Partida Rol por web

Tras que todo el mundo haya almorzado y el Comedor se haya liberado, Adel consigue infiltrarse en la cocina~ Es lo suficientemente amplio como para cocinar la comida de todos los alumnos, claramente. ¡Hay suficiente espacio como para hacer varias comidas diferentes al mismo tiempo! Quizás incluso suficiente para dar una clase de cocina a un grupo reducido...

Mientras rebusca por el lugar ahora vacío de personas, se encuentra con que hay un alumno allí.

-¡Ah! Mis ojos me agracian con la presencia de una bella dama con una misión.

-¿Que será lo que tiene en mente, joven damisela? Le he visto en clase, vuestra belleza ha consumado mi atención.

Tras ofrecerle una grandilocuente reverencia, le sonríe: -Mi nombre es Dom. Pero puedes llamarme... Hielo.

Adel queda algo patidifusa ante la inesperada aparición de ese tipo tan estrambótico, y sobretodo por su forma de presentarse. Sin duda los halagos que le había lanzado gratuitamente le habían inflado el ego... Y se ruborizó un poco. ¡Ella sabía que era preciosa! Pero quería que todo el mundo se lo recordara en todo momento. Sin embargo que el tipo tuviese semejantes pintas había roto parte del encanto que podría haber tenido esa escena. Miró un lado y otro, esperando que sólo ese sujeto estuviese en la cocina, y se acercó con su brick de leche de fresa a la encimera, dejándolo allí.
-¿Hielo? -pregunta con curiosidad-. Soy Adel~. ¿Por qué crees que tengo una misión entre manos? ¿Qué haces tú aquí? -repasa la figura de él de arriba abajo-.

El chico soltó una suave risa ante tanto la reacción como las palabras de Adel, llevándose una mano al cabello para luego dejarlo fluir como la seda ante el aire, cayendo con grácil cuidado sobre sus hombros.

-Ah, sí, Hielo. Es mi apodo, ¿Sabeis? Porque mi corazón es gélido y desolado...-, él cierra teatralmente los ojos, llevándose ambos puños al corazón como si se encontrase triste por ello. -Ah, pero la presencia de tan dulce doncella es suficiente para brindar cálida alegría a mis palpitaciones.-, él extiende sus brazos hacia los costados, sonriendo mientras agita un poco la cabeza, dejando que su preciosa cabellera dance suavemente.

-Puedo verlo en vuestros ojos: Los ojos de quien sabe lo que quiere y hará lo que sea para conseguirlo. Oh, ¿Será el corazón de un pretendiente, a ser conquistado con dulces y pasteles...? ¿O será un apetecible manjar para saciar la necesidad de dulzura que otros no saben darle?-, él niega un poco con la cabeza tras bajarla un poco, cerrando los ojos, sus brazos medio-extendidos hacia los lados.

-Sea como sea, aquí donde usted me ve soy un maestro culinario. ¿En qué puedo ayudarle?

A Adel le tiembla la ceja cuando dice la palabra "pretendiente", sin embargo decide morderse la lengua pues el tipo ese podría ayudarla. 
-Necesito ingredientes para hacer un pastel. -le dice con firmeza, haciéndose la orgullosa y la que no le importan los halagos que le suelta, por más que sea completamente lo contrario-. Y si me dices dónde puedo conseguir un laxante en la academia te haré uno para ti también. -le sonríe con cierta picardía-. Hay una compañera de clase que me dijo que le comprase uno cuando saliese de la academia, pero con el tiempo que hace no me apetece salir, así que debo conseguirlo aquí, a ser posible gratis. Bueno, te hago un pastel y te pago con ello. -le guiña un ojo y le sonríe con cierto rubor en las mejillas que la hace parecer más encantadora de lo normal, pues sabe hacerse la seductora cuando necesita algo de los chicos-.

-¿Ingredientes para un pastel?-, pregunta él con una suave sonrisa antes de pasarse una mano por el cabello, dejándolo fluir con grandilocuencia.

-... Preferiría no ingerir un laxante, mi dama, mi situación consecuente no son dignas de un caballero como yo. De todos modos, no sé de donde podrías sacar uno... ¿Quizás en la salita médica?

-¡Está bien! Te ayudaré con el pastel. He visto donde guardan los ingredientes, iré a por ellos~ Harina, manteca, huevos, levadura... No debería ser difícil de conseguir. ¿Algo más?

-Sí. -cierra los ojos, algo orgullosa. Se pone así porque odia reconocerse a si misma que hace el pastel para Kross con todo el cariño del mundo, y eso requiere: -Fresas. Muchas fresas. Y también mucho azúcar. ¿Realmente está permitido a los alumnos venir aquí y usar la cocina a placer? -dice mirándolo con la ceja alzada-.

-Eso es lo que yo, en mi pequeña persona, he llegado a concluír. Pero aún así, tan solo soy un alumno de primero, tal y como usted, bela donna~-, le dice con suavidad, acercándose un paso con aire seductor antes de darse la vuelta y alejarse con dramatismo.

-¡Ah! Pero he considerado que la cocina es una forma no mágica de alquimia, así que sería lógico que nos dejen cocinar, ¿Verdad?

De mientras está él ya rebuscando los ingredientes.

