-Ya queda poco.-, dijo la voz de la artista marcial. Tan solo se vieron por primera vez hace escasas semanas pero a veces se siente como si se conociesen desde siempre.
Ella es una adolescente de estatura media, siempre vestida con una túnica encapuchada. Una chica Híbrida con cola y orejas felinas, una hábil luchadora y definitivamente una experta en el control elemental.
Su búsqueda del Monasterio, según le explicó durante el viaje, se basaba en rumores sobre un antiguo papiro que contenía algunas técnicas marciales secretas. Si lo encontró o no, en ningún momento lo especificó... Pero definitivamente estaba agradecida por la ayuda provista y, tras que Wen explique su condición, le recomendó acompañarla a la Academia en Issaera.
La tarde fue cayendo mientras subían los amplios escalones, en cada uno había al menos una edificación baja o dos: No por nada se llama la "Gran Escalera", la columna vertebral de la ciudad de Issaera, conectando el inicio del Círculo Inferior con la Gran Entrada y el Círculo Medio con el Círculo Superior.
El viaje duró un día en caravana, no estaban demasiado lejos afortunadamente. El problema es que una vez estuvieron a pie debieron subir durante casi dos horas hasta el Circulo Superior. Tuvieron la oportunidad, mientras subían, de ver como una especie de barco volador despegaba desde algún punto del Distrito Comercial.
En la ciudad parece que los Híbridos son tan normales como los humanos 'comunes y corrientes', ¡Incluso hay mucha variedad! Personas de todos los colores, formas y procedencias. Los hay con acentos del norte, del sur, del este y del oeste... Es bastante refrescante.
Subiendo por la Gran Escalera se llega eventualmente a una marcada división con una muralla blanca, un gran arco equipado con una reja de oro es custodiado por algunos guardias de la ciudad. Tras que Tao presente sus documentos, sin embargo, se les permite el paso sin ningún problema.
Más adelante llegan al distrito de las Torres de Marfil, la continuación de la Gran Escalera: Las calles están adornadas por altas torres blancas. Parece ser una zona bastante más pudiente que el Círculo Medio, Wen no pasó por el Inferior en el camino de subida.
De camino pasan cerca de un enorme parque: Todo en el Círculo Superior parece ser grande y opulente, un motivo que se extiende al resto de la ciudad en menor grado. No es mucho después que llegan a un enorme portón doble que se encuentra abierto de par en par.
Tao y Wen se encuentran con una vista bastante más natural que antes: Tras un amplio camino adornado por arbustos hay una muy bonita fuente adornada por cuatro estatuas de obsidiana flotantes, cada una representando un elemento diferente de forma bastante abstracta.
Hacia la izquierda se puede bajar por una colina para llegar a un campo de flores y un lago, más al fondo un bosque. Hacia la derecha no hay camino para bajar pero se puede ver un amplio edificio de apariencia oriental. A lo lejos, cerca de ese edificio, se pueden apreciar personas luchando con espadas, ¡parecen estar practicando! Deben ser alumnos.
De hecho se pueden ver bastantes adolescentes de la edad de Wen bajando por una escalinata que se encuentra tras la fuente, al frente. Se van dividiendo hacia los lados, la mayoría parecen ir en dirección al lago: Alguno que otro lleva una pelota, alguno más lleva una canasta con comida... Parece que a estas horas descansan.
Subiendo por la escalinata y pasando por un amplio mas no largo puente de piedra, llegan a la entrada de un gran castillo. ¡Debe tener unas siete u ocho altas plantas hacia arriba y al menos dos o tres más hacia abajo! Malas noticias: Más escaleras...
Siete plantas más arriba, llegan a una larga antesala alfombrada que conecta las escaleras internas del castillo con lo que parece ser una puerta doble de madera, actualmente cerrada. A los lados hay estatuas y cuadros de ancianos y ancianas vestidos con túnicas y adornados con joyas, posiblemente antiguos directores.
Hay dos monjes fuera de la sala, sentados en unos bancos que parecen estar destinados para quien espera ser atendido. No hablan entre ellos, tampoco parecen ser de allí.
-Parece que la Directora está ocupada... Suele dejar la puerta abierta cuando está libre. Mejor descansemos un poco antes de tocar, aunque sea para preguntarle si le falta mucho. ¿Sí?-, dice ella con amabilidad mientras se sienta en otro banco, invitandole a acompañarla, con un gesto.
Que durante el camino ella hubiera estado hablando hizo que fuera algo más ameno, aunque sólo añadiera alguna que otra palabra a lo que iba contando. Me sentía bien con ella, aunque me costara soltarme, si el resto de personas que me encontraría allí eran igual que ellas, supongo que no tendría ningún problema para adaptarme.
Si tuviera que utilizar una palabra para describir la inmensa construcción que se encontraba delante nuestra, sería "grande". Y si pudiera usar una segunda, sería "escaleras". No estaba acostumbrado a ver edificios tan altos, no más de un par de pisos, a lo sumo, el monasterio sería lo más grande que había visto hasta el momento, y para subir se usaba un camino de arena en pendiente, pocas escaleras. No era lo único que abundaban allí, sino la variedad de gente que podía verse por allí. Las habría de todos lados y seguro que tendrían grandes historias que contar, o costumbres propias de su tierra.
A medida que íbamos subiendo, me quedaba maravillado con lo que íbamos dejando atrás: esculturas, riquezas y lujos, llegando a rozar la opulencia en algunos casos. Incluso había otros que podrían ser de mi edad, en el pueblo somos pocos y todos nos conocemos ya, podría ser un buen momento para dejar atrás tanta timidez, nadie me conocía aquí.
