Partida Rol por web

-Joven Señor Tutmose, hemos llegado.- anuncia Nefertiti, guardaespaldas de su familia desde que Anubis tiene memoria.

¿A donde han llegado? ¡A Issaera, por supuesto! Se encuentran actualmente en una Aeronave: Un vehículo volador de madera que recuerda a un barco, equipado con algunos globos aerostáticos. Se desplaza con la ayuda de las corrientes de viento, en conjunto con hélices impulsadas con la ayuda de magos expertos en el manejo del viento.

Poco a poco aterrizan en el Circulo Medio de Issaera, encontrándose en una poblada estación de aeronaves en El Distrito Comercial. Se encuentran en la última nave que aterrizará por el resto del día y ninguna otra despegará: Pronto la estación cerrará hasta el día siguiente. Nefertiti se encarga de tratar con los guardias que se acercan a comprobar sus documentos, quienes toman nota de la llegada de todos los presentes en el vehículo.

El viaje fue bastante tranquilo, si bien algo largo y aburrido: Tres días de vuelo, uno sobre Korpeus, uno sobre el mar y finalmente otro sobre Issaera. Podrían haber tomado una Arcanonave, se sabe que son más veloces, sin embargo Nefertiti insistió con que es más seguro viajar de incógnito: Una nave tan cara es propensa a ser atacada por bandidos.

-Le recuerdo, Joven Señor, de que le acompañaré hasta la llegada a la posada del Circulo Alto. Debo dejarle allí antes de la hora de la cena. Calculo que nos sobra el tiempo, de todos modos.- dice una vez salen de la estación... Pero todo eso Anubis ya lo sabe: La última carta que han recibido de la academia incluía todos los papeles necesarios para llegar al Circulo Alto y alojarse sin coste en lo que se podría entender como un lujoso hotel. El día siguiente, domingo, sería la ceremonia de apertura de la Academia y Anubis se mudaría allí.

Mientras caminan por El Distrito Comercial en dirección a La Gran Escalera, pueden encontrarse con que la zona está altamente poblada de todo tipo de personas: Turistas, viajantes, aventureros, ciudadanos, comerciantes... Todos vienen a participar del presente festival, dedicado al comienzo de un nuevo año. Está cayendo la tarde, las sombras empiezan a cubrir el distrito donde se encuentran, siendo repelidas por mágicas lamparas. Más arriba, el Circulo Superior aún está siendo bañado por los dorados rayos del sol.

Finalmente el largo y agotador viaje había llegado a su fin, a medida que se acercaban a Issaera, el corazón de Anubis se le aceleraba cada vez más, mientras no podía despegar sus ojos de la ventanilla, observando con fascinación el paisaje que se extendía ante su mirada. Valles, montañas, islas, edificios y construcciones de gran altura, palacios y lugares sagrados. Pero lo más llamativo de aquello era la extensa y frondosa vegetación, nueva para Anubis.

Anubis sonreía de la emoción, dejando entrever sus colmillos caninos. Tenía el presentimiento de que Issaera le encantaría con su cultura diferente, y tal vez con sus secretos ocultos. Anubis estaba dispuesto a vivir aquella aventura que le supondría ser estudiante de la Academia de Magia y Alquimia. 

Finalmente la lenta y fastidiosa aeronave llegó al puerto. Podían haber llegado más rápido en una arcanonave, pero Nefertiti había optado por la aeronave por seguridad, Anubis aceptó su decisión y no dijo nada al respecto, le tenía un gran aprecio y confiaba en la guardaespaldas de su familia. A medida que aterrizan en el lugar al cual Nefertiti le había mencionado que se llamaba Círculo Medio, Anubis se fue preparando para bajar y observar a su vez la arquitectura del lugar con más detalles.

