Partida Rol por web

Los platos se fueron sirviendo en el mismo orden. Desde la cabecera de la mesa hacia el final y sirviendo por la izquierda la doncella y por la derecha el mayordomo.

Mientras la doncella está sirviendo tropieza y apoya su cuerpo en la espalda de Wallace. La señora Hemmens la traspasa con la mirada pero no dice nada al respecto mientras la pizpireta sirviente se disculpa mientras mira juguetona a Sir Gustave.

"Lo siento mucho señor Bullocks, no estoy acostumbrada a invitados tan distinguidos."

Que zorrón!!!! La señorita Simmons es un zorrón desorejado.... ha intentado seducir a 4 y encima se mete con el pobre Wallace. No es que sea un santo... no me entiendas mal, pero el cadáver su ex-mujer casi está caliente todavía y el putón este ya está encendiéndola la mecha. Pelirrojas, no te puedes fiar de una...

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Lo primero que notó al acercarse fue ese olor a perfume caro, a mujer segura de si misma, a doncella impertinente que pretende ser la dueña de la casa. Un olor que le cortó la respiración a pesar suyo, un olor primigenio y salvaje que solo había olido antes en el cuello de su amada. No era el mismo perfumen, lo reconocería en cualquier sitio, pero olían a lo mismo. Si la belleza y la sensualidad olían a algo debía ser a eso.

Al acercarse a servir su plato no pudo evitar tragar saliva y entonces la doncella cayó sobre él de forma suave, casi premeditada. Sus generosos senos se hundieron en su espalda, o era la espalda la que se hundía ante sus senos? Fuera como fuera, una intensa sensación de bochorno y un despiadado rubor le cubrieron el rostro. La mujer se disculpaba, pero el tono ese era de disculpa o de burla? Por que miraba al elegante hombre de la cabecera?

Nadia había pedido agua con hielo y una rodaja de limón cuando se terminó su agua con gas. Aunque había comido poco si tenía que hidratarse bastante. Tras servirse el segundo plato se removió inquieta en la silla antes de alzar la voz con timidez

- Neceistaría que la carne estuviera más hecha... si no es inconveniente - se sonrojó levemente pues le molestaba mucho ser la tiquismiquis, pero no podía comer aquel plato tan crudo. Su médico había insistido mucho en eso.

La carne fue el segundo plato, y al verla no pude evitar pararme a pnesar sobre que hacer ahora. El vino y el primer plato estaban bien pero a partir del segundo... Por suerte no fui el primero en hablar en el tema, solo que no me esperaba que fuera la futura madre aquella que lo diría.

Sonreí un poco ante su petición para luego hablar yo - Me alegro de no ser el único que tenga que pedirlo la verdad. Pensé que igual en una comida de este calibre no estaría bien visto. Aunque lamento que haya sido usted la primera en pedirlo - dije mirando con una sonrisa a la embarazada para luego mirar a la señora Hessen - Espero que no sea una molestia que me sume a la petición de la señora Stinson

- Menudo sacrilegio... - Pensé al ver que pedían repasar la carne. A mi me gustaba jugosa, que al pinchar el tenedor saliera la sangre burbujeante mezclado con la grasa. El resto era quitarle sabor a aquel manjar... Aún en la mujer embarazada pude entenderlo. 

Empresarios, magnates, abogados... ¿que demonios pintaba yo allí?. Convencido de que el Señor Dark no llegaría al postre, degusté la carne con ansiedad, mientras el mayordomo empezaba a cansarse de llenarme la copa una y otra vez. 

