Después de asearme, y de asegurarme en la medida de lo posible de vigilar por el visillo de las cortinas echadas para que nadie me viese entrar y salir, me aventuré a finalmente abandonar la habitación, en dirección de nuevo al yate. Ahora que había luz podría intentarlo.
Con el frío susurro de la parca sobrevolando el hombro de Tsumiko Komachi, la muchacha mantenía sus sentidos alerta sobre cualquier cosa que pudiera pasar y aunque su experiencia en el anterior juego de la vida y la muerte la apoyaba en que todo eso era una mala idea y que probablemente no fuera a servir de nada, aún tenía esperanzas, no solo de salvarse, sino quizás también salvar al resto de los que, como ella, estaban ahí secuestrados... Y con esto marchó.
Aquella habitación estaba tal y como la recordaba, no había absolutamente nada cambiado ni fuera de lugar desde la ultima vez que la muchacha había llegado para usar el cuarto de su media naranja o simplemente pasar por el. Ahora podía hacer cosas como por ejemplo descansar, aclarar las ideas, o quizás ir a cometer un asesinato mientras nadie mirara.
Tras dar aquel rodeo por la playa, Tsumiko Komachi tomó el camino hacia la zona del hotel sin ningún tipo de problema o intento de asesinato nocturno y una vez que llegó al área del hotel partir de ahí caminó sin ningún tipo de interrupción hasta llegar a la zona de las habitaciones en donde llegó a la habitación de su media naranja. No se encontró con nadie pese a que debería haber alguien por la isla, pero bueno... mejor así...
Después de prepararse para un nuevo día, aquella participante del juego de la vida y la muerte, simplemente no tuvo más fuerzas que llegar hasta la cama y desplomarse, sumida en sus propios pensamientos y en las dudas de lo que el mañana terminaría por depararle, tanto a esta de forma individual como al resto de los presentes... ¿Habría un nuevo asesinato? ¿Le tocaría a ella?... Y con estos pensamientos terminó por dormirse...
El anuncio de Monokuma despertó a la muchacha, la cual había tenido un sueño bastante extraño por decir algo, no había soñado con su pasado, ni con sus amigos ni con sus padres, no había soñado con su vida antes de la isla, ni siquiera había soñado con los otros atrapados en la isla o con nada de la isla... todo era un fondo negro en donde aparecía Monokuma con una frase a modo de "cita/consejo" debajo, así como una puntuación (11037) encima... un sueño raro sin duda...
Sacando fuerzas, Tsumiko Komachi decidió que ese día no iba a morir... o al menos no iba a morir en cama, por lo que, tras un par de minutos donde acumulaba fuerzas, esta se levantó para mirar por la ventana y ver si había algo de interés o si por el contrario no había moros en la costa y podía salir sin desvelar su escondite a nadie más.
Gracias al que sería el mejor invento de la humanidad justo detrás del abre-fácil que de verdad abre fácil, Tsumiko Komachi podía ver a través de la ventana de la cabaña de su media naranja fallecida, Katsumoto Obinata, lo que sería una pequeña procesión del resto de los jóvenes salir de la zona del hotel.
Después de asegurarme de que todos salieran, y que no había moros en la costa, abandonaría mi actual escondrijo de nuevo. No me apetecía seguirlos, sinceramente. Cualquier sitio menos donde estuvieran ellos. Como la tumba, por ejemplo. La tumba estaba bien. Sin embargo, me vi caminando en la misma dirección que ellos... supongo que por inercia, o porque en el fondo, en la desazón que me encontraba, quizá necesitaba algo de compañía.
Les sigo de lejos. Solid Snake (?)
Con cuidado de no hacer ningún ruido, y esperando a que todos hubieran salido la zona de las cabañas, esta muchacha empezó a seguirlos, aunque con una gran desventaja si se comparaba con una serpiente solidificada, pues ella no tenía caja alguna con la que poder ocultarse.