Partida Rol por web

En silencio, Kross y Nero avanzan por La Gran Entrada, un gigantesco puente de tallada piedra que conecta los montañosos caminos del centro de la isla con Issaera. A lo largo del puente, bastante esparcidos, se pueden ver más viajantes dirigidos a la ciudad. Poco a poco las sombras empiezan a envolver tanto el puente como el Circulo Inferior: Cae la tarde y el sol siempre favorece al Circulo Superior más que al Medio, ni hablar del Inferior. Mágicas lamparas se van encendiendo a lo largo del puente y el Circulo Inferior, tiñendo poco a poco la mitad baja de la ciudad de varios bonitos colores.

El felino no habla, como de costumbre: Siempre tan tranquilo y silencioso a menos que deba pronunciar palabra, pero de cierta forma eso hizo que el año que pasó viviendo con él haya sido de lo más pacifico, ayudando a que Kross soporte algo mejor la gran perdida que sufrió... Pero es difícil dejar toda la sangre, gritos y sufrimientos que tuvo que vivir.

Al final del puente hay un gran portón de oro, talladas están unas dracónicas formas. Se encuentra semi-abierto, protegido por algunos de los magos-soldadosde la ciudad. Nero presenta los documentos de ambos, papeles firmados y sellados: Los soldados hacen preguntas típicas de forma distraída y automática ("¿Cual es el motivo de su visita?", "¿De donde vienen?"), anotando las respuestas y finalmente dejando que pasen casi sin prestarles mucha atención.

En cuanto empiezan a avanzar, uno de los guardias levanta un poco la mirada y se fija en Nero, quedandose algo sorprendido. Se dispone a murmurar algo con sus compañeros, incredulo. Nero y Kross entran en la ciudad sin problemas, llegando a una gran avenida que sube la montaña, conocida como La Gran Escalera: Dos hileras de largos y anchos escalones blancos y una rampa en medio de ambas, dedicada al paso de vehículos con ruedas. Se pueden apreciar las lámparas mágicas y grandes multitudes de personas variopintas caminando de aquí para allá, la mayoría subiendo.

-Si todo va bien, no nos veremos por bastante tiempo.-, dice con parsimonia mientras avanzan por la festivas avenida principal de Issaera, cada tanto cruzándose con espectáculos mágicos y no tan mágicos adornados con numerosos públicos.

También se ven actividades de todo tipo, casi como si se tratase de una feria.

-Pues nos estaremos escribiendo seguido, que me voy a la escuela, no a otra dimensión.- Kross iba acompañando al gato con la mirada perdida, pese a la gran cantidad de eventos maravillosos que aparecían a su alrededor. Sólo se concentraba de a ratos y se le iban los ojos cuando aparecía algún puesto de comida con deliciosos postres y tartas, pero el gato evitaba que se desviara del camino con un golpe seco en la nuca.
-Te miran como si fueras parte de las atracciones.- Dice Kross mientras se dispone a comer una manzana que compró por el camino. -Por aquí hay cosas que no ves ni en los cuentos de los ancianos, ¿qué les hace ver un gato caminando?

Nero ríe con suavidad.

-Supongo que están demasiado acostumbrados a los medio felinos. Ahora que ven uno casi completo, deben pensar que algo está mal.-, sonríe él, cerrando los ojos tan amable y alegre como siempre. Pero de los golpes en la nuca cuando Kross se intenta distraer no se salva, incluso si parece que no le está mirando.

-Ten cuidado, de todos modos. No todos en esta ciudad son amables, que no te engañen. Si te estoy enviando a la academia... Bueno, es porque creo que será lo mejor para ti. No hay otro lugar en el mundo en el que puedas encontrar más personas confiables.-, su sonrisa se ensancha, casi con nostalgia.

Por el camino se ve a un Híbrido con cola de ardilla corriendo tras dos humanos normales, parecen ser un grupo de jovenes amigos que van a disfrutar de las atracciones.

-... Es bueno ver como han cambiado las cosas...-, dice observando al pequeño grupo perderse entre las calles.

Kross termina su manzana y coloca los restos dentro del bolsillo de un transeúnte distraído.
-Esa es una de las cosas que más me está costando asimilar. Qué se supone que haga yo en esta escuela? Se estaba mejor en el bosque, el reloj era el sol y no tenias que pagar por la comida, bueno, al menos no con dinero.- Kross se lleva los brazos detrás de la nuca y mira hacia arriba, tratando de ver la gran torre. El sol de la tarde lo encandiló un poco.
Luego bajó la mirada para ver la cara de Nero. -Te noto algo melancólico, debe ser la falta de azúcar. O no me digas que tienes el colesterol alto?-.

