Ella suspiró cuando Kura intentaba responder con la mayor frialdad posible a todos sus comentarios. No porque fuera borde, sino porque su posicion, en cierto modo, exigia que fuera así. Asi que no insistió mas, solo asintió y se limito a seguirle, totalmente embobada por todo lo que veia. Segun se acercaban a la academia, mas se intimidaba, con un nudo en la garganta. Ahi si que se sentia fuera de lugar, todos tan arreglados, cuidadosos, y ella tan... ¿desastre? Era una buena forma de definirlo. Mantuvo la cabeza alzada aun asi, mientras caminaba detrás de el. Y soltó una leve protesta por lo bajo al ver aun mas escaleras.
- Desde luego que aqui la gente no necesita practicar deporte para estar en forma.- lo dijo con sarcasmo, puesto que los musculos de las piernas ya le ardian de tanto escalón, pese a ser bastante agil.
Resopló al llegar frente a las grandes puertas, intimidada y quiso buscar algo de consuelo detrás de Kura, pero pronto la abandonó con una mujer que... ¿Era una Akairaku en mayor y con mas tetas? ¿Llegaria a tener ella algun dia esos pechos? Por esos pensamientos, le dio la risa delante de la directora y luego, se tapó la boca, avergonzada.
- A-adios, Kura...- lo dijo tarde e inclinó la cabeza cuando la mujer le dijo que pasara y se sentara. Obedeció a pasitos lentos, y se sento con la espalda muy recta, al borde de una de las sillas, como si le quemara el asiento. Dejó descansar las manos en el regazo y agachó un poco la cabeza.
No supo que responder al principio a sus preguntas, jugando con el borde de la tela de su falda, algo inquieta.
- Es un honor, Directora... Yo... Soy Akairaku. - Inclinó la cabeza de forma respetuosa, intentando recordar modales. - No creo que realmente sea recomendada en si mismo... Nero solo me salvó la vida. Yo... Creo que por mi culpa hubo un accidente. Me atacaron en el bosque y me asusté mucho, y de golpe todo empezó a arder. Nunca habia pasado... pero cuando los ciudadanos me acorralaron en un callejon, volvió a pasar. O casi. Ahi apareció Nero para protegerme...- Se tomó su tiempo para explicar la situación y al terminar, agachó de nuevo la cabeza, no sin enviar mas de una mirada furtiva a la mujer, con nerviosismo. Tenia preguntas, dudas. Pero sabía que serian respondidas sin tener que formular las respuestas, vendrían solas. Asi que mejor no quedaria como la chica alocada que era, y mejor aun, podia seguir pareciendo respetuosa.
La directora se mantuvo en silencio mientras Akairaku hablaba, respetándole su tiempo y escuchando con atención.
-Ya veo... Cielos. Este año sí que es extraño...- dice ella, relajándose un poco en la silla. Suspira un poco, el naranja del ocaso baña la habitación. -No es tan normal que hayan tantas personas que hayan despertado sus... Ah, lo siento.- le sonríe, relajando la expresión y acomodándose de nuevo en su sillón, -Ha sido un día largo y estoy algo cansada. Veamos...
-Así que... ¿El incendio en el bosque ha sido cosa tuya? Hm...- , se frota el mentón, pensativa. -Y Nero te salvó de la multitud enfurecida... Que bueno que estaba él allí, aunque me pregunto que hace aún en la ciudad.- , parece que por su cuenta tiene las mismas preocupaciones que había comentado Kura. ¿Realmente es tan importante eso...?
-... Veo que llevas su talismán...- sonríe un poco él, mirándole. Parece ponerse algo melancólica, sonríe con suavidad, pensando en quizás viejos tiempos. -Deberías quedártelo. De paso, si algún día lo necesita y viene a buscarlo, tendremos la oportunidad de saludarlo.
-... Pero... No creo que sobre esto de lo que quieras hablar. Imagino que debes tener muchas preguntas... A saber que te ha dicho Kura, si es que no te ha arrastrado sin mediar palabra: Con esas cualidades que has mostrado y con la recomendación de Nero, sería irresponsable de mi parte no darte la oportunidad de vivir en la Academia.
