Partida Rol por web

TIERRAS DE CHO'N DELOR: GRUPO II.

Sabandija sigue a Ojopocho sin vacilar.

Cuando se han alejado un poco del grupo le pregunta, disimulando sus nervios:

-¿Qué ves en el mapa, Ojopocho? ¿Hay algún lugar sospechoso de albergar enemigos?

Está algo tenso, y no se fija mucho en la naturaleza a su alrededor, pues centra sus energías en buscar enemigos con la mirada.

- Relájate. - le digo a Sabandija mientras extiendo el mapa y lo observo detenidamente. En caso contrario no estarás atento a todo lo que te rodea y podrías delatar nuestra posición o incluso caer en una trampa.

En aquél lugar regía un cierto tono gris, causado por la nubosidad. Podía parece un lugar poco alegre, desapacible, e incluso siniestro. Sin embargo, aquello no se asemejaba en absoluto con la realidad. Era un lugar fértil y con facilidad para encontrar agua. A Odio le gustaba aquella zona.. siempre había sido de grises.

Permaneció junto a Loor sin apenas dirigir palabra, sólo contestando a cualquier cosa que su mentora le dijese. No era un hombre de conversación, valoraba el silencio..

Despreocupado por el clima y el paisaje, Rastrojo seguía a lo suyo, para mayor desesperación de Pesadilla.

Los Oscuros son minoría en la Compañía Negra, pero copan la mayoría de puestos de importancia. Entre ellos se llaman "primos" con mucha frecuencia, pero no es un parentesco real. Son descendientes de los primeros Oscuros llegados a la sabana, así que se podría decir que sí son primos, pero muy-muy-muy lejanos. Hace como unos quince años que no nace ningún Oscuro. Una infertilidad curiosa...

Omite ciertas leyendas oscuras sobre los Oscuros. Su origen demoniaco, y también que son todos unos idiotas. No quiere herir sensibilidades... Pero no es porque sea buena gente, sino porque teme las represalias.

Yo nací en el seno de la Compañía, y sé esto desde niño. Pesadilla, quizás tú llevas lo suficiente con nosotros para saber algunas de estas cosas. Sí prefieres que me salte esta parte de mis lecciones, solo tienes que decirlo.

Sabes algo de magia? La joven respondió a Rastrojo de forma rápida y precisa, no quería que empezase a divagar de nuevo,yo tengo poderes.

OJOPOCHO:

- Para el futuro por favor ese tipo de tiradas ponlas siempre ocultas.

- A lo largo de todo el día irás encontrando agua potable en pequeñas fosas, suficiente para ir rellenando toda el agua que consumáis a lo largo del día, por lo que hoy no necesitaréis que os traigan más del Grupo IV.

- No detectas ningún signo de enemigos. Hay huellas de pastores y campesinos que han recorrido esta zona. Todavía estáis cerca de la ciudad y las huellas de ese tipo son aún muy abundantes. Dejarán de serlo cuando estéis a varios días de distancia de cualquier población.

Tener que caminar al paso de Sicofante y su montura iba a ser un reto en mi condición. Por supuesto, me esfuerzo en mantener el ritmo, pero el trajín hace que me mantenga callado y tratando de ahorrar fuerzas.

Doy un trago a mi odre de agua. Al menos no andamos mal de provisiones.

Mientras camino trato de distraerme observando a los demás miembros de mi grupo.

Solo espero que no encontremos enemigos hoy.

Plumilla acompañaba a Campaña como si de su sombra se tratase.
Una sombra menuda de pasos rápidos y no tan grandes.
Le había quedado claro su posición con respecto a las órdenes de Ponzoña.

Si Campaña dice, tú haces, y si Ponzoña dice...hazlo también y más rápido para que no tenga que gritarte.

Por otra parte, y, aunque la K'Hlata no había respondido, tenía una especie de permiso especial de curandera personal de Campaña y éste debía obedecer lo que Plumilla le indicara sobre su herida...después de todo eran órdenes de Ponzoña.

Manteniendo el ritmo de la caminata, Plumilla ladeó la cabeza para asomarse por uno de los costado de Campaña.
Ponzoña y Piojillo iban a penas unos pasos por delante de ellos, manteniendo el orden de formación pero adelantándose ligeramente. Así lo habían dispuesto y así iban.
Ponzoña era más corpulento que Piojillo, y desde luego daba más miedo a simple vista.

