Partida Rol por web

La vieja no lo vio venir pues cuando quería Vanessa era rápida y contundente.El tortazo resonó en la cocina mientras Vanessa sonreía 

-"Pero quién coño te has creído que eres?¿Dormir en los establos?¿En qué siglo vives,vieja?Estás loca"-mira al resto de los presentes-"¿De verdad vamos a dejar que esta mujer nos aterrorice de este modo.Lo siento pero yo no consiento que nadie me trate así y mucho menos que me insulte y me llame pelandusca y  que amenace a una mujer embarazada en dormir en un establo"-mira de nuevo a la vieja, atenta por si la otra se lanza a por ella-"Te lo advierto,Hemmens,no eres mi carcelera ni tienes potestad sobre mi ni sobre donde duermo sobre todo cuando se ha demostrado que esta reunión que Dark ha hecho es una farsa,una ratonera para matarnos a todos,a ti incluida"-mira a Vincent-"Si la vieja no deja que su cocinera le de comida,cójanla ustedes mismos,esta mujer no es la dueña de nada de lo que hay aquí.Y usted"-dice dirigiéndose a la cocinera-"Ha sido contratada por el supuesto Dark pero no por esta urraca así que en honor a esas estrellas Michelin que tiene comience a comportarse como la chef de prestigio que es y no como una simple cocinera con miedo de que la despidan,por el amor de dios"-ignorando a Hemmens Vanessa sale de la cocina negando con la cabeza

La anciana se tocó la cara, acariciándose la marca de la bofetada de Vanessa como el que acariciaría un gato, casi disfrutando el dolor sufrido, casi relamiéndose con lo que iba a venir detrás. Levantó la voz, algo que no solía hacer y le dijo en voz alta antes de que pudiera marcharse

"No es bienvenida en esta casa. Márchese o la consideraré como una intrusa"

La anciana salió de la cocina por la puerta que habían entrado todos a una velocidad casi normal. Motivada por alguno de sus fríos sentimientos.

- ¡Ni se... le ocurra! - dijo con esfuerzo mientras se bajaba del taburete con cierto temor. La casa seguramente estaría domotizada y ella sería la única que supiera las claves y demás. No iba a permitirlo. Salió detrás de ella con las manos sobre la barriga.

- SEÑORA HEMMENS. PARE - hablaba alto pero sin llegar a gritas mientras intentaba alcanzar a la ama de llaves

Nate aconteció atónito a la escena. En cierta medida, sintió pena por Hemmens, pues no era más que una mujer disciplinada, y Wallace sabía la importancia de la disciplina en ésta vida. Por otro lado, no se podía decir que no se lo hubiera buscado. Hay momentos que hay que tener mano izquierda y no tensar la cuerda y menos en momentos de tensión.

Luego vio que Nadia salía detras de la baja ama de llaves, y salió detras de ella por si la cosa se salía aún más de madre. Sabía que la Sra Stinson sabía arreglarselas sola, pero aquel nerviosismo no era bueno para su estado, y de alguna forma u otra, la muchacha y sobre todo su embarazo, le inspiraba ternura. Quizás como recordatorio de una anhelada vida que nunca tuvo ni tendrá.

Hallard sonrió con malicia cuando vio que Vanessa le daba una fuerte bofetada en la cara a la diminuta Miss Hemmens. Aquella pequeña mujer llevaba buscándoselo desde el primer momento, y sólo había sido cuestión de tiempo que uno de los invitados perdiera los estribos y llegase a las manos.

-Bien hecho -felicitó el británico a la pelirroja, aplaudiendo-. Ya era hora que alguien pusiera a esa arpía en su sitio.

Al advertir que Nadia y Nate abandonaban la cocina detrás de Miss Hemmens, dejó escapar un ligero resoplido.

-¿Pero esos dos no saben lo que les suele pasar a los que se separan del resto en estas situaciones? -preguntó, con sorna, observando a sus compañeros mientras se encogía de hombros.

Sonidos de cristales rotos y objetos golpeando paredes parecían venir de una habitación junto a la cocina. Dado el escaso tiempo pasado desde la salida de la señora Hemmens y el origen de los ruidos parecía que la pequeña y tirana ama de llaves estaba teniendo una rabieta.

La cocinera temblaba como una hoja y estaba pálida como si acabara de ver al diablo. Si alguien esperaba que la bofetada de Vanessa pudiera serenar sus ánimos ocurrió todo lo contrario

"Está loca....es el mal.... ha despertado el mal...ella sabe cosas.... lo sabe todo...."

Intentó servir un café pero se le cayó de las manos la taza que llevaba. Entre sollozos se alejó corriendo hacia las escaleras en penumbra que llevaban a la bodega.

No se podía creer que, lo que iba a ser un mero acompañamiento a la joven embarazada hasta la cocina para que se tomara una infusión caliente, se fuera a transformar una excursión de casi todos los invitados del señor Dark. Parecían borregos siguiendo al primero que se moviera, como si tuvieran miedo que una mano fantasma saliera de la nada para apuñalarlos en el comedor. Parecían no darse cuenta del detalle que, aún estando todos juntos, se había producido una muerte así que, desde el punto de vista de Felicity si alguien había planeado sus muertes lo conseguiría de una forma u otra, estuvieran solos o en compañía de la mismísima Policía Montada del Canadá al completo.