Observó a todos aunque sus ojos se clavaron sin expresión en la gigantesca barriga que lucía la rubia pero Sir Gustave llamó su atención al levantar la copa en su brindis mudo

Sí,le había entendido cuando sus fosas nasales se abrieron para oler mejor a la sirvienta,ella también se había fijado en ese pequeño detalle y si desde que la comida había comenzado sin la presencia de su anfitrión todo le había resultado extraño,aquel detalle hizo que su frente se arrugara por la extraña sensación que comenzaba a subir por  su espalda¿Y esa distribución?NO podía entender que una mujer tan profesional como esa vieja urraca cometiera tamaño error.No.Todos sus instintos se pusieron alerta y sus ojos escudriñaron cada detalle,cada movimiento de los empleados de Dark

Apenas probó el vino,no solía beber alcohol y además prefería evitar que su mente se embotara y sabía por experiencia que un vino tan bueno se bebía casi sin darte cuenta y te engañaba.No,mejor se mojaría sólo los labios

Por supuesto el segundo plato también era una exquisitez y sin problemas sobre el punto de la carne comenzó a comer con delicadeza 

Sir Gustave recibió el segundo plato con gusto y cruzó una sonrisa con la no-tan-doncella. El primer plato no había podido terminarlo por haber tardado demasiado en comenzar intentando ser educado con el anfitrión y con la comensal situada a su lado, así que, cuidando no extralimitar las normas de etiqueta, empezó de inmediato a hacer cuenta de la carne.

Escuchó las peticiones de algunos de los comensales, pero sólo la comprendió en la embarazada, a quién desde un primer momento deberían haber ofrecido una solución adaptada a su estado. Otra infracción básica de etiqueta inexplicable que comenzaba a resultar en un mapa completo de lo que en realidad estaba sucediendo allí y que poco tenía que ver con las apariencias.

En cierto momento, comenzó a hablar con voz clara y audible para todos los comensales.

​Esta situación me trae a la memoria cierta fábula. Varios animales se encontraron en el camino, todos ellos avanzaban en la misma dirección. Un buey, un asno, una vaca, un cerdo, una gallina y un zorro.

​Cuando el zorro descubrió que todos caminaban en la misma dirección, se interesó por el lugar al que se dirigían.

"​¿Hacia dónde vas buey?" preguntó, "Voy hacia el este". "¡Yo también voy allí! Voy hacia una granja en la que hay una terma donde el agua está siempre limpia y calentita" Dijo el zorro. El buey se sorprendió y dijo "¿Puedo ir contigo?". El zorro asintió, se dio por satisfecho y avanzó al siguiente.

"​¿Dónde vas asno?" preguntó, "Voy hacia el este". "¡Yo también voy allí! Voy hacia una granja en la que hay un gran manzano de grueso tronco donde siempre hay una sombra agradable bajo la que cobijarse y, de vez en cuando, caen manzanas para comer" Dijo el zorro. El asno se sorprendió y dijo "¿Puedo ir contigo?" El zorro asintió, se dio por satisfecho y avanzó al siguiente.

"​¿Dónde vas vaca?" preguntó, "Voy hacia el este". "¡Yo también voy allí! Voy hacia una granja en la que hay un toro semental bravo que busca pareja" Dijo el zorro. La vaca se sorprendió y dijo "¿Puedo ir contigo?" El zorro asintió, se dio por satisfecho y avanzó al siguiente.

"​¿Dónde vas cerdo?" preguntó, "Voy hacia el este". "¡Yo también voy allí! Voy hacia una granja en la que hay grandes cantidades de barro y trufas enterradas" Dijo el zorro. El cerdo se sorprendió y dijo "¿Puedo ir contigo?" El zorro asintió, se dio por satisfecho y avanzó al siguiente.

"​¿Dónde vas gallina?" preguntó, "Voy hacia el este". "¡Yo también voy allí! Voy hacia una granja en la que hay un anciano granjero retirado que tiene un silo lleno de alpiste y, para no desperdiciarlo, se lo ofrece a las gallinas" Dijo el zorro. La gallina se sorprendió y dijo "¿Puedo ir contigo?" El zorro asintió y se dio por satisfecho.

​Se retrasó un poco y dejó que el resto de animales avanzaran. Cuando llegaron, los granjeros les capturaron uno a uno. Al buey lo ataron al apero de labranza, al asno a la rueda del molino, a la vaca la encerraron en un establo para producir leche, al cerdo lo llevaron directo al matadero y a la gallina la encerraron en un gallinero junto a otras ponedoras.

