Desde donde quieras! XD
Si...creo que seria más fácil partir desde ahí y luego ya veremos como continuar, inclusi en algún momento podemos "volver a casa", tenemos el helicoptero xDD Mañana posteo :)
Llevándose una mano a los labios, Grace dio un bote al escuchar aquél grito gutural, como salido de la nada, tan inesperado. Pero a la vez tan divertido. Hasta ese momento había presenciado en silencio como el chico lanzaba aquella amenaza velada y se deshacía de la camiseta. Observó su torso desnudo, sonrojándose levemente. Y segundos después, tras el arrebato de Jack, rompió a reír, todavía con el rubor encendiendo sus mejillas.
- Eres un contrincante difícil.-le dijo, sin dejar de sonreír.- Pero yo no me dejo amedrentar.
Puso una cara de mala totalmente fingida y avanzó unos pasos hacia él, salpicándolo un poco más. Al estar a su lado le dio un empujoncito suave y cariñoso con el hombro, jugando y le cogió las manos para que el chico no pudiera salpicarle de vuelta. Nada más lejos de la realidad…Jack era mucho más corpulento que ella y rápidamente se deshizo de sus agarres, entre risas, y acabó rodeándola afectuosamente por la cintura, humedeciendo su suéter. Grace se dejó abrazar y puso la mano sobre su espalda, acariciándola con cuidado. Se estaba tan bien…
- Zambullirse, ¿eh?- dijo después de unos minutos.
Sin pensarlo demasiado, simplemente dejándose llevar, se separó un momento del hombre para acercarse de nuevo a la orilla. De espaldas a él se deshizo lentamente del suéter rojo, dejando a la vista una sencilla camiseta de tirantes y revolviendo a su paso la melena rubia ya enmarañada por el viento. Después se quitó los pantalones vaqueros, deslizándolos por sus piernas. La suave brisa del mediodía la hizo estremecerse, erizándole la pálida piel. Se humedeció los labios y se giró, vacilante, clavando sus ojos tímidos en los de Jack. Se frotó los brazos, sintiendo un repentino arrebato de vergüenza, sintiéndose expuesta…como si el chico pudiera ver a través. Pero no era una sensación…mala. Una pequeña sonrisa fue apareciendo en su rostro y echó a andar a zancadas de vuelta al mar, pasando por su lado. Se zambulló de un salto en el agua.
Buceó y a los dos segundos su cabecita volvió a aparecer.
- ¡Ah! ¡Qué rica!-exclamó, riendo.- Vamos… ¡ven!- lo animó con la mano, chapoteando a su alrededor.
Grace era como una chiquilla, que respondía a cualquier reto y bastaba incitarla un poquito para que te regalara una sonrisa y siguiera el juego con toda su alegría, así que allí estuvimos, salpicándonos el uno al otro hasta que terminamos junto a la orilla cogidos en un abrazo silencioso y profundo que se alargó sin saber cuánto.
Podía sentir el calor de su cuerpo, más allá de la tibia lana del jersey, y el aroma leve y fresco que subía desde su nuca. Nuestro ritmos se adaptaron y tomábamos el aire al mismo tiempo, mientras el sol crecía frente a nosotros y los tonos naranjas se iban diluyendo en otro más nítidos e intensos.
Entonces Grace se soltó y en la orilla se quitó el jersey y también los pequeños vaqueros que llevaba. De espaldas a mí, no quise interrumpirla en su breve ritual, aunque tampoco pude apartar la vista de los hombros, pálidos y angulosos, que asomaban desde los tirantes de la sencilla camiseta y evolucionaban hasta su fino cuello, que se perdía entre lso cabellos alborotados.
Para cuando me di cuenta, ya no había hombros, ni cabellos, ni Grace: solo una sombra veloz que pasó a mi lado y se zambulló decidida en el agua, y cuando volvió a emerger, con el pelo empapado y pegado a la frente, me llamó para que la acompañara.
Y no necesitó insistirme: simplemente estiré los brazos y con un pequeño salto superé la ola que rompía junto a mí y me adentré en el agua, salada y fresca en aquella hora temprana y buceando pasé junto a la chica, la superé y emergí un par de metros más allá. Luego me puse en pie y el agua apenas me llegaba por encima de la cintura, las olas eran poco más que débiles ondas, pero alzando los pies de nuevo dejé que me mecieran y me acercaran a Grace.
