Partida Rol por web

La habitación Ciudad del Cabo es una habitación 8 metros cuadrados con una decoración en tonos ocre, marfil y dorados donde destaca una amplia cama sobre una base de madera forrada con cabezal hasta la pared donde destacan tres tallas en madera al estilo africano. A los lados del lecho se pueden disfrutar de dos cortinas de una fina tela que serían capaces de apartar de su objetivo a los más obstinados mosquitos.

Flanqueando la cama se encuentran dos mesillas de noche, fabricadas en acacia y sin ninguna decoración, de un solo cajón sobre las que descansan 2 lámparas de pesado acero. A los pies de la cama hay una enorme alfombra de piel de cebra cosida magistralmente para que haya continuidad en el estampado de todos los animales que han sido necesarios para realizarla. A la derecha de la cama, y en la misma pared,  una pequeña puerta corredera a una terraza de 2  metros de ancho por 8 de largo donde hay una mesa de mimbre con 4 sillas a su alrededor. La separación de balcones es de poco más de un metro y 20 de alto. En la barandilla del balcón hay dos pequeños maceteros con tierra pero sin ninguna planta que pueda aguantar el invierno del la región.

A la izquierda de la cama se encuentra  un armario de 3 cuerpos vacío con las perchas suficientes y a sus pies hay una pequeña caja fuerte de combinación, abierta,  que permite poner una combinación de 4 dígitos a la que acompaña un pequeño folleto de instrucciones. Siguiendo la pared se puede observar un pequeño escritorio plegable en madera de boj con una silla plegable a juego.

A la derecha del escritorio se encuentra una bella cómoda de 3 cajones y madera de acacia sobre la que está colgado un espejo redondo tallado en motivos tribales. Siguiendo la pared se encuentra la puerta al baño compartido, un televisor de pantalla plana y junto a la pared de la cama un escudo tribal zulú flanqueado de dos puntiagudas lanzas

Las paredes están pintadas de un estuco marfileño mientras tel techo está forrado de una madera clara, acacia probablemente. La iluminación de la habitación proviene de una gran cantidad de focos halógenos y en el centro del techo parpadea perezosamente un detector de humos del sistema antiincendios.

El cuarto ante todo era increiblemente funcional, ademas de hermoso. Ciertamente el estilo africano no le iba demasiado a Natalie, pero sabia diferenciar cuando una decoracion era perfecta y cuando no. Aquella habitacion tematica reflejaba perfectamente la cultura, tanto con el uso de los materiales como de las gamas cromáticas elegidas, texturas. Era idoneo. Tras recorrer cada centimetro de la habitacion con la mirada y observar el reloj suspiró. Ante todo debia colocar la ropa, puesto que un vestido con arrugas era imperdonable.

Dejo la maleta sobre la cama y tras abrirla, comenzó a sacar todos los vestidos que habia metido. Desde luego llevaba varios de gala, habiendo escogido mas ropa de fiesta que realmente para algo mas ''informal''. Poco a poco fue colgando los vestidos en sus perchas con el cuidado y la dedicacion de alguien que ama sus cosas en el armario, procurando que no quedase ningun pliegue y las largas faldas no arrastrasen con el fondo. En una de las cajoneras colocó sus prendas intimas y empezó a extender sobre el tocador todos sus productos de cosmética, hasta que pronto casi no se distinguia la madera sobre la que estaban puestos, entre cremas, maquillajes, serums y otro tipo de tratamientos. La bolsa con las cosas del baño y el cabello la dejaria en el baño, dejandola por el momento preparada en la cama. Una vez puso bajo esta la maleta ya vacia se sentó sobre la suave tela de las mantas y abrió la caja de Tiffany's, observando las joyas que le habia regalado.

Si bien tenia amor por las joyas, buscaba verlas mas por saber y poder elegir que vestido ponerse para que estuviera a juego y resaltase su belleza mas que por verdadero interes. Ya habia descubierto que el señor Dark (o sus asistentes) tenían un gusto exquisito y nada de Tiffany's la desagradaba, por lo que daba por sentado que iba a encantarle lo que hubiera ahi dentro.
Tras admirar el regalo y decidir cual de sus vestidos elegiria para la comida, dejo la caja a un lado con mucho cuidado y salio al exterior del balcón, decidiendo coger un poco de aire antes de empezar a prepararse. Dejo que la fria brisa le devolviera un soplo de vida, revolviendo su cabello. Estaba cansada y tenia sueño, por lo que necesitaba poner remedio al asunto.
Necesitaba un buen baño y dedicarse las horas previas a la cena en arreglarse el pelo, maquillarse y estar exquisitamente divina, como siempre. Eso era un esfuerzo y trabajo que esperaba que mereciera la pena.