-...Supongo. -a Adel le tiembla la ceja ante la actuación tan exagerada de ese sujeto, que realmente no sabe si le da más repelús él o el propio Eizen. Suspira, y se aprovechará de que va a ayudarle a encontrar los ingredientes, aunque es ella misma la que pretende encargarse del pastel de fresa. Vio a su madre hacerlo incontables ocasiones... Y siempre le salía delicioso. Adel confiaba en recordar cómo se hacía, cuando ayudaba a su madre a prepararlo... Le salía delicioso, seguro que mejor que esos que sirven en la academia. Se esforzaría por intentar sorprender a Kross... Se sonrojaba sólo de pensarlo-.

Dom y Adel van bastante bien con el pastel~ Les toma lo suyo hacerlo, después de todo tienen que batir todo a mano...

Afortunadamente los hornos funcionan bastante bien y, si Adel tiene algo de experiencia, no les costaría demasiado que quede bien. Si está improvisando un poco, puede que no le quéde precisamente excelso...

La ayuda de Dom no vino mal, pero... Bueno, a saber.

La hora de comer ya pasó hace rato, Adel no vio a Kross en toda la mañana ni medio-día, ahora que lo piensa... Pero también estuvo muy metida en la cocina desde temprano.

Eventualmente, mientras están los dos esperando a que se termine de hornear el pastel, entra una chica de orejas largas a la cocina.

-No sabía que estaba esto ocupado.-, dice ella, asintiendo un poco con la cabeza a los presentes allí.

-Mi nombre es Hinata, soy nueva. ¿Se puede usar la cocina?-, pregunta antes de dejar una pequeña bolsa de tela sobre la mesa.

Tenía algo de experiencia, sí. Su madre hacía muchos pasteles con la fruta que recolectaban en el campo día a día.
-Hola. Yo también soy nueva, la estoy usando ahora mismo porque nadie ni nada me lo impide, pero realmente no sé si está permitido. -se encoge un poco de hombros-. En todo caso la culpa sería de él, estaba aquí primero. -sonríe con cierta malicia, pero sólo está bromenado-. Mi nombre es Adel. Y es la primera vez que te veo.

La joven se ajusta un poco su coleta antes de juntar mano con puño y ofrecerle una educada reverencia a Adel. Tras incorporarse, esboza una suave sonrisa.

-Será porque he llegado a la Academia hace muy poco, con Roland. ¿Le conoces? Un chico de cabellos blancos, algo apático y muy reservado. Lleva siempre consigo dos... Armas extrañas que disparan energía.

-Ya que el responsable es él... También prepararé algo.-, dice mientras va preparandolo todo. Parece que planea hacer algún tipo de arroz con cosas raras, hierbas y polvos.

El chico sonríe un poco, algo nervioso.

-¿Existe la posibilidad de que esteis abusando un poco de la posibilidad de que mi pobre persona sea castigada...?-

-... Sí, le conozco. Claro que le conozco, es un poco idiota. -reconoce, mientras hace el pastel y mira de reojo lo que hace la chica-. Se mete donde no le llaman. Por cierto... -se vuelve hacia el chico y sonríe alzando un poco la ceja-. Eres un caballero, seguro no te importa cargar con la culpa si vienen a echarnos la culpa.

La chica asintió suavemente, pensando en la actitud de Roland.

-Supongo que es un poco extraño. Aún así... Cuando estabamos en problemas, saltó inmediatamente en nuestra ayuda sin mediar palabra.

-... Creo que tiene una herida muy grande. Debe ser por eso que actúa de esta manera: No me da la sensación de que sea realmente una persona tan fría y apagada como intenta mostrar ser...

-Oh, sí, por las pobress damas, efectivamente tomaré responsabilidad por señoritas necesitando de un caballero.

Se peina con la mano el pelo.

Parece que Hinata le ignora.

-A mi me dan igual los motivos por los que actúa así. -dice, con un tono orgulloso mientras sigue con su pastel-. A mi nadie me habla mal sin motivos.

Cuando finalmente tiene todos los ingredientes preparados para decorar el pastel y el bizcocho en el horno, se sienta sobre una mesa y se estira.

-...Madre mía, y pensar que mañana voy a reencontrarme con ese tontaina... -murmura, pensando en voz alta-. ..Tengo que encontrar un laxante como sea. O definitivamente ponerme a hacer una poción de maná de la peor forma posible... -se rasca la mejilla pensativa. Se queda mirando al tipo del parche y entrecierra la mirada-. -Tú, Dom lo que sea. Ayúdame de una vez a encontrar un laxante. Si lo haces... Te daré un premio. Lo dejaremos en una sorpresa. -alza la ceja, mirándole-.

Tras escucharle hablar, Dom decide tomársela un poco más en serio. No tardó mucho en retirarse en la búsqueda del famoso laxante, dejándola a ella sola con Hinata durante un rato.

-Será mi honor asistirle, bella dama.-, declara mientras se retira a la biblioteca a mirar qué flores o hierbas de la zona pueden servir de laxantes.

Hinata, de mientras, se ocupa de hacer su propio plato, trabajando tranquila. Parece tener muy buen balance y destreza. Está habiendo unos bollos, parece.

-Mis compañeros no quieren admitirlo, pero realmente extrañan las comidas de nuestras tierras. Venimos de Cerbero, la isla al este de aquí. ¿Has estado alguna vez por allí?