A su lado ya, me agaché hundiendo la cabeza en el agua unos segundos y salí disparado con fuerza hacia arriba, impulsándome con las manos. Me limpié el agua de los ojos, me sacudí el pelo que chorreaba y la miré con esa alegría que sólo el mar solía ofrecerme y que ahora compartía con ella.
- Yuuuuh! Es genial, sí. - eran esos segundos de euforia en los que solo existía el agua y él mismo, y nada más importaba, todo quedaba atrás, esperando en la orilla. Pero esta vez fue Grace quien centró su atención. Dio un paso hacia ella y la tomó suavemente por los hombros, haciendo que casi reclinara la cabeza contra su pecho y, pasando la otra mano bajo sus rodillas, la hizo recostarse de aquel modo, mecida entre sus brazos... Entonces él giró y ella giró con él, con las caras muy cerca la una de la otra, balanceándose entre las olas. - Uuuuuh... - esta vez era poco más que un susurro, un sonido suave que acompañaba el movimiento, como se lo hubiera hecho a un niño con el que jugara en el agua.
Arrodillada bajo el agua y dejándose mecer por el vaivén de las olas, Grace observó atentamente los movimientos de su acompañante. Sonrió con ternura, achicando los ojos, disfrutando de ese momento a sabiendas de que estaba presenciando algo especial. Jack se fundía en el agua con suma facilidad, como si estuviera en plena consonancia con ella, jugando con la marea de una forma delicada. Le había insuflado energía y se le veía tan a gusto…que no pudo evitar contagiarse de su alegría.
Rió cuando, de vuelta a su lado, se sacudió la melena, salpicándola un poco. Ante sus atentos ojos, alargó la mano hasta su pelo húmedo y maravillosamente revuelto y lo peinó delicadamente con los dedos, tomándose su tiempo y admirando después su obra, mirándolo con complicidad. Le acarició suavemente la mejilla sonrosada por el calor, acomodando la mano en ella durante unos segundos y le sostuvo la mirada un momento hasta que algo la sorprendió.
- Uooh.- La chica se aferró al hombro de Jack por inercia mientras notaba como él pasaba el brazo por debajo de sus piernas, haciéndole cosquillas, y la cogía en volandas, manteniéndola suspendida en el agua.
Su sorpresa se diluyó poco a poco dejando paso a una sensación de paz. Sonrió apaciblemente y se dejó llevar por el movimiento, escuchando su susurro que se acompasaba perfectamente con el murmullo del oleaje. Acomodó la cabeza en su torso cálido, sintiéndose protegida y después se estiró, echando la cabeza hacia atrás y cerrando los ojos para que el sonido fuera más envolvente.
Pero de pronto lo tenía muy cerca…y el corazón le latía más aprisa cuando lo tenía tan cerca. Dejó escapar un suspiro y, mordiéndose el labio inferior, lo miró con gesto dubitativo. Como movida por un hilo invisible, se incorporó y acortó la distancia hasta sus labios para besarlos suavemente. Un beso corto pero dulce. Volvió a alejarse y se estiró de nuevo, evitando mirarle. Sonreía y estaba visiblemente ruborizada.
Aquel juego casi infantil creaba una proximidad entre ellos que no habían disfrutado antes. El brazo de ella rodeando su hombro, su pequeña mano apoyada en el pecho, sus grandes ojos mirándolo sorprendidos y su boca ofreciéndole una sonrisa que le pareció llena de armonía.
Luego aquellos ojos se cerraron y el cuerpo se tensó en una nueva vuelta del vaivén sobre las olas, y pudo sentir también las formas de su cuerpo que apenas necesitaba sujetar, livianas en el agua salada.