Por último el zorro se acercó al granjero jefe y le dijo: "Como prometí, aquí tienes tu buey, tu asno, tu vaca, tu cerdo y tu gallina".

​Sir Gustave pareció pensar en añadir algo más, pero en lugar de eso, dedicó una nueva sonrisa y tomó el último bocado de su carne.

Observo con deleite la carne mientras me la sirven en el plato. Desde un viaje a japón que realice hace dos años no había vuelto a degustar esta preciosa ternera y su aspecto era más que apetitoso. A mí sí que me parece bien su punto de cocción, es el mejor para poder apreciar más el sabor de la carne y del veteado de grasa. Nunca he sabido de cocinar, pero me considero un magnífico degustador.

Echándome una buena copa del caldo de Burdeos me giro hacia el señor Hallard.

- Efectivamente. Son negocios lo que me ha traído aquí, pero todo este misterio me escama. Desconozco completamente qué tipo de negocio va a ofrecerme y no sé si usted se encuentra en la misma situación.

Mientras retiraban el primer plato y comenzaban a servir el siguiente, Felicity sólo podía pensar en que todo aquel asunto de la invitación del misterioso señor Dark, la reunión de personas tan distintas entre ellas, el amplio conocimiento que su anfitrión parecía tener sobre cada uno de ellos, la más que dudosa doncella y la falta total de protocolo para alguien de la distinción de Dark, sólo podía significar que les estaba gastando algún tipo de broma pesada. Los motivos podrían ser simple y llanamente el aburrimiento propio de la gente adinerada.

Empezaba a sentirse incómoda con la situación. El hecho de que la hubieran relegado al último lugar de la mesa, que nadie parecía compartir su preocupación por la próxima tormenta, la sumieron en un estado de abatimiento y silencio que sólo conseguía soportar gracias a saber que Daniel estaba a su lado. 

Cuando el segundo plato fue colocado delante de ella y vio la exquisita carne preparada en su punto como a ella le gustaba, sintió de repente cómo se le cerraba el estómago, una expresión que siempre le había hecho mucha gracia y, por no hacer un feo, cortó un pedazo pequeño y se lo llevó a la boca. Estaba claro que no se había escatimado ningún gasto pues la carne era deliciosa y tierna, se deshacía en la boca de una manera que ya ni recordaba.

Pero fue escuchar la fábula del escritor lo que consiguió que dejara de comer. Apartó los cubiertos sin prestar atención tampoco a la copa de vino ya que, de repente, se sentía llena, quizás debido a las privaciones que había sufrido los últimos años que habían conseguido que su alimentación fuera mala y escasa, o quizás simplemente que la historia que acababa de escuchar sólo había conseguido deprimirla más. ¿Habría sido buena idea aceptar aquella invitación? Empezaba a creer que no y la extrañeza de todo lo que veía, sentía y olía sólo conseguía que recelara de todo y de todos.

Los ojos de la señora Hemmens se entrecerraron mostrando una expresión de irritación mal contenida al escuchar los comentarios de tan delicados comensales.

" Oh, por supuesto querida" aunque el tono cortés de su expresión no concordaba con su lenguaje corporal "Será una pena, el Wagyu es una carne que debe comerse así para poder apreciarse todos los sutiles matices de su sabor, aroma y textura... "

Chasqueó los dedos y el mayordomo se llevó ambos platos lanzándole miradas de reojo por si era requerido para algo más. Mayordomo, carrito y platos salieron del comedor para volver unos minutos después en forma de platos mucho más cocinados. Al serle servido los platos la señora Hemmens se acercó por detrás a Nadia y le dijo algo en aparente tono amable que encerraba algo mucho más oscuro y tenebroso.

