Partida Rol por web

Los ojos de la señora Hemmens se estrecharon en una mueca de odio hacia John al escuchar la idea de apuñalar un cadáver. Con una voz acerada y una autoridad  recuperada le espetó

"En esta casa no se vejará a ningún cadáver. Si la policía tiene que examinarlo para practicarle la autopsia necesita que esté lo más integro posible, así que nada de profanar cadáveres en esta casa. Si tan asustado está de que los muertos se levanten propongo llevarlos a su habitación y envolverlos con las cortinas para que no se escapen... a no ser que también tema en que los muertos son Houdini, en ese caso podemos atarlos, algo encontraremos...El frío de la noche debería ser suficiente para conservarlo hasta el próximo lunes que es cuando esperamos el barco con los suministros de la semana."

Entonces miró a Greg y le pidió en voz desagradable

"Señor Carter, vaya a la torre del reloj y arregle esa antena para el móvil ya.... Tenemos que avisar a los guardacostas de lo que está pasando. Avíseme de cualquier novedad"

Greg se descubrió un gorra imaginaria y se volvió a poner el chubasquero para ira la torre del reloj e intentar reparar una antena que podía ser su salvación

Entonces se volvió y con la voz más respetuosa que había tenido hasta el momento con él dijo

"Señor O'brien, tenga la bondad de llevar el registro de las muertes. Cuanta más información tenga la policía menos problemas tendremos todos. Una cosa más, debo informarles que el difunto señor Relish tenía problemas cardíacos severos, tal vez esta muerte sea a fin de cuentas, por causas naturales"

Entonces miró a Sir Gustave con profundo desdén

"En mis tiempo Sir Gustave, los caballeros tenían mucha más educación, pero se ve que a pesar de su edad se debe haber contagiado de los modales de la poco más que colegialas que persigue según la prensa del corazón. Seré una ingenua, seré una inepta pero no soy una asesina y dudo que usted pueda decir lo mismo. Intenta esparcir la porquería para que no le toque pero no soy tan ingenua como para creerle. Usted no tiene derecho a juzgar a nadie"

El sabor del tinto con cuerpo descendió por su garganta acariciando el paladar y tiñendo sus mejillas de un delicado rubor. Era irónico pero en ese momento, en el que su vida podía verse amenazada, era cuando más viva se sentía y un delicioso calor se propagó por todas sus entrañas.

Al otro lado de la mesa Daniel la miraba como antes del accidente, gesto nervioso y mirada tímida y huidiza. Lo intimidaba, lo deslumbraba y la deseaba. Como una polilla atrapada por la brillantez de una luz que, aunque tenue, volvía a brillar.

La doncella que se había mantenido en un segundo plano carraspeó para llamar la atención y haciendo un mohín de falso pudor dijo

"Yo he subido las maletas del señor Relish a su habitación y no he visto ninguna pastilla. Debía llevarlas encima y salvo que alguno de ustedes sea un carterista veo muy difícil que alguien le haya cambiado el pastillero."

Entonces con una sonrisa sugerente e igualmente impostada se dirigió a Nate diciéndole

"Hay un embarcadero y en él hay una barca para 4 personas. Espero que hayan oído alguna vez aquello de las mujeres y los niños primero... todo esto me asusta terriblemente" Pero si le asustaba lo disimulaba muy bien, su sonrisa y lenguaje corporal indicaba que aquello o no le preocupaba o lo encontraba inmensamente divertido. Despreocupada, como si no haber oído su nombre la salvara de todo mal.

En cuanto Caleb cogió a la cocinera un gesto de pavor le deformó el rostro, un terror viejo y antiguo como el tiempo, casi palpable por todos los que la rodeaban. Con un ligero tartamudeo consiguió responder

"Monsieur, yo no he envenenado nada...ni siquiera sabía quien comería cada plato. Yo los he cargado en el carro y se los han servido sin que yo supiera que plato sería para quien. Suélteme, S'il vous plaît....." Entonces los ojos se abrieron desmesuradamente mientras el mayordomo se acercaba a los dos

La voz fría y amenazante del mayordomo sonó como el siseo de una serpiente de cascabel ante un depredador, un siseo de advertencia antes de un ataque inminente

"Señor, le invito que suelte a la señorita inmediatamente...."

El cuerpo del hombre estaba en tensión, listo para reaccionar ante Caleb si era necesario. Caleb era algo más alto y pesado pero había algo en aquel hombre que desprendía agresividad en estado puro.

