Partida Rol por web

La habitación Estambul es una habitación 8 metros cuadrados con una decoración en tonos pastel y granates donde destaca una amplia cama con cabezal en madera de roble que se alarga hasta las dos mesillas de noche. Las mesillas, en roble también, son estrechas, no tienens cajones y sobre ellas dos pequeñas lámparas imitando una antorcha. Sobre la cama dos pequeños cuatros de 40 x 30 muestran imagenes en oleo de la mezquita azul y el Bósforo.

A los pies de la cama se encuentra una pequeña banqueta con madera cubierta de pan de oro y tapizada en blanco junto a la que hay una mullida alfombra turca con discretos motivos coránicos.

A la derecha de la cama hay una pequeña y transportable mesa de té con dos puffs bajo ella. Sobre ella una pesada tetera de plata vieja descansa junto con un delicado juego de té.Siguiendo la pared hay un inmenso ventanal que lleva a una terraza de 2  metros de ancho por 8 de largo donde hay una mesa de mimbre con 4 sillas a su alrededor a la que se accede mediante una puerta corredera. La separación de balcones es de poco más de un metro y 20 de alto.

Frente a la cama hay una preciosa cómoda de 3 cajones en madera de roble sobre la que está colgado un hermoso espejo  taraceteado. Junto al espejo una moderna televisión de pantalla plana antes de llegar a la puerta del baño compartido.

En la pared que da al pasillo a la izquierda se puede encontrar un pequeño escritorio en roble con un cajón sobre el que hay una copia incunable del corán. A la derecha, un armario de 3 cuerpos vacío con las perchas suficientes y a sus pies hay una pequeña caja fuerte de combinación, abierta,  que permite poner una combinación de 4 dígitos a la que acompaña un pequeño folleto de instrucciones.

El techo está cubierto de motivo vegetal de color dorado .La iluminación de la habitación proviene de una lámpara central y de varias lámparas redondas laterales  Junto a la lámpara central parpadea perezosamente un detector de humos del sistema antiincendios.

Zorrón hija de puta 

Sonrió al ama de llaves y asintió a sus palabras,esperando a que se fueran para volver a su habitual gesto serio.Salió al balcón y encendió un cigarrillo aspirando con fruición antes de darse la vuelta para observar el dormitorio desde allí.Joder,necesitaba ese cigarro como el comer.

Dio varias caladas antes de apagarlo y entrar de nuevo para mirar el armario,curiosa por saber qué le había dejado ese hombre de ropa y molesta por el mismo hecho¿Quién coño se creía que era el viejo verde?Ella traía sus trajes de gala,tenía varios debido a sus presentaciones y compromisos.Aunque no asistiera a todos sí iba a los suficientes como para saber cómo debía vestir en una cena de gala.

Tras mirar los trajes se dispuso a deshacer su maleta,apuntando luego en su libreta las impresiones que iba teniendo de sus acompañantes.Había sido un viaje sumamente interesante con los dos galllitos de pelea

Sonrió aliviada,la pastilla había hecho efecto y de momento las voces permanecían calladas.No así la figura que siempre la acompañaba y que la miraba sentado en el borde de la cama con una sonrisa altiva,sin decir nada,tan sólo burlándose de ella en la poca distancia que les separaba.Dándole la espalda salió al balcón,había aprendido a ignorar la mayoría de las veces su presencia y ya casi ni le molestaba,excepto cuando trataba de intimidarla y hacer de las suyas aunque de momento estaba tranquilo,ojalá en la cena siguiera igual

Tres habitaciones a la izquierda de la que se ubicaba Vanessa apareció en su balcón su compañero de viaje, el bóvido esforzado como lo había bautizado su otro compañero. El murete de separación era demasiado bajo como para esconderse, ambos se habían visto. La mujer con un cigarrillo en la mano, el hombre con una pinta de cerveza negra.

Sonrío al ver a la chica, mira tú por donde había escogido la habitación de al lado, que bonita casualidad.

- Hombre, así que vamos a ser vecinos, ¿oye te apetece una cerveza?, por suerte en mi habitación tengo dos tiradores y está buenísima, es Guinness, como no podía ser de otra manera en una habitación llamada Dublín...

Del balcón de la quinta habitación aparece otra figura, en este ocasión la de una mujer embarazada rubia. A la izquierda de esta mujer hay una mujer pelirroja que ha empezado una charla con un atractivo caballero, aunque por sus pintas no parece que se demasiado caballeroso, en la primera habitación del ala, a unos 25 metros de donde se encontraba ella.

Nadia apoyó las manos en la barandilla intentando no molestar a la pareja. Había distancia suficiente para no escuchar su conversación. Su mirada se dirigió unos segundos a la mujer pelirroja. Era una mirada ligeramente preocupada. Si todo estaba bajo control simplemente saludaría con una sonrisa y se retiraría a su habitación de nuevo, si algo sucedía con aquel hombre... ya vería como actuaría.

¿Vaya,vaya,un bonito kinder sorpresa ¿pensará Dark follársela también o la querrá para otras cosas más suculentas?

No le hagas caso,Vannesita,ya sabes que Will es un gilipollas mal pensado.Mira,el muchachito simpático te invita a una cerveza,anda y haz amigos,los necesitas

Jajajaja¿amigos?Por favor ese tío lo que quiere es metértela hasta el fondo de todas las maneras posibles y por todos los sitios que pueda

Haciendo un esfuerzo enorme de voluntad consiguió acallar las voces que habían surgido de nuevo y sonrió

La pelirroja sonrió en dirección a la embarazada y le hizo un gesto de saludo antes de volverse a su compañero de viaje

-"Claro ¿por qué no?Mi habitación es exótica pero no tiene cerveza"-dice riendo mientras apaga el cigarro-"Venga,ve sirviéndola que voy"-se mete en su cuarto y tras coger su bolso sale para ir al dormitorio del camarero

Vanessa y las voces de su cabeza cogieron su bolso y cerraron la puerta de la habitación estirando la puerta ante la ausencia de una llave con la que poder cerrar. LA habitación Dublín estaba al final del pasillo atendiendo a un cartel similar al de su habitación que contenía el nombre de la ciudad. Vanessa tocó juguetonamente con los nudillos en la puerta y entró sin esperar a que le abrieran. Si algo había aprendido en sus relaciones con los hombres, sobre todo en su negocio, es que no se podía aparentar debilidad o dudas, no se podía ser una presa fácil. Vanessa era una superviviente, y podía ser una depredadora si la ocasión le obligaba a ello.