Queria aparentar sobriedad y elegancia. No optaria por un vestido despampanante en la primera reunion, sino por algo que diera una imagen de muchisima sofisticacion. No necesitaba escotes pronunciados o transparencias para seducir a alguien, solo una buena labia, unos modales perfectos y las sonrisas adecuadas en los momentos clave.

Al abrir la caja Natalie se encontró algo que le robó el aliento. Una gargantilla de zafiros y diamantes engarzada en oro blanco que a su ojo experto se podía valorar entre un cuarto y medio millón de dolares y que, sorprendentemente, el tono de los zafiros hacían juego con sus ojos. A la gargantilla le acompañaba una nota que rezaba 

Señorita Stein,

Espero que acepte este pequeño detalle como muestra de mi profundo afecto. Solo una mujer como usted puede hacer que la belleza hecha por el orfebre empalidezca.

Eternamente suyo,

Irving M. Dark

Pd: Por favor, lleve la otra caja a la comida de gala. Peticiones como estas solo se pueden hacer a los postres.

Y allí estaba. Sorprendentemente no había reparado en la pequeña caja que acompañaba la gargantilla. 

Una caja, que por experiencia, solo podía significar dos cosas: pendientes o, un escalofrío de emoción le recorrió la espalda con solo pensarlo, un anillo.

Al salir a la terraza pudo ver que a su derecha, a dos balcones de distancia una mujer embarazada tomaba el aire en su balcón.

No era una decision facil elegir vestido. Si bien solia predominar el negro y el plateado en sus vestimentas, tambien usaba colores como el azul, el rojo y el dorado. Son básicos para todo tipo de gala. El problema de la celebracion es la hora. Hay que tener mucho cuidado a la hora de elegir vestido. Si bien es una comida de gala, no podria usarse un vestido de noche largo hasta el suelo como si fuera una cena benéfica con baile. Debia ser mas bien un vestido de gala tipo cocktail, y finalmente decidio el idóneo. Lo posó sobre la cama, junto con unas sandalias plateadas de tacón para hacer que resaltase mas bien el contraste de su piel clara con el tono oscuro del vestido. Inevitablemente iba a tener que llevar algo de escote, pero era permitido.

Una vez el baño estuvo libre y disponible efectivamente se dio una ducha rapida, ya que tenia demasiadas cosas en las que prestar atención. Trató de no retrasarse mucho, y en cuanto terminó, envuelta en el albornoz comenzó con el cabello, planchandolo cuidadosamente y luego dandole forma de suaves ondas que caian por su rostro con un semirecogido detrás, para hacer lucir la gema. Luego, el maquillaje, que debia ocultar imperfecciones pero sin resultar sobrecargado. Debia tener tonos nudes y ser bastante natural, apenas remarcando sus labios y los contornos del rostro para profundizar la mirada. La hora del dia exigia un tono muy natural y elegante. Tras colocarse la joya y meter la pequeña cajita en el bolso de forma obediente, se vistió atentamente y pasó gran parte del rato mirandose en el espejo, comprobando su aspecto en busqueda de imperfecciones. El gong la sobresaltó, pero decidio no bajar al minuto de este sonar. No debia parecer una desesperada. Si bien habia comprobado que el señor Dark era terriblemente puntual, lo adecuado por cortesia era dar unos minutos de margen a la hora, no mas de cinco. Esperó tres minutos antes de abandonar la puerta, recargandose con toda la seguridad y dando unas gotas de perfume en su cuello y muñecas.

Cuando cruzó la puerta de la habitación y la cerró tras de si, Natalie se vino abajo. Con un nudo en el estómago dejo el bolso sobre una de las cómodas y andó torpemente hacia el balcón. Se aseguró de cerrarlo bien para que el viento y la lluvia no se colasen en el cuarto. Metódicamente comprobó todas las puertas, incluyendo la del baño y las cerró por completo. Deshaciendose de los tacones se dejo caer sobre la cama, contemplando el techo. Un brillo metálico llamó su atencion, deteniendo la mirada en el escudo y las lanzas entrecruzadas. Bueno, si iba a haber un asesino en la casa, al menos ella estaria armada.