-Bah, no es nada. Cosas de viejos.-, se excusa él, negando con la cabeza. Le da otro pequeño golpe en la nuca, esta vez con la cola, cuando deja los restos en el bolsillo de alguien al azar. Ante las quejas de Kross, el felino no puede evitar sonreír un poco: -Bueno, está claro que no vas a estar haciendo magia. Pero estarás bien.-

Mientras caminan, la zona se va iluminando más y más con lamparas arcanas mientras que las sombras van creciendo. Hay algunos magos, todos con el mismo uniforme, que conjuran hechizos sobre lo que parecen orbes montadas sobre postes metálicos: Las orbes de algo parecido a vidrio se iluminan en diversos colores y dejan salir ondas de energía tenue, cada uno con diferentes patrones y figuras. Parecen estar improvisando esos magos, ¿Serán artistas o serán trabajadores públicos?

En la distancia se escucha algo de música sonar por el Distrito Comercial, se puede ver a la última aeronave del día aterrizar en la estación: Es como una especie de barco flotante, sostenido por globos aerostáticos y hélices.

-De todos modos, tengo una noticia que te alegrará.-

-Sinceramente, no los envidio.- Dijo Kross por lo bajo, mientras contemplaba sin ganas a los magos mientras ellos hacían sus cosas. -Hay que tener huevos para vestirse así en plena calle y andar murmurando palabras extrañas.-
Luego de oír la última frase de Nero, lo miró fijamente a los ojos y sus cejas se juntaron un poco. Aunque sutil, esta era su manera de demostrar que estaba prestando atención.

El gato vuelve a reír suavemente al escuchar las cosas que dice Kross. -La hechicería es extraña hasta para mí.-

Los dos siguen subiendo por los largos escalones, cada uno lo suficientemente amplio como para albergar alguna calle secundaria o edificación.

-Verás, es tradición por estos lugares que el día previo a la ceremonia de apertura... Bueno, todo eso tanto no importa: Tendrás hospedaje en el Circulo Superior, con cena incluida. Y la última vez que he estado allí, no había ningún limite de cuantas cenas podías comer.-, explica Nero, conociendo el amor por la buena comida de Kross.

Al oír eso enseguida se le vino a la mente el increíble parfait de fresas y crema de leche que probó una vez cuando Nero lo envió a hacer recados a la ciudad. Todavía recuerda la paliza que le dio su maestro por haberse gastado todo el dinero en dicho postre.
-Así que todo lo que pueda comer...- Murmuraba Kross. -Pero tengo que cuidarme de la diabetes, sabes? Ya me han dicho que llevo demasiado azúcar en la sangre. Ah! debe ser por eso que los mosquitos siempre me eligen a mí como objetivo!- Dice golpeando la palma de su mano con el puño de la otra, como dándose cuenta de algo.
-Solo espero no tener que oír el discurso de algún viejo barbudo. Por venir aquí hoy no he podido dormir mi siesta.- Agregó. -Aunque si las sillas son cómodas...-

Nero no puede evitar sonreír ligeramente, ya están a medio camino de las escaleras... Sí que es largo. Dejaron atrás hace bastante el Distrito Comercial y La Gran Entrada. Ahora, a la derecha, pueden encontrar caminos que señalizan ir hacia un lugar llamado "El Mirador"... Pero siguen subiendo por las escaleras.

-Simplemente procura comer balanceado, o en otras palabras... No pidas más postres de los que te den por cada cena.-, ríe un poco.

-De todos modos, la Directora es una mujer relativamente joven. Quizás a ti te resulte algo mayor, pero ya sabes como son los magos: Se conservan bastante bien. Entre la magia y la alquimia... Hm.-

-Bah, paso de la belleza artificial. Son como los dulces, duran más, si, pero tienen sabor a laboratorio. Prefiero las chicas sin conservantes, al natural, digamos.-
-Esta escalera no termina nunca.- Dijo al ver los escalones que todavía tienen por delante. -Oye, no será que estamos muertos y este es nuestro camino al cielo, no? Me deprime haber muerto tan joven, y yo que quería abrir una fábrica de helados.- Mira hacia atrás y ve como el camino que recorrieron se va oscureciendo a medida que se oculta el sol. Solo queda la luz de las lamparas y los destellos de los hechizos. -O quizás sean los escalones hacia la adultez, cada escalón que uno sube gana un punto de adulto. Y todavía queda un trecho largo.- Mira hacia adelante de nuevo, pero solo ve escaleras.