Más escaleras, pero ya en el interior, puedo notar las miradas inertes de los cuadros que parecen que no me quitan ojo. Estuve tentado de preguntar, y no sólo aquí, en varias ocasiones a lo largo del ascenso, pero supuse que ya lo descubriría por mi cuenta.
-Si, claro -respondí con brevedad a Tao. Eché un rápido vistazo a los monjes, para ver si se parecían a los que yo conocía-. Y cuando hable con la directora ¿qué pasará? -pregunté desviando la mirada hacia la puerta-.
Los monjes parecen ser de otro monasterio a un día de distancia en caravana de donde él vivió toda su vida. No los reconoce pero sabe que las togas pertenece a unos que también adoran espíritus del bosque.
No hay ventanas en esa sala pero se pudo apreciar, mientras subían las escaleras, que el cielo estaba bastante nublado.
-Querrá conocerte. Es una persona amable, ya verás. Como ya no hay clases hasta el Lunes, supongo que inventará algo...
-No te has perdido de mucho. La primera semana es muy introductoria.-, ella asiente un poco, sonriendo. -Siempre entran alumnos algo resagados, algunos incluso a mediados del año.
Asiento con la cabeza, una vez más, ante las palabras de Tao. Al menos ya sabía que los sábados y los domingos no había clases, con lo que me dejaba algo de tiempo para hacerme con los alrededores. Y también que no había sido una gran pérdida que no estuviera aquí desde el principio.
-Y... -bajo el tono de voz, casi avergonzado- ¿aquí me van a ayudar con mi... "problema"? -no puedo evitar mirar de reojo a los monjes. No me gustaría que se enteraran-.
Durante nuestros primeros encuentros en las cercanías del bosque, al conocer cual era su condición -aunque no es que fuera especialmente difícil darse cuenta de ello-, y que era profesora de esta escuela, acabé confesándole cual era el don que había recibido y los problemas de control que había tenido.
Los monjes no parecen enterarse de lo que hablan ellos, están meditando en lo suyo. La chica gato les mira durante unos momentos antes de susurrarle algo a Wen:
-No comprendo a estos monjes. El camino del espiritualismo no debería obligar a las personas a volverse tan... Rígidas.
Tras escuchar la pregunta de Wen ella asiente un poco. -Estoy segura de que sí. Y si ella no puede, seguro alguien en la Academia sabe como ayudarte.
-Las cosas relacionadas con tu condición... No son mi especialidad...-, se disculpa, bajito.
No era una mala respuesta a mi pregunta, después de todo, no espero conocer a nadie que tenga todas las respuestas a cualquier pregunta. Habría varios profesores, alguno sería el adecuado para enseñarme algo con respecto a mi transformación. Al menos de momento soy capaz de controlar cuándo transformarme, de lo que pasa luego no soy tan responsable como algunos creerán.
-Entonces ¿qué es lo que tú enseñas aquí? -me parecía extraño que alguien tan pequeña pudiera ser profesora. Su edad tendría que rondar la mía o, incluso menos-. ¿Tiene algo que ver con esos pergaminos que buscabas cuando te encontré?
Ahora tenía más curiosidad por conocer a la directora, a quien llevaba todo esto. Debía de ser alguien importante e imponente, quizás avanzada en años, aunque viendo a Tao, ya me puedo esperar cualquier cosa detrás de esa puerta.
La joven profesora le ofreció una calma sonrisa, parece una persona muy balanceada emocionalmente hablando: No se deja llevar pero tampoco se reprime, está en paz. Por un lado da una sensación similar a la de esos dos monjes que esperan en otro asiento, tranquila y sin hacer mucho ruido... Por el otro está claro que ella está relajada, no parece haber un solo músculo tenso en su cuerpo sin embargo su postura se mantiene estable.
-Algo así, sí. Soy una artista marcial pero me especializo en el control de los elementos. Suelo dedicarme a ayudar a los alumnos a entrar en contacto con su Elemento innato y dejarlo fluír.
-¿Sabes? Este lugar es especial. La Academia está construída sobre un sitio donde abunda la energía espiritual, magica, elemental... Este será mi segundo año enseñando en la Academia, aún me sorprendo de la facilidad con la cual los alumnos con un mínimo de talento o predisposición consiguen comenzar a manejar su Elemento... Y los que no tampoco tardan demasiado más.
Habla tranquila, parece que se siente cómoda conversando con Wen.
-... Bueno, iré a tocar la puerta.-
La chica-gato se puso de pie, su cola ondeandose suavemente, escapando bajo la relativamente corta túnica. Tras dar dos suaves golpes en la puerta, se anuncia: -Directora, soy yo: Tao.
Es poco después que una voz femenina desde dentro dice "Adelante". Tao mira a Wen y asiente. -Cuando quieras.
Que los alumnos entren en contacto con su elemento interior, tras esas palabras me pregunté cual sería ese elemento interior que yo tendría, es más, también me preguntaba si ella sería capaz de saberlo, ya que se dedicaba a esto en la Academia. Pero continuó hablando y no me pareció oportuno interrumpirla. Lo siguiente que dijo fue sobre el lugar en el que está construido este edificio, y todo lo que está alrededor imagino. Además de añadir algo de sus propias experiencias en pasados años.
Cuando se levantó para llamar a la puerta, no puedo negar que me puse algo nervioso, estaba a punto de encontrarme con la persona que podría cambiar mi vida de ahora en adelante, para mejor espero. Se escuchó la voz desde el otro lado de la puerta y los ojos de Tao se clavaron en mi, invitándome a entrar.
-Allá vamos -me levanto y me reúno con la joven profesora, dispuesta a entrar en el despacho-.