"Debe comer" dijo remarcando la palabra debe con severidad " la ternera es muy beneficiosa para tener hijos fuertes y sanos"

No se había dado cuenta del hambre que tenía hasta comprobar la rapidez con la que había prácticamente devorado el primer plato, cogiendo la copa y bebiendo pequeños sorbos para hacer tiempo mientras el resto terminaba con los suyos.

Cuando llegó el segundo estaba en cierta manera expectante de qué nuevo manjar probaría a pesar de que no recordara ni dos ingredientes del anterior plato. Esto es como un buffet degustación de las bodas. No preguntes, simplemente comes.- Alzó una ceja sin entender bien qué tipo de carne era, ya que lo único asiático que había probado era el chino al lado de su casa y apenas pasaba del Arroz 3 delicias.

Pero no llegó a dar cuenta del plato. El olor inconfundible a perfume de mujer inundó sus fosas nasales, aspirando el embriagante aroma de forma inconsciente mientras su mente se recreaba. Le traían recuerdos, imágenes de deseo desenfrenado y amor hacia su mujer donde el dolor cubría el manto que cubría su cuerpo.

Inconscientemente tragó saliva al notar la garganta seca a pesar de haber bebido hace escasos segundos, pero cuando notó su cuerpo contra su espalda fue la explosión que pretendía evitar desde que la vio. Soltó un suspiro agudo mientras una corriente eléctrica le recorría la columna, levantándose con un movimiento brusco de la silla y sin atreverse a mirar más arriba de la mesa por temor a encontrarse cara a cara con la diosa pelirroja.

- ¿El baño? – Esperó a que le dieran la indicación mientras se bajaba la camisa, estirándola más de lo debido y ando deprisa, prácticamente corrió a la dirección que le indicaran, alejándose del gentío sin mirar atrás abochornado.

Hallard no era precisamente un amante de la cocina oriental, pero tenía que reconocer que aquella ternera tenía un aspecto suculento. Tomando tenedor y cuchillo, comenzó a trocear aquella carne para llevarse el primer pedazo a la boca. Habría quienes la considerarían carne poco hecha, pero el acompañamiento de las hortalizas japonesas le daba, en opinión del británico, un toque exquisito.

-Habrá que felicitar al cocinero por este plato -aseguró Hallard, degustando el pedazo de ternera en su paladar-. Está realmente exquisito. -Luego se dirigió al señor Vincent, con quien estaba conversando-. Es extraño que nos haya hecho llamar a ambos por un asunto de negocios, en medio de tanto invitado ilustre y con profesiones tan diferentes.

Mientras escuchaba la historia, Nadia se había llevado la mano al cuello, acariciando las perlas que lo decoraban con cierto nerviosismo. Al principio disfrutaba de la forma del señor Cavanough de relatarla, pero habí adquirido un tinte algo oscuro.

- Casi parece que está insinuando que nosotros somos todos esos animales - intentó decirlo en tono divertido, para no sonar como una paranoica, pero quería saber si alguien más opinaba lo mismo o solo era ella que era una paranoica.

Su sonrisa se congeló al sentir a Miss Hemens detrás suyo. Al escucharla se encogió en el asiento levemente mientras agachaba la mirada como si fuese una niña pequeña a la que han regañado. Tuvo que contener el impulso para no salir detrás del señor Wallace, pero le daban ganas de salir corriendo detrás de él y encerrarse a llorar en el primer baño que pillara.

Asintió a las palabras de la que mujer pero solo para que se marchara. No pensaba probar la carne. Y seguramente tampoco el postre. Se le había cerrado el estómago por completo. Se llevó la copa de agua a los labios. Con eso le bastaría para aquella noche.

La señora Hemmens soltó un pequeño bufido burlón y respondió a Wallace con un seco

"Saliendo a la derecha, la primera puerta.... no tiene pérdida"

Cuando pusieron la carne en el plato, y al apoyar ligeramente el tenedor, el centro rosado comenzó a supurar un ligero hilo de sangre. Arrugé el gesto. Sentí como el resto pedía que le hicieran la carne más.

