Partida Rol por web

La sala de estar es una habitación diáfana de 7 metros de largo por 5 metros de ancho junto al vestíbulo. Dos ventanas en el medio de la pared opuesta a la puerta dan vistas al jardín y desde aquí se divisa la torre del reloj.

Los suelos de la habitación son de madera de roble a excepción del centro de la habitación donde hay un círculo de mármol blanco. El mobiliario de la habitación se compone de un sofá en L para 8 plazas, 4 puffs individuales y 4 butacas forradas en marrón chocolate que rodean una mesa central baja de cristal donde siempre hay una variación de galletitas y petit fours.

En la pared comunicante con el vestíbulo se encuentra una amplia barra de bar bien surtida y en la pared opuesta hay sobre una mesa todo el material necesario para la realización de café o té y, sobre ésta, una enorme televisión que ocupa toda la pared.

La iluminación viene proporcionada por varias decenas de bombillas halógenas regulables e intensidad y, como en el resto de habitaciones, un detector de humos para evitar posibles desgracias.

Al entrar en la sala de estar vieron al mayordomo detrás de la mesa de café que miraba de forma iracunda a la cocinera que estaba frente a él y alternaba su mirada entre la puerta y el hombre, lista para salir corriendo ante el menor signo de agresión.

En cuanto el mayordomo les vio recompuso su habitual máscara de distante desdén y les preguntó

"Que van a preferir los señores? Té? Café? Algo más fuerte tal vez inspector Wallace?"

En cambio, la cocinera se relajo visiblemente al ver entrar a los 3 hombres y les sonrió, aunque, para ser justos, parecía que sus sonrisas eran para solo uno de ellos. La mujer les preguntó

"La señora Hemmens nos ha pedido que nos reunamos aquí, saben ustedes por qué?. Es extraño que el servicio alterne con los invitados..."

Nate entró siempre por detrás de Gustave. Aquel cabronazo cada vez le estaba gustando menos. Mucho gentlemen y playboy pero en el fondo tenía pinta de papanatas de tres al cuarto. Tenía estilo, eso era indudable... pero aquel deje de que aquella pelicula no iba con él... aquella tranquilidad ante las acusaciones... O era un puto espía ruso entrenado en un Gulag, capaz de esconder sus emociones, o algo raro pasaba.

- Algo más fuerte por favor. - No dudó el bueno de Wallace entre las dos opciones. Y cuando decía algo más fuerte, el abanico se abría de algo más fuerte que el té hasta el matarratas.

El señor Butler simplemente asintió brevemente como si la decisión de Nate fuera la esperada. Con un tono distante y pomposo le dijo

"Puedo sugerirle un Dalmore Oculus, señor Wallace?. Lo tomará con hielo o sin hielo?" Dijo como si la pregunta tuviera una única respuesta.

Mientras el mayordomo preguntaba a Nate el gong del vestíbulo volvió a sonar llamando al resto de invitados al té. Instantes después entró la señora Hemmens y Greg en la sala con cara de circunstancias. La camisa de Greg estaba manchada de sangre y el gigantón estaba de un color pálido insano. La señora Hemmens tomó la palabra y les dijo

"El señor Jenkins ha sido asesinado en su habitación y he podido comprobar que el resto de invitados están ilesos." Hizo una pausa y se tocó el puente de las gafas nerviosamente antes de seguir "Lo que está pasando claramente no es un accidente. Tengo una propuesta que hacerles pero ya que sus  vidas están tan expuestas como la mía me gustaría debatirlo con todos ustedes. Esperaremos cinco minutos por cortesía y decidiremos los que estén presentes. Por favor señor Butler, un té con una nube de leche, Earl Grey"

El mayordomo asintió un poco sorprendido por el por favor y esperó por si alguien se sumaba al pedido

Que el servicio alterne con los invitados, sin embargo, a mi me parece lo más natural. - Contestó a la bella cocinera con una sonrisa demasiado amistosa.

Entonces, como anunciada por la mujer, llegó Hemmens con su particular Hodor-Dark.

La pequeña urraca había levantado su curiosidad con sus palabras.

Para mi un té sencillo con una gota de leche y un terrón de azúcar moreno, por favor, señor Stewart. - Dice amablemente mientras guiña un ojo a la cocinera.

- Una piedra de hielo y sirva hasta que la rebase o en su defecto, flote. - Dijo sin apartar la mirada.

- !!Dios mío, otro más!!

- Un té o café solo conseguiría ponerme aún más nervioso. Yo también tomaré un Dalmore Oculus, señor Stewart. Con hielo, por favor - digo mientras me siento en una de las butacas a esperar que nos reunamos los pocos que quedamos ya.

- Me huelo que ninguno vamos a salir de aquí con vida...

- ¿Y puede saberse cómo ha sucedido esta vez, señora Hemmens?

Carl Aaron era un hombre acostumbrado a tratar con otros hombres, a manejarlos y a saber cuales eran sus necesidades y sus miedos. Era un tiburón de los negocios y sabía oler la sangre. Si su olfato no fallaba el mayordomo no solo les miraba con odio a él y a Sir Gustave por llamarlo Stewart sino que miraba con la misma intención asesina a la cocinera, mademoiselle Rennard

Nate era un hombre acostumbrado a tratar con otros hombres y con las mentiras que estos contaban. Todo policía que se precie tiene esa intuición y la de Nate pocas veces había fallado. Si su olfato no fallaba, el mayordomo no solo les miraba con odio a Carl y a Sir Gustave por llamarlo Stewart sino que miraba con la misma intención asesina a la cocinera, mademoiselle Rennard

En cuanto entraron los caballeros la señorita Rennard abandonó el sofá y tomo uno de los puffs para sentarse. Con su acostumbrada sonrisa saludó a Sir Gustave de forma especial

"No sé si es natugal o no, monsieur, pegó espegó que las notisias no sean malas. Odió las notisias malas..."

