema era que yo, además de los supersticiosos k'hlata, le estaba prestando demasiada atención, así que volví a girarme hacia Khadesa y al aburrido Oscuro que se nos había unido.

- En unos días quizá comprendas por qué te pregunté por el puercoespín. Entonces podrás dar una respuesta más concreta, aunque no tan divertida. Solo te diré que en la misma mentira puedes mentir sobre varias cosas.- Sonreí.- Lo difícil es llevarlo a la práctica.

Campaña permaneció pensativo unos instantes sopesando la oferta del comerciante. Incluso hizo un amago de contar con los dedos para hacerse una idea de lo que eran seis platas. No sabía contar, de modo que no tuvo una certeza sobre lo que le estaban pidiendo, aunque si que llegó a la conclusión de que por el momento no contaba con suficiente efectivo como para pagarlo.

- Campaña te da dos mantas y esta tela suave y brillante - el gigante le enseñó las mercancías al comerciante para que pudiera verlas.- ¿Cuánto por todo esto?

El Hiena asintió ante el precio del mercader. Sin duda, era el estándar y si bien era un precio elevado, merecía la pena ser pagado. Ahora era cuestión de observar lo que ofrecía a Campaña por su botín y ver en cuánto quedaba el precio final.

-Es el hijo del herrero, mercader. Debes cuidarle. -apostilló, recordándole el estatus de Campaña ante el comerciante.

Dante había sido bien cuidado. Su pelaje brillaba por la buena alimentación y el cepillado y Lengua Negra se mostró satisfecho por los cuidados que habían dado a su montura durante los días de entrenamiento. Pero era hora de asumir su cuidado. Tras agradecer las atenciones dadas a su caballo, lo tomó por las riendas y lo llevó hasta su zona de acampada. Una vez allí, se dirigió donde Khadesa, logista del campamento de hostigadores si se atenía a los hechos.

-Hola, Khadesa -saludó-. Primo. He oído que eres la encargada de los sumninistros de los hostigadores. Me gustaría saber si dispones de grano para las monturas -no había llegado a tiempo para escuchar el intercambio de palabras entre ellos, pero no tenía grandes dudas, vistos los rostros de uno y de otro, que se habían enredado en una de sus pullas.

Caracabra veía como se oscurecía el horizonte, esta noche podría descansar tranquilo. Sabía que tenía comida y un techo bajo el cual dormir, bueno, si al fondo del carro se le puede llamar techo.

Era tarde, el pequeño jorobado se había pasado el día mirando como el resto del grupo entrenaba, o se organizaba. El aun estaba dolorido de la carrera con el explorador, esperaba estar mañana totalmente recuperado; y poder salir a poner alguna trampa para cazar algo de carne con la que acompañar las gachas. Así que se puso a buscar por el campamento, los materiales necesarios para hacer trampas: palos, cuerda, cordel y cosas sencillas que no tuviera que comprar, o que en caso de ser necesario comprarlas, no valieran mucho. Mañana le pediría un poco de grano a Khadesa para usarlo de cebo en las trapas, hoy estaba muy ocupada, y Caracabra no quería hacerle perder más tiempo. Además muchos de los oscuros del grupo se habían acercado a la carreta, y eso le seguía imponiendo respeto.

¡¿Pero qué diablos...?!

Lo primero que se le cruzó por la mente era que aún le duraban los efectos de las hierbas de reír que fumó con Frontera. Lo segundo que pensó es que era una engañifa de Serpiente, como cuando hizo llorar al casco de Campaña.

No podía ser de las hierbas de reír, notaba algunas miradas en su dirección, ¿y para que querrían ver a un trío de burros si no fuera porque estaban hablando? Tampoco era cosa de Serpiente; de serlo, él o ella estaría aquí para burlarse de Rastrojo. Pero no, estaba junto al carro.

Por descarte, podría ser que los burros se pusiesen a hablar porque Rastrojo invocó el poder de los espíritus para espantarlos. Se supone que eso era bueno: el mestizo acababa de hacer sin proponérselo una demostración de magia chamánica. Algo de prestigio le devolvería ante sus compañeros... O también se podría considerar malo: el único poder que había mostrado desde la invocación de Lengua Negra era un arte que solo podía tener utilidad para un mozo de cuadras.

Chssst. Callaos. Voy ha arreglar lo de la comida, pero no habléis tan alto.

Para la visión negativa que Rastrojo tenía del mundo, lo más probable era siempre lo malo. Y entre varias cosas malas, siempre la peor.

Se acercó al carro.

¡Khadesa! ¿No das de comer a los burros de tu carro, o qué? Matagatos dió día de descanso, así que hoy libro como cuidador. Pero tú eres dueña a tiempo completo. Te tendrías que ocupar tú, que ya no eres una niña. Tienes que empezar a coger sentido.

