Y ya para la última cita, los organizadores habían tirado la casa por la ventana y habían alquilado un barco solo para vosotros.
Para los que se marearan, el barco podía estar en el muelle sin tanto oleaje, pero para los más aventureros, el oceano entero se les abría por delante.
Graham se arrepintió de no haber traído un parche. Siempre quiso ser pirata… bueno, de niño, luego supo lo que eran los verdaderos piratas y esas ideas se le fueron. Solo volvieron levemente con las películas de Jhonny Deep. No sabía si se marearía en el bote, pero quería probar que se sentiría que todo el suelo se moviera. La idea de caerse al mar acudió a su mente, pues no sabía nadar.
Se paró en el muelle, esperando a su cita, mirando de reojo al barco y sus movimientos. No había nada más romántico que un yate en el mar… pero él solo podía asociarlo con abordajes y parches en el ojo. No tenía remedio.
Para la ocasión tenía una camisa roja, unos pantalones negros anchos y unos zapatos negros. Visto desde lejos, parecía un pirata… un poco gordo. Pero su cabello lucia genial meciéndose en el viento.