Anubis está embelesado ante aquel lugar, sus ojos violáceos se paseaban en cada nuevo detalle que descubría. El cómo la luz del Sol iba lentamente dejándolos, pero manteniéndose aún en el Círculo Superior. Anubis frunce su ceño un poco - Así que en Issaera el Sol no brilla para todos a causa de las montañas ... No como Korpus, el Sol ilumina a todos por igual en las grandes llanuras de arena - Reflexiona, desde su punto de vista religioso aquello le parecía injusto. Empiezan su camino hacia La Gran Escalera, mientras Nefertiti menciona que se marcharía una vez que lo deje en el lujoso hotel en donde pasarías su primera noche. La cola de Anubis empezó a moverse un poco, algo nervioso al respecto. Era inevitable sentir miedo de quedarse desprotegido cuando toda tu vida viviste en una burbuja.

Tal vez Anubis estaba mirando mucho el cielo como para percatarse de que el resto de las miradas de los habitantes de Issaera estaban puestas sobre él y su guardaespaldas. Anubis vestía un ostentoso traje negro ceñido a su cuerpo, exhibiendo su abdomen marcado. Como añadido, colgantes y brazaletes de oro y joyas. Aunque también teniendo en cuenta de los rasgos híbridos caninos a los cuales Anubis ya tenía aceptados con naturalidad.

-De acuerdo. - Asintió Anubis mientras dejaba de mirar el cielo para observar por donde caminaba - ¿Has notado que el Sol no llega para todos de igual forma en Issaera, Nefertiti? Parece ser que los ricos y poderosos pueden disfrutar unas horas más de Él, mientras que los comerciantes, trabajadores y obreros tienen que conformarse con la penumbra a causa de las montañas - Anubis siente algo de pena por aquellas personas. - Pero parece que no les importa, es extraño...

Las edificaciones del Distrito Comercial son todas bastante bajas, a excepción algunas posadas de alta calidad. En general se puede observar un híbrido de puestos varios por las calles y tiendas de todo tipo, principalmente de bienes importados.

Por las calles que llevan hacia La Gran Escalera pudieron observar todo tipo de personas. Lo más común era ver humanos de diversas etnias del mundo (¡incluso compatriotas de Anubis!), pero al menos un cuarto de la población parece estar compuesta de híbridos de distintos tipos. Ha visto humanos de orejas puntiagudas y facciones afiladas, ha visto mujeres y hombres con colas y orejas de gato, ha visto a una chica con cola y orejas de ardilla... Aunque lo que más le ha llamado la atención es ver, en la distancia, a una figura que no llegaba al metro veinte: Parecía un gato ligeramente antropomorfico, caminando en dos patas y cubierto por una túnica amarilla, su capucha contando con protectores para sus orejas. A su lado había una persona también, pero no llegó a ver mejor... Y para cuando finalmente llegaron a la avenida, ya se habían perdido entre la muchedumbre y la distancia.

Ahora en La Gran Escalera, pueden apreciar dos hileras de largos y anchos escalones a ambos lados de una rampa por donde cada tanto pasan carros y carruajes.

-Así es esta ciudad. Los fuertes están literalmente por encima de los débiles. Nunca creí que una sociedad así podría sobrevivir... Una sociedad en la que quienes hacen el trabajo pesado y necesario vivan en la opresión y quienes se benefician de él en la opulencia.-, ella niega un poco, -Lo lamento, Joven Señor, esas no son palabras que un soldado debería pronunciar frente a usted. Espero pueda disculparme.-

Su voz es firme y valerosa, incluso cuando se disculpa parece que está completamente segura de lo que hace: Es fácil sentirse seguro frente a ella, contando con toda esa confianza que surge de cada gesto suyo.

Ahora que el sol los había abandonado, Anubis centra su atención en las personas que están a su alrededor. Le llamaba la atención la gran variedad de etnias que se encontraban por allí, incluso algunas personas provenientes de Korpeus. Por un momento pudo observar a una figura de un metro y veinte que parecía un gato humanoide con una llamativa túnica amarilla, pero lo perdió de vista rápidamente entre el montón de gente.

Asintió ante las palabras de Nefertiti - No tienes por qué disculparte, comparto tu pensamiento. - Habían miembros de su familia que podían llegar a reprender gravemente a sus empleados por aquella indiscreción, pero Anubis era una persona tolerante y le gustaba saber la opinión de todos sobre las cosas. No hacía diferencias por las clases sociales, no era algo que le importara realmente. Le gustaba relacionarse con las personas más por su cerebro que su billetera.