Volvió a relajarse y su mejilla era suave contra mi pecho, y cuando se acercó y apoyó sus labios en los míos besándome dulcemente sentí que una ola más alta me elevaba y volvía, en un instante, a posarme sobre la arena del fondo. Porque ella no tardó en apartarse pero el sabor salado y tan dulce, y el aliento fresco y cálido perduraban en mí. Deseé más, pero ella se había vuelto, con movimientos lánguidos, retraída pero sonriente, No una pose en la que me sintiera obligado a interpretar sus intenciones y superar ninguna prueba: sólo un gesto tan natural como ella misma, que la había lanzado a ese beso espontáneo y riquísimo y que ahora se sonrojaba con la mirada en el cielo, en el mar y en la arena.
Los giros en el agua habían acabado, y volví a colocarme algún mechón de pelo suelo y apelmazado, que ella ya me había peinado, y llevé mi mano hasta su mejilla. Me movía con gestos lentos, como si un rumor pudiera asustarla y fuera a escapar volando como un pajarillo. Así lo parecía entre mis brazos, frágil y fugaz. Así que con suavidad mi mano la acarició, hasta que mi dedo rozó sus labios entreabiertos.
No avanzo mucho en la acción, pero algo es ^^
Disfrutó del contacto de su mano sobre su mejilla; era áspera pero suave y delicada a la vez, terriblemente agradable. Seguía ruborizada y estaba segura de que Jack podía notar el calor bullendo en sus mejillas, sin embargo no dijo nada y se lo agradeció. Respiró un poco más rápido y cuando sus dedos acariciaron sus labios, Grace volvió a mirarlo a los ojos, algo confusa, casi como un animalillo asustado. Ese beso…le había salido sólo, de una forma tan natural como la manera en que la sostenía él a ella. Y no se arrepentía. ¿Pero y ahora qué? Era algo extraño…no saber qué iba a pasar, sentirse cómoda y segura, pero nerviosa y expuesta a la vez, como si fuera un libro abierto para él.
Apretó los labios, rozando sus dedos en un sencillo beso. Se incorporó, abrazándose a su cuello y, sin apartar la mirada, acarició cariñosamente su nuca, subiendo la mano por el pelo hasta tener una mano sobre su cabeza. Alzó las cejas, mirándolo de una forma divertida, justo antes de presionar suavemente su cabeza hacia abajo y hacerle una aguadilla, riendo y apartándose para que él no la pillara. Huyó pero el chico la pillo rápido y después de jugar un poco, entre quejas, toses y risas, volvió a su lado y le abrazó, acomodando la cabeza en su hombro. Se acercó a su oreja.
- Me alegro de estar aquí…-susurró, suavemente.- Me gustas, Jack.
Perdona por el post torpón después de tantos días de espera. La última semana del mes es mortal en el trabajo y voy de culo. Peeero bueno...pasito a pasito avanzamos =)
Los grandes ojos de Grace volvían a mirarme entre asustados y expectantes, y quise ver un brillo de ilusión en ellos, como reflejo de la que yo sentía. Sus labios apenas me rozaron los dedos pero el contacto me provocó una intensa turbación. Me rodeó en un abrazo suave y de pronto me encontré con la cabeza bajo el agua empujado por los decididos brazos de la muchacha.
Me liberó rápidamente y al volver a subir a la superficie escuché el chapoteo del agua en su huída, que dejaba tras de sí el rastro de su risa alegre. Me lancé sin pensarlo tras la sombra difusa de su cuerpo y la atrapé tal vez con demasiada facilidad, aunque se resistió y enfrentó un poco, entre risas y alguna tos. El agua y la sal rascaban la garganta, pero eran parte del momento, y no hubiera cambiado nada.
Yo también me alegraba... La apreté entre mis brazos y la besé, cerrando los ojos y abandonándome al roce de sus labios y al juego de su lengua. Esta vez fue un beso largo, intenso, que me obligó a tomar resuello y me perdí en sus ojos una vez más.
- Y tú a mí, Grace. Me gustas mucho. Me encanta haberte encontrado.
La besé de nuevo: un beso rápido en los labios y un segundo algo más profundo, atrapando entre mis dientes sus labios carnosos y húmedos. La tomé de la mano y avancé un par de pasos hacia la arena, allí las olas eran apenas un vaivén calmado en nuestras piernas, pero me resistí a abandonar el agua, no todavía. Me giré y la tomé de los hombros, mirándola desde arriba, su cuerpo perlado de gotitas saladas. La tomé por la cintura y me acerqué a su aliento entrecortado y sus mejillas encendidas.
