Partida Rol por web

A los artistas siempre nos ha parecido que la muerte por ahogamiento tiene cierto aire romántico, melancólico, oscuro... Deslizarse bajo las olas mientras una neblina de agua flota por arriba de tu cabeza. Caer en el lecho del mar, sentir su frío abrazo antes del fin... un reflejo quizás de la más calmada desesperanza...

Misma sensación que la primera vez. Lo primero, el ataque de pánico. Intentas moverte pero el cuerpo no te reacciona, una vez más, exactamente igual que en la playa. Salvo que esta vez, me hundía hasta el fondo de la piscina una vez más. Esta vez, fue rotundo, repentino. Más fácil. Mucho más fácil que ver cómo el agua comienza a llegarte al cuello, luego a la boca, la nariz, los ojos... Lo malo fue que esta vez no tuve tiempo a inhalar todo el aire posible, ya que al estar más cerca de Akemi Eiji el control era más fuerte y era más difícil resistirse. 

Irónicamente por eso esta vez ni siquiera pude abrir la boca sin quererlo para respirar. No di brazadas, patadas ni saltos. No hubo intento desesperado de salir a la superficie. Irónicamente, esta vez, sí que fue como en la literatura. Me ardían los ojos, me ardían los pulmones, pero no había desesperación, no había intentos de respirar. Me sentía ligera, como si el agua de la piscina no pesara sobre mí. Nuevamente mi visión se nubló y empecé a alucinar, a sentir mareo y entonces...

...

Me sacaron del agua no sé cómo. ¿Alucinaba? Me pareció literalmente flotar en el aire, como siendo levantada por unos hilos invisibles con sorprendente facilidad, como si yo no pesara nada. Cai sobre el suelo, creo. En estado de semi-inconsciencia, podía a duras penas verlos, y escuchar sus voces. Cómo Akira Kimura corría a abrirme la camisa e intentar salvarme con reanimación asistida. Cómo Sishio Uke se acercaba, se agachaba y me susurraba palabras triunfales. Atribuyéndose el aviso a Akemi Eiji. Cómo no. Fue demasiada coincidencia. Debi haber supuesto que nunca debi confiar en él.

Un par de manos más golpean mi torso, intentando sacar el agua fuera. Alguien intenta atarme y la echan. Finalmente mis ojos se abren ampliamente mientras escupo un chorro de agua que también me sale de la nariz. Empiezo a toser. Y aún mientras toso, con la camisa aún abierta me giro sobre mi misma e intento a duras penas gatear, prácticamente arrastrándome, en un intento vano de escapar de la muerte... o tortura previa, que se me avecinaba como objetivo de asesinato de toda esta gente.

Antes que pudiera decir algo mas a Uma, veo que por fin Tsumiko logro sacar la agua en los pulmones como poder reaccionar.

¡¡AMIGOS SI REACCIONA!!

YARE YARA DAZE

Otro Éxito para el Mejor Marinero de los 7 Mares.

Monokuma vuelve a aparecer para ver como Tsumiko Komachi sigue con vida, desatada y que por algún motivo, también parece tener la aceptación y el apoyo del público en general. Lo cual, contando alguna que otra excepción, parece ser una muy mala noticia.

-Oh... A Akemi no le va a gustar...

Tragando su inexistente saliva este ordenó algo.

-¡Chicos! ¡Yo os ordeno ir cada uno a vuestras habitaciones! ¡Como mínimo dormid un par de horitas! ¡Que mañana será un nuevo día y bla, bla, bla...

-¡Y tú! ¡Tsumiko Virus Komachi! ¡Tu vas a ir al Comedor de la Cabaña!.

Tras decir esto, rápido como un rayo. Monokuma agarró a Tsumiko Komachi por encima de su cabeza y corrió hacia el interior de la cabaña abandonada. El grupo se había librado de Tsumiko Komachi y todos ellos habían sido ordenados de ir a sus respectivas habitaciones, por lo que no parecía que hubiera mucho que hacer ahí.

Las normas eran claras, por lo que todos los presentes se apresuraron en mayor o en menor medida a la hora de volver a sus respectivas habitaciones. No había nada que hacer en aquella noche, por lo que, quizás irse a dormir era la mejor de las opciones. ¿No?.

Aquel grupo, o quizás mejor dicho dúo, decidió investigar la Primera Isla en busca de algo que les pudiera servir, por desgracia en aquella Piscina no parecía haber nada que pudieran relacionarlo con ningún asesinato, al menos que encontraran. Con las manos vacías regresaron a explorar otro sitio. Eso sí, el paseo romántico bajo la luna era lo que les quedaba como premio de consolación.