Partida Rol por web

Pasó la lona por encima del armazón, dejándola colgar por la otra vertiente. Después enganchó la lona a unos pequeños espolones que había en los palos y de los que no se había percatado antes. Uno de ellos no tenía espolón.

Mmmm...

Palpó el otro lado de la tienda y encontró su espolón.

Los palos con espolón van todos a la izquierda para poder enganchar la lona.

Rastrojo miró la tienda con toda la desidia que le causaba volver a tener que montarla desde el principio por un solo palo mal colocado.

¡Terminé!

Sonaba a sentencia definitiva. Podía montar mejor la tienda, pero no iba a pasar el trabajo. Ya lo tendría en cuenta para la próxima vez. Se metió dentro. Olía a cuadra, como todas las tiendas de segunda mano. Además, hacía un calor espantoso a esas horas de la tarde. Rastrojo salió y dejó la tienda abierta para que aireara.

¿Qué nuevo proyecto de proporciones gigantescas podría emprender ahora? Miró a Loor. Aún tenía que comer, así que puede que incluso se librara hoy de los entrenamientos con ella. Y por culpa de la tienda y el entrenamiento de explorador, había descuidado esa mañana a los animales. Pero todos los dueños estaban atentos a pedir grano para sus animales, así que no tenía que preocuparse por eso.

Bien, bien...

Se colocó junto a unas piedras y empezó a escarbar para buscar raíces. Al cabo de un par de minutos, se dolió de sus manos y decidió no seguir con esa tarea. Demasiado dura.

Está claro, para vivir bien hay que ser chamán.

Se puso a meditar. Eso se le daba bien. No era una tarea física de la que pudiese cansarse.

ATARDECER.

- Matagatos regresa al campamento portando un ramillete de violetas.

Después de todos los días de caminata y entrenamiento campo a través, comiendo lo poco que habían llevado y lo que había encontrado, aquellas gachas le habían parecido totalmente deliciosas. Tienen buena mano esas mujeres... Cuando Jabalí terminó de rebañar su escudilla se quedó un rato mirando en silencio como otros aún estaban terminando con su ración y como otros volvian de nuevo a querer entrenar. Se estiró, dejando que sus cansados músculos se relajaran y descansaran mientras le daba vueltas en su cabeza a un asunto en el que llevaba un tiempo pensando pero que no se había decidido a llevar a cabo. Desvió su mirada hacia Khadesa y la miró, indeciso, durante un buen rato hasta que, de un salto se puso de pie y echó a caminar hacia ella. Casi cuando estaba llegando advirtió que Serpiente seguía su misma ruta y observó que, efectivamente, su intención era hablar con la pitonisa. Estaba a pocos pasos del carromato, pero la presencia del brujo lo hizo desistir de su intento, bastante era tener que hablar con la quinta como para tener a aquel brujo cerca. No, no era buen momento... Levantó su mentón, disimulando, y dirigió su mirada a otra parte, más allá del carromato, pasando de largo sin detenerse.

Pasan las horas mientras veo a Carpintero utilizar mi arma para determinar las características de esta y así poder imitarla con la máxima eficiencia que su pericia le permite. Durante todo ese proceso, no le quité el ojo de encima, pues ese objeto es la más preciada de mis pertenencias, no tanto porque estas sean pocas y de escaso valor, sino por el hecho de que es un legado de mi pueblo y mis ancestros, es la vida y el espíritu del guerrero, es mi arma y mi camino.

Una vez que termina, la obtengo de vuelta y le agradezco con una reverencia al seguidor, para luego volver a la zona de acampada de los Hostigadores, donde veo gente entrenando. Me quedo un poco alejado de las personas y desenvaino mi espada para poder entrenar con ella y así reparar cualquier daño que el haya hecho a nuestra unión el hecho de que otro hombre la haya blandido, sobre todo para tareas tan indignas como cortar madera.

Escarabajo deja que Dedos se marche mientras se ríe socarronamente. 

- Como veas, Dedos. Pero conmigo aprenderías a combatir. Aunque no te reprocho que tengas miedo. Es sabio tener miedo a quien puede vencerte.

Tras estas palabras el guerrero anteriormente de la tribu de los Comedores de Cristal Afilado se sentó y empezó a comer su escudilla de gachas. Ya había terminado la misma, bajándola con abundante agua, cuando vio como Mentiroso se acercaba. Y al escuchar su pregunta hizo un gesto de sorpresa.

- ¿No te asusta entrenar conmigo? Ya sabes... loco peligroso, clavé una lanza al encantador imbécil... esas cosas. - Escarabajo sonríe. - ¿No prefieres contarme tu versión del primer viaje de los Hostigadores? He oído que contar versiones sobre lo que ha sucedido es tu fuerte. 