- Crees que tú y yo...? - la miré y la vi como la primera vez, tal y como era, una muchacha joven y preciosa, alegre, natural y divertida. Más hermosa todavía. Y tan joven... Volví a besarla, mientras terminaba la frase. - ¿Tienes planes para mañana? ¿Y pasado? ¿Y para dentro de un par de años? - Beso, beso, beso. Aquello era correr demasiado, pero el sol seguía avanzando sin descanso hacia arriba y cuando se aburriera de subir comenzaría a descender y el día terminaría sin habernos dado cuenta y entonces... el siguiente beso añadió toda la intensidad de la vida que se escapa entre los dedos como la arena que se lleva el mar.
Ahora sí, perdón por el anterior post fallido (un post tras una semana para decir que no hay post? no es aceptable, sorry ^^)
Pudo notar como la respiración se le entrecortaba. El rumor del mar pareció diluirse y ya sólo pudo escuchar el martilleo de su corazón desbocado, bombeando adrenalina a todas partes. Grace se abandonó a esos brazos y a ese beso que había llegado de improvisto. Sus labios se movían insistentes, con ansia y, entrecruzando sus brazos alrededor de su cuello y casi poniéndose de puntitas bajo el agua, se acercó más, aprisionándolo contra sí. Mientras jugaba con su lengua, acarició su nuca y después hundió la mano en su pelo, despeinándolo.
Se separó apenas unos centímetros, dándole dos besos cortos, presionando sus labios contra los suyos con fuerza como si no quisiera desprenderse de ellos y anhelara más. Respirando con fuerza, un poco avergonzada, lo miró desde abajo y rió; una risita nerviosa que intentó contener mordiéndose el labio inferior, pero que no pudo. No se había esperado esa furiosa pasión…y le gustaba, mucho. Antes de que pudiera contestar a sus palabras ya estaban besándose y abrazándose de nuevo. Grace cerró los ojos y, todavía sonriendo, disfrutó del beso, apretando uno de sus hombros con fuerza y abrazándolo.
Entrelazó los dedos de su mano, uno a uno, cuando Jack la cogió delicadamente para acercarla un poquito más a la orilla. Con la mano que le quedaba libre, palpó esos besos que aún restaban en sus labios, calientes, enrojecidos y brillantes. Sonrió y recorrió su espalda con la mirada que se aventuró a acariciar con un par de dos, suavemente, mientras pensaba en lo mucho que se alegraba de haber conocido a aquél hombre, de haberse animado a asistir a la primera cita, a darse una oportunidad. No se le ocurría una persona más especial con la que poder encontrarse.
Se giró y la tomó por la cintura, sorprendiéndola, pero eso no borró la sonrisa de sus labios, todavía tímida, pero muy viva y alegre, sin ese rastro de preocupación y duda que había mostrado antes. Mientras le hablaba, admiró la juventud que emanaban sus ojos, como si él también estuviera descubriendo o dándose cuenta de algo. Pero no le abandonaba esa calma que tanto le había atraído. Apoyó las manos en su pecho y le hizo cosquillas cariñosamente, queriendo que le contara todo, cualquier cosa.
Grace asintió tímidamente a esa pregunta velada, sonrojada.
- ¿…Por qué no?- dijo, entre suspiros y risitas, mientras cazaba sus labios y los besaba, mordiéndole el inferior. Una pequeña vocecita en el fondo de su corazón le advertía de algo, de que quizás no estaba preparada, que era pronto, algo incierto y desconocido, pero la acalló. No iba a sabotearse ahora, las cosas podían ir bien.- Yo quiero… ¿y tú?- Lo abrazó con más fuerza y rió.- Ningún plan a la vista, ¿me propones algo?- le contestó, con una sonrisa traviesa.- Aunque no dispondremos de ningún helicóptero…tendremos que tirar de transportes más habituales.- bromeó, riendo. Si se lo proponían, seguro que podían.
