Partida Rol por web

Asentí a lo dicho por Mentiroso.

- Excelente decisión. Ya puedes iniciar la marcha- añadí sonriente.

Una vez iniciamos la caminata hacia el poblado de los esclavistas y seguro de que no me apetecía estar en silencio, decidí proponer un tema de conversación.

- ¿Qué lleva a un hombre como tú al poblado de los esclavistas?- pregunté con sorna aunque no sin curiosidad.

El Hiena se volvió hacia Peregrino, recién llegado y con deseos también de entrenar.

-Desde luego, hermano, guerrero del viento. Pero soy Ponzoña, no usted, y soy tu hermano -dijo poniendo una mano sobre el hombro del espadachín-. Procedes de otras tierras y tus costumbres son distintas a las mías, pero en mi pueblo, las reverencias son para el jefe de la tribu y el chamán. Bien, dos contra dos. Peregrino, tú tampoco usas escudo, ¿verdad? En ese caso, Attar y Campaña contra Peregrino y yo. Después cambiaremos parejas y finalmente, los escudos pelearán contra las armas a dos manos. Atentos a Peregrino. Es veloz como el mordisco de una mamba negra y tan letal como su veneno. 

- Attar, Campaña y Ponzoña han decidido dedicar el día a entrenar. Peregrino se les une.

- Ojopocho encuentra a Frontera, que parece adormilado y perezoso.

- Caracabra sale del campamento hacia el sur con material para trampas y algo de grano que le ha dado Khadesa.

- Dedos y Matagatos salen a por hierbas.

- R'Gaa se ocupa de ayudar a Khadesa en las tareas de intendencia.

- Escarabajo entrena todo el día.

- Mentiroso y Serpiente visitan la aldea Esclavista.

- Lengua Negra cuida de su caballo, Dante.

- Khadesa se ocupa de preparar las gachas y de entrenar. Deja a Rastrojo el cuidar de los animales del Pelotón.

- Guepardo, Jabalí, Loor, Pelagatos, Rastrojo, Sicofante y Uro descansan. Rastrojo se pasea por el campamento.

Localización: De camino al poblado.

Decidiendo divertirse a costa de su mal dada fama respondió con igual sorna:

-Había pensado que si todavía tienen a mi familia quizá la pueda cambiar por un mago. -La ironía escondía la muy probablemente vana esperanza de Mentiroso de encontrar algún indicio sobre su paradero. La respuesta dada a Serpiente, por lo tanto, no se alejaba demasiado de la realidad, aunque era solo una parte.

-Además, comercian con pueblos más allá de la Sabana. Pueden tener cosas interesantes.

LA TARDE-NOCHE ANTES:

ENTRENAMIENTO ESCARABAJO VS MENTIROSO:

- Escarabajo, como era casi previsible, ataca a Mentiroso con todas sus fuerzas y a una velocidad tremenda usando sus dos palos.

- Mentiroso se mueve también a una velocidad envidiable, demostrando ser mucho más astuto y esquivo de lo que parecería. Pero su velocidad no puede igualar la pura rabia y locura de Escarabajo.

- Un rato después, Mentiroso está lleno de contusiones y laceraciones, mientras que Escarabajo ha recibido algunos golpes, pero sin sentirlos de veras.

- Pese al severo castigo, Mentiroso no se arredra ni muestra miedo en ningún momento. Aguanta lo suficiente como para que la locura agresiva de Escarabajo finalice, y éste detenga finalmente el combate, agotado.

- "Me quedan estos dos arcos cortos, oh poderoso chamán. Uno de ellos puede ser tuyo por tan sólo dieciséis platas. Son completamente nuevos. Observa la calidad de la cuerda. Esta es un arma creada para la guerra." -

- Mentiroso y Serpiente llegan al Poblado de los Esclavistas.

La noche había dejado paso a la mañana y el sol había salido completamente cuando Jabalí despertó. Parpadeó y bostezó, estirándose cual largo era en el suelo, donde había dormido. La noche había sido buena y dormir al raso nunca le había importado, aunque aquella noche le había costado mucho dormirse. La imagen de aquellos dos burros hablando solos y un par de asuntos más le habían rondado la cabeza quitándole el sueño por un buen rato, pero nada que durase eternamente toda la noche.

Se levantó con un fuerte impulso y fue donde estaban las letrinas. Se tomó la cosa con tranquilidad y después fue a asearse.