Se puso en pie en la cama para descolgar dichos objetos, comprobando con el dedo si eran meros ornamentos o si realmente podria servirle, al menos una de las lanzas, para defenderse en caso de que alguien quisiera acabar con ella. Las dejo a un lado de la cama, apoyadas contra la pared por si en algun momento las requeria. Ni se molestó en encender el televisor, teniendo en cuenta que sin antena, no habria señal de ninguna manera. Por lo que solo le quedaban sus libros o dormir para pasar las horas, y por el momento, sueño no tenia.

Natalie salió de la cocina con una dignidad envidiable habida cuenta del tratamiento, al que no estaba acostumbrada, sufrido por parte de la odiosa señora Hemmens. Despacio, acompasando sus pasos al ritmo de su respiración, subió por las escaleras sin poner especial atención al elegante cimbreo que había enamorado a más de un viejo ricachón al largo de los años. No iba a correr, las víctimas corrían, las presas corrían, pero ella no iba a dar señales de debilidad, no hasta llegar a su habitación, no hasta estar sola.

Al llegar al primer piso observó algo muy extraño, alguien había mutilado el precioso reloj que decoraba la pared y le había arrancado el número 1. El hueco daba la impresión de la sonrisa mellada de un niño al que se le han caído los dientes, aunque ninguna sonrisa infantil le había provocado tal escalofrío jamás.

Al pasar por el pasillo escuchó ruido proveniente de la suite Dublín. Según recordaba aquel joven tan musculado y atractivo había subido a su habitación después de la escenita con la cocinera. No era su tipo, le faltaba dinero, pero si no estuviera tan afectada lo hubiera mirado de otro modo, ya se sabe el dicho, si la vida te da limones haz limonadas, y el futuro de aquel niño grande era un limonar.

Entró a su habitación y comprobó las puertas. Salvo la del baño ninguna tenía cerrojo, pestillo o llave con la que asegurarla. Cerro la puerta del baño con pestillo que comprobó que se abría y cerraba de forma muy fluida y silenciosa. 

Estaba asegurando sus dominios cuando reparó en algo que le heló la sangre:Una de las lanzas ya no ocupaban su posición. Cogió el escudo y la lanza restante y los comprobó, estaban afilados, no eran de attrezzo, eran armas en caso de ponerlas en manos equivocadas.

Al parecer todos habian empezado a hacer de las suyas. Lo del reloj, lo comprendia, pues eran doce invitados y ya habia muerto el primero de ellos. Sin duda el macabro juego al que estaba dispuesto a jugar el señor Dark era lo peor que podria echarse encima. Para colmo, no se habia dado cuenta del detalle de que ninguna de las habitaciones eran realmente seguras, para su desgracia. Cualquiera podria entrar y es mas, lo habian hecho. Su habitacion no estaba intacta. Habian robado una de las lanzas. Le parecia extraño que alguien hubiera hurgado habitacion por habitacion para conseguir algo con lo que defenderse.

Histérica, buscando la manera de sentirse un poco mas segura, empezó a empujar con el cuerpo la comoda de madera mas pesada que hubiera para ponerla contra la puerta que daba al pasillo. Seguirian siendo capaces de entrar a traves del baño... Y del balcón. A fin de cuentas la separacion entre uno y otro era casi nula. Realmente no habia forma de estar segura en el cuarto y comenzaba a verlo. En un ataque de histeria se deshizo del apretado vestido que empezaba a retorcerse y a asfixiarla como una mano en su garganta dispuesta a cortarle el aliento para siempre. Medio desnuda, observó la comoda desplazada, la lanza y el escudo sobre la cama y luego el resto de puertas, angustiada.

Debia sosegarse, debia centrarse. Frente al espejo del tocador respiro hondo y se pasó los desordenados cabellos hacia atrás. Debia ser un tempano de hielo, y no deberia dudar. Si tuvo la mente fria para matar a su marido, la tendria para enfrentarse a un par de locos. Lamentablemente la estrategia de depender de un hombre que la defendiera no habia salido del todo bien. El unico que parecia tener dos dedos de frente era el casi mas desagradable de todos, el borracho. El resto o eran demasiado jovenzuelos o demasiado problematicos. Cavanaugh se habia adelantado demasiado culpando al resto y dudaba que en la hora de la verdad se manchase las manos. Quizá con el borracho tuviera una oportunidad si le seducia, pero no la defenderia unicamente a ella. La embarazada tendria prioridad ante todo. Malditos moralistas.

Estaba sola y asi debia ser. Tras vestirse con ropas mas cómodas se volvio a sentar en la cama, con la lanza en las piernas mientras pensaba como organizarse para tapar las entradas, alerta a cualquier ruido del pasillo.