Nada más llegar a la cocina y viendo lo agobiante del lugar con tanta gente allí metida, Felicity iba a dar media vuelta y alejarse por donde había venido, intentando pasar lo más inadvertida posible. Tenía la intención de echar un vistazo a la casa y, algo que le estaba rondando la cabeza, buscar algún despacho o biblioteca donde pudiera quizás encontrar algo de información. ¿De qué tipo? No tenía ni idea, pero algo se le ocurriría sobre la marcha y, de no encontrar nada, por lo menos habría estado entretenida durante unos instantes.

Pero apenas dio un paso hacia la puerta cuando estalló un auténtico jaleo de proporciones casi bíblicas. La vieja chiflada se enfrentaba a una leona de uñas afiladas... Interesante... Desde luego aquel enfrentamiento le servía a Felicity para ver de qué pasta estaba hecho cada uno de los presentes y la vieja ya había demostrado de sobra su despotismo y su soberbia y Vanessa... Sin lugar a dudas esa mujer era de armas tomar y un claro peligro cuando perdía los estribos. Interesante.

Poco a poco, muchos de los que habían ido en procesión hacia la cocina para hacer nada, daban media vuelta, quedando sólo unos pocos. Felicity miró a la cocinera que temblaba como una hoja y que, nada más que comenzó el estruendo de cristales y objetos varios golpeando por las paredes, el terror hizo presa en ella y echó a correr hacia la bodega. Quizás aquella era una buena oportunidad para hablar con la cocinera e intentar salir de dudas sobre lo que le había estado rondando la cabeza después de escuchar la primera grabación.

Sin preocuparse por los que quedaban en la cocina, Felicity fue detrás de la cocinera hacia las escaleras que bajaban a lo que parecía ser un sótano o una bodega.

A la bodega se accedía por unas pequeñas escaleras junto al acceso a la despensa a la que apenas llegaba la luz proveniente de la cocina, que alumbraba los 10 primeros escalones siendo el resto engullidos por la oscuridad. En el undécimo escalón algo le rozó el pelo sobresaltándola. Solo era el interruptor de la luz de la escalera, un cordón que llegaba hasta un techo que no podía ver bien por la oscuridad.

- Madre mía, esto se está yendo de madre -

Pensé mientras veía todo lo que estaba pasando a mi alrededor. Golpes, bofetadas, insultos, gritos...

- ¿Pero no os dais cuenta de que esto es justamente lo que desea el asesino? Por mi trabajo, sé muy bien lo que es manipular a la gente para que haga justo lo que quiero que haga, ¡y eso es justamente lo que están haciendo con nosotros!. Todo está planificado, estoy seguro. ¿Creéis que la señorita Hemmens no esperaba ser agredida? ¿Que no sabía que perderíamos los nervios y comenzaríamos a hacer errores? ¿Que no esperaba que por culpa de esta situación tan tensa comenzaríamos a separarnos y a movernos por la casa sin sentido? Estamos haciendo lo que la señorita Hemmens, y por extensión el asesino o asesina, desea que hagamos. - dije mientras me iba hacia la puerta intentando bloquear en lo posible la salida de los invitados.

- Propongo que nos paremos un momento y aprovechemos que el ama de llaves no está ahora con nosotros para mirar las diferentes opciones que tenemos y, con calma, hablarlo entre todos.

Escuchaba los gritos de Miss Hemmens en la habitación de al lado y dije tras el comentario de Carl.- ¿En serio hay que aguantar que nos mande a los establos a dormir?. ¿O dejar que le arroje cosas a una embarazada?.

Yo no hablo de matar a nadie, pero si quizás, una mordaza y una cuerdas que la mantengan en su sitio, mientras encontramos un culpable.

Dejó atrás las divagaciones del gordo del puro cuya voz aún resonaba a sus espaldas y fue directa hacia las escaleras que descendían directas hacia la oscuridad. Palpó a ambos lados de la pared buscando algún interruptor pero no lo encontró. Durante unos segundos se mantuvo indecisa si continuar descendiendo o dar media vuelta, admirándose al saber que la cocinera, la cual supuestamente sólo había sido contratada para ese fin de semana, había descendido a toda velocidad por aquellas escaleras sin luz que la guiara.

Con precaución y decidida a no dar su brazo a torcer, Felicity fue descendiendo escalón tras escalón guiándose por la pared, tanteando para no perder pie por culpa de los altos tacones que llevaba puestos. En un momento determinado algo rozó su cabeza y, evitado en el último segundo al llevarse la mano a la boca, el grito que había estado a punto de lanzar quedó ahogado en su garganta. Tanteó con cuidado a su alrededor para saber qué había sido lo que la había asustado tanto, imaginándose que quizás sólo fueran telarañas y rezando para que sólo fuera eso y, a poder ser, que sus inquilinas hubieran abandonado el hogar.