Las gachas les habían quedado buenas, la harina era nueva, el agua limpia y R'Gaa había mantenido el fuego suave pero constante. Las habían removido mientras cocían, sin parar, así que no estaban grumosas.

Al final voy a ser cocinera y no Pitonisa, maldita sea.

Comió su ración con apetito, como no lo había sentido desde hacía días. Se sentía bien físicamente, quizá se debía a que estos días había estado entrenando con las dagas, y corriendo, además de su entrenamiento con la magia y la adivinación.

Y, hablando del diablo... Allí se acercaba Serpiente. Que soltó su siempre enigmática palabrería, aunque Khadesa no podía negar que el mago era interesante, y que aprendía mucho con él. Pero, ¿entenderle...? bueno, eso era otra cosa, una muy distinta.

-¿El puercoespín...? Depende, mago. Si es para sentarme encima, o usarlo de esponja, no, ni lo sueñes. Si es para comerlo, pues no lo he probado nunca, aunque he oído por ahí que es un plato exquisito. Si es para mostrarme una comparación, y vas a decirme que me ves como uno, entonces te diré que tienes razón, y que es a lo que la experiencia me ha conducido. Aunque no siempre pincho, y no a todo el mundo. Aunque quizá lo que me digas es que tú te sientes como un puercoespín. Y te diré que sí. Por las espinas, no por lo de puerco. ¿O sí...?

Y husmeó el aire, con aspecto crítico.

-Puede que no seas tú, después de todo. Veo a Rastrojo montar su tienda demasiado cerca.

Campaña le entregó la manta a Attar con una sonrisa en la boca, le agradaba poder hacer cualquier cosa, por pequeña que fuera, para ayudar a sus compañeros. Además a menudo sentía que precisamente Attar era la única persona que le comprendía a la perfección. No es que fueran grandes amigos pero solían afrontar los problemas de la misma forma y eso hacía que Campaña tuviera una especial confianza en él.

- Attar no tiene que preocuparse por eso, Campaña y él son hermanos ¿recuerdas? - contestó Campaña.

Continuaron caminando por la zona de los comerciantes hasta que, finalmente, uno de ellos se acercó. El hecho de que les hablase en K'Hlata hizo pensar a Campaña que había sido una gran idea traer a Ponzoña.

- ¿Hablas Oscuro? - preguntó Campaña pensativo.- Campaña quiere una tienda... de campaña - soltó una breve risita por el comentario.- La tienda de campaña de Campaña - y volvió a reirse, nunca había caído en ese estúpido juego de palabras.

“Va a ser que no… Ni loca”, se alejó de allí negando varias veces con la cabeza. Ya había tenido suficiente con una vez, y dudaba que fuera capaz de controlarse si entraba en un estado inconsciente de furia. Había oído hablar de guerreros como él que entraban con una ceguera aterradora en combate. Ni sus propios aliados osaban estar demasiado cerca, así que por lo que le quedaba de vida había tenido suficiente Escarabajo.

El olor a comida enseguida alejó su perturbación, y su estómago comenzó a hacer ruiditos. Estaba hambrienta, el entrenamiento la había agotado y ya tocaba sentarse tranquilamente para degustar uno de los placeres de la vida. Pero antes quería asearse, estaba demasiado sudorosa y un poco de agua fresca en su rostro la animaría. Fue a por su odre y aprovechó lo que quedaba para asearse, luego fue al estanque y lo llenó de agua limpia.

A medio camino paró y dio un resoplido. “No voy a seguir comiendo como un animal”, y dio media vuelta para ir al puesto del Mercader.

- Buenas, Mercader –sonrió ligeramente- Quiero una cuchara, que sea sencilla –dio una ojeada a la mercancía que exponía- Y ropa, pero… -se llevó un dedo a los labios pensativa.

“Si me pongo a hacer cabriolas voy a dar un espectáculo espantoso. Me vendría mejor la ropa de los oscuros, eso que llaman pantalones.”

- ¿Qué precio tiene la ropa de los Oscuros? Sólo me haría falta unos pantalones, pero… Bueno, dígame el precio de ambos tipos: Oscuro y K’Halata.

“Puede que haga un apaño y me ahorre unos cobres”.

Mentiroso sonríe a la advertencia de Escarabajo, y le responde mientras estira un poco sus brazos y piernas y se prepara para una sesión de entrenamiento «no demasiado violenta, espero».

-¿Contarte mi versión? Si lo que quieres es una lección de historia mejor que se la pidas a otro. A Lengua Negra por ejemplo, que ahora que no manda estará aburrido. Mi versión aunque puede tener «errores» y omisiones es mucho más entretenida. Pero es larga de contar, se me cansa la voz sin una jarra de grog en la mano. Ya me entiendes...