Pero yo me negaba en rotundo, una cosa era un filete rosado, poco hecho, cosa que la mayoría dicen de mejor paladar, aunque lo único que se matiza más en vez del sabor, es un toque férreo por la hemoglobina no texturizada y los canales de calcio del músculo aún abiertos.

Si quería sabor a hierro, comería pate, o mejillones, pero no carne cruda. Una de las grandes estrellas de la cocina, hacía poco había dando una gran charla sobre el punto de la carne, evidenciando el cambio del sabor, pero no que fuera el sabor en sí de la carne, sino el sabor propio de aquellas partes de la materia aún sin cocinar.

Si en vez de ser tan modernos, fueran más lógicos recordarían, cuando en la antigüedad antes de asar todas las carnes, la población tomaba con frecuencia enfermedades y alteraciones intestinales... y fue sólo una parte de la población, aquella que acostumbró a asar o carbonizar sus carnes la que siguió avanzando... seguro que si recordaran aquello verían las cosas de otra manera.

Aparte el plato y le dije a la encargada del servicio.- Se me ha quitado todo el hambre, al ver los hilitos de sangre, gracias... hace siglos que creo que pasamos de comer carne cruda.

Esperaré al postre a no ser que traiga más sangre.

Entonces uno de los presentes contó una fábula que ni venía a cuento, pero que tras la pregunta de una de las mujeres, sacó una sonrisa, pues sabía perfectamente, quien podía asumir, el papel de zorro, de cerdo o de asno a la vez y no inmutarse de ello. 

La comida cada vez se iba tornando en algo muchisimo mas incómodo. No entendia que hacia gente tan... falta de modales en una mesa como esa. ¿Que pretendia el señor Dark juntando a personas tan dispares sin que realmente se conocieran? Reuniones de negocios, sociales... Estaba inclusive frustrada. Pero procuró que su rostro no revelase ninguna de esas emociones. Cuando recibio la ternera inclino la cabeza educadamente ante los sirvientes, esperando a que todos hubieran recibido su plato. Sin embargo, cuando vio que algunos hacian ascos a la comida, otros lo pedian mas hecho, se llevó una mano a la frente. Era absurdo, nisiquiera la embarazada tenia excusa. Que tuviera miedo por parasitos o enfermedades en una carne de tanta categoria no tenia ni pies ni cabeza. Pasaba cientos de controles de calidad antes de llegar a una mesa. Por ello dejo de esperar a los demas y se limitó a centrarse al circulo mas distinguido a la cabecera de la mesa.

Comio la carne cortandola en pedazos muy finos para poder saborear las vetas mientras escuchaba las palabras de Cavanough. Debia admitir que un escalofrio recorrio su cabeza al ver cierto sentido a la fabula, pero luego, cubrio dicha incomodidad con escepticismo y buen humor.
- Tan dramatico como de costumbre, Sir. Aunque debo admirar como de costumbre la fluidez con las que las palabras abandonan su mente. Casi habeis logrado inquietarme. Pero jamas dudaria de las intenciones del Señor Dark. Si bien todos somos muy diferentes aqui y me cuesta encontrar una conexion entre nosotros, prefiero suponer que simplemente goza de muy poco tiempo libre y quiere aprovechar una oportunidad como una fiesta para tratar diferentes asuntos. Quizá incluso algunos de aqui esten por becas o ayudas sociales.- Cuchicheó al final en un tono mas bajo de voz haciendo referencia a los mas jovenes o de estatus mas pobre del grupo.

La escena entre el joven que tenia cierto problema en los pantalones y la doncella casi le hizo rodar los ojos. Esa mesa era cuanto menos una ofensa. De verdad esperaba que el fin de semana mereciera la pena. Y si su estancia con el señor Dark se retrasaba mucho, planeaba pensar el fin de semana en la piscina o los jardines, disfrutando del lugar con él o sin el.