-No debes preocuparte por pagar nada. Sobre cosas como si realmente mereces estar aquí o si tienes lo que hace falta... Todos pasan por eso, la mayoría descubren más de una cosa sobre sí mismos a los pocos días de estar aquí.
-Verás, la Academia está construida sobre un lugar muy especial... Es normal que el verdadero talento de las personas surja estando aquí.- sonríe ella, cerrando los ojos con amabilidad. -Si quieres preguntarme algo, adelante. Tengo algunas horas libres.-
La observa con cierta compasion al oir decir que estaba cansada. No le parecia extraño, con una academia tan grande y que probablemente albergara tanta gente poderosa y tantos chiquillos, con tantas cosas que hacer, debia ser extenuante. Permaneció tranquilita y en silencio, con las manos en el regazo. De nuevo el asunto de Nero le rondaba por la cabeza.
- Bueno... Nero-san me dijo que tenia que entregar una capa a una persona y que estaba muy ocupado, no se si le servirá. - ladeó la cabeza, examinandola de arriba a abajo. Sin duda, seria una mujer muy poderosa. Estar al mando de todo aparte de ser extenuante debia ser complicado al extremo. Por no decir que tal honor solo corresponderia al mago mas fuerte, teniendo en cuenta como era la estructura jerarquica en Issaera.
- Sí... Me enfadé, tuve miedo y comenzo a subir la temperaura y a salirme fuego de alrededor... Y si... le debo seguir aqui, o no haber quemado a mas gente. - intentó concretar un poco de lo que sabia sobre si misma, que era mas bien poco. Bajó la cabeza, pensando en que hubiera pasado. ¿Aquel hombre hubiera bastado? No. Se acercaron igualmente. Podria haberlos quemado a todos, aunque fuera sin querer. O podrian haberla herido y nadie hubiese cuidado de ella. O matarla. Se estremeció sin remedio.
- Se lo devolveré, señorita, gracias...- asintió. Intentó darselo a Kura, pero no pareció interesado en cogerlo. Lo observó y no se le ocurrio otro sitio seguro donde ponerlo. Sus bolsillos probablemente tendrian agujeros, asi que lo mas facil, fue colgarlo de su cuello.
- Si señorita. Kura es un soso.- lo dijo tan pancha, con una sonrisa en los labios, no diciendolo a mal. Pero no fue de las compañias mas habladoras que habia encontrado en su vida. Escuchó atentamente sus respuestas, suspirando aliviada al sentir la mayor parte de las dudas disipadas. No le gustaba demasiado sentirse como una gorrona, pero se prometió a si misma que podría compensar de alguna forma.
- Si hubiera algo en lo que pudiera ayudar... No me importa trabajar un poco, de verdad. Y mis dudas... bueno. Sobre lo que me ha pasado. Supongo que tiene que ver con la magia, por eso estoy aqui pero... no se bien por que, ni como. Yo nunca he aprendido nada. - Ladeó la cabeza, insegura sobre si misma.
- ¿Deberia tener siempre cuidado con mi humor?- Era algo que la preocupaba mucho. No era agradable saber que podia herir a gente que no queria que terminara asi.
-¿Una capa a una persona...?- dice, extrañada. Niega un poco con la cabeza. -No sé que tendrá entre manos, no. Quizás no es nada.
-¿Así que cuando te has enfadado...? Hm... Sí, eso lo confirma...-, murmura para sí misma, -No te preocupes. Estoy segura que podrás controlarlo con esfuerzo.
Cuando Akairaku menciona lo de Kura, ella se lleva el dorso de la mano a la boca, sonriendo suavemente. -Él es un poco callado, sí. Tiene buenas intenciones, eso puedes tenerlo por seguro.
-... Y... Bueno. Por ahora quizás sea mejor que intentes controlarte un poco. Intentaré buscar por los almacenes algún artefacto que te ayude a controlarte, estoy segura que habíamos hecho un colgante encantado para este tipo de casos... Espero no te disguste el color ámbar.
Ella asientió, intentando aparentar seguridad a la hora de hablar sobre el futuro control. Seria muy util. Asi si se enfadara con alguien le quemaria solo el pelo o la ropa, y solo a esa persona. Se le esbozó una sonrisilla traviesa en el rostro mientras lo pensaba. Era un poco revoltosa.