Desvió su mirada por los puestos que habían por allí, cuando uno en particular le llamó la atención. Su cola canina se quedó quieta horizontalmente, mientras los ojos atentos observaban las cosas brillantes que se exhibían en el puesto. - ¡Oh! - Exclamó con fascinación. Las joyas, colgantes y adornos en general eran su debilidad, cualquier cosa que sea brillante y bonita. - ¡Vamos a echarle un vistazo! Aún hay tiempo ¿No?

Sin esperar una respuesta, Anubis correteó hasta llegar al lugar, casi devorando con su mirada aquella mercadería. Parecía un niño en una tienda de juguetes. - ¡Mira qué cosas bonitas tienen por aquí! - Dijo con una sonrisa, exhibiendo sus dientes caninos mientras miraba al vendedor con alegría.

Finalmente eligió un un colgante de cuentas de plata y una piedra de Amatista en el medio. También le echó un vistazo a uno parecido, pero con una piedra de Turquesa. Compró a los dos y le regaló el segundo collar a Nefertiti - ¡Este para tí! Combina con tus ojos ¿Ves? - Le dijo con una sonrisa, mientras se lo entregaba. Anubis tenía la costumbre de ser algo derrochón pero generoso, además de que le tenía un real aprecio a la fiel guardaespaldas.

Nefertiti no dijo mucho más tras el intercambio que tuvieron. Responde a lo que Anubis le pregunta con firmeza y le concede lo que él pide, después de todo afirma que aún tienen tiempo.

Se pasean, pues, sin problemas por las tiendas de La Gran Escalera. No parecen haber demasiados lugares de lujo, pero sí que hay tiendas orientadas hacia clases medias-altas.

Eventualmente encontraron esa joyería que tanto le llamó la atención a Anubis y procedieron a observarlo todo, examinar el lugar. No es que las joyas que hayan sean de piedras muy caras o preciosas, pero definitivamente son bonitos acabados: La buena artesanía a veces consigue mejores cosas que las mejores materias primas en manos mediocres.

-Le agradezco, Joven Señor.- dice ella con expresión marcial mientras recoge el colgante, -Aunque no necesita comprar joyería para mí, no es adecuado utilizarla cuando está uno de guardia. De todos modos aprecio su gesto, Joven Señor, y me aseguraré de vestirlas cuando tenga la ocasión.-

Educada pero firme, su guardiana asiente con la cabeza a modo de reverencia. Ya no queda tanto tiempo libre, pero no están en apuros tampoco.

Anubis le sonríe a Nefertiti, no era la persona más expresiva del mundo, pero tomaba muy en serio su trabajo, era difícil hacer que se relaje un poco. No le molestaba, pero se preguntaba cómo sería Nefertiti cuando no estaba de guardia o cumpliendo con su trabajo ¿Le gustará divertirse? ¿Cuáles serán sus hobbies? Anubis solía hacerse esas preguntas a menudo, le gustaba conocer a las personas, y le parecía extraño que después de tantos años, casi no sabía nada de la guardaespaldas de su familia.

-Bueno, será mejor que vayamos al hotel, no me gusta hacerme esperar - Dijo con una sonrisa, mientras sujetaba su nueva adquisición en la mano, ansioso por tumbarse sobre una cama a descansar un poco, y tal vez darse una relajante ducha. El viaje había sido largo y agotador.

Anubis y Nefertiti siguen subiendo por La Gran Escalera. Cuando no quedan más de cien metros para llegar al portón que divide el Circulo Medio del Circulo Superior, se ve bajar a una especie de gato antropomórfico de cuando mucho un metro y veinte de altura. El felino está cubierto por una túnica amarilla, su cola sale por debajo de esta. Tiene una capucha puesta, pero se puede ver su cara de felino grandote, lleva un parche en el ojo y una espada enfundada en la espalda: Tiene cara de estar contento.

Nefertiti y el felino se miran al pasar, el segundo le asiente a la primera y la primera responde asintiendo con suavidad.