Cuando terminó, se dirigió en busca de algo que con lo que rellenar el estómago.

-Buenos dias- le dijo a Khadesa cuando llegó junto a ella- Sé que es tarde ya, pero... ¿tendrías algo para echarle a esta tripa? -dijo dándose una palmada sonora en en estómago- Lleva gritándome por algo de comida desde que he despertado y me ponen nervioso sus gruñidos.

MATAGATOS:

- A lo largo del día de búsqueda de plantas encuentras 6 dosis de margaritas.

Salimos del campamento con las primeras luces del alba. Me encontraba realmente contento. Normalmente prefería salir a entrenar o explorar solo, pero en esta ocasión la compañía no podía ser mejor. Miro a Gacela sonriente mientras camina a mi lado. Nos dirigimos hacia el Oeste, así no tendremos el sol enfrente ni nos acercaremos al poblado de los esclavistas, prefiero mantener las distancias con esa gente. Podríamos tener algún encuentro con alguno de sus exploradores o patrullas pero no creía que fueran a molestarnos si les dejábamos en paz. Una cosa era atacar a gente indefensa y otra a dos miembros armados de la Compañía Negra, con esta acampada a las puertas de su poblado. Aún así debíamos ser precavidos, no se podía fiar uno de esta gente.
Mientras nos alejamos charlo con Dedos y le comento generalidades sobre plantas: donde buscar, que épocas son mejores para algunas plantas, como distinguir unas de otras.
Seguramente al principio sería algo lioso para ella, pero con el tiempo y la práctica podría aprender muchas cosas sobre el tema. Yo mismo seguía aprendiendo cada vez un poco más, así que me era fácil darle consejos sobre el tema.
Cuando ya estamos lejos del Campamento hago una pequeña pausa para descansar y me siento en la hierba junto a Dedos.

-¿Que tal tu profesor? Espero que no esté siendo demasiado aburrido o demasiado pesado.

Eso me hizo recordar las lecciones a las que nos obligaban a asistir de pequeños y yo me saltaba en cuanto podía, al contrario que Khadesa, Lengua Negra o Serpiente que asistían a ellas con mucho interés.

-Tu has sido muy buena alumna, creo que te mereces un premio.

Me acerco a Dedos y la beso suavemente. Tengo que contenerme mucho para no hacerlo demasiado precipitado. Llevaba muchos días deseando que llegara este momento y no quería arruinarlo por mi carácter impulsivo. Necesitaba disfrutar de ese momento tan ansiado y que Dedos también lo hiciera. Y así fue. Entre beso y beso nos tumbábamos en la hierba, hablábamos y nos reíamos. Pasamos allí un buen rato, pero debíamos seguir con nuestra tarea. Esta vez si se trataba de algo ineludible.

-Tenemos que continuar. Digo con un tono perezoso. Todavía no hemos encontrado nada.

La suma desorbitada mitiga el influjo que sobre Rastrojo pueda recaer la coba del mercader. Por mucho que llames poderoso chamán a un pobre, sigue sin tener dinero para lujos.

¡Dieciséis platas! ¡Qué barbaridad! ¡Cómo anda la carestía de las armas!

Eeeeeh... Sí, sin duda son buenos arcos...

Acaricia uno sin atreverse a tensar la cuerda. Conociendo su suerte, la cuerda rompería y Rastrojo tendría que pagar por el arco un dinero que no tiene.

Pero... ehm... no es lo que busco. Mi idea era un arco largo, no un arco corto. Seguiré mirando, gracias.

Con esa escusa barata trata de alejarse de allí. Por muy fresco que se esté a la sombra, cuando se le habla de pagar a Rastrojo le vuelven a subir los calores.

-Buenos días, Jabalí. Veo que estás de buen humor, ¡Jajaja! -La risa que soltó fue sincera. El guerrero sabía, como todos, que sólo había una comida al día, y eso era al mediodía. Por tanto, había bromeado con Khadesa. Le miró divertida, pero cuando se dio cuenta de que al muchacho realmente le rugían las tripas, frunció el ceño. -Tendremos gachas, sí. Para comer. ¿Tienes tanta hambre que no puedes esperar...? Yo no tengo nada más a mano, ahora mismo. Pero, quizá quedó algo en la olla de ayer, ahora iba a pedirle a R'Gaa que la limpiara... mira a ver... en fin, estará frío, y grumoso. Pero si quieres rebañarla, adelante.

Volvió a sonreírle. Con ese corpachón, por fuerza debía tener hambre a todas horas.

-Y luego, una buena carrera matutina te irá bien. Te fortalecerá, y te quitará esa sensación.

Lengua Negra abandonó la zona de acampada de los hostigadores y se encaminó hacia donde sabía estaban los entrenadores de caballos de guerra. Quería conocer las oportunidades de las que disponía para transformar a su montura en uno de aquellos animales inmunes a los terrores de la batalla. Sabía que sus oportunidades como guerrero dependían en gran medida de sus habilidades como jinete, pero también sabía que su semental necesitaba ser educado de un modo muy específico para que ambos fueran uno en la pelea.

-Buenos días -dijo cuando vio a los entrenadores con sus monturas-. Busco información. Soy dueño de un caballo, un semental, y quisiera saber si sería posible entrenarlo como caballo de guerra.

Escarabajo descansa durante buena parte de la mañana, relajando su pierna tras los excesos de los entrenamientos de ayer. A media mañana se acerca a la zona de los campamenteros, buscando a Cochinillo,

Jabalí le devolvió a Khadesa otra sonrisa en respuesta a la suya, aquella mujer, cuando reía de verdad y con ganas, tenía una sonrisa contagiosa, acababa de darse cuenta.

-No te preocupes... será mejor hacer esa carrera que tener que limpiar la olla con mi lengua. No creo que estuvieran muy de acuerdo los demás... -dijo mirando de reojo por encima de su hombro al resto de compañeros que estaban visibles desde allí.

Sí, aunque sabía muy bien que solo había una comida en el campamento, tambien era cierto que su estómago rugía, pero no de hambre, aunque esa hubiera sido su excusa para acercarse a la pitonisa por primera vez desde que estaba en la Compañia.

La sonrisa se fue de su rostro y fue sustituida por una expresión grave mezclada con una sensación de inseguridad que fue evidente para la pitonisa.

-Lo que yo quería era... verás... yo...

Aquello resultaba ridículo. Llevaba varios dias dándole vueltas al tema, varios días no, mucho tiempo y la noche de antes se había prometido que no pasaría de aquella mañana. Y allí estaba, delante de la pitonisa, titubeando como un niño tímido y acomplejado. Cuando había vuelto de asearse y la había visto sola había pensado que aquella era su oportunidad, pero ahora, allí delante de ella, ya no le parecía tan buena idea.

Se rascó su cabeza y miró para otro sitio en la lejanía.

-Yo quería saber... si... -Jabalí volvió a mirar por encima de su hombro, asegurándose de que nadie escuchaba sus siguientes palabras- me podías dedicar un momento... ya sabes... cosas de... trabajo, negocio, no sé... Necesito umm... ¿un consejo? podriamos llamarlo así, sí. Tengo, de esas cosas que os gusta intercambiar a vosotros. Monedas de cobre.

Dicho...

Jabalí desvió la mirada hacia el suelo y dibujó un circulo con su pie en la arenilla que cubría el suelo, esperando la contestación de Khadesa.

-Oh. Pues claro. ¿Deseas mis servicios como Pitonisa? Estaré encantada. Ven, vamos a mi tienda, es un buen momento. -Le hizo un gesto con la cabeza, en la dirección de la tienda de techo rojo, ahora ya bastante deslucido por los días de camino y de uso en la sabana. -¿Qué necesitas? ¿Que te lea la mano? ¿Quizá que te eche las cartas? ¿O puede que un buen amuleto de la suerte...? He estado haciendo alguno, aunque puedo hacer uno especialmente para ti. Vamos.

Le precedió hasta la puerta y levantó la lona, para que entrara. Dentro se estaba fresco, aunque había luz, gracias a distintas rendijas de lonas apartadas a propósito para ello. La mesa y las dos sillas que Carpintero le había regalado a Khadesa ocupaban buena parte del espacio.

-Adelante, siéntate, y dime qué te preocupa...

Jabalí suspiró medio aliviado a espaldas de Khadesa cuando la seguía hacia su tienda. No había sido demasiado complicado, al fin y al cabo. La muchacha facilitaba las cosas con su forma de ser.

La tan conocida tienda roja apareció delante de su vista cuando ella se apartó a un lado, levantando la lona para dejarlo pasar al interior. Se detuvo allí mismo, dudando por un momento, iba a entrar en la tienda de una pitonisa, allí dentro podría esperarle cualquier cosa...

No va a haber nada ahí dentro más peligroso que una buena espada afilada con veneno de cobra.... No, no más peligroso... ¡mucho más peligroso! ¡Seguro! No ha sido buena idea...

Pero no iba a dar marcha atrás, no ahora. Daría la impresión de ser un verdadero niño pequeño asustado por estar lejos de su madre. Rápidamente retomó su paso y entró, lo más seguro que pudo, dentro de la tienda. Cuando sus ojos se acostumbraron a la ausencia de claridad, se dió cuenta de que había luz suficiente y distinguió la mesa y las sillas. Nervioso, se sentó en una de ellas y miró a Khadesa.

-Pues verás, yo...

Ya al alba ambos estaban en marcha en lado opuesto al pueblo de esclavistas. Era una buena idea, pero no significaba que tuvieran que bajar la guardia en ningún momento; aunque creía que estando a su lado, un Oscuro, no habría complicaciones. De todas formas, en cuanto comenzaron a avistar hierbas y flores se olvidó del tema.

Dedos sabía que había muchísimas hierbas que servían para curar, y otras para todo lo contrario. Incluso que algunas, no sabía cómo, servía para ambos propósitos. Matagatos fue explicando a medida que encontraban algo, y bien cogían o simplemente servía de lección. A la joven aquello le pareció un mundo, pero estaba con ánimos para aprender y así ocupar su tiempo. Dudaba que por el momento ciertas habilidades suyas sirvieran a La Compañía, pero tampoco las dejaba de lado; y tuvo que verse enferma para darse cuenta que no hacía falta un poderoso enemigo para mermar la saluda sus compañeros.

- Sí, es muy interesante pero son muchas muchas cosas –contestó cuando se tomaron un tiempo de descanso- Me costará, pero intentaré quedarme con lo más importante. Por cierto, siempre y cuando no te estorbe me gustaría acompañarte porque sobre el terreno es donde mejor se aprende. Se me da mejor asociar viendo que sólo de palabra.

Después de las primeras lecciones disfrutó de “su premio”: un beso que le arrancó una sonrisa vergonzosa. No lo esperaba, aunque realmente sí quería un momento como aquel. Lo cierto es que estaba metida en el aprendizaje y se olvidó lo mucho que sus labios querían encontrarse con los de él. Fueron varios, suaves y deseados. Pero también hubieron risas y palabras cómplices.

- Tengo un regalo para ti -rebuscó dentro de la mochila y cuando pareció que lo había encontrado le sonrió antes de sacarlo- Es una tontería, pero creí entender que no tenías una -dicho eso le entregó una cuchara.

No pensaba aceptar una negativa pues quería dárselo. No era algo bonito y caro, pero sí práctico. Además, no iba a dejar que el líder de los Hostigadores, el chico que le gustaba, comiera las gachas como un animal.

"Cada vez me gusta más", se dijo poco antes de que tuvieran que reaundar la marcha. Era buena idea pues si se dejaban ir temía que dejaran de lado la búsqueda pues no olvidaba que algunos de sus compañeros necesitaban medicinas.

- Allá vamos… -y se echó la mochila al hombro.

Le gustaba aquel paseo, instructivo y con la expectativa de recibir algún premio más. Sin lugar a dudas iba a ser una alumna muy aplicada.

Sonrío ante las palabras de Ponzoña, quien es cercano y amable. Lo que dice acerca de las reverencias es muy distinto a como se usan en mi pueblo, pues la reverencia puede tomar muchos significados y ahorran muchas palabras. Además, representan la humildad del hombre que ha vencido a su ego, por lo cual quien reverencia al resto, pierde su ego y trasciende como persona.

Digo en voz baja, quizás más para mí que para el resto aquella palabra:

 - "Hermano."

Luego de eso, me pongo en posición, al lado de Ponzoña y de frente a Attar con mi espada lista. Me concentro en el entrenamiento, pero siempre cuidando de golpear con la parte plana del arma, para no causar daño letal contra mis hermanos. Me quedo listo para ello, completamente listo y con todos los músculos tensos y preparados para comenzar a golpear todo lo rápido que pueda.