Mientras Caleb estaba en la habitación pudo escuchar bufidos y reniegos en voz baja en el pasillo más lo que parecía el ruido de alguien arrastrando algo pesado.

Natalie empujó la cómoda con esfuerzo hacia la puerta de entrada. Era lo suficientemente pesada para que nadie entrara, al menos sin ser visto, y eso al menos borraba una incógnita de la ecuación que resultaba de saber cuando y quien vendría a intentar matarla. 

Eran las 15.30 del viernes, y si aquella arpía enana venida a más se mantenía en sus trece, le quedaban todavía 2 días sin acceso a comida, agua o compañía humana hasta la llegada del barco. Una pregunta cruzó su mente y le hizo estremecer. Y si no había barco? Y si nadie les iba a buscar? Dark Island era una isla privada y remota, por lo que era posible que nadie reparara en su falta durante meses.

Un par de minutos más tarde la voz del mayordomo se oyó en el pasillo renegando de la vieja urraca de Hemmens

"Llévalo a su habitación, y por las escaleras.... puta urraca de los cojones, le arrancaré los ojos y se los daré de comer a los peces...."

Proveniente de los conductos de ventilación escucharon la siniestra voz del señor Dark. Parecía que resonara por toda la casa, como si cada conducto del aire fuera una boca que repitiera el mismo mensaje, un mensaje que anunciaba la muerte, la muerte de uno de los suyos.

https://drive.google.com/open?id=1zQuSqIQ080lcQYR0saiIAmsouTeMHp5J

Natalie estaba aterrorizada. En ningun momento esperaba verse envuelta en un conflicto de tal magnitud, encerrada con asesinos, manipulada hasta el extremo tal y como ella habia manipulado a todos los que la rodeaban. Casi parecia alguna especie de justicia divina por todos sus pecados, casi como realmente planteaba hacer el señor Dark, si es que realmente existia. La madera de la lanza en sus manos le causaba un vago consuelo, pero no especialmente. Otra persona de la casa tenia la pareja gemela de aquella arma. Acurrucada en la cama miró de soslayo su iphone, en busqueda constante de señal en aquel rincon apartado del mundo. Permanecia atenta a la hora, sin embargo, pues cerca de la hora de la cena pretendia bajar y hablar con el resto, no tanto para comer, sino para organizarse. No le gustaba estar sola, preferia estar por parejas y desde luego, no queria estar todos apelotonados en una sala. Desconfiaba de Caleb y del que parecia ser el mayordomo, hablando tan libremente de arrancar ojos en una situacion tan funesta como la que se encontraba ante ellos. Sabia que, a la desesperada, si pasaba cualquier cosa podria encerrarse en el baño, que se cerraba desde dentro. Suponia que tenia que cerrar las dos puertas y quedarse ahi enclaustrada, pero en caso de extrema necesidad, lo haria. Solo quedaba matar el rato hasta que sonara el reloj de la cena.

Las 16:30. Era lo único que funcionaba del teléfono. Sin cobertura ni siquiera podía llamar al 911 para pedir ayuda, no había internet , nada útil, nada a lo que agarrarse, nadie a quien manipular. En esos pensamientos estaba inmersa cuando escuchó ruidos en la habitación continua. Alguien había entrado en la suite Odessa pero, afortunadamente, su baño daba a la otra habitación, Estambul, por lo que podía estar tranquila y segura mientras pensaba en su siguiente movimiento, que estrategias forjar, a quien evitar. Según había dicho la odiosa señora Hemmens el té se serviría a las 17:00 y la cena a las 19:00.

Necesitaba mantenerse viva solo un poco más, trazar planes y sobrevivir, sobrevivir como siempre había hecho.

Estaba muy frustrada, de momento le iba bien estando a solas. Si salia del cuarto se arriesgaba a que otros entraran en este y le robasen la lanza que le quedaba, o que incluso se escondieran bajo su cama para matarla. Le hizo saltar de la cama el oir ruidos en la habitacion contigua, pese a que no era la habitacion con la que compartia el baño. Pero eso le hizo recordar, que aun podian acceder a su habitacion por este.

Exactamente por eso, se movio sigilosa hacia el baño y comprobando que este tenia pestillos por dentro, cerró el pestillo que comunicaba el baño con la habitacion ajena para asegurarse de que nadie trataba de acceder. Si. Privaria a su vecina del baño, pero desde luego no estaba interesada en ser amable si no le daba ningun beneficio. Aprovechó para lavarse la cara y despejarse. No bajaria por el momento a la hora del te, sabiendo que seria el momento de otra muerte. Bajaria en la cena.