El felino ríe, alegre. No comenta sobre el gusto de Kross en las mujeres, o sobre su afición -No, no. Esto no es ningún purgatorio... Y escuchando lo que dices, menos es un camino hacia la madurez. De todos modos, no falta demasiado. En unos diez minutos ya deberíamos estar en el portón...-

-Además, ¿Fábrica de helados? Eso es nuevo.-, comenta, siempre tan divertido por las ocurrencias de quien de cierta forma podría llegar a llamar discípulo.

Finalmente, tras bastante más andar, se encuentran frente al portón, hay guardias custodiándolo y pidiendo papeles a quienes quieren pasar . -Aquí nos despediremos. El hostal debería estar en la segunda callejuela a la izquierda. Bonito lugar, según recuerdo. No he estado por aquí en mucho tiempo, a saber que han hecho.-

-Muchas gracias por todo maestro.- Responde Kross con un pequeño grado de nostalgia. -Y que tu pelaje siga siendo mullidito y esponjoso por muchos años más.-

Tras decirse adiós mutuamente el muchacho se dirige al portón y le presenta su identificación a los guardias.

-Te voy a extrañar, gato endemoniado- Susurra Kross procurando que no lo oiga, y que no se de cuenta de que se encuentra un poco triste por la despedida. Mirando a su viejo maestro esboza una sonrisa apenas perceptible.

-Hasta entonces.- dice él, sonriendole con suavidad mientras pasa el control. Una vez se asegura de que nada va mal, se da la vuelta y se retira a calmos y lentos pasos, dirigiéndose (aparentemente) hacia la salida de la ciudad.

Kross se encuentra a si mismo en una zona similar a La Gran Escalera. La mayor diferencia es que ahora a su alrededor hay altos edificios de un color blanco intenso: Por algo a este distrito se lo conoce como "Las Torres de Marfil".

Pronto encuentra la calle por la que debe entrar, encontrándose con una posada de múltiples pisos, compartiendo color con las torres cercanas. Parece un hotel pequeño más que una posada grande, realmente...

Dentro, en la recepción, se puede ver una lujosa alfombra carmesí, adornada con detalles negros y dorados. Al final de la sala se puede ver, tras un gran escritorio de roble, a una mujer de mediana edad escribiendo en un cuaderno: Es la recepcionista, parece. Detrás de ella hay muchos cajones con llaves.

-Oiga señora.- Kross intenta llamar la atención de la recepcionista. -Soy Kross Silberbach, un nuevo estudiante de la Academia. Me dijeron que hoy me hospedaría aquí.- Saca sus papeles y se los enseña.

Ojalá tengan de ese parfait de fresa. Pensó mientras se dedicaba a mirar a su alrededor, pero más que admirar la arquitectura y demás, sus ojos se clavaron fijos en un cuadro de un señor calvo que estaba junto a la recepción, sus cejas eran muy prominentes, casi tanto como su bigote, y llevaba su barba atada con un pintoresco nudo hecho con un listón.
Quién demonios será este? espero que el uso de la magia no te deje calvo con los años, aunque yo no me tendría que preocupar por eso de todos modos, pero pobre gente.

-Ah, buenas tardes, joven.- dice la mujer de forma amable, buscando su nombre en un cuaderno. Cuando lo encuentra, asiente y sonríe. -Kross Silberbach, sí, aquí está tu nombre. El segundo en llegar, vaya, ya solo faltan... Hmm... Cinco, bien.-, le sonríe. -La cena es para ocho, comenzará en cuanto lleguen todos, o si falta alguien en...-. La mujer se detiene unos instantes, revisando su reloj antes de continuar: -Veintisiete minutos, sí.-

-La cena será pasando ese umbral.-, señala hacia su izquierda, -Mientras que su habitación está en el segundo piso, por allí.-, señala hacia unas grandes escaleras de roble a su derecha. -Hay aseos personales en cada habitación. Le recomendaría estar a tiempo en el comedor.-, sonría amablemente y le tiende una llave. -Su habitación es la número... Siete, sí. Espero tenga una buena estadía.-

Al notar que el joven observa tanto al cuadro, sonríe un poco -Ese hombre es el dueño de esta posada. Desgraciadamente está en un viaje de negocios hasta la semana entrante... Es amable. Cuando quiere.-

-Eh? Ah, sí.- Kross recoge su llave y comienza a recorrer el establecimiento.

Solo siete personas entonces... deben ser muy elitistas en esta academia. Se rasca la barriga por debajo de la ropa mientras bosteza y sigue caminando hacia la sala donde será la cena. Seguro en cuanto vean que no puedo hacer magia me echarán a patadas. Como sea, a aprovechar la comida.

La puerta del hall se abre despacio y Kross mete la cabeza para ver para adentro. -Permisooo.- Su cara inexpresiva se asoma por la puerta.