Indiferente a las protestas de unos y otros ella siguió degustando aquel maravilloso manjar.En las fiestas a las que alguna vez iba solía comer cosas así por lo que para ella no era un plato extraño.Además le encantaba cómo el chef había preparado la carne,realmente jugosa

Se había dado cuenta de las miradas que el joven atractivo le había lanzado pero también se fijó en su nerviosismo con la doncella.Interesante.Realmente había gente interesante por allí

Sonrió ante el relato de Gustave y sus ojos se clavaron en la ex-presentadora con un destello de reconocimiento y una leve sonrisa a modo de saludo

Continuó en silencio,observando al resto de comensales de manera disimulada y preguntándose qué clase de reunión era aquella donde gente tan dispar había sido invitada

-Muchas gracias señora Hemmens - Mencioné cuando trajo los playos ya más cocinados y entonces si comencé a degustar aquel delicioso plato. Por mucho que me miraran mal, a mi no me importaba, cada cual tenía sus razones para hacer lo que hacia. La doncella estaba seguro que no se tropezó sin querer, y no por ello la miraría mal, la embarazada podía ser por gusto, por el bebe, o como bien decía el joven proteston, porque hace siglos que dejamos de comer carne cruda. Cualquier excusa era valida, ya que aunque el protocolo decía una cosa, la idea del señor Dark, o al menos lo que me había parecido a mi hasta ahora, era que estuvieramos comodos. En ello incluia la comida.

Por otro lado aquel cuento del señor Cavanough me hizo gracia, y por lo visto no era el único - Pues si ese relato llegase a ser cierto, sin duda este es el mejor pienso que he comido en mi vida. - bromeé ante la ocurrencia de ser conejillos de indias de cualquier zorro astuto. - No obstante, sí, no cuadra que "animales" de diferentes oficios, estén reunidos en lo que podría ser una reunión de negocios, más sabiendo que algunos oficios necesitan privacidad. Al menos el secreto medico-paciente lo requiere. - Más teniendo en cuenta la finalidad de mi psicología.

No me pasaron por alto los gestos de algunos de los presentes, en especial la señorita Kramer, la embarazada, el joven y la mujer tan sumamente callada. Parecía estar haciendo mi trabajo, analizarnos a todos. - De todas formas no se coman la cabeza pensando sobre eso, lo peor es pensar mal y que dichos pensamientos nos afecten anímicamente. Sino me veo teniendo que atender a alguien más que el señor Dark, aunque bueno, para eso trabajo. - reí levemente para tratar de quitar hierro al asunto, además de al cuento de Cavanough, para después dar un pequeño trago al vino.

Caleb puso los ojos en blanco mientras veía como los platos de carne volaban de nuevo a la cocina. Era carne, era gratis y estaba buena, que más querían?. Sus años en las barras de bar de las mejores discotecas de Manhattan le habían enseñado que cuando el viento soplaba a favor había que aprovechar, porque la vida ya se encargaba de ponerte zancadillas en el camino.

Caleb levantó el pulgar en dirección a la señora Hemmens aprobando el plato mientras lo devoraba a grandes bocados. 

Debería quitarle el plato a la preñada? Está más pasado y no estará tan bueno. O tal vez debería quitárselo al niñato que necesita un par de hostias? Compórtate Caleb, en cuanto la saques la pasta al puto ricachón de mierda podré dejar de fingir...

Al escuchar la fábula de Sir Gustave casi se atraganta de la risa mientras bebía otro trago de aquel vino, deseando volver a su habitación para poder beber de verdad y con suerte gozar con la compañía de la escritora. 

"Veo que está usted obsesionado con los bóvidos Sir Gustave, al final pensaré que le atraigo" dijo en tono irreverente y remarcando el Sir Gustave "No me mire así, no es que le haga ascos a un hombre.... siempre que haya nacido después de Cristo"

Unas pequeñas gotas empezaron a repiquetear en los cristales del comedor mientras, en el horizonte, las nubes empezaban a compactarse y a descargar rayos. Aquella tormenta no tardaría demasiado en llegar y descargar toda su violencia en la isla.