Para esta ocasión, no os habían hecho madrugar, si no más bien que os habían dejado tranquilos y os habían empezado a llevar al lugar después de daros un buen festín para comer. El lugar parecía una especie de casa rural, con un jardín precioso, con fuentes e incluso zona de laberinto. Tenía su propio invernadero con especies de insectos y plantas únicos. Todo un lugar especial y único, para personas especiales y únicas.
Todo desértico y una vez más con todo a vuestra disposición. Esta vez, os dijeron ya el nombre de con quién ibais a quedar, y si habíais accedido ahí en medio del jardín os habían soltado. Nada de caminitos, esta vez, que la necesidad de ver y encontrar a la otra persona os guiase...
Llegué a aquel paraje antes que Jack llegase. Habían cambiado algo el formato de la cita, me habían dicho con quien iba a estar y me habían dirigido al punto, sin caminos; la casa rural estaba desierta a parte de mí y habían elegido una hora diferente del día, incluso me habían dado bien de comer.
Mientras Jack hacía acto de presencia me quedé observando las flores del jardín, olían de forma maravillosa y tenían unos colores muy vivos, sin duda, aunque no lo pareciera, alguien se preocupaba mucho de esas pequeñas.
Para la cita había elegido un vestido sencillo de color claro y unas bailarinas.
Aquel lugar era diferente, y realmente especial. Me pregunté si sería Aila quien lo había elegido, o era la agencia la que siempre se encargaba de todo. Pensando en una cosa y otra avancé admirando el lugar, con las manos en los bolsillos de unos pantalones holgados, hasta que atisbé la figura de la chica, ensimismada contemplando unas flores que yo no tenía ni idea de qué tipo serían, pero el perfume llenaba el aire de un denso aroma dulzón.
- ¿Huele bien, eh? - hablé cuando ya estaba a su espalda, uno o dos pasos por detrás. Había intentado avanzar sigiloso, y había pensado en darle un pequeño susto, pero al fin hablé con un susurro y me mantuve allí, dedicándole una sonrisa y con los brazos cruzados sobre el pecho.
- ¡Uy! - dije en un pequeño susto - Vaya susto me has dado - añadí ampliando la sonrisa - ¡Hola! ¿Que tal?
Me acerqué a Jack y le di un par de besos.
- Vaya paraje han escogido, no parece haber nadie, yo que me sentía sola, al escucharte casi me da un vuelco el corazón, encima cuando va a comenzar a atardecer - añadí.
Jack me había causado buena impresión en nuestra speed date, el era el surfero. En cierto modo, al pensar en lo que teníamos en común esperaba una cita diferente, quizá, pero la "casa encantada" no estaba mal, tampoco. Quizá habían pensado que, en situaciones dispares para ambos podríamos encontrar esas cosas aburridas que nos guste hacer a ambos.
- ¿Que, entramos? - le pregunté - Habrá que ver como es la casa de los Monsteeer - dije bizqueando los ojos y poniendo voz de fantasma en una mueca que, al menos yo, creía graciosa.
- Lo siento no pretendía asustarte - dije, y me eché a reír porque era evidente que sí, que esa había sido precisamente mi intención. Pero ella se acercó y me dio dos besos a los que correspondí mientras se lanzaba en uno de sus arranques parlanchines que recordaba de la cita con ella.
- Claro, vamos dentro. - Aila siguió con la broma de los sustos así que me uní a ella. - No se, igual esta es la noche de los sustos. Y mira, tenemos hasta un laberinto, así que si reñimos podremos perdernos de vista fácilmente. - parecía complicado enfadarse con la chica, que siempre se mostraba alegre y jovial. Y parecía ridículo tener interés en dejar de verla, con sus ojos de un azul profundo y su pelo salvaje y las pequitas incontables que le cubrían la cara. Mientras avanzaba a su lado hacia la puerta no pude evitar preguntarme si toda ella estaría cubierta de esas pequeñas marcas.
Carraspeé y empujé la puerta al tiempo que se me ocurría. - Seguro que nos han preparado algo para picar... si quieres nos tomamos algo y vamos investigando, a ver qué hay por aquí.
- ¿No pretendías asustarme? Ya claro - dije apretando el morro en un gesto de desaprobación irónico.
- Pues si reñimos, a ver si tienen que sacarnos en helicóptero - reí -. Oye, luego podríamos meternos dentro y ver si logramos salir - dije emocionada.
Jack abrió la puerta y comentó algo sobre la comida, sin duda siempre era un buen momento para llevarse algo de comida a la boca.
- Pues veamos que nos han preparado, los caballeros primero - dije agravando la voz y haciendo el gesto ofreciéndole el paso al surfista.