Nate examinó el cuerpo y pudo observar que el cuerpo ya tenía rigor mortis habiéndose producido el fallecimiento hacia escasos instantes, algo que era extremadamente extraño. No era un experto en toxicología pero estaba claro que no le habían envenenado con arsénico, cicuta o algún veneno clásico porque tardaban demasiado en hacer efecto. Por la inmediatez supuso que debía ser alguna toxina o agente biológico de los que se empleaban para la guerra química, no era su campo pero estaba seguro que en el laboratorio lo descubrirían, si es que llegaba a él.

La causa de la muerte había sido asfixia o paro cardíaco, siempre era difícil saber si había sido antes el huevo o la gallina, pero si había veneno en la ecuación lo más juicioso era no mezclarse con los fluidos corporales de aquel pobre infeliz.

En cuanto al comedor echó un vistazo y no encontró nada. No había espejos ni cámaras visibles y en el techo solo había el sistema antiincendios que poblaba toda la casa. Tal vez con tiempo podría encontrar algo, si es que lo había. 

El escritor ignora a la institutriz diabólica como si ella nunca hubiese llegado a dirigirle la palabra.

Señor Caleb, deje a la señorita. No debemos precipitarmos. Lo que deberíamos hacer es retirarnos y permaneced alerta. No olvidemos que entre nosotros hay un asesino. - Después añade por lo bajo en voz apenas audible - O quince - Y, sin esperar confirmación, se encaminó hacia la puerta de salidadel comedor.

La mujer se sentía, confusa, desorientada y aterrada. No entendía la sangre fría de muchos de los allí presentes. Tampoco entendía porque el señor Dark les estaba haciendo aquello. Solo Dios tenía potestad para castigar por los pecados cometidos por cada uno.

Su cabeza se alzó repentinamente al ver que la gente estaba pensando en disgregarse.

- Creo que deberíamos quedarnos todos juntos - dijo lastimeramente y en voz alta - No quiero quedarme sola - notaba como se le empañaban los ojos de nuevo mientras estiraba la mano para coger su copa de agua, pero la retiró ante la incertidumbre de si estaba envenenada o no. Aunque ya había bebido....

Por unos instantes consiguió aislarse de todo lo que estaba sucediendo a su alrededor. Ni muertos, ni suposiciones, ni malas palabras, ni voces… Nada. Sólo ella disfrutando del sabor del vino en su boca y la calidez que inundaba su cuerpo. Cerró los ojos para disfrutar de ese leve momento que sabía no tardaría en pasar, pero quería deleitarse en esos segundos en los que, a pesar de todo lo que estaba sucediendo, se sentía renacer. Era bastante curioso y paradójico comprobar cómo la muerte pululaba alrededor de aquella casa y en cambio ella volvía a la vida.

Abrió los ojos y se encontró con Daniel de frente, observándola con aquella timidez, aquel respeto e incluso miedo, que ella recordaba. Lo miró fijamente y sonrió para tranquilizarlo. Todo estaba bien. Todo había vuelto a su cauce natural.

Volvió a la realidad y, sobre todo, a ser consciente de lo que estaba sucediendo a pocos pasos de ella y la sonrisa desapareció de su rostro convirtiéndolo en una máscara de seriedad. Escuchó la pequeña trifulca con la chef y ante la rápida intervención del mayordomo una idea se abrió en su mente. Era una idea que ya había empezado a formarse con anterioridad, cuando escuchó la lista de nombres y el número de muertos que pesaban sobre el alma de cada uno.

Giró su rostro de nuevo a Daniel y asintió con la cabeza, indicándole con aquel gesto que Felicity había vuelto, que el ave fénix había renacido de sus cenizas igual que antes y, a la vez, cambiado. Porque el instinto que siempre la había movido, la seguridad con la que había caminado en la vida había regresado después de un largo y tortuoso camino que le había servido para ir dejando la altanería, la arrogancia y la superioridad que habían dominado su vida pasada.

—Tranquila pequeña, no tiene porqué suceder nada más. Si ese pobre hombre estaba enfermo del corazón, quizás simplemente haya sido un ataque. Estamos muy sugestionados por la broma de mal gusto del señor Dark —ni ella misma se creía que aquello no fuera a continuar, al contrario, estaba convencida que las muertes sólo habían hecho que empezar. Su misterioso anfitrión se había erigido en juez y verdugo y, en su locura, se creía con derecho a disponer de la vida y la muerte de los presentes—. Si quieres yo me quedo contigo, pero igual deberías descansar un poco, quizás podamos ir a la cocina y preparar una infusión de melisa. Te ayudará a relajarte y no es mala para tu niña.