Rebañé mi escudilla mientras escuchaba a Serpiente y Khadesa hablar. Bueno, más bien, Serpiente había empezado una de sus absurdas metáforas y Khadesa había sido ingenua suficiente para contestar. Aunque al menos, en este caso, su respuesta había sido bastante buena, especialemnte el comentario del puerco.

- Sí primo - dije a Serpiente uniendome a la conversación - ¿Qué gran revelación sobre el puercoespín vas a hacer?

El comerciante sonríe a Campaña con una sonrisa de genuino aprecio y le responde en perfecto Oscuro:

- "Mira, esta es mi mejor tienda. Es perfecta, la mejor obra del artesano. Prácticamente se monta sola. Sin estrenar. Se vende junto con una bolsa de tela para poderla llevar fácilmente. Y de regalo este cucharón de madera. El precio es una ganga: seis platas." -

- Campaña está hablando con uno de los comerciantes de Usurero. Attar y Ponzoña le acompañan.

Las dos mulas del carro se acercan a Rastrojo y le mordisquean la escasa ropa.

El comerciante sonríe a Dedos y le responde:

- "No es mi deseo ofender, pero los K'Hlata no usáis ropa digna de ese nombre. Excepto los Hombres de Arena, que usan ropas adecuadas al clima desértico.

Los Oscuros usamos túnicas cortas, pantalones, cinturones y zapatos.

Tengo estos buenos pantalones de factura Oscura. Son de mujer y completamente nuevos. Una plata.

Y esta cuchara de madera por tan sólo un cobre." -

ESTA OSCURECIENDO.

Un Soldado de Arqueros se acuchilla cerca de donde está Jabalí.

- "¡Menuda boñiga de cabra! Mañana nos toca guardia a los Arqueros. Se acabó el descanso. Encima parece que vamos a estar también tooooodo el día en este sitio. ¡Qué aburrimiento!" -

Después de toda la tarde buscando tan solo había conseguido unas cuantas violetas, que una vez secadas podrían ser útiles en el futuro pero no era lo que estaba buscando. Entro en el campamento con las violetas en la mano y me dirijo a la zona donde estamos los hostigadores.
Veo que Guepardo, Uro y Loor han regresado durante mi ausencia. Les saludo y les pregunto por su entrenamiento, esperando que les haya sido provechoso.

Todavía falta Ojopocho.

Aquello si que empezaba a ser preocupante. Aunque igual había regresado y estaba en otro lugar del Campamento.

-¿Ojopocho ha regresado ya? Pregunto en general sin dirigirme a nadie en concreto.

Veo a Khadesa hablando con Serpiente en compañía de Pelagatos, lo cual no me llama demasiado la atención, últimamente parecían buscar consejo el uno del otro sobre asuntos mágicos. Al seguir mirando veo a Escarabajo hablando con Mentiroso.

¿Y Dedos? No la he visto.

Miro a mi alrededor y no veo a la exploradora por ningún sitio, tampoco parece estar tirada en ningún sitio inconsciente. La había dejado empezando a entrenar con Escarabajo. Miro hacia Escarabajo que parece muy tranquilo, aunque eso no me tranquiliza, también lo estaba después de atravesar a Campaña. Decido acercarme a donde está y le pregunto algo preocupado.

-¿Que ha pasado con Dedos? No la veo por aquí...

Una vez hechas las gachas solo quedaba probarlas. Tenía mucho hambre después de estar oliendo las gachas en todo el proceso de hervir. Se echó la comida en la escudilla y comió. Estaba bueno, así que se lo comió todo sin decir una palabra.

Vió acercarse a Serpiente y se alegró de que la cosa no fuese con ella. Él siempre hacía preguntas raras. Esta vez se la hizo a Khadesa. Los escuchó, distraída sólamente por Pelagatos que le pedía hacerse cargo de Orgullo, aunque como ella era una "negrita" para él lo hizo sin pedirselo realmente.

-Cuando necesites mi ayuda con Orgullo avísame. No tendré ningún problema en echarle un ojo. - Dijo con una sonrisa. Algún día conseguiría que ese hombre dejase de verla como un animal inferior y la vería como su igual.

Escuchó la pregunta de Matagatos y recordó haber visto a Dedos dirigirse hacia la zona de los comerciantes.

- Matagatos, se fue por ahí. - Dijo señalando hacia la zona de los comerciantes. - Sigue viva, Escarabajo no se pasó mucho en su entrenamiento. - Sonrió. Quizás en alguna ocasión llegase a entrenar con ese guerrero.