Partida Rol por web

Cuando llegamos a nuestro destino, me quedo dudando ante los caminos que se separan, como si algo me preocupara. Miro mi espada y luego a nuestro guia y, como si desprendiendome de ella significase perder la mitad de mi vida, se la entrego.

-Esta espada es una vez pertenecio a mi padre y ahora mismo es la ultima prueba de mi existencia. Agradeceria que pudiera recuperarla cuanto antes...

Tras entregarsela, me dirijo a los dormitorios masculinos a visitar mi nuevo "hogar"

Kura acepta, le dice que dejará las armas en el despacho de la directora. No mucho después ambos van a la torre de los chicos, donde se encuentran con una gran sala redonda, la pared está adornada por camas. A los pies de cada una hay un cofre.

Varias de las camas están vacías, hay escaleras para ir más arriba, parece que todos en esta sala son jóvenes de primer curso.

Cosa va, cosa viene, cada uno encuentra una cama donde pasar la noche, y nadie los molesta hasta la mañana...

Al día siguiente parece que los alumnos van despertando, yendo a ducharse (¡hay una sala de duchas en esa torre! Que cómodo) y luego al comedor. Parece que la comida es gratuita...

Los mercenarios se despiertan temprano y asean con el resto de alumnos, aunque parece que luego van a explorar en vez de ir con los demás a esa clase.

Es cuestión de que Silver y Roland decidan si quieren o no ir a esa clase, o mejor descansar un poco más... Roland en particular tiene las piernas hechas polvo, Silver está algo cansado pero tampoco tanto.

Luego de un viaje más largo de lo que había imaginado finalmente llegaron a la famosa académica, tal como esperaba de un lugar que parecía tener tanta importancia en aquel mundo su estructura era simplemente megalitica superando con creces incluso los más grandes edificios que había visto en la ciudad de lud;cuando llegó el momento de entregar sus armas hubo un tenso momento durante el cual Roland meditó sobre aquella petición aunque al final tuvo que aceptar dado que no podía darse el lujo de causar problemas-te pido que tengas cuidado con ellas-dijo mientras finalmente se quitaba las fundas de su cinturón y le entregaba sus revolveres con cierta dificultad. 

Tras un último trecho de escaleras, en las que se sintió un tanto extraño sin el familiar peso de sus armas, finalmente llegaron hasta una habitación donde Roland prácticamente se desplomó sobre una de las camas vacías apenas molestandose en quitarse las botas y el sobretodo. A la mañana siguiente tomó lo que quizás era su primer baño verdadero en mucho tiempo y tras un poco de deliberación decidió al menos observar una de las clases antes de tomar una decisión.