Cuando logró separarse con un último pico y con mucho esfuerzo, salpicándole una última vez, lo cogió de la mano y le indicó que salieran para tumbarse en la orilla, sobre la arena caliente. Grace se escurrió el pelo y se quitó la camiseta empapada, dejándola a un lado. Se estiró y dio dos toquecitos a su lado para que Jack se acurrucara ahí. Mientras el hombre salía del agua admiró su cuerpo, nerviosa y deseosa a la vez.
¡Ya he vuelto de las vacaciones! Me ha gustado mucho tu post ^^
Tímida y expectante, y al mismo tiempo, voraz y sensual. Una mezcla irresistible, así que tuvo que ser ella la que al fin se apartara de mí y saliera hasta la orilla, porque yo no hubiera sabido terminar los besos que se encadenaban uno tras otro. Suaves, intensos, húmedos y cálidos, todos salados y sin embargo todos muy dulces. Difícil buscar las palabras y complicado encontrar el hueco para hablar. Los planes de futuro se volvieron difusos y la vida fuera de aquel abrazo se diluyó. Porque ¿quién necesitaba otro mundo más allá de esos labios y esa piel suave y esa respiración jadeante y esos ojos brillantes...?
Se adelantó y el agua que escurría de su pelo se dispersó en pequeños mares oscuros sobre la fina arena. Cuando se quitó la camiseta pude atisbar mejor el cuerpo menudo y grácil que hasta entonces apenas había intuído en nuestro abrazo. Su piel era pálida pero me pareció llena de vida. Me había tomado la mano en otro gesto lleno de espontaneidad y la breve desunión física podía concluir rápidamente. Solo debía hacer caso a Grace y tumbarme a su lado, en el tibio rincón que me ofrecía.
Iba a bromear, asegurándole que no ibamos a necesitar ningún helicóptero, porque no tenía intención de dejar que nos echaran de aquella isla en una buena temporada. Que si se terminaban las mesas llenas de desayunos con tarta buscaríamos otra cosa que llevarnos a la boca, y que de todas formas a mí con el mar y esa boca suya no me hacía falta más para vivir feliz.
Entonces la vi, observándome. Me sentí más que desnudo, expuesto. Mi piel estaba bronceada, pero de pronto me pareció curtida y envejecida por el sol. Recordé mi barba de tres días que hasta poco antes creía que me aportaba un toque desenfadado y juvenil y tuve que asumir que algunos pelos ya caneaban en la barbilla. Y no quería pensar en mi peinado, que ni por asomo podía ocultar las entradas más y más pronunciadas sobre una frente cada día más extensa. La miré y me sentí mayor, quizá demasiado.
Porque solo alguien demasiado mayor podía ilusionarse como un niño ante un nuevo comienzo. Porque en la primera juventud el tiempo parece infinito y las posibilidades ilimitadas. La vida de lo dará todo siempre. Y un día comprendes que no es así, que cada instante tienes que sudarlo y empeñarte cada segundo para que se alargue un poquito más, y cuando se esfuma, caminar y caminar y seguir adelante hasta encontrar otro oasis de felicidad que sabes que durará hasta que dure, y que mejor no parpadear por si al abrir los ojos se ha desvanecido.
Pero aunque la sal del mar me obligó a parpadear un par de veces, al volver a enfocar la arena allí seguía Grace y a su lado me tumbé yo, apoyando un brazo en la arena para girarme hacia ella.
- Mi abuela decía que hoy en día ya nada está lejos. Era una mujercita muy pequeña pero bastante lista, así que si en su época eso servía creo que hoy también puede valer. Pero ahora mismo no quiero ni pensar en un reencuentro, porque me niego a separarme de ti. Y estoy seguro de que no te va a molestar que te haya hablado de otra mujer - bromeé sobre mi abuela. - Me encanta estar a tu lado, y estás preciosa Grace. - La volví a besar, le acaricié el cuello y los hombros, seguí con un dedos la línea de su brazo y apoyé mi mano en su cadera, que resultó incluso más suave de lo imaginado. Mi respiración se agitó y la exhalación del aire fue, más que en un suspiro profundo, un gemido apenas dominado.
Yo no tengo excusa, ni vacaciones ni nada. A mí bien me vale la espera. Pero si nos dejan seguir intentaré ser más constante! y si no... :S