Pero Piojillo no es el Segundo de Cochinillo por nada. Pensó divagando.

Distraída como iba pensando en esas cosas Plumilla trastabilló al tropezar con algún tipo de elemento invisible, imaginario y sin duda malicioso que sólo le afectaba a ella. Al notar como se precipitaba hacia delante se le escapó un breve y aflautado "Ah".
Tras recuperar el equilibrio, abochornada refunfuñó para sus adentros con un pequeño gruñido que recordaba a un animalito pequeño. Avergonzada, inclinó la cabeza hacia delante creando una cortina de pelo oscura a través de la que mandaba miradas de soslayo como si ese gesto le fuera a librar de una reprimenda.
-¿Quién va a encargarse de hacer de.. eh... -titubeó- vigía? -preguntó con algo de turbación intentando quitarse esa sensación de torpeza de encima.No era la palabra adecuada del todo...pero tampoco le venía una mejor palabra a la cabeza.

-No entiendo tu pregunta, Plumilla -dijo Ponzoña manteniendo la vista al frente y atento a Sicofante y cualquier otra cosa que entrara en su campo de visión-. ¿Te refieres a las guardias cuando acampemos? ¿O a la labor de vigilancia mientras avanzamos? En el primer caso, se establecerán cuando encontremos un buen lugar para hacer noche. En el segundo, no debes estar atenta a mis palabras pues dije que todos debíamos, en todo momento, estar alertas como leopardos y ser tan sigiloso como ellos. Busca siempre comida, agua, huellas que revelen la presencia de otros hombres. Desde pisadas a ramas rotas, restos de una hoguera o un humillo en la lejanía. No podemos ni debemos descargar en Ojopocho y Sabandija toda la responsabilidad. Ojopocho es un gran explorador y enseñará bien a su acompañante, pero todos debemos prestar atención a las señales. Una rama no se quiebra sola, sino que algo la ha roto. Debes aprender si ha sido un animal o un hombre quien lo ha hecho -comentó-. En este terreno húmedo, las huellas son más fáciles de ver que en uno seco. Y un pie desnudo siempre será más difícil de ver que uno calzado. Y el fuego y el humo son señales de presencia de hombres que podrán ser enemigos o no, pero cuya mera existencia debe alertarnos y hacernos obrar con precaución. Pero dime, Plumilla, ¿qué es lo que mejor se te da? ¿Y qué armas usas? Y esta pregunta va por todos vosotros. Piojillo y yo debemos conocer todos los detalles, pues no es posible organizar nada si no sabemos. Como veis, yo porto maza y escudo y una cota. Y aunque soy fuerte, no rivalizo con Campaña cuyas embestidas en combate son tan fragorosas como las de un búfalo macho protegiendo a su rebaño.

Por supuesto que sé de magia. Soy un chamán, cielo santo, mi oficio es el saber. De magia y de lo que sea. Acumular conocimientos con los que entender mejor a los espíritus. Porque los espíritus pudieron ser en vida guerreros o exploradores o ascetas. Para entender su mentalidad me he convertido en guerrero, explorador y asceta, y...

Rastrojo niega con la mano, como si la sola idea de que Pesadilla tuviese poderes fuese una ocurrencia propia de una mente infantil.

...y por favor, no seas absurda. Tú no tienes poderes. La magia es cosa de hombres. En la Compañía no hay mujeres aptitudes para el esoterismo, ni en toda la sabana tampoco. Si te has creído esa historia de las Pitonisas, olvídalo: son unas farsantes. Es más...

La voz de Ponzoña se impone sobre los demás, y el mestizo tiene que dejar de lado su conversación con Pesadilla.

Bueno, dejemos el tema en paz. Responde a la pregunta de Ponzoña. Yo te veo un par de cuchillos... Podría entrenarte en su manejo.

Parece que lo único que está dispuesto Rastrojo a enseñar a Pesadilla son cosas que a ella no le interesan.

- El avance discurre tranquilo durante los siguientes tres días.