En cuanto escuchó como llamaban Stewart al mayordomo su sonrisa se curvó en una sonrisa burlona mientras se quitaba los zapatos y subía los pies al puff, divertida por lo que pudiera estar por venir.

El mayordomo se retiro sin decir nada, aunque había miradas que decían mucho más que las palabras. Se acercó al bar y puso en un vaso de whisky un cubito y una ración generosa de un licor que , solo por la forma de la botella, se adivinaba que debía ser más caro que lo que cobraba Nate por un mes en el cuerpo después de las horas extras. Tomó agua caliente de una tetera grande y lo puso en una individual y se acercó con la bandeja al sofá con una sonrisa amarga en los labios

"Señora Hemmens, su té, como siempre. Señor Nate, espero que sea lo suficientemente fuerte, si necesita más no dude en pedírmelo" Entonces la sonrisa se amplió mostrando una ponzoña no disimulada mientras les decía a Carl y Gustave

"En cuanto a ustedes, esperaremos que el señor Stewart venga a servirles, creo que está al venir, se debe haber retrasado por el tráfico." y dio varios pasos atrás y volvió a su posición a la espera de una nueva orden que quisiera obedecer.

Lo haré yo mismo ya que el señor Stewart se niega. - Digo mirando con sonrisa irónica, autosufuciencia y prepotencia al mayordomo.

Avanzo hasta la tetera de agua caliente dispuesto a servirme una individual.

Además, así me evito ser envenenado por un asesino distraido.

Me preparo un té y mientras sigo destilando bilis, con estilo pedante.

Es curiosa la combinación de personas que forman el servicio de esta casa: Las que deberían considerarse reinas se consideran humildes sirvientes y los que deberían considerarse agradecidos de poder codearse con gente tan relevante se consideran a sí mismos dioses... y luego está Greg, claro.

La voz de la señora Hemmens restalló como un látigo volviendo a mostrar su fortaleza y su severidad

"Basta!. Señores Butler y Cavanough, compórtense como adultos. Usted no se fía de que le puedan envenenar? Sírvase usted mismo! y usted servirá ese whisky al señor Vincent ya si no quiere dormir con los caballos esta noche. Se acabaron las chiquilladas, si es necesario les azotaré como si fueran colegialas."

El mayordomo se puso lívido y el labio empezó a temblarle de la rabia pero acabó sirviéndole un whisky sin hielo a Carl para retirarse de nuevo a su posición, listo para atender la siguiente posición. En la sala entró la señorita Simmons con su sempiterna sonrisa y actitud provocativa mientras miraba juguetona a Sir Gustave y al iracundo señor Butler.

"Y en cuanto a ti zorrón" le espetó la señora Hemmens a la beldad "más te vale comportarte como una mujer respetable en lugar de una furcia si no quieres que te encierre en la despensa. No me fio de que si te encierro en el establo no vayas a tirarte a los caballos" La doncella amplió su sonrisa mientras se pasaba la lengua juguetona sobre los labios, considerando la idea como tentadora.

"Se acabaron los juegos. El señor Jenkins ha sido asesinado con una de las lanzas de la suite Ciudad del cabo. Un lanzazo le ha atravesado el corazón... Por algún motivo estaba desnudo y...." dijo tomándose un segundo para tratar de encontrar la palabra para finalmente graznar "erecto... desnudo y erecto. Es obvio que esto no se puede tomar como accidente por lo que parece ser que esto va en serio. Irving nos matará a todos a no ser que le pongamos remedio por ello quería exponer a su consideración el hecho de devolverle el arma al señor Wallace. Él es policía y podría ayudarle en su labor de protegernos..." dijo haciendo una pausa teatral " pero también ha sido declarado culpable de homicidio por lo que podría ser perjudicial para todos. En todo caso afecta a la seguridad de todos por lo que lo votaremos democráticamente los que estamos en esta sala. Mi voto es Sí"

Me levanto de la butaca y me acerco a la barra del bar, donde cojo unos de los hielos y lo deposito en mi copa.

- Buen trabajo, señor Stewart. Solo tenía que ponerme un whisky con hielo, pero parece que eso supera su nivel de eficiencia.-

De nuevo me siento en la butaca mientras escucho la parrafada de la señora Hemmens.

- Confío en el señor Wallace, a pesar de sus antecedentes. Aunque no creo que la pistola sea de utilidad viendo la forma en que se están desarrollando los hechos, voto SÍ a que se le devuelva. Me sentiré más tranquilo si una persona cualificada tiene un arma para defendernos. - 

El mayordomo mira con frialdad al empresario cuando este se dirige al bar pero no se mueve ni un milímetro, ignorando la orden de la señora Hemmens y mirando con rabia como se sirve el whisky el empresario. Sus labios se mueven en un susurro que solo es audible por Carl.

_{"Espero que te dé un infarto del esfuerzo, puta gordo de mierda. Tu serás el siguiente"}