Sonrió al verla reir, contemplando que pese a la seguridad y displicencia que emanaba, era una persona cordial y tranquila, dispuesta a un trato mas cercano siempre que fuera respetuoso. Le gustó.
- Si, le agradezco que me hubiera ayudado.- asintió ante sus palabras. Kura pese a ser callado, le habia parecido muy mono y bueno. Ladeó la cabeza cuando tuvo que pensar en controlarse. Si, tenia sentido. Pero lo que le incomodaba era la idea de que ahi le dieran motivos. Bueno, otros compañeros que no fuesen tan agradables con ella, quizás. A los que si pagaran, probablemente no les gustase que una chica del circulo inferior estuviera a su nivel. Se puso algo pálida, pensando en esos factores.
- Me sabe mal que se moleste tanto sin yo poder hacer nada a cambio. ¿Seguro que no puedo colaborar en nada...?- lo admitió en bajo, al hablar del colgante. Nadie se habia preocupado tanto por ella nunca como ahora lo habian hecho tres desconocidos, dispuestos a arregarle casi la vida.
Luna piensa unos momentos sobre como explicárselo. Sonríe con suavidad y luego suelta una pequeña risa, mirándole: -Ahora entiendo por qué Nero se interesó tanto en ti... Tiene un buen ojo.
-Verás... Esta ciudad está regida por un estricto sistema de estratos sociales. Es una meritocracia: Todos obtienen aquello que demuestran merecer, o al menos eso es lo que se supone que debería ser. En sus comienzos, hace ya tantos años, todas las castas eran tratadas con igualdad: Cada uno estaba feliz de cubrir su rol en la sociedad y nadie miraba a otros con desprecio por estar por encima o por debajo, el nivel de vida era bueno en todos los estratos.
-Pero eso es historia. El mundo cambió, las personas cambiaron: Quienes fundaron esta ciudad eran en su mayoría monjes magos, hay quienes dicen que entre ellos incluso habían Magos Primordiales... Ah, lo siento, aún no he explicado eso en clase. Y tampoco has estado en las clases que he dado yo o mi esposo, así que tampoco te habrías enterado.- ríe ella un poco. -Veré de conseguirte los apuntes. O quizás organice una clase particular para los que hayan comenzado más tarde, que este año son sorprendentemente bastantes.
-Verás... El mayor problema de esta ciudad es, además de que las castas se odien entre sí, es que las castas están estancadas: Quienes tienen mayores recursos acaparan los estudios y posibilidades, pueden pagar mejores maestros y entrenadores y por lo tanto sus hijos seguramente lleguen a demostrar el mismo mérito que sus padres o más, por lo tanto lo que se supone que debía ser un sistema fluido en realidad está funcionando como si Issaera fuese una ciudad-estado regida por familias nobles y castas definidas por la familia de uno.
-Esto no es algo que yo pueda cambiar. Ni tu, ni nadie: Así funciona y sería casi imposible convencer a todos, oprimidos y opresores, de pensar de una manera diferente. Eso no quita que lo intente, por algo te estoy explicando todo esto a ti, una joven de la generación que pronto comenzará a tomar su lugar en alguno de los Circulos... Pero lo que sí puedo hacer es buscar a quienes tengan el potencial de ser más y admitirlos en la Academia: De esa manera los 'nobles' no pueden simplemente sentarse en sus laureles o los nuevos estudiantes, muchos de ellos ni siquiera nacidos en Issaera, tomarán sus lugares.
-Mediante invertir en el futuro de alumnos con potencial tales como tu o tantos otros en la Academia que han sido invitados, estoy previniendo que la crisis que asalta el sistema social de Issaera llegue a un punto sin retorno y el descontento genere una revuelta. Esta ciudad es más que solo sus habitantes y edificios, es importante que se mantenga en paz y armonía, y que esa armonía no sea forzada ni militarizada.
Tras hablar tanto, parpadea un poco y luego ríe de nuevo, con suavidad. Cierra los ojos con una sonrisa. -... Lo siento, estoy hablando demasiado sobre cosas que seguramente no te interesen. Me gusta mucho enseñar, por eso estoy aquí, también: A veces me cuesta esquivar una oportunidad de explicar algún tema, en particular si es algo importante como esto.