- Ojopocho explora adelantado, encontrando siempre lugares secos y resguardados para acampar por las noches. También localiza fuentes de agua, en forma de diminutos arroyos o manantiales entre las rocas. Gracias a eso no os falta agua pura en ningún momento y vuestros pellejos de agua permanecen siempre llenos, evitando así que Sicofante tenga que llevárselos para rellenarlos en los barriles del carro del Grupo IV.

- Cada tarde-noche, Sicofante cabalga hacia la posición del grupo más retrasado y vuelve con gachas.

- El ambiente es diferente al de la Gran Sabana. El terreno es más húmedo, el clima es engañosamente templado, pero fresco por las noches. No es vuestro caso, pero los que no localicen un buen refugio durante la noche fácilmente podrían acabar calados.

El Hiena observaba el avance de todos y cada uno y pronto fue testigo de que Michou apenas podía siquiera caminar. Aprovechando un alto, habló.

-Sicofante, me temo que tu pupilo no está en condiciones de seguir tu ritmo y a este paso, pronto caerá vencido por su estado. Plumilla, esta noche, cuando acampemos, mira a Michou y comprueba si puedes hacer algo por él. Y tú -dijo dirigiéndose al campamentero-, solo te preocuparás de descansar por las noches. No tendrás guardias que hacer mientras tanto. Es más, dormirás en mi tienda para así recuperarte antes. De hecho, Sicofante, pienso que lo mejor que podríamos hacer es montar unas parihuelas arrastradas por Recio y en las que vaya Michou hasta que se recupere lo suficiente. Es eso o enviarlo con el cuarto pelotón para que viaje con ellos hasta que mejore. Debemos buscar dos palos largos y resistentes. Yo cuento con una lona que serviría para sustentar su cuerpo. Pero necesitamos cuerda. ¿Alguno tiene? -preguntó a los presentes-. Una tercera opción es que él vaya montado en el caballo, Sicofante, pero no sé si estás dispuesto a ello -puntualizó. Conocía la querencia de los jinetes por sus monturas y su poca disposición a cederlos-. Y mientras nuestro compañero mejore, debemos cambiar nuestro modo de avance. Solo habrá dos grupos. El de avanzada, con Ojopocho y Sabandija que mantendrán siempre contacto visual con nosotros, y el principal, que seremos el resto.

Plumilla, que había explicado que ella no sabía luchar sólo estaba versada en el uso de la palabra (omitiendo por supuesto información que a Ponzoña no le serviría de nada) y que lo único que conseguía levantar sin que le temblaran los brazos era una daga. La misma que portaba.

Por las noches examinaba la herida de Campaña con mucho cuidado, encantada del desarrollo de ésta, le explicaba a Campaña que se estaba curando muy rápido y que se sentía muy feliz  por ello.

Michou era otro asunto, y así anunció Ponzoña su preocupación por el estado del campamentero.

-¡Yo tengo cuerda, Ponzoña!-dijo dando un pequeño respingo alzando la mano. Echó mano a sus pertenencias rebuscando entre ellas una larga cuerda sencilla de cáñamo. Sacó la cuerda y cerró el macuto para que el queso no se estropeara, regresando a toda prisa con actitud preocupada a la par que servicial hasta el hiena, extendiéndole la cuerda-¿sirve? Es larga... bueno no sé si será resistente, pero no tengo mucho más y .. y... haré lo que pueda-añadió bajando un poco el tono de voz encogiéndose un poco.

Sabandija avanza a buen paso junto a Ojopocho.

La misión hasta ahora había ido como la seda, y estaba de buen humor por ello. Encontraron depósitos de agua sin dificultades, y el clima húmedo, peligroso para los inexpertos, era un paseo para aquellos que podían sobrevivir hasta en la Gran Sabana.

La zona era fértil, pero, conforme avanzaban Sabandija veía cada vez menos árboles. Si no encontraban pronto algunas de las cosas que Ojopocho buscaba, seguramente no habría suerte en esa misión. 

Entonces, mientras hace la ordinaria revisión de como van los de atrás ve que Ponzoña se acerca a Sicofante y así lo hace todo el mundo:

-Ojopocho, creo que Ponzoña está dando alguna orden, ¿deberíamos acercarnos? - le dice al Hostigador.