Se puede ver que más adelante, en el portón, hay guardias revisando los papeles de todo quien quiera pasar.

En el trayecto, parece que su mirada vuelve a encontrar a aquel curioso gato antropomórfico, sólo que esta vez puede apreciarlo con más detalle ya que se encuentra un poco más cerca. No puede disimular su rostro de fascinación al verlo, pero queda aún más perplejo cuando intercambia lo que parecía ser un saludo con Nefertiti.

-¿Lo conoces? - Le preguntó a su guardaespaldas, mientras se acercaban al portón, en donde los guardias pedían papeles para pasar. Parecía ser un lugar bastante custodiado por algún motivo ¿Acaso existía algún tipo de peligro? - Es bastante curioso...

-Fue mi compañero durante algunos años.- responde, pensando en los viejos tiempos. A lo largo del camino no vuelven a ver a ninguna criatura tan animalesca como ese felino, las personas por la calle también se paraban a observarlo cuando este pasaba.

-¿Se refiere a estas barreras? Solo dejan pasar a quienes viven en el correspondiente sector o quien ha conseguido los permisos adecuados. Alguien del Circulo Superior puede pasearse por toda la ciudad, mientras que alguien del Circulo Inferior solo puede estar por esa zona a menos que se le de un permiso especial.-, frunce el ceño. Por la forma en la que explica todo esto, queda bastante claro que no le agradan todas estas barreras y limites. -Es como si fuesen diferentes ciudades dentro de un mismo reino, necesitas una especie de pasaporte.-

Una vez están frente a los guardias, Nefertiti muestra los documentos de Anubis. Cuando son aceptados, los guarda en un sobre y se los ofrece a Anubis. -Aquí nos debemos separar, joven señor. Ha sido un placer trabajar para usted. Procuraré visitarle cuando tenga tiempo.-, y dicho esto, sostiene el collar que Anubis le regaló y se lo pone. Le asiente ligeramente, cargada de la seriedad de siempre pero de alguna manera transmitiéndole que le desea suerte, o quizás que confía en él, ¿O será que le está diciendo que se porte bien? Alguna de las anteriores, seguro.

Anubis siente curiosidad por la respuesta de Nefertiti ¿Compañeros? Era bastante curioso. Estaba por preguntarle más al respecto pero su guardaespaldas cambió de tema, hablando de las barreras que separaban a la "élite" del resto de las personas. Por supuesto que un niño rico y mimado como Anubis no tenía tanta experiencia y conocimientos como Nefertiti, pero sí tenía empatía y sentido común como para darse cuenta que aquello era injusto e incluso provocaba discriminación.

Llegaron a donde estaban los guardias y Nefertiti les entregó sus documentos, mientras él se quedaba observando a su alrededor y moviendo su cola de un lado a otro por nervios y ansiedad ¿Qué aventuras le esperarían del otro lado?

Nefertiti le entrega los documentos y se despide. Anubis trata de que sus ojos no se le llenen de lágrimas cuando ve que la guardaespaldas se coloca el collar que le regaló. Le sonríe ampliamente y sin dudarlo se lanza sobre ella para darle un abrazo.

-Ha sido un placer para mi también, Nefertiti. Eres la mejor. Espero que me visites a menudo. Dale mis saludos y recuerdos a mi familia cuando regreses ¡Y no le hagas mucho caso a mi madre! Sabes que puede ser bastante tediosa a veces... - Dijo, lanzando una risita recordando a la esnob de su madre (O más bien, la mujer casada con su padre). 

Anubis se desprendió de Nefertiti luego de un rato y atravesó el portón, entusiasmado. Se dio media vuelta para saludar a Nefertiti con la mano por última vez y luego marchó para adelante, rumbo al hotel.

La guardaespaldas de Anubis sonrió un poco, relajando la expresión dura que siempre suele mantener... Después de todo, técnicamente ya ha concluido su turno de trabajo, tiene tiempo para ser ella misma y estar libre de responsabilidades, y eso incluye despedirse como se debe de su protegido.

