Para esta segunda ocasión, los organizadores habían preparado un escenario diferente. Esta vez, os habían llevado en un jeep y habíais pasado bastante tiempo en él. Visteis desaparecer la ciudad una vez más, y os adentrasteis en lo que parecía una zona boscosa. Allí, el coche paró y os dejó bajar. Esta vez, no estaba amaneciendo, si no que aún faltaba bastante para el amanecer, y el camino, en lugar de ser conchas, eran unas velas. El lugar al que os llevaban volvía a ser un escenario único, en el que cualquier cosa podía pasar y en el que una vez más, estaba todo a vuestra disposición.
Ahí arriba, había una pequeña mesa con cosas básicas de picotear, así como una enorme cama en al que poder tumbarse tranquilos a charlar. Cualquier zona de alrededor, era también visitable, puesto que ya os habían dicho que era segura y no habría animales peligrosos.
El decorado esta vez estaba realmente bien preparado y caminé por el camino marcado por las velas con aire pensativo. Tampoco esta vez sabía quién sería mi acompañante así que simplemente me dediqué a curiosear por el lugar, ascendí hasta la copa del árbol por las escaleras de madera y me llevé a la boca algo de lo que allí había preparado.
Después, como nadie aparecía, me tumbé relajadamente sobre la cama y con los ojos fijos en el cielo nocturno, donde brillaban las estrellas. Con las manos tras mi cabeza y estirándome entre los mullidos almohadones, solté un par de suspiros satisfechos y me decidí a disfrutar del lugar y de la compañía, si llegaba.