Respiró con mayor tranquilidad al notar entre sus dedos el cordón del interruptor que, sorprendentemente, no se encontraba al inicio de la escalera sino algo más abajo. Entrecerró los ojos cuando tiró del cordón para no quedar deslumbrada por la luz que pudiera emitir la bombilla y se quedó expectante para ver si funcionaba y, en caso afirmativo, para ver qué se encontraba allí abajo y sobre todo para saber si la chef andaba por ahí ya que no la oía porque, en caso contrario, ¿dónde narices habría ido?

- No digo que tengamos que aguantar sin más - contesté al comentario de Dylan - Lo que digo, es que con todas esas provocaciones quiere que nos pongamos nerviosos, exaltados y así cometamos errores que seguro le irán de perlas. Es si no caemos en su juego cuando le vamos a causar auténticos problemas. ¿Creeis que todos esos golpes que se oyen son algo gratuito? ¡Lo está haciendo expresamente para que lo oigamos!

-Pero, vamos a ver, es tan fácil como no separarse -comentó Hallard, uniéndose a los comentarios de O'Brien y Vincent-. ¿Quién nos puede asegurar que esa anciana o alguien del servicio no pueda ser un sicario de Dark para agilizar las cosas? A lo mejor pretende que nos separemos para ir matándonos uno por uno. Lo más probable es que alguno de los que se haya separado ya esté incluso en peligro.

El británico advirtió que Felicity Kramer, la periodista, bajó a la bodega, siguiendo los pasos de la cocinera. Una parte de él le indicaba que debía de bajar para proteger a las dos mujeres por si lo necesitaban, pero ese día no se sentía demasiado caballeroso ni valiente.

-Sugeriría que esta noche nos desplazáramos todos a una de las habitaciones y realizásemos guardias de tres personas mientras el resto duerme -dijo el empresario, con un nerviosismo que dejaba entrever su miedo-. Si es que llegamos vivos hasta esta noche, claro.

Felicity estiró el cordón para encender la luz de la escalera y al click del interruptor le siguió un silbido que venía del techo. Antes de que pudiera averiguar el origen exacto del sonido algo pesado le golpeó la parte de detrás de la cabeza haciendo que se precipitara por las escaleras dando vueltas de campana.

Debería haberle dolido mucho pero no lo sentía. Tras el fogonazo de dolor en la parte trasera de la cabeza las vueltas de campana habían sido extrañamente indoloras, como si le hubieran pasado a otra persona, como si los sentidos se hubieran atenuado y las sensaciones en su cuerpo se hubieran desconectado. 

Había quedado tumbada boca abajo mirando hacia la escaleras y vio un tubo metálico suspendido del techo que goteaba sangre, su sangre, estaba segura. De la escalera bajó a toda velocidad Daniel gritando, pero no conseguía oírle, ya no, como tampoco oía a la cocinera que parecía estar gritando enloquecida junto a su cuerpo. Daniel se agachó junto a ella y la miró a los ojos como no la había mirado nunca y habló, no con los labios, ni con la lengua, era cursi y eso casi le sacaba la sonrisa, pero si tuviera que explicarlo con palabras hubiera dicho que le hablaba de corazón a corazón.

"Ahora me escucharás, por fin me escucharás y no podrás hacer nada por evitarlo. Felicity Kramer, eres la mujer más maravillosa del mundo que he conocido y he estado enamorado de ti desde el momento en que te vi. No era solo por tu cuerpo, ni por tu fama, ni siquiera por el poder que amasaste sino por las pequeñas cosas que te hacían brillar aunque no lo supieras. Como te mordías el labio cuando estudiabas como enfocar una entrevista, como sonreías a las chicas de maquillaje después de una gran entrevista, como fruncías el entrecejo cuando te costaba mantener la imparcialidad en una entrevista porque tenías que lidiar con un capullo. Yo fui feliz solo con revolotear a tu lado, aunque no repararas en mi, y he sido feliz estos años contigo pero tienes que escucharme. Estoy muerto Felicity, morí ese día, la descarga eléctrica.... No fue tu culpa, había prisa, tensión y yo no tuve cuidado, los electricistas cometieron un error y pasó. Lo único que me ha dolido durante todos estos años es ver como te arrastrabas por algo de lo que no fuiste culpable.... Ahora, podré descansar. Te mueres Felicity, no puedo hacer nada por salvarte, solo quedarme a tu lado....Dame la mano y no tengas miedo, estás apunto de entrevistar a Dios"

El muchacho tendió la mano y le sonrió con una dulzura infinita y con la ligereza de quien ha dicho algo que le llevaba atormentado durante mucho tiempo.

La mayor parte de los invitados estaba discutiendo en la cocina cual era el siguiente paso a realizar o si debían o no neutralizar a la señora Hemmens cuando vieron a Felicity bajar por las escaleras de la bodega. No prestaron gran atención al movimiento hasta que sus pasos se dejaron de oír y fueron sustituidos por un golpe de metal contra hueso y el sonido de un cuerpo cayendo por las escaleras.

Instantes después los gritos de la cocinera llegaron desde la bodega