-Gracias, joven señor. No se preocupe, no tendré problemas con el resto de la familia Tutmose. Cuídese y disfrute.-

La mujer se mantiene mirándole una vez él atraviesa el portón, no se gira para retirarse hasta perderlo de vista.

Anubis se encuentra a si mismo recorriendo una zona algo similar a La Gran Escalera, después de todo es el fin de la misma. A sus costados puede ver torres bastante altas de un color blanco, las cuales le dan el nombre al distrito: Las Torres de Marfil.

Siguiendo las instrucciones que ya más de una vez habrá escuchado, y si dudase aún tiene en el sobre que Nefertiti le ha dado, llegaría con facilidad a una gran posada con múltiples pisos, similar a un hotel pequeño.

Entrando se encuentra a si mismo en una recepción con una larga alfombra roja, al final hay un escritorio de roble antiguo que resguarda a una mujer de mediana edad, la cual se percata de Anubis. -Oh, usted debe ser otro de los invitados... ¿Me permite su nombre, por favor?-

Anubis se despidió de su guardaespaldas con un efusivo abrazo y se marchó rumbo al hotel en donde pasaría su primera noche en Issaera. Si bien no estaba de acuerdo con la división jerárquica de Issaera, aquel nuevo mundo para él era asombroso. Durante el camino, logró apreciar los edificios y obras arquitectónicas, tan diferentes a las que estaba acostumbrado en Korpeus.

Finalmente logró encontrar el hotel sin mayores inconvenientes y entró, en donde fue recibido por una mujer de mediana edad.

-Esto... - Tartamudeó un poco, se lo notaba nervioso por el movimiento energético de su cola. Tomó aire un par de veces y le dedicó una sonrisa gentil y amable a la mujer - Sí, mi nombre es Anubis Tutmose. 

Pensó por unos segundos sobre el paradero de su equipaje, pero supuso que ya se encontraría en la Academia, seguramente algunos empleados de su familia se habían encargado de llevarlos allí. Esperaba que fueran cuidadosos, tenía varias cosas de valor...

-Vaya... Ya faltan pocos. Bueno, joven, le diré: A mi izquierda, tras ese umbral, está el comedor. Ya hay algunos chicos allí. A mi derecha, subiendo por la escalera y en el segundo piso, tendrá su habitación, que es... Dejeme ver... Ah, sí, la tres.-, recoge un llave y se la ofrece a Anubis. -La cena se servirá en cuanto lleguen todos o en veinte minutos, lo que suceda primero.- le sonríe un poco y asiente, anotando algunas cosas. -Mañana por la mañana se servirá el desayuno de seis a nueve. Si necesita algo, puede pedirlo aquí mismo.-

Parece que tiene algo de tiempo para ir a su habitación y asearse, si así lo desea... ¡Aunque también están tan cerca de él sus posibles futuros compañeros!

Anubis asiente ante las indicaciones de la mujer y recoge la llave, decidido a pasar primero por su habitación aunque le tentara la idea de conocer a sus compañeros. Pero ya tendría tiempo para ello en la cena, de seguro serían agradables. Bueno, o eso esperaba.

Sube por las escaleras y encuentra a su habitación con facilidad. Deja su pequeño bolso en el suelo, junto a la cama, mientras se echa sobre ella para estirarse un poco y sentir la comodidad del colchón, cerrando sus ojos. Se despereza y vuelve a levantarse, en donde lentamente va quitándose los collares de oro y se va desvistiendo, para luego entrar al baño y darse una rápida ducha.

Anubis sale del baño cubierto con una toalla, en donde saca ropa limpia del pequeño bolso. En el torso se coloca un traje similar a los que suele usar, negros, ceñidos y mostrando su abdomen, con detalles dorados. Se coloca también unos pantalones bombachos grises, que se ajustan por debajo de las rodillas. En sus pies, unas sandalias de estilo gladiador. 

Le añade sus joyas tradicionales y decide aplicarse un poco de khol alrededor de sus ojos, logrando un efecto realmente exótico y atractivo.

Una vez listo, Anubis sale de su habitación cerrando con llave y se marcha al comedor sin dudar, para conocer a sus nuevos compañeros.