Con lo tranquila que había sido la tarde y terminamos así. Si es que lo hace aposta para cabrearme...

R'Gaa, dame dos raciones de grano para los burros. Ya me ocupo yo. Que los animales no tienen la culpa.

El Comerciante parece a punto de responder a Campaña, pero entonces se detiene a escuchar las palabras de Ponzoña y parece cambiar de opinión.

Responde en Oscuro:

- "Es cierto, tu padre es un buen hombre y a todos nos complace trabajar con él. Es un gran artesano.

Con esas dos mantas y las telas, tu tienda de campaña nuevecita se quedaría por tan sólo tres platas. Es un trato mejor que el que le ofrecería a cualquiera." -

Escarabajo asiente a las palabras de R´Gaa

- Así es, señor. - digo poniéndome en pie con dificultad, pero sin perder esa mirada de rabia, intrínsecamente peligrosa- Estaba viva. Magullada, y algo asustada, pero viva. Podría llegar a ser una buena guerrera alguna vez. Pero necesita hacerse más al dolor, y ser más valiente. - se encoje de hombros- Pero al menos tiene el juicio suficiente para saber cuando algo le sobrepasa. En todo caso, estaba bien - tras estas palabras miro a Mentiroso, mientras me encojo de hombros- Pues si esperas sacarme si quiera una moneda, o algún bien, es que estás loco. Yo gracias a las hazañas de nuestro idiota oficial no pude unirme a vosotros. Es una suerte que nadie muriera por no haber tenido un guerrero más. Así que tendrás que buscar a otro que te invite a algo para contarle lo que pasó - dice escupiendo al suelo, para luego mirar a Mentiroso. 

- Por lo demás, me parece bien. Toma un arma y combatamos - tras estas palabras Escarabajo vuelve a esgrimir los dos palos cortos de entrenamiento, se pone en guardia y se queda mirando fijamente la forma de moverse de Mentiroso

-¡Qué decepción, Escarabajo! Ya nadie hace nada por nadie -Mentiroso ataca empuñando escudo y una lanza corta de entrenamiento- ¡MUERE! -grita melodramáticamente, para luego solo marcar el golpe.

-Tampoco te perdiste mucho. En el poblado solo había niños -después utiliza el escudo para cubrirse del contraataque de Escarabajo -¡AHORA VERÁS! -Mentiroso cambia su actitud, pasando de hablar de un tono normal a otro agresivo e intimidatorio. La actitud también era importante en el combate. «Esos niños ya se habrían cagado en los taparrabos jajaja»

-Pero tú no te dejes llevar demasiado, ¿me oyes?

Guepardo fue de los últimos en llegar a la olla. Rellenó su escudilla como todos y se dispuso a marcharse a un rincón tranquilo. Cepillaría a Pantera...eso siempre le sosegaba. Matagatos le dijo algo que no logró entender en condiciones. No le dio importancia y siguió andando. Sin embargo, antes de marchar y con los dedos sumidos en el líquido alimento, hubo algo que le llamó la atención. Mentiroso y Escarabajo iban a entrenar. Conocía por boca de todos como se las gastaba Escarabajo en sus entrenamientos. Era duro como una roca y violento. Decían que estaba loco. Y Mentiroso no le iba a la zaga. Aquello podría ser entretenido y le hacía falta algo de diversión después de tanto sufrimiento. Se acercó a ambos contendientes y se sentó en la arena a unos pocos pasos de ambos. Se metió los dedos rebosantes de gachas en la boca y esperó a que comenzara el espectáculo. Sacorroto, en silencio como rara vez hacía, se sentó a su lado con una sonrisa siniestra.

Otra vez el mismo truco. Aunque en algo había mejorado, no se podía negar: ahora eran dos los animales que hablaban, no uno. Sin embargo tenía muy presente la admiración y el respeto que generó en ella ver al camello hablar... para luego darse cuenta de que en lo que había dicho no había ninguna verdad. Un falso truco, un engaño.

-Por favor, que alguien le de algo de grano a él también...

Sirvió para olvidarse por un instante de Serpiente, y de su acertijo. Parco acertijo, si bien en un primer momento Khadesa pensó en insistir, y desentrañar al menos una parte, ahora lo dejó a un lado. Y fue entonces cuando Lengua Negra la abordó.

-No, no me han dejado al cargo de los suministros, simplemente han cargado los sacos en el carro. Pero no me importa encargarme de ellos, y de la cocina. ¿Quieres grano para tu caballo? adelante. Pero de las monturas, y de su alimentación se encarga Rastrojo, por orden de Matagatos...

Ya sólo faltó que el chamán se acercara con su burdo discurso.

-¿Librar? Sí, claro, échate una siesta. ¡Por la diosa! Cállate y cumple con tu trabajo, Rastrojo. Cuida de los animales. Si es que por lo menos eso sabes hacerlo.