En los ojos de la joven, toda la curiosidad empezó a transformarse en admiración. Una admiracion completa y sincera. Asintió y permaneció en silencio durante toda la explicación, con las manos en el regazo, analizando cada palabra y asimilandola, ayudandole a aclarar sus propias ideas dentro de ella, nutriendose de aquellas cosas que no sabia, y entendiendo desde otro punto otras.
Solo cuando hubo terminado, se inclinó suavemente hacia adelante, pasando su cabello desde sus hombros hacia el frente.
- No se como decirle lo mucho que la admiro, señorita. Yo... realmente pienso que si hay salvación, hay posibilidades de que todo cambie. Sin romper la propia filosofia del sistema. Si se les diera la oportunidad a los del circulo inferior de formarse adecuadamente, aprender y de culturizarse en determinados trabajos en el que puedan ayudar a la sociedad mas que como meros ''esclavos'', aunque no tengan nada magico... se haria un gran favor. Hay mucha gente que nisiquiera sabe leer, que no quiere aprender y que estan hastiados. - Agachó la cabeza con timidez, dudosa de que quizás no deba hablar de eso o exponer su opinion
- Le agradezco mucho que me de la oportunidad. Si algun dia me entero de algo y puedo ayudar a los demás, le prometo que lo haré. Y me esforzaré mucho en patearles el culo a los niños de papi y mami que se creen que sin esfuerzo lo consiguen todo.- asintió convencida, aunque eso fue menos apropiado de decir, con una sonrisa de oreja a oreja. - Y por nada del mundo me pareceria aburrido, intenté hablarlo con Kura por el camino, porque habia visto las diferencias, pero el no quiso comentar nada.- Se rió por lo bajo, tapandose la boca con la mano.
La Directora mantiene una sonrisa suave, escuchándole hablar. Parece contenta con la respuesta que Akairaku le está dando, ¡una buena señal! Uno quizás podría haberse imaginado como Director a un anciano decrépito, elitista, serio y misterioso que consideraría a sus alumnos como niños irresponsables... Pero ahí estaba una mujer relativamente jovial, ofreciéndole su confianza y buscando la mejor manera de hacerle entender por qué las cosas son como son, ayudarla a liberarse de la sensación provista por el intimidante castillo, por estar en el Circulo Superior...
-Bueno... No son vistos como esclavos. Los trabajos que se ofrecen a los no-magos son trabajos que pueden realizar como no-magos: Comerciantes, artesanos, guardias, obreros, profesores en colegios normales... Los magos usualmente tomamos trabajos burocráticos y de investigación. Es cierto que los obreros pueden ver sus labores como forzadas, tanto quienes trabajan en construcción o en fábricas, pero lo cierto es que a nadie se le prohíbe el irse de la ciudad a buscar otras oportunidades. Después de todo, siendo esta una ciudad-estado, toda deuda que se tenga con quienes viven en la ciudad no puede ser exigida fuera de los terrenos de la misma, no sin una gran cantidad de papeleo burocrático al menos.
-Aún así, es innegable que las tensiones sociales existen y que hay muchos miedos presentes en cada estrato de la sociedad. Lo mejor que podemos hacer es buscar el balance e intentar estabilizar la situación lo más posible.
Parece que su punto de vista está firme en que las cosas deben ser como son, pero definitivamente tiene un interés de buscar el bien para todos más que el bien para unos pocos.
-Kura no se siente identificado con esta ciudad ni con sus habitantes... No está aquí por el mismo motivo que yo, ni que la mayoría de los demás profesores. Supongo que por eso no se interesa demasiado en estas problemáticas...
La noche poco a poco va cayendo, el naranja del sol poco a poco abandona la sala. La Directora se pone en pie y camina hacia el balcón, mirando por el ventanal. Lo cierra para evitar que entre frío, después de todo los vientos son un tanto fuertes al estar a semejante altura.
-Cielos, el tiempo ha pasado un poco más rápido de lo que esperaba. ¿Que te parece si te acompaño a lo que será tu habitación? Mañana podrás acompañar a los chicos de Primer Curso a tu primera clase, será de herbología y alquimia. Ya más adelante conseguiré apuntes para ti y los chicos que han comenzado un poco más tarde.