Al salir del cuarto de baño se quedó mirando el ventanal que daba al balcón y tuvo una idea, observando las macetas vacias. Abrio el ventanal y movio las macetas para ponerlas justo debajo de los muretes de los lados del balcón, para que si alguien intentaba entrar por los lados, al menos, al derribar las macetas haria ruido. Tras eso, volvio a cerrar el ventanal y buscó como bloquear las puertas de cristal. Solo se le ocurrio meter a golpes trozos de papel doblados sobre si mismos varias veces en el riel corredero para que costase mas abrir la ventana. Sin embargo, tambien podria romperse, si estos cristales no eran de seguridad. (Cosa que, teniendo en consideracion que no tenian pestillos, no creia que aguantasen un buen golpe). Pero hecho eso, poco mas podia arreglar. Solo correr las cortinas y volver a dejar el tiempo pasar.

Si un guerrillero hubiera visto el quehacer de Natalie no hubiera podido menos que felicitarla ardientemente. Su pequeña habitación tribal se iba trasformando en un bunker, tan inexpugnable como los pobres recursos de los que contaba le podían permitir.

Las macetas le permitirían escuchar si alguien venía desde la terraza y el papel aunque no impedía que se abriera la puerta, tenían demasiada poca consistencia, sí que hacían que abrirla fuera algo más difícil. En cambio las pesquisas en el baño fueron menos satisfactorias, descubrió que no podía impedir que su vecina de habitación entrara al baño pero al menos si que podía cerrar el acceso del baño a su habitación haciéndola vulnerable solo en los momentos en los que la naturaleza le reclamara y aun así siempre podía evitarlo, recurriendo a soluciones poco decorosas para una dama.

Estaba ensimismada con esos pensamientos cuando desde el vestíbulo llegaron voces de desasosiego por parte de sus compañeros. No distinguía bien quien estaba y quien no pero si que pudo distinguir perfectamente el sonido que se colaba por todos los conductos de ventilación de la casa.

https://drive.google.com/open?id=1PTzgOI_ppfXVi86DC9RVA_l0PUQCuK0L

Tras el sonido las voces menguaron pero no se produjo ninguna explosión ni la típica locución que anunciaba una nueva muerte. Seguía segura, seguía a salvo, lo que ocurriera en la casa no era asunto suyo, al menos todavía.

Desde el piso superior se escuchó el atronador sonido de una alarma. Por la intensidad del tono era seguro que se oiría hasta en el último rincón de la isla.

El sonido de una puerta  cerrándose en la habitación que estaba a la derecha y los pasos apresurados en el pasillo indicaban que alguien estaba acudiendo a la llamada de la alarma.

Tal como llegó la alarma se marchó sumiendo la casa en silencio, un silencio roto por la voz de su vecina y compañera de cuarto de baño que decía

- Señorita Natalie. ¿Me oye? Estamos casi todos aquí, por si no desea permanecer sola tanto tiempo

La puerta de la suite Ciudad del Cabo estaba cerrada y no habían oído ningún tipo de respuesta de su ocupante. Aunque no querían pensarlo podría estar muerta ,aunque no había habido ningún macabro mensaje del señor Dark anunciando su muerte, o simplemente atrincherada, asustada de todo lo que pudiera venir fuera del micromundo que formaba su habitación.

-¿Señora Stein? -preguntó el británico, golpeando la puerta de la suite, con fuerza-. Señora Stein, ¿está ahí? Somos Hallard y Bullocks. Hemos venido para comprobar si se encuentra bien. Creemos que es mejor que permanezcamos todos juntos.

El empresario dirigió entonces una mirada a su acompañante, dubitativo.

-¿Crees que es seguro entrar? -le preguntó, pensativo-. Podría haber una trampa dentro.

A la llamada de su compañera de cuarto de baño le siguió otra en su puerta. Tras unos golpes pudo oír la voz del empresario inglés llamándola

-¿Señora Stein? -preguntó el británico, golpeando la puerta de la suite, con fuerza-. Señora Stein, ¿está ahí? Somos Hallard y Bullocks. Hemos venido para comprobar si se encuentra bien. Creemos que es mejor que permanezcamos todos juntos.

Entonces John preguntó a alguien

-¿Crees que es seguro entrar? -le preguntó, pensativo-. Podría haber una trampa dentro.