Ni se dio cuenta que, dadas las circunstancias, sus palabras podrían encerrar dobles intenciones pero ella era consciente de que, por mucho que intentaran evitarlo, si el señor Dark había preparado algún tipo de plan con toda seguridad saldría adelante. Al fin y al cabo era uno de los hombres más ricos e influyentes del país, o quizás del mundo, y no se llegaba a esa posición sin… Bueno, sin conocer bien el terreno que pisaba.

No se había percatado de la presencia de Relish hasta que los ruidos de su cabeza contra la mesa le sacaron de su ensimismamiento acostumbrado, abriendo los ojos en par en par por el estupor inicial. En shock sin saber qué decir o hacer, fue uno de los últimos en inmutarse que ante él alguien había muerto envenenado, soltando la cuchara de postre que sujetaba y empujando su plato, alegrándose esta vez de haber sido el que posiblemente menos hubiera comido. Dios santo, ¿nos ha envenenado a todos? – Sentía el corazón latir con fuerza y la ansiedad en su constante respiración mientras intentaban reanimarlo.

Definitivamente esto no era cosa de un trabajo sino de esos putos mafiosos, por eso sabían su historia y posiblemente el resto de los huéspedes fueran pobres almas en su misma situación. ¿Qué deuda debería Relish como para costarle directamente la vida y no a sus allegados? ¿Quién de entre todos sería el sicario encargado de poner fin al juego?

- Tenemos que permanecer juntos.- Entre todas las conversaciones que volaban pilló algunos fragmentos, negando con la cabeza a los que no estaba de acuerdo.- Grupos grandes a poder ser. Estar en parejas corremos el riesgo de que la otra persona sea…- No quería decirlo en voz alta, le costaba confirmar que había un psicópata en la sala como para asimilarlo, pero este era su juego y acababan de entrar de lleno.

Entonces escuchó las preocupaciones de la mujer embarazada, Nadia, su compañera de mesa y por quien más ternura sentía debido a su estado. Se acercó a ella con cuidado, intentando brindarle un poco de apoyo colocando una mano en su espalda pero retirándola al temer que fuera a malinterpretar sus acciones.

- Debe procurar no alterarse, por su bebé.- Aunque estaba atemorizado y las piernas amenazaban con flaquearles se obligó a sonreír, recordando a su hija.- Puedo prepararle esa infusión, había una que a mi mujer siempre le venía bien en su embarazo. Puede acompañarme si quiere para ver cómo lo preparo, así estará más tranquila.

La señora Hemmens intentaba mantener el orden dentro del caos en el que se había convertido el comedor. Sin necesidad de elevar la voz se hizo escuchar sobre todo aquel maremágnum de conversaciones, gemidos y lloriqueos asustados.

"Nadie entrará en la cocina si la señorita Rennard no está presente. Actuaremos con la máxima cautela hasta que consigamos esclarecer que le ha pasado al señor Relish. Señorita Simmons, por favor retire la mesa a excepción de cualquier cosa que tocara el señor Relish. Eso lo guardaremos en una caja fuerte y se lo entregaremos a la policía en cuanto consigamos contactar con ellos."

"Señor Jenkins, entiendo su nerviosismo pero le conmino a dejar a la señorita Rennard en paz. Todos los que estamos en esta sala ha tenido la oportunidad de alterar su comida y atendiendo a la velocidad con la que se ha dado todo ya estaríamos muertos también si toda la comida estuviera envenenada, si es que lo estaba. y usted, señor Hallard, está de acuerdo con llevar el cuerpo a la habitación y comprobar que está lo suficientemente atado y asegurado para que no dé problemas en caso de resucitar?." dijo tirando de ironía

Daniel le devolvió la sonrisa enrojeciendo violentamente. Era tan gracioso cuando se ponía rojo, la cara se le ponía algo más blanca y las orejas se le teñían de carmesí. Era muy mono, no guapo, ni atractivo pero eso había que concedérselo. Además, era el único que le había sido fiel y la había acompañado en su caída a los infiernos.

Los productores, las estrellas que suplicaban por una entrevista, los amigos de la flor y la nata de la sociedad, todos habían desaparecido, solo le quedaba aquel chico vergonzoso, pero pronto todo cambiaría, la marea estaba cambiando y esta vez las olas batirían la costa a su favor. Cuando volviera a la fama podría recompensarle, Daniel no merecía ser solo un becario.

Al escuchar que Dylan le manda a la mierda, Hallard levanta las manos como si se estuviera rindiendo y se aleja ligeramente.

-¡Eh, tranquilo, chico! Yo sólo sugería qué hacer si Relish resultase ser Dark. -Mira a todos, como si estuviera buscando apoyo en su teoría-. ¿Es que nadie ha visto Saw? La primera, la buena, me refiero. El tío que sale toda la película muerto en el suelo resulta ser el asesino psicópata detrás de todo. -Después de haber soltado ese spoiler dela película, al oír las palabras de Hemmens, el británico se encogió de hombros-. ¿Y no tiene un congelador suficientemente amplio para dejar dentro a Relish, Miss Hemmens? No estoy muy convencido de que dejar a un supuesto muerto atado sea una prevención suficiente. Es posible que Dark pueda tener a alguno de los presentes contratado para matarnos a todos. Viendo lo calculador que es Dark no me extrañaría que tuviera un Plan B, por si le falla el Plan A.

- Gracias por el spoiler, capullo - pensó Nate al escuchar al tal Hallard. - Lo que sea que haya envenenado al señor Clement, debe ser algún tipo de toxina o agente biológico, así que deberíamos minimizar el contacto y a poder ser aislarlo en algun cuarto. - dijo tras examinar el cuerpo - Lamentablemente no tenemos un laboratorio ni yo trabajo para el CSI, pero he visto muchos cadáveres, y un veneno no actua tan rápido. 

Tras examinar minuciosamente la estancia... - maldita sea, no encuentro rastro de cámaras o de micrófonos... parece que estamos ante un auténtico profesional. Señora Hemmens, agradecería, ahora sí, que mi arma oficial se me fuera devuelta, por la seguridad de todos. Recuerde que la he defendido, ante aquellos que pretendían inmovilizarla. Y ¿quiere contestarme de una vez?... ¿existe o no existe alguna pequeña embarcación guardada en algún garaje?...

La pequeña mujer había recuperado su cruel ironía después de su pequeño momento de desesperación y le espetó con una sonrisita irónica

"A parte de borracho también está usted sordo señor Wallace? La señorita Simmons ya le ha dicho que hay una motora en la casa de botes. Si el señor Carter no consigue arreglar la antena en cuanto pase la tormenta decidiremos quien de todos irá a buscar ayuda. Lo más cercano está a 10 o 12 horas, no es un trayecto cómodo, pero es de momento lo mejor que habrá hasta el lunes." La crueldad de la sonrisa se amplió al ver como el policía le pedía la pistola y que intentaba apelar a su agradecimiento "Señor Wallace, acaba usted de ser anunciado como un asesino. No veo ningún motivo por el que deba devolverle el arma... Por el momento se quedará en la caja fuerte donde está guardada para garantizar la seguridad de todos" La pequeña sonrisa de suficiencia daba por zanjada la cuestión. Aquel borracho medio calvo podía decir lo que quisiera, no le daría el arma a no ser que no hubiera otra opción

La sonrisa se hizo más cruel si cabe al dirigirse a John

"Oh sí, tenemos congeladores. Quiere meterlo en un congelador? Así será... pero lo tendrá en su cuarto. Necesitamos de su vigilancia para evitar que los cadáveres resuciten.... Señor Butler, ayude a la señorita Rennard a vaciar un congelador e instálelo en la suite Sevilla. Quiere meter el cadáver en el congelador señor Hallard? pues tendrá que ensuciarse las manos usted mismo"

Al ver como cambia la cara de la cocinera me doy cuenta de que debo estar apretando demasiado e instintivamente relajo un poco mi mano, haciendo caso omiso de todo lo que oigo a mi alrededor, pues poco me importaba lo que me tuviesen que decir los demás, a mi nadie me daba órdenes.

Si tu lo dices... - clavo aún más mis ojos en ella bajando la voz pero sin llegar a susurrar – venga, voy a fiarme de ti, la verdad es que ahora que te miro bien no tienes pinta de haber roto un plato – levanto mi otro brazo y rozo su mejilla con un dedo como quien no quiere la cosa, para dejarlo caer de nuevo – tienes pinta de chica lista, sí... - sonrío de medio lado y suelto su mano volviendo a subir la voz– bueno, ahora voy a largarme de aquí que no hay mucho más que hacer ya veo que más o menos la mujer esta lo tiene controlado – digo refiriéndome a Hemmens – asi que ya sabes, cuando quieras pásate por la habitación Dublín que tengo barra libre...

Le guiño un ojo y me alejo de ella en dirección a la puerta ignorando deliberadamente a todos aquellos que se habían dirigido hacia mí.

Miró a Felicity y a Wallace alternativamente. Se secó rápidamente las lágrimas con una mano y se levantó. No estaba muy convencida de tomar nada que fuese del señor Dark pero así respiraría lejos del aire viciado que se había formado en el comedor.

- Vayamos los tres entonces - dujo con voz lastimera mientras se acomodaba las faldas del vestido. Esperó que alguno abriera la marcha antes de moverse