Ella por primera vez en su vida, escuchó la otra version. Si, es cierto que todos tenian ciertas oportunidades a llegar otros empleos, pero las voces que mas alto se solian oir, eran las de los que se quejaban de los trabajos extenuantes y poco remunerados. De los que se sentian en la inferioridad y de los que nisiquiera tenian trabajo. Pero eran cosas demasiado complejas como para que la pequeña Akairaku pudiera dar alguna idea o una opinion solida.
De forma ingenua creia que todo podria solucionarse extendiendo mas la cultura y las opciones de trabajo mas alla del circulo medio y superior.
- Tiene razon señorita, no lo habia visto asi nunca pero... Realmente en el inferior la gente es mas pobre aun de lo que parece. Y se sienten asi, incluso han perdido las ganas de seguir progresando porque no piensan que sirva de algo. Creo que con su metodo de intentar encender las ganas de motivacion de los jovenes seria mejor. - Con eso finalizó su pensamiento. Quizas, si todo saliera mejor, cuando fuera ya una maga curtida, intentaria motivar a la gente de abajo, aunque no se le ocurria como, por ahora.
Siguió con la mirada a la esbelta mujer, asomandose al balcon. Akairaku parecia resistente al frio, con una alta temperatura corporal. Pero lo que sí sentia, era dolor de cabeza. Y muscular. Habia sido un dia demasiado estresante, demasiado duro. Habia pasado miedo, alivio, alegria, duda... y despues habia ascendido por los tres circulos. Casi no sentia las piernas del cansancio de tantos escalones. Se le escapó una risa de alivio mientras asentia a su oferta.
- Se lo agradeceria mucho. - La miró con gratitud, respirando hondo, pero mas dudas y preocupaciones la asaltaron. No tenia... nada. Habia llegado con lo puesto. Tenia pocas cosas, y la mayoria bastante estropeadas. Se le revolvió un poco el estomago y bajo la mirada al suelo, mientras se ponia en pie.
- ¿No seria mañana demasiado... pronto? Tendria que volver a buscar algunas de mis cosas, no tengo mas que esta muda.- suspiró, con verguenza, cruzandose de brazos, casi como si se abrazara a si misma. No le gustaba depender de nadie, pero sabia que no tenia otra durante bastante tiempo. También deseo preguntar sobre Kura, ese chico la intrigaba, pero sabia que no era algo apropiado, asi que se silenció antes de abrir la boca.
La Directora asintió un poco mientras escuchaba a Akairaku, prestandole atención. Su sonrisa crece un poco al notar que le comprende, le resulta agradable ver que una chica tan joven puede compartir su punto de vista, a veces no tan optimista como podría ser. De Akairaku haberse opuesto, seguramente no habría sido la primera vez que un alumno se lo reprochase. Después de todo, parece que la Directora trata mucho con adolescentes y jóvenes adultos con ideas revolucionarias. Está claro que considera eso como algo positivo, por lo menos.
-Quizás sea pronto, pero las clases han comenzado hace dos días... En general los nuevos alumnos tienen más tiempo para decidirse y prepararse, pero no quiero que te retrases mucho. Además, es muy tarde para que bajes hasta el Circulo Inferior y no tengo a nadie disponible para que te acompañe.- , tras pensar un momento sonríe y continúa:
-Escribiré una carta oficializada a quien veas adecuado para avisar de tu inscripción. Mañana por la mañana puede ir alguien a buscar tus cosas. Me aseguraré de que alguien deje en tu baúl dos pares de uniformes escolares.
-Ah, sí, un detalle: Las habitaciones no son individuales. Tendrás una cama y un baúl reservado para ti: Lamento no poder darte mejor acomodación.
Con eso dicho comenzó a caminar hacia la puerta doble que marca la salida del despacho. -¿Me acompañas?
La verdad es que la ropa, era solo una excusa o al menos, en una parte. Tenia miedo. No creia que fuera capaz de estar a la altura de esas sorprendentes clases, ni tampoco de entablar relaciones con la gente que le rodease. No sabia si debia comportarse amable, o callada, o imponer su personalidad para que nadie intentara creer cosas distintas de ella. Sintió como las tripas se le encogian de los nervios y para calmarse, sacudio un poco la melena del casi mismo color que la directora, poniendose en pie.
La siguió con la vista, aun sorprendida de su porte elegante y fuerte. Era una mujer que ademas de cultivar su madurez y su sabiduria, habia pasado por cosas que ella ni se podia imaginar. Cosas que curten a las personas y las hacen ser capaces de superar cualquier obstaculo en su vida. Ojala Akairaku algun dia pudiera llegar a ser asi.
Avanzó detrás de ella, hacia la puerta de salida del despacho, alisandose la ropa con las manos para parecer un poco mas presentable.
- No se preocupe, no creo que nadie se preocupe por mi. Como mucho seré una hoja mas a clasificar en el orfanato. Tampoco tengo muchas pertenencias, un diario y un par de prendas. - se encogió de hombros, hablando con naturalidad. No le afectaba en absoluto, puesto que incluso podia jurar haber visto en la marea de gente a personas que reconocia de su circulo. Se frotó una muñeca con la mano contraria, nerviosa ante la idea de compartir habitación. ¿Con cuantas chicas? ¿Se llevaria bien con ellas? ¿La juzgarian?
Respiró hondo de nuevo para calmarse en vez de adelantarse a los acontecimientos y asintió despacio.
- Si, señorita. Estoy dispuesta, y ya es mas de lo que he tenido nunca, muchas gracias.- se ruborizó un poco ante la idea de que la mujer quisiera darle aun mas, mas de lo que ya habian hecho por ella ese dia. Darle un futuro, un presente y esperanzas para poder luchar por ellos.
La directora le sonrió con amabilidad a Akairaku, asintiendo. -Ah, ya veo. No te preocupes por ello. Aquí te encuentras en una gran familia: Siempre que necesites algo puedes buscar a algún profesor o a mi para asistirte.
-Las habilidades que tu posees, al igual que muchos de los alumnos aquí, están estrechamente atadas a tu estado emocional, quizás en tu caso sea un poco más pronunciado... Pero estamos acostumbrados a tratar con ello: Es nuestro objetivo buscar que consigas sacar tu máximo potencial, de esa forma en un futuro podrás contribuir a la sociedad con investigación, defensa o simplemente siendo una buena influencia~-, explica con alegría, feliz de la labor que ha escogido en su vida.
Mientras hablan, las dos mujeres pelirrojas bajan las escaleras. Está todo muy oscuro y silencioso ya, la noche ya ha caído... Y mientras avanzan, Lunaire parece cada vez más consternada, mirando alrededor.
-... Que extraño... No siento nada. Aunque... Hm... ¿Tan temprano...?- , y tras murmurar esas palabras (más para sí misma que para Akairaku) toma con firmeza su báculo. -Cielos. Esperaba no tener que explicar estas cosas tan temprano, pero parece que no tengo opción si no quiero que te asustes: Verás... Esta Academia está construida sobre un punto... Especial. Creo que ya lo había mencionado. Aquí es mucho más fácil que las personas destraben sus habilidades latentes, mucho más que en otros lugares. La energía que produce eso, sin embargo, puede tener efectos negativos. No es raro ver criaturas oscuras por las noches, cuando todos duermen: Son como pesadillas, pero suelen ser inofensivas.
Ella suspira un poco, caminando hacia las escaleras. -Quédate a mi lado. Incluso si alguna se vuelve hostil, las habitaciones están resguardadas y estaré para protegerte hasta que lleguemos a ella.
Pero puede notarse en su actitud que hay algo que le preocupa, incluso tras haberle dicho repetidas veces que no es nada. Quizás no son esas sombras de las que habla, sino tal vez sobre el no haber sentido nada... ¿Tendrá una percepción especial para las cosas mágicas, como dicen los rumores sobre los magos?
Pronto bajan las escaleras, llegan a la quinta planta, y Lunaire se aferra con más fuerzas a su báculo.
-... ¿Inhibiendo la energía...? ¿Que clase de...?- y entonces cae en algo. -Akairaku era tu nombre, ¿Verdad? Acompáñame, quédate cerca, pero no te asustes, ¿Sí?
Y acelera el paso, corriendo un poco por los pasillos, los cuales parecen mucho más lúgubres que cuando Akairaku subía las escaleras.
Continúa en otra escena~ ¡Solo un momento!