Partida Rol por web

Me han formulado las siguientes preguntas:

¿Cuando debemos declarar los tres paseos por la mansión? ¿Máximo hoy o a partir de mañana?

¿Los declaro en la laguna igual que los votos?

Los podéis declarar cuando se os antoje, pero no comenzaréis a "pasear" hasta que no me deis esta información.

Declarad el destino de vuestros tres paseos nocturnos aquí, en la Laguna, en un mensaje sólo al director. Tanto si lo hacéis antes o después del anochecer.

Los paseos que declaréis se realizarán en paralelo. Es decir, aunque narrativamente puedan estar ubicados a horas diferentes de la noche, las escenas correspondientes a cada paseo se abrirán en cuanto el paseo esté declarado. De lo contrario no daría tiempo a tanto paseíto.

Si queréis, podéis declarar ahora (o cuando sea) un o dos paseos y reservar el resto para más adelante. El límite para declarar un paseo es, evidentemente, el fin de la fase nocturna.

En principio seréis presencias invisibles e inaudibles para los demás huéspedes, pero habrá una posibilidad que alguien, al cruzarse con vosotros, sienta vuestra presencia u os vea directamente.

Apuesto que Erasmo Gaylord, sera el siguiente en entrar.

Votos dispares: Arbuthnot, Dupont, Cavanough y Gaylord.

Elegido por el dado: Arbuthnot.

En esta isla no todo es terror y crujir de dientes, también tiene lugares hermosos y apacibles para retirarse a descansar. Y dónde mejor dirigir las almas que a un lugar de ensueño como éste.

La laguna de las sirenas. Donde las almas de los muertos van a morar el descanso eterno y donde se pescan buenas carpas, con el anzuelo adecuado.

Llega aquí tu alma condenada. Te encuentras con las otras almas que ya moran allí, las pertenecientes a Benoni Fausto Predatore, Ágape Stolness, Martin Crowden, Alfred Dyle, Frederick Von Baach, el doctor Dumont Champlain y la sirvienta Eleanor Morstan. Además, hay otro espectro sin rostro reconocible, que mora entre ellos.

También hay una presencia adicional entre la bruma que los muertos no distinguen del todo bien. Se diría que es un hombre, pero su consistencia es distinta, como si no estuviera en este mundo. Como si permaneciera en un plano a medio camino de los dos mundos. ¿Quién será?

Las almas personificadas de Ágape Stolnes, Martin Crowden y Frederick Von Baach se encuentran entre las aguas, inertes, como caídas de espaldas en la laguna sin hundirse a más de un palmo de profundidad. El resto de almas parece gozar de actividad etérea.

Anochece en el mundo real. A penas un reflejo en este mundo etéreo.

La perturbación de las aguas que precede la llegada de un alma vuelve a producirse. 

Llega a la Laguna una nueva alma: Everet Schuls, con la ya usual expresión de sorpresa y desubicación que presentan todos al llegar aquí.

Y, tal como presentíais, la perturbación es grande, potente, atrayente. Para todos menos para el propio Everet y para el Medium, que parece no percartarse del asunto. Sea como fuere, las almas se escapan por la puerta abierta al llegar por el bueno de Schuls.

Casi al instante de llegar Everet, y sin tiempo a saludar, todas las almas que penan en este aplacible lugar adolecen de un comportamiento extraño, si tal adjetivo puede aplicarse aquí.

Todos y cada uno de ellos comienzan a caer de espaldas a la Laguna de las Sirenas, en idéntica postura a la que ya tenían las almas de Ágape, Frederick y Martin. La Laguna se convierte en un macabro expositor de entidades espectrales, de lo que antes solían ser seres humanos.

Sólo dos figuras no se precipitan a las aguas, el alma recién llegada de Everet y la otra entidad que parece a caballo entre ambos mundos, indistinguible entre la bruma del anochecer.

Madre es usted?

Wesley contempla como el resto de almas desaparecen como la de Crowden. No entiende qué sucede, por qué ahora. La presencia de Everett llega poco después de su muerte. Niega con la cabeza. - Soy yo. Wesley. - Se cruza de brazos y mira con rabia al chico en el que confió. - ¿Sabes? No hay negrito roto por ti.

-A la biblioteca (ya lo había dicho)

-a la sala del piano

-alrededor de la mansión, por fuera, ¿se puede? de no ser así, al comedor

Bueno, creo que ser negro es indiferente a la culpabilidad, por cierto gracias por votarme aun intentando salvar tu cuello.

- ¿Salvar mi cuello como? Explícate. - Pregunta a Everett, extrañado. - Tenías todas las papeletas y llegaste a una encrucijada, sentí que era lo correcto.

Varias inspiradas réplicas mordaces tenía preparadas para humillar la criada y desprestigiar aquél hombre que se movía por los dos mundos, el de los vivos y el de los muertos, sin llegar hacer jamás de vehículo de información ni para unos ni para otros pues estaba más interesado a usurarla solo para sí, no obstante no llegó a esgrimirlas aún tendrían que esperar, primero por sentirse inundado por una tristeza insondable resultado de haber perdido a su amada, siempre se les prometía la eternidad por delante pero era ya la tercera vez que se la arrebataron. El tiempo que tenían para gozar el uno de la compañía del otro era, o se les hacía, siempre efímero. Y segundo, porque en aquél momento más allá de la “laguna estigia” se escondía el sol tras las montañas para huir de la noche, y como había anunciado a Ágape, notó crecer en fuerza las energías místicas que manaban de las aguas y con ello se abrió una puerta nueva por la que él y la mayoría de aquellas almas errantes decidieron pasar.

Fausto por primera vez desde que la joven se había entregado a aquella magia suprema se levantó del lugar donde se había dejado caer para ir a zambullirse y flotar bajo la superficie del agua junto con a aquella que le había arrebatado el corazón. Tenía un largo camino por delante y si su alma no se había dispersado como una energía más del universo era quizás porqué aun le quedaba por hacer, cumplir su destino, ayudar posiblemente de una forma que ni siquiera él podía comprender a que las cosas tomasen su cauce lógico porque hay una naturaleza que escapa a toda razón y mueve el cosmos, donde todos somos engranajes diminutos que no comprenden siquiera su función.

El italiano volvió para redimir parte de sus pecados entre los vivos para tan solo ser ojos y oídos, testigo presencial de aquella tragedia nocturna.

Su voluntad lo movió desde el lugar donde vivió su momento más feliz y lo mataron en menos de unas horas, hasta a la primera parada de aquél paseo, donde podía ser escenario de cobrarse una nueva víctima o así lo temía.

Observó aquella sirvienta desinhibida y descarada y confirmó lo que ya sabía, que a pesar de sus muchos defectos no era quién buscaba con sed de sangre la muerte del resto de los huéspedes. Benoni devolvió una mirada de complicidad a aquél otro par de fantasmas, tan atentos como él, más no, su deber tiró de él para llevarlo a otra localización donde se representaba otra obra de mayor interés, un lugar escenario no de un asesinato sino de una confabulación, un aquelarre de auténticos asesinos: la habitación de la falsa Penny Barrow, quién confirmaba sus sospechas sobre ella y quién con perfidia y alevosía planeaba justo en ese instante cobrarse una nueva víctima.

El Capo prestó mucho esmero en grabar cada detalle de los que era testigo y que confirmaban todos los hechos que había apuntado en todo momento, a la